lunes, 30 de marzo de 2015

MAS VALE PLAY EN LA MANO QUE PARÁBOLAS VOLANDO!!




Todo a su debido tiempo, respondió mi subconsciente. A la interpelación de las manillas del reloj esputó un aplazamiento, un dejarse llevar por la corriente un: - “One moment please, que me acicalo”. Mas por ayuno voluntario o simpático reflejo que por propio propósito. Seis días recostado en la cama: apolillada, mohosa y hasta maloliente. Y el solo rugido de sus tripas, que fueron las capaces de tocar diana en el batallón y lograr, un sollozo.
En todo ese tiempo tuvo sueños húmedos surcando piscinas olímpicas. Se vio en romerías calle arriba de rodillas hacia la ermita en promesa, virgensita mía que me quede como estoy!! Quieto, inmóvil... parao. Dejando pasar el tiempo con un goteo incesante de segundos, minutos, horas y días. Días que se hicieron semanas y que iban camino de ser ya meses. Tiempo para desangrarse, vaciando con silencios el jolgorio de la calle (el camión de la basura que irrumpía en la noche, los niños al colegio los padres a los bares, los vendedores de tarifas al ataque, y mi vecino hombre-lobo aullando saetas). Él en cambio, se daba la vuelta, pegaba fuertemente la oreja sobre la almohada y seguía el ritmo de sus latidos; acolchados entre los sesos de su cráneo. A veces tan tenues y acompasados que parecían querer detenerse. Otras se aceleraban como el traqueteo del batidor de un telar, pero nunca lo suficiente para despertar el mínimo solivianto.

La sincronización de su mismo ser fue tan profunda y polirítmica; como la de esas viejas máquinas de vapor. Que abriendo y cerrando válvulas con forma de ventrículos y aurículas a ritmo tribal, generaron una sinfonía parecida a la de Zun Zun Egui o Skylar Espence: La sangre bombeaba a velocidad de vértigo, los poros de su piel se abrieron como esporas en ebullición y una convulsión recorrió su cuerpo, dando con una especie de baile de san vito sobre el lecho.
Levantose y corriera hacia el baño en un gesto instintivo por aliviarse de lo pospuesto por tantos días de encamamiento. Y agarrándose como un poseso en jarras a la taza del water; con la cara desencajada, las vasos dilatados y un ritmo cardíaco, tal cual estuviese poseído en cuerpo y alma por Keith Moon. Defecó una gloriosa Playlist; como se suele decir en el argot de los melomaníacos, una buena mierda.


Vamos camino de ventilarnos el primer trimestre del año, y por fin el parto de la burra a dado a luz un fardo de canciones generoso y capaz de producir la resurrección. Visto desde lo alto del techo, cualquiera diría que no habría dios capaz de atizarme como una descarga eléctrica, para ponerme manos a la obra.
Pero es que, ya sea por vagancia, por simple distracción o porque todavía no he encontrado suficientes motivos para seguir con el ritmo de otras veces. La cosa es que después de un 2014 enfermizo y obsesivo a partes iguales. Llegué a cumplir el objetivo marcado -volver a recuperar la normalidad del trabajo/familia y estado de forma- eso sí; aunque solo sea en forma de placebo. Y como quien llega a la meta exhausto, me temo que he acabado desfondado y disfrutando de ver pasar el tiempo sin la más mínima presión por cumplir ningún objetivo.
Salí del lavabo pálido, descompuesto, con el pijama por las rodillas y con las canillas temblorosas. Me afiancé a una gran taza de Cola Cao, y mojando galletas hasta los nudillos. Recobré algo de compostura entre las cacofonías de mis tripas y bombeo percutivo de mi corazón. Y con el nuevo trabajo de la policultural banda de Bristol sonando a toda castaña en el salón, auné suficientes fuerzas para volver al trabajo: Más de treinta canciones, repartidas entre restos del pleamar de 2014, y esas cosas chulas que me motivan a la hora de compartir (buenas nuevas, prometedores hallazgos y discos con chicha) entre novedades y descubrimientos... ahí, ahí van.. Tres reseñas que no más, para dar el empujoncito y el resto lo dejo ahí, a disposición de vuestras ociosas manos. Que sé que tenéis el arresto necesario para hurgar, descubrir y disfrutar.


