Jordi Fontanet photo. |
De MOMENTOS
trascendentes en nuestra vida hay tantos, tan diversos e
inolvidables, como los aros que circunscriben el tronco de un viejo
Roble. De buenos y de malos, de traumáticos o de eufóricos, de
aleccionadores y también de revanchistas... Con 44 años ya a mis
espaldas tiendo a creer, quizás por recientes sucesos, que la vida
hay que devorarla desde la perspectiva que a uno le da el disfrute
del instante, por si no hubiese un mañana. Que hay que saborearla al
segundo, poderla absorber de todo aquel que se cruza en nuestro
camino; en el consenso y en los desacuerdos. Pero sobretodo y si se
tiene ocasión, compartirla y contagiarla como si de una pandemía de
generosidad se tratase.
Y puede que
esto suene un tanto épico y desatado. Tampoco voy yo ahora a teñir
de filosofía barata de tres al cuarto, ni a disimular la euforia.
Pues bien,
lo acontecido el pasado Viernes por la noche en VAdeBACUS Restaurant
tuvo mucho de eso. Lo más parecido a un buen concierto de Rock donde
el maestro Juancho Asenjo ejerció de solista inspirador, en
la que los instrumentos perfectamente afinados de la orquesta de
acompañamiento se transmutaron en quince hermosas botellas de
Barolo, Barbarescos, Barberas + un blanco Timorasso. Y
donde los suertudos asistentes tuvimos el privilegio de no solo
oírlas con los cinco sentidos, sino de poderlas hacer sonar en
celestial armonía como una auténtica banda. Conscientes de que ante
todo, somos un pequeño grupo de amigos que se reúnen dos veces por
mes, para en autodidacta pasión disfrutar del vino en cualquiera de
sus formas posibles. Y que no cejamos en la idea de impulsar nuestra
amistad/afición con nuevas metas.
Eran muchas
las ganas y el tiempo invertido por el grupo y en particular por Carlos, en fructificar este encuentro con Juancho Asenjo. Teniendo en
cuenta la dificultad de la distancia que nos separa, y su ajetreada
agenda.
Para los
desconocedores de los entresijos del vino y sus laberínticas
galerías subterráneas. E imaginando una posible duda de... ¿Quien
es Juancho Asenjo?, sin el menor interés en extenderme en muchos de
los elogios que otros con mayor acierto ya se han encargado de
sembrar por la red.
Simplemente
escribiendo el nombre en google nos saldrán infinidad de datos:
Conocedor infatigable e insobornable del mundo del vino ( desde el
terruño del campesinado, hasta las más altas esferas del mundo de
la gastronomía y la restauración). Divulgador heroico de la cultura
vinícola Italiana; teniendo en cuenta del hermetismo y poca
permeabilidad del país Transalpino a la entrada de foráneos en su
universo vinícola, y con el plus que le otorga ser el único no
Italiano nombrado Cavaliere. Un guerrillero de trinchera y cuerpo a
cuerpo cuando se trata de acercar con un lenguaje directo y
didáctico, su pasión al público más general todo lo que confiere
la historia, el terruño, y la identidad del vino. Un Punk por
principios y convicciones además gran conocedor por propia
experiencia del mejor PunkRock y PowerRockero de finales de los
70's/80's y... Bueno... en efecto, hay algo que está muy por
encima de su trayectoria y su sabiduría.
En las
distancias cortas, una PERSONA de una honestidad y generosidad
incalculable, y un conversador pasional y entrañable con el que se
podría estar charlando de cualquier tema hasta el despuntar del
alba. Desde Vinos, historia, teatro, música, deporte, política,
cultura en general... hasta esa perspectiva tan lúcida y equitativa
que contagia y comunica como nadie.
Con él se
aprende algo mucho más importante que todo lo citado: La virtud de
ver las cosas desde un ángulo tan amplio e interesante, que le hace
a uno replantearse muchas de sus creencias. No es que te las rebate,
sino que las refunda con el análisis imparcial y amplio que le han
dado sus años de viajes, vivencias y conocedor de personas;
distintas y variadas
Ahora, mejor
sería entrar en faena y relatar a grandes trazos lo que dio de si
las casi seis horas que nos ofreció Juancho. Puesto que podría
extenderme con desmesura en elogios, y seguro que algo querréis
saber sobre los vinos del Piamonte; todo de memoria y empujado por su
hipnótica charla, y hala!! sin tomar un puñetero apunte (con lo
dado que soy al divagueo; toma palabra inventada!!).
