Para el que firma: Enterrado bajo
las hojas secas de las acacias y la hiedra quemada por el sol.
Ahora que por fin el frío parece
querer convencernos de su existencia. Ahora, y pese a que soy más de
entretiempos que de extremos.
Voy a salir a pasear para tomar
conciencia de que otro año más se va por el sumidero, coincidiendo con la
nefasta efeméride del veinte del once, de deceso y resurrección. Y dar así,
banda sonora a esta especie de candidez desoladora que tanto me sofoca del
Otoño/Invierno.
Con canciones, por supuesto.
No sé, que me pasa. Que cuando
siento abandonarlo todo y dejarme arrastrar por la corriente del curso. Casi
siempre hay una razón por la que escribir algo -lo que sea- sin el más mínimo
interés público. Pero con un efecto paliativo y desfibrilador para este vetusto
chamizo.
Hablar de canciones. Esas que
deberían ser el recuerdo de nuestro anuario. Aunque por ser tan egoístamente
nuestras, dude cada día si compartirlas, o guardármelas para el día de mi
velatorio.
Insisto y subrayo:
- Si el día de mi última función, no me da tiempo a dejar
testamento, pósit bajo el monitor, o esquela. Y me viene de sopetón, por la
espalda y sin avisar.
Solo deseo que suene fuerte y
expandida, cualquiera de las 81 carpetas de playlist que guardo con sus 16
gigas de canciones.
Y las bailéis; a poder ser.
Pero mientras tanto no llegue ese
día, veréis…
Yo solo observo.
Miro por el filo de balcón el
horizonte de Collserola, la luna que a veces (solo a veces), se posa sobre la
silueta de las casas colindantes. Y hallo alguna excusa benévola (siempre),
para abrir una botella de vino de mil lugares y en este caso de mi Italia
querida.
Un Nebbiolo (o como allí se le
conoce: Chiavenasca) con un pin de Rossola, Pignola y Brugnola del municipio de
Teglio (como los jugones de Barbacan); en la Valtellina.
Por allí andorreé este pasado verano y llevo notando como un guijarro en
mis zapatillas. Ese testimonio que haga de alguna manera, merecer la pena el
recuerdo y este texto peregrino.
Que por si alguien duda en algún
momento la escasa relación de música, vino, cancionero y mochilas. Bien puede
ahorrarse el tiempo de esta lectura/escucha, y enchegar la tele.
Quizás también, en coincidencia de
veladas furtivas para salir a desenterrar difuntos criogenizados desde 1989 y
1967 en Burdeos e invocar difuntos ausentes, con mi vecino Carlos. Haya una
posible coincidencia que desencadene de alguna manera lo acontecido; no digo yo
que no.
Pero apostaría mis dos atrofiadas
piernas, que es una especie de impulso para dignificar este blog. Necesitado
como está, de un adecentamiento vigorizante y el desdén de su administrador.
Estando como estoy, por darme más placeres que tareas.
Iba yo caminando absorto.
Tanto que me dejé a mis hijos en el
vestíbulo del Forte Montecchio. Y seguí caminando en dirección a Teglio
como el que quiere perder de vista la lúxury rancia a pachuli de Como
y Bellagio.
Sentirte diminuto, intimidado, y sin
embargo, al abrigo de las mastodónticas montañas de la Valtellina. Es de
esas sensaciones placenteras que solo se dan cuando estás a merced del paisaje:
Te dejas, te llevas, te avientas, y notas por fin. Que toda esa abrumante
sensación de peso que ejercen sobre ti las grandes urbes; con sus seres
inhumanos empujando y apartando. Son la verdadera enfermedad que arrastramos
como una condena diaria.
Aquí no, como digo yo.
La liturgia de desnudar el cuello de
la botella. Ejercer la presión y puntería precisa sobre el corcho que ha
sellado durante trece idóneos años sus secretos. Desbordar sobre el fondo de la
copa su melena de carmesí y teja insolada, para asomarse a ciegas al
precipicio. Y que solo sea el olfato (igual que el oído), el que hilvane y
conecte los sentidos sin necesidad de ver.
Luego de que el alma borbotée
haciendo de tus ojos ciegos, dos proyectores luminosos sobre fondo negro. De
paisajes, territorios, fondos cobaltos, esponjosas nubes… Y silencios eternos,
solo rotos por las melodías.
Es; y perdonad lo empalagoso y
pretencioso del asunto. El único consuelo que hallo, cuando me asaltan los
nubarrones, las tardes ventosas, y la alopecia arbórea que tapiza las calles de
ocres y palidez amarillenta.
No puedo (ni quiero) evitar
acordarme de mamá. De que ese mismo día de hace nueve años yo entraba en la UCI. Y un mes después salía catapultado entre la euforia, la desesperación y un
largo año en el que perdí también a mi suegro y un poco de esperanza, también.