ZUN ZUN EGUI_SHACKLES GIFT (Bella Union)

Son una banda de cromatismos culturales variados y variopintos procedente de Bristol; como no podía ser de otra forma. Ahí, entre estibadores, suburbios bulliciosos y ese cruce multicultural que se da en la ciudad portuaria del sudoeste del Reino Unido. Fue donde el guitarrista de origen Mauritano Kushal Gaya, y la Japonesa Yushino Shigihara se conocieron y empezaron a tocar juntos en el 2008 hasta formar la banda por la que se les conoce ahora. El nombre viene inspirado por un viaje al país vasco del segundo. Y aunque en ocasiones su polifónico sonido puede tener ciertas reminiscencias al folklore vascuence, su sonido tiene un espectro bastante más amplio y global; en lo que a la sonoridad puramente tribal se refiere.
Hay quien habla sobre sus influencias de la exótica, el free jazz y los africanismos. Pero posiblemente como es mi caso, se conecte mejor a su sonido vía Talking Heads, al new wave o al esoterismo de Peter Gabriel. Por sonoridad vocal puede, o porque el destino final de su temario se entrevé incierto, experimental y altamente psicótico.

Lo cierto es que si uno decide asomar la nariz a su último disco: El que más amplio espectro abarca; de los dos que han publicado. Puede que como yo, acabe dando gracias a dios por la existencia de bandas como esta. Y no es que hayan descubierto ahora la sopa de ajo de la fusión, que no es eso que no. Ni que sea yo ahora y desde siempre un fan incondicional de los mestizajes sonoros; más bien al contrario: fusiones las justas y si las hay, que sean con sustancia y química natural. Ahora, lo que si es seguro, es que cuando cayó en mis manos “African Tree”, me vinieron sin remisión los efluvios de David Byrne and Co. Remembranzas indiscutibles de una de mis bandas vigías de juventud; tanto de su lado experimental como la deriva hacia la world music.

Zun Zun Egui suenan desde el minuto cero a eso: a puro amalgama noventero, por concepto, por formas y fusión bien entendida. Aunque al final la solera que resulta de su escucha sea puro rock musculoso, elástico y maleable. Y su irresistible despegue a lomos de “Rigid Man”, “African Tree”, “Rubi”, o “I want to you know” sea puro vendaval. El cómputo global de este necesario y apasionado producto musical, acierta de pleno con esa furia desbocada, en la diana de lo instintivo, primitivo y visceral.
Nos prepara el terreno y la sala de despiece con percusiones dislocadas, guitarras chirriantes y ejercicios vocales malditos pero contagiosos (directos). Y una vez maniatados y en pleno espasmo, nos empuja en caída libre hacia piruetas elípticas, hipnóticas, audaces a la hora construir y entretejer auténticas terapias sonoras. Que parecen querer desdemoniar algún tipo de maleficio espiritual. Y que aterrizan en algunos de sus más suculentos platos en la segunda mitad del disco, pese a requerir una escucha más exigente y desinhibida:
City Thunder”, “The Sweetest Part of Life” o “Late Bloomer”, son auténticos viajes desde lo más profundo de la esencia musical primaria y hasta el multiverso. De lo mejor de este exfoliante y tremendo ejercicio de plasticidad sonora. Y apuntando alto en este inicio del 2015.


Pues bien, si continuamos descolgándonos por la liana hasta lo más profundo. Al epicentro de la vianda más primigenia de la música, o por así llamarlo al rovell de l'ou: ese magma delicioso que corona una suculenta yema de huevo frito con sus dos chorizos escoltándolo. Posiblemente nos encontremos con el nuevo y flamante regreso de
JD MCPHERSON_LET THE GOOD TIMES ROLL

El diablillo de Oklahoma que nos dejó con la miel en los labios, y esa huella dulce en los resquicios del paladar hace tres añacos; tan laaargos como huérfanos. Ese mismo que nos atizó un cachete para que despertásemos hace unas semanas del hipersueño con dos aperitivos: “Bossy”, y la misma que titula el disco (Let The Good Times Roll); algo así como “conserva el buen rollo de las épocas”. Un tema que así, con chulería, es un calco al que echaba a rodar su anterior y glorioso disco en “North Side Gal”, pero con una primera impronta más contemporánea si se quiere.
Esa misma que se paladea en cada uno de los surcos, bits o pistas de su nueva entrega, y que hace que todo él suene como a más de ahora ¿me explico? Seguro que no.