Una Master
Class sobre los Vinos del Piamonte, su historia, particularidades
geológicas, y la tremenda identidad de sus vinos. Que tuvimos el
honor de disfrutar bajo los cuidados del equipo de VAdeBACUS, quienes
proporcionaron la acondicionada sala de catas para 13 personas y su
esmerado servicio. Y una posterior cena con una charla sin paragón,
mientras disfrutábamos de la excelencia de sus elaborados platos:
Sushis: Maki de bogavante y mango. Gunkan de
pulpo. Seguimos : Carabinero a baja temperatura con polvo de
carquiñoli y chocolate con curry y aceite de trufa. Vieira con jamón
ibérico y salsa de pimentón rojo asado. Risotto de ceps, espárragos
verdes y trufa negra. Bonito vuelta y vuelta con fresones al modena y
cebollitas glaseadas. Chuletón de ternera Asturiana con patatas
ratte y su mojo verde. Para acabar postres. Nuestro mojito en
texturas. Chocolate. Cuatro tipos de chocolates mousse de chocolate
negro y blanco, brounnie de chocolate y bombon de chocolate negro
relleno de chocolate blanco y naranja.. Ya
veis, a la altura del regimiento de vinos.
Se mascaba
el nerviosismo, el pequeño reto que suponía organizar el acto de
inicio dubitativo y solemne. Y que Juancho se encargó de destensar
conforme avanzaba su interesante lección de historia, territorio, y
elaboración. Partiendo en primera instancia del origen vinícola
dentro del balcón Mediterráneo que conformaban la antigua Roma y
Grecia, su disposición de los cultivos como alimento, y la búsqueda
de ese origen primordial en muchas de las actuales bodegas: El echo
de los viñedos de altura para aprovechar los contrastes térmicos,
el tamaño de las tinas, el podado para clarear las viñas de fuera
hacia adentro para que alcancen el vigor necesario, la orientación
de las vides Sur, Sudeste u Oeste, y hasta el tipo de Roble (nuevo,
Francés, Eslovaco, de segunda crianza..) para que las crianzas
expresen su verdadero terroir.
Pudimos
viajar con la imaginación a la idiosincrasia del territorio de
Barolo, sus influencias con Francia y Suiza, y el trascendente legado
de la Casa de Saboya en todo el Piamonte. Y el resurgir de de un
origen que fue devastado por la filoxera, hasta que la replantación
de Barberas y Nebiolos volvieran a hacer suyos los paisajes.
Donde
antaño, el ser agricultor en las Cascinas que se descuelgan ladera
abajo en los numerosos municipios que conforman el valle,
representaba un verdadero milagro de la subsistencia: Clima extremo,
vendimias tardías y un valor paupérrimo, que por entonces se le
daba a los cultivos de su orografía montañosa. Hizo que no hubiese
una Piamontesa dispuesta a casarse con un agricultor del Valle, por
la vida austera y miserable que estos llevaban; de echo esa
naturaleza humana, es la que le da el mayor signo de identidad a sus
vinos.
Las seis
botellas que se escogieron para la cata pretendían sobretodo,
ilustrar la importancia de la composición geológica en el carácter
de los vinos. Teniendo en cuenta que Barolo en las pocas hectáreas
de territorio que atesora, tiene uno de los mayores contrastes en
composición mineral imaginable. También la importancia de remarcar
la peculiaridad de los vinos del Piamonte: Vinos de alta graduación
y con mucha volatilidad, con un componente alto de tanicidad y
densidad, y que además tradicionalmente se elaboran con largísimas
maceraciones que incluso se potencian mediante procedimientos
mecánicos. Y que como todo buen vino Italiano tienen una lenta
evolución en la copa (necesitan oxígeno a raudales). Lo que los
hace vinos especialmente diseñados para largas guardas, y en los que
se pretende preservar tanicidad, frugosidad y acidez por largo tiempo
hasta cruzarse en el camino.