Así que, y pese a que, Gal Costa
primero. Y después Wilko Johnson.
Nos han recordado la tragedia de la
pérdida, y después el vacío de la ausencia.
Solo me queda brindar por la vida
con música:
Dormido
en la copa, desperezándose, aliviado del cautiverio. Entorna los ojos; cegado
por la luz de la mañana, se incorpora, agárrase al borde de la copa. Y levante
el vuelo mientras asiendo sus crines, te dejas llevar arrastras.
Su color de vino viejo y tejas
desconchadas por el sol, te enseñan envueltos en su volátil licoroso: El verdor
de las hierbas de monte, la raíz del regaliz, un poquito de cacao.
Pasan el día, la noche, y el
amanecer. Y aparece la fruta roja melosa de arándanos, fresitas silvestres,
arañones, todas ellas infusionadas en licor de aguardiente.
Te cargas de valor y das un sorbo,
mientras de la mano oteas el Pizzo Coca a un lado, y Piz Combul
al otro.
Y Gal Costa te canta al oído: - Cuando
me miras me convierto en arena. Dobla tu cuerpo para ella, para mi montaña.
Y yo… ¡¡Me santiguo cruzando los
dedos!!
Su boca es un pecado salivante donde
todo lo que se intuye en su perfume, cobra sentido:
La explosión aromática de las
hierbas medicinales de monte cuando corres entre ellas con el rocío de la
mañana. Esa parte balsámica y licorosa de la fruta roja, que seguramente
obedezca a una parte de uva sobremadurada y pansificada excepcionalmente en la vinificación
de esta añada. La ausencia de madera y maquillaje alguno pese al año y medio de
crianza.
Y la dentellada final de amargor,
igual que ese chupetón furtivo quedeja
la marca delatora en tu cuello.
Después dejo la copa vacía en el
fregadero y sigo con mis quehaceres. Echando freno incluso, a la retahíla de
monodosis con forma de canciones debidamente pautadas por el Dr.Naide.
Vuelvo a la copa como un drogadicto;
¿como?
Pues en las copas vacías como
sudarios, regreso una y otra vez para buscar esos pétalos secos de rosas que se
perdían entre las páginas. Macerándome entre el azúcar residual, la esencia, y
el volumen de la música que retumba en mi pecera.
Las cuarenta y tantas melodías que
se entretejen las unas con las otras, en este último testimonio del 2022. Son y
serán por siempre mi escapulario.
Esa mochilita que me acompañará en
reproductor de bolsillo, en el coche… Desperdigadas en el maligno Spotify y
talladas con mimo y escrupuloso orden en otra carpeta más.
Canciones para oídos traviesos y sin
manías.
Disfrútenlas sin compasión ni
condición.
La vida es disfrute egoísta y poco
más.
Yo de mientras, me pondré y no se cuándo.
A ordenar mis preferencias de este raro año.
Una de las pocas tareas que me
encomiendo por puro vicio y misantropía.
00_LOTTE KESTNER_Colors that did not exist 01_CIRCUIT DES YEUX_Sculpting the exodus (Claire Rosesay Remix) 02_ZOLA JESUS_Sewn 03_SALVANA_Ingrávida 04_DEPRESIÓN SONORA_Veo tan adentro 05_PARARRAYOS_Tibidabo 06_BIZNAGA_Domingo especialmente triste (feat Triángulo del Amor Bizarro) 07_JETSTREAM PONY_Strood McD F.C. (reissue) 08_SR. CHINARRO_Falsos autónomos 09_MORRISSEY_Rebels without applause 10_EZRA FURMAN_Forever in sunset 11_SEA POWER_Green godness 12_BIFF BANG POW_Sheb never understood (reissue) 13_GAL COSTA_Quando você olha en tu mirada (ovituario) 14_INVISIBLE HARVEY_Hay tanta menta en tu mirada 15_PANDA BEAR & SONIC BOOM_Livin'in the after 16_BUILT TO SPILL_Elements 17_ROBYN HITCHCOCK_The inner life of scorpio 18_WILL SHEFF_In the thick of it 19_THE BATHERS_Time regained 20_MARTIN FAWLEY_This is gonna change your mind 21_WOULD-BE-GOOD_Saturn's child 22_TOGETHER PANGEA_What it's like 23_WEIRD NIGHTMARE_So far gone 24_ELK CITY_That someone 25_BNNY_Time walk 26_QUASI_Doomscrollers 27_JULIAN COPE_I'm bloody sure you're on dope 28_FAYE_In the dark 29_RUSSIAN CIRCLES_Conduit 30_COURE_Pentaóxid 31_THE UMLAUTS_Non è ancora 32_PLOHO_Plattenbauten 33_VATICAN SHADOW_Corruption in the system 34_I START COUNTING_Million headed monster 35_SUNFLOWER BEAN_Who put you to this 36_DRUGDEALER_Madison 37_NILE MARR_You pull me in 38_POSTER PAINTS_Circus moving on 39_DARREN HAYMAN_A room within a room 40_SPARXSEA_Forever love 41_THE WORLD IS HAUNTED_Going down 42_MADRUGADA_Nobody loves you like i do 43_DAVID BOWIE_Rock'n roll suicide (Live Moonage Daydreamer) reissue 44_MICHEL CLOUP_Vieillir 45_THE UMLAUTS_Another fact (another party)
Hay
misterios tan indescifrables en la música como en la vida: El de la tostada que
siempre cae por el lado de la mermelada; aunque eso sea cosa de la física. El
del calcetín que viajó por la red hídrica de tu barriada, cual chip prodigioso,
y volvió ha aparecer seis meses después con una historia hermosísima sobre la
colonia de objetos perdidos que hay bajo el subsuelo de la ciudad.
