El historial
de mareas, pleamares, simas y corrientes submarinas siempre nos
vuelve a recordar, que tras los cambios climáticos y lunares, las
modas son solo eso: modas pasajer@s y
caprichosas. Porciones de bajeles hundidos que emergen y acaban
siendo devueltos al puerto que los fletó cuando arrecian los
temporales.
Massive
Attack claudicó su legado en los albores del cambio de milenio, con
uno de sus álbumes más memorables, Mezzanine. Años en los
que aquello que con tan poca precisión se acuñó como Trip Hop, y
que democratizó los ritmos electrónicos para todos los públicos;
en una comunión entre el Rock, la música negra y la electrónica de
angora. Consiguió sin apenas trascender en el desmemoriado tiempo y
por primera vez; sentar a la misma mesa a tanto a especímenes de
distinto pelaje, como a integristas musicales.
Con el
cambio de siglo se hizo el silencio, y cuando volvieron a salir de
sus guaridas, el Trip Hop ya era una denominación tabú. Han tenido
que pasar más de diez años para para valorar en sus justa medida el
legado que nos dejaron bandas como Massive Attack, Portishead o
Tricky, y volver oír hablar de electrónica en clave de Rock, Jazz,
Blues, Reggae, o Pop. Y es que los polos opuestos siempre tienden a
volver a encontrarse. Y son tan imaginarias como inexistentes las
fronteras musicales, que ya a nadie en su sano juicio se le
ocurriría ya acotar por estilos la universalidad de la música.
Kevin
Martin, es quien se esconde tras THE BUG. Resultado fallido y
cortocircuitado de mil proyectos cooperativistas, producciones, y
empresas diversas. Un picapedrero que entre tramoyas y bastidores
lleva más de veinte años generando música desde la colorista y más
diversa multiculturalidad: Desde King Midas a God y
pasando de Ice a Curse of the Golden Vampire.
The Bug sin
embargo y con total certeza, es el proyecto más personal e
identitario de su larga carrera. Tanto, como los seis años que
separan su anterior y más destacado trabajo “London Zoo/2008”,
de éste su último “Angels & Devils” también en
Ninja Tune. Una obra conceptual con dos caras bien diferenciadas, tal
y como atestigua su título. Que rescata sin pudor alguno y con
muchas intenciones, gran parte del naufragio musical de los 90.
Llevándolo incluso a una vuelta de tuerca necesaria en tiempos de
calma chicha.
Entrar a
este fibrado álbum por la trastienda nos puede deparar algún que
otro sobresalto. Lleno de trampas, socavones y la justa iluminación
de las luces de emergencia. Se corre el riesgo de sucumbir a las
fantasías más angostas, submundanas y abrasivas de Kevin Martin:
Hip Hop caústico, psicótico y apocalíptico, Punk futurista y mucha
con bilis concentrada en sus beats. Con lo cual, siempre es más
prudente dejarnos amilanar y seducir por los cánticos que Liz
Harris nos susurra desde la entre abierta puerta principal. Como
buenos y educados niños preguntando si se puede, y a lomos de la
flotante “Void”, que nos invita a sucumbir a sus encantos.
Se pueden
imaginar estancias acolchadas propias de sueños lisérgicos, blancos
impolutos... Pero también está esa especie de viaje que transpira
toda la obra. Por el cual se camina canción a canción desde
ambientes evocadores, atmosféricos y oscuros en sus primeros cortes:
“Fall” con Copeland a las voces, y que junto a “Ascension”
nos invoca a los Massive Attack de Mezzanine o algunas facetas más
profundas de sus primeros discos, con Dubs saltarines de calado como
el de “Mi Lost”.
Se impone la
electrónica más elemental y primaria en otros tránsitos: “Pandi”
y esa brisa postindustrial desnaturalizada del primer tecno de los 80
con pedigrí. Aunque hay numerosos elementos y tics que afloran en
las composiciones de Kevin, que inevitablemente nos conectan a sus
influencias más universales en la técnica que practica. Por eso
supongo que me resulta curioso y excitante ver con la facilidad que
pasa con un tema del más puro trance meditativo, como es “Save
Me”; con Ecks Gonjasufi en el atril. A engarzar en una
casi plegaria redentora, como un tránsito de la armonía natural al
caos autodestructivo, que desencadena en la segunda mitad del disco.
Y que de alguna forma ilustra desde la raíz esta vez más urbana, el
camino y la síntesis del paisaje en nuestra actualidad; visto por el
espectador Kevin Martin.
La explícita
clarividencia con la que actúan sobre el oyente, los siguientes seis
temas. Son como el mejor desenlace; con suspense, luces, sombras, y
un final de violencia desmedida. Al estilo de Quentin Tarantino.
Me encanta
como suenan estas últimas hornadas de Hip Hop, donde la electrónica
cruda, huesuda, el Punk en segundo plano y la experimentación, hacen
de perfecto soporte a los rotundos rapeos de Death Grips,
Flowdan, Warrior Queen o Manga. Tanto como
escuchar a Dead Kennedys, Hüsker Dü, o The Clash;
por incompatible que pueda parecer. Ese Hip hop secante y tétrico
que en el fantástico sample MATERIAL INTONARUMORI ya nos enseñaba
en el 99, ese otro Rap orgánico, simple y visionario a manos de Ramm
ell zee, Lori Carson, Kool Keith, PhonosycographDISK, o
Juggaknots entre otros.
Por eso
supongo, en mi más ignota de las ignorancias, que el efecto viral y
catártico que me produce “The One”, “Function”
y “Fuck A Bitch”, en mis instintos más bajos. Es la
consecuencia natural acción/reacción que debe generar el Hip Hop,
si de verdad cumple con la misión que le encomendaron Public Enemy o
Beasty Boys, en tiempos de revuelta.
ANGELS &
DEVILS es un disco determinante por intenciones y convicciones.
Extremista por contrastes de frío/calor y tonificante por el
resultado, que aun siendo como es de una electrónica de tocador
accesible y popular. Cumple con éxito y solvencia la tarea de guía
iniciática hacia otros pastos con más riqueza y diversidad que el
simple SynthPop de salón, copa y cuché. Una de esas obras que por
su medianía, me concilian cada cierto tiempo con lo que para mí son
aquellos ritmos sintéticos que me despertaron la curiosidad hace
treinta y tantos años.
Y créanme
que no hay porqué ser un académico temático para disfrutar de un
buen pica pica. Se dice que en la variedad está el gusto, y en el
riesgo de lo impredecible la aventura.
Pues entre mareas, pleamares y demás corrientes submarinas por fin he podido leer y escuchar algo de lo que has puesto. No es mucho de mi estilo pero la verdad es que en estos momentos no me ha venido mal. Abrazo, maese-brother.
ResponderEliminarLos masajes auditivos dosificados debidamente y siguiendo la posología con mesura, nunca van mal amiigo JOHNNY. jejeje Usted deje que fluya, fluya, fluuuuuuuyaaaaa....
ResponderEliminar