Claro, como
podéis imaginar, el verdadero valor de estos vinos se aprecia mejor
con añadas del 2000 para abajo. Y catar vinos del 2008, 2009 o
incluso 2006, vinos relativamente jóvenes, es una verdadera
experiencia para la destreza del paladar. Y a sabiendas de que en
España no estamos demasiado acostumbrados a este tipo de vinos;
cuestión de gustos claro.
Empezando de
menor peso mineral a mayor y por consiguiente, de mayor suavidad,
amabilidad y menor contundencia tánica (de izquierda a derecha), por
los tres primeros. Hasta hacer cima en un Barolo
de Serralunga, el Boscareto Principiano del 2008:
Todo un impácto de tanicidad, intensidad de capa y lágrima,
mineralidad y austeridad, que fueron evolucionando desde una primera
impresión de tierra húmeda, hasta una complejidad mucho más oscura
y fresca.
Los tres
primeros si embargo, facilitaron la introducción con composiciones
más arenosas y arcillosas, capas de color más degradadas y
oxidativas, mayor maduración y maceraciones más cortas (más
modernos, para entendernos), y haciendo mención especial al Barolo
de La Morra, Torriglione Gagliasso del 2006.
Que cautivó de inmediato al personal con ese toque a ahumados tan
personal, y en especial a las parejas que nos acompañaron: Mucho más
frugales, grosellas, cálidos, menos terrosos y con una evolución
hacia el tofee, el regaliz o lo vegetal, mucho más claro y
asequible.
En cualquier
caso y lo más espectacular fue apreciar la evolución de ellos seis.
Empezar desde el primero hasta los últimos, en los que se te
agarraba el tanino a las encías. Y volver hacia atrás, para ver que
los vinos del Piamonte van mutando, y acomodando el paladar a su
impresionante tipicidad. Conforme van cogiendo aire y desaparece la
fuerte volatilidad de su graduación, aparecen otros vinos muy
distintos.
A mi
personalmente me encanta esa primera bofetada de alcohol que dan, y
toda esa carga frugal, balsámica y licorosa que llevan consigo.
Después desaparece ligeramente y cambian radicalmente, se puede oler
la piedra y brotar el tanino, pero el primer golpe te da una muy
buena lectura de su estructura, equilibrio y de lo que serán en un
futuro.
Tras el
didáctico ejercicio de aprendizaje pleno en detalles, anécdotas y
rememorando ese pasada visita fugaz que me llevó el pasado año a La
Morra en boca de Juancho. Un conocedor de las intimidades más
arraigadas de aquellas heroicas familias, que contra viento y marea
han construido lo que se llama la capilla sixtina del Piamonte.
Territorio de paisaje espectacular, que ha hecho que la disposición
de viñas en perfecta simetría luzca ante los Alpes, como ese todo
que uno espera encontrar al asomarse por la mañana al balcón
Transalpino.
Proseguimos
con la fenomenal cena que nos tenían preparada Toni, Vicente y el
chef Alex Clavijo: Pequeñas miniaturas de mil sabores y texturas,
para que la hora de los Barbarescos llegara con otro acertijo más.
El de los tres Pelisseros con tres vinos de la misma bodega,
pero diametralmente distintos los unos con los otros por disposición,
orientación hacia el sol, pago y caracteres. Como tres trillizos de
la misma madre (Nebiolo), parto y momento, pero con miradas y brillo
distintos:
TULIN,
NUBIOLA y VANOLU, los tres del 2011; en arrogante acto
infanticida. Nos pusieron en perspectiva a la hora de entender los
vinos por el trabajo que dejan tras de si. Y poder masticar y
paladear los pequeños detalles de elaboración que hacen de una
misma uva y zona, vinos totalmente distintos... La magia en
definitiva, de la tierra y la piedra, la climatología, la evolución
de las plantas conforme cambia, la búsqueda infatigable por el cual
el hombre interactúa con la naturaleza a la hora de ilustrar en un
vino, el estilo concreto de una zona.