Y
después.
Después
está la de la banda canadiense THE HOLIDAY CROWD; donde caben todo tipo de
conjeturas.
Hay
quien afirma como su vecino, el espía de la tienda de ultramarinos THE DENTED
CAN. Que tras bajar con las cassetttes de sus demos en el magnetofón, y
ponerlas a todo volumen para que las escuche. Las hermosísimas y trotonas
melodías de su cristalino pop, los sumerge en un profundo sueño del que no
pueden despertar pasados de media: de cuatro a seis años.
Que
no, que no. Que no es problema alguno sobre su inspiración o las tareas
pendientes en casa.
Que
igual que antaño, lo realmente sobrevalorado es la publicación por año. Y es
entonces cuando el cerebro y el alma, en vez de dedicar a segregar esa
sustancia mágica que mezcla de manera magistral experiencias, ritmos e imágenes
en forma de canciones. Colapsa, y acaba reproduciendo los tics mecánicos del
agobio, la rutina y el desencanto haciendo que todo suene igual. O por lo
menos, falto de esa chispa donde el olvido, la falta y la melancolía, juega a
favor de la novedad.
Por
eso amo con desmesura esa dupla dual entre los británicos: Alex Roberts/John
Coman en la sección rítmica. Y los canadienses de Ontario: Colin Bowers/Imran Hamiff
a las guitarrras y voz.
Ellos
solo se aparecen como sueños de mensaje oculto, en el reverso de las noches de
manera aleatoria y sin explicación médica.
Así
que a la conclusión que he llegado al final y después de tantos años tan variables
y solubles como la meteorología: Es, que si se quiere llevar una vida óptima y
saludable.
Lo
mejor es hacer que sea esa bestia que habita ahí, en lo más profundo. Esa que
se perdió en el camino de la infancia a la madurez y que ahora parece un minino
domesticado. O que como el árbol al que no se poda cada invierno, solo hace que
crecer hacia arriba sin abrir brazos, como queriendo alcanzar el cielo para
darle la mano a San Pedro, y morir con rapidez. La
que decida: Si hoy vamos a deshacer el ovillo y romper en mil pedazos el patrón
ese de la línea de puntitos.
Y tirar por....:
Pop
de manual, guitarras despellejadoras, secuencias electrónicas y sintéticas,
obras completas de pioneros y clásicos, flamenco, coreografías modernas de
baile, rock duro de cuero grueso y botas, garaje de uñas negras y padrastros en
sangre viva, oníricas y aterciopeladas melodías… Y así, hasta el verano que viene inventariando
andares.
A
estos cuatro -por ejemplo- no se les ha olvidado el hilo en que se quedaron; que ahora ya son dos. Pese
a los seis años que ya han pasado desde aquella homónima obra con pócimas de:
One Thousand Violins,Mighty Mighty, The Smiths. O ramalazos de Style
Council y Orange Juice. A los que ya hicimos referencia por aquí hace ya.... ¡joder! Diez años.
Y
que hace que el Jangle Pop trotón que afloró entre los 80’s/90’s en las islas
británicas. Gire hacia otros matices, sin sonar como un calco de papel cebolla,
y sí, a una cebolla con delgadísimas capas donde no es solo el piruvato,
amoniaco, y el puñetero syn-propanotial-S-óxido los que te harán llorar
como una magdalena; y que sí, a lo mejor, de gustirrinín.
Notarás
que los dedos resbalarán pegajosos por su piel, moquearás como una ameba
gelatinosa. Y desearas habitar por un instante, en aquellos clubes de los
callejones perdidos entre Londres, Liverpool, Brighton o Shefield de aquellos
tiempos míticos.
Es
posible incluso, que busques a toda costa unos pantalones de pinzas tobilleros
entallados, y tu vaporosa camisa de cenefas. Y salgas a pasear renacida o
renacido.