Así la
noche acabó transcurriendo entre charlas, por las cuales Juancho
Asenjo da siempre ese contrapunto preciso con el que aprender aun más
de la verdadera magia de beber vino. No solo beberlos sino
entenderlos, algo que va más allá de meros tecnicismos y
sensaciones perceptivas. Y que te hace entrar en comunión, con toda
la liturgia de la creación del vino y de su significado cultural en
el tiempo que nos toca vivir.
Degustamos
el oro precioso de William Deutz en un Millesimé con el que
generosamente homenajeó Carlos el encuentro: Del 99, con un
equilibrio y delicadeza con la que se caracterizan los grandes
Champagnes. Y la untuosidad y el carácter varietal de un blanco
Timorasso, con el que se escoltó al carabinero en el inicio
de ágape, antes de que los grandes Barbarescos entrasen en escena:
Otra de las razas históricas que se extienden por el Piamonte, y que
junto a Barolos y Barberas han postulado al Piamonte como una de las
pocas D.O Italianas impenetrables a cualquier uva foranea.
Sensibles a
la oxidación y a la botritis, los Barbarescos son uno de esos
milagros de la naturaleza y claro está; auténticos retos donde la
sincronía entre la pericia humana y la tierra, alcanzan su máximo
esplendor. Así que con semejante desfile de intrínsecos a la par
que diferentes ángulos con los que empaparse de Piamonte, solo nos
faltaba rematar con una de las vilipendiadas uvas de la zona, la
Barbera como antesala a los Barbarescos:
Una Barbera
Superiore D'Asti de Franco M. Martinetti; el Montruc del 2009.
Que tuvo que bailar con los imponentes Barbaresco de Neive
Serraboella del 2006, el de Treiso Vallegrande Ca' Del Baio
2011, y que pese a todo ello ni se amilanó. Demostrando una vez
más que aunque se crea que Barberas y Dolcettos, solo eran uvas
menores con las que relanzar la zona.
A día de hoy gracias a Giacomo
Bologna, M. Marinelli, Sandrone, los Hnos. Conterno, o Giuseppe
Rinaldi entre otros muchos avezados, desde los 80 la Barbera de
Asti, Monferrato o Alba son vinos de alto nivel a precios más
asequibles.
El broche
final lo pusieron un Barbaresco Vallegrande del 2011; un vino
cálido y vegetal con bastante recorrido todavía por delante y
tanino para domar. Otro Barbaresco más, Costello di Verduno
de la familia Burlotto en una de las añadas, la 2010, de las más
curiosas por climatología de las últimas décadas: Más accesible y
maduro que su compañero y un tanino más liviano, mucha fruta y muy
floral; un vino de aquellos de coger afición si no la hay.
Al terminar
otro 2010 de Michele Marinetti, hijo del mítico Franco Marinetti y
una de las familias más reputadas y aventureras a la hora de
trabajar el viñedo en constante investigación; el Barolo
Marasco. Un temperamental vino que coronó la noche por su
misteriosa complejidad y amabilidad en boca. De cuando pituitaria,
papilas y vista andan ya medio sumisas a la ambrosía desplegada
aquella inolvidable noche de Septiembre. Y las lenguas aun sueltas
espadachinas en charlas sinfín no adolecen de cansancio, ni las
carrozas se convierten en malas calabazas que nos aguaran la velada.
Se habló, se escuchó, se aprendió, se arregló un poco el mundo, y
fue de tantas y diferentes cosas que el global de sensaciones tan
solo se puede expresar en intangible gratitud.
Quizás la
música y el disco de gustos compartidos, que sonó en mi coche
mientras tenía el honor de acompañar a Juancho, Carlos & Family
camino a casa, y el abrazo de despedida final, puedan dar un
apunte/idea final de la emoción del MOMENTO.
FE DE ERRATAS: Vadevacus no, burru!!! VADEbaCUS!! Mil perdones al equipo del Restaurat por semejante error, y eso que llevo 3 años yendo allí. En fin, no tengo perdón, y solo por eso me voy a dar 10 pellizcos de monja en las nalgas como prueba de mi arrepentimiento jejeje
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