Si era ese perfume a añejo y autenticidad el que inundaba las estancias de aquel “Sings and Signifiers/2012”. Con Let The Good Times Roll Jonathan David McP. insufla de un frescor mentolado cada uno de sus cortes.
Debates aparte sobre si este nuevo trabajo repite fórmulas sin apenas modificar la estructura esencial. Si éstas suenan más dóciles y acordes con unos tiempos, donde se echa mano de manera socorrida al pasado (por estética, moda pasajera o pura impostura). O si el revival a décadas postrimeras se agradece más por simpatía que por estar a la altura de sus progenitores; en fin, el buscarle tres pies al gato a algo que funciona sin más.
El caso es que desteorizando sobre cualquier aspecto funcional del temario del señor McPherson, y tratándose de Rock&Roll como fórmula magistral de nuestra actual música moderna. Yo en lo personal, me quedo la esencia de su música. Que no es otra que la osadía de recoger el testigo del malogrado Nick Curran, y dotar de vigencia en pleno siglo XXI algo tan indispensable como el Rock&roll, el R&B, el rockabilly y otras muchas cosas que se agregan de manera inteligente y sutil, a una inalterable perfecta receta. Todo eso es lo que hace de su música, un ungüento curativo y medicinal para grandes y pequeños ¿se puede sonar abigarrado al pasado sin caer en el revival fácil y ramplón? ¿sacarle brillo al legado de Leiber & Stoller o Eddie Cochran, y hacer que suenen imperecederos y a la vez totalmente actuales?; está claro que sí. Basta enchufar el equipo, darle chicha al ampli y dejar que “Its All Over but the Shouting”, “Head Over Heels”, “You Must Have Met Little Caroline” o “Mother of Lies” hagan su trabajo.
Guitarras que se te tiran al cuello, te magullan y despellejan. Metales que invocan ciento y mil bailes satánicos. Contrabajos que que zumban como abejorros repicando por baterías magnéticas, y pianolas a punto de incendiarse. Si hermanos, el Rock&roll es esa enfermedad medicinal sin cura que una vez inoculada te eleva como la Ayahuasca. Sin acabar de averiguar si es peor el remedio, o la enfermedad.



Y acabando, que el bronceador sol empieza a colarse por las rendijas. Y parece ser tal que así. Que iluminados por el señor en días de santerío y ganas de pecar, el bicho que descarriló el tren ya se me ha metido. Me voy a despedir con una última recomendación así, de carrerilla. El disco del mes de Marzo que se marcha. Una sugerencia que hago cada mes en la cabecera del recibidor del blog, y de la que nunca hablo.
Esta vez sí, creo que la vuelta a casa de la que fuese una de mis bandas de cabecera se lo merece. DOVES, o lo que es lo mismo, el 75% de la banda Mancuniana, ya que están todos salvo Jimi Goodwin (vocalista); está hasta el teclista Martin Rebelski. Por lo tanto podríamos decir que tras el decepcionante disco de Jimi del pasado año , el debut de-:
BLACK RIVERS_DE TÍTULO HOMÓNIMO

podría ser perfectamente la continuidad lógica de la banda, con los gemelos Jez Williams y Andy Willians al mando de la nave.
Ya que si bien el primer tema que se adelantó de manera gratuita en el 2015 -The Ship- me dejó totalmente intrigado con esos aires tan a lo Third de Portishead (mecánico, amargo e incluso narcótico). Tanto, que parecía esconder tras los gruesos cortinajes la susurrante voz de Beth Gibbons.

Han pasado los largos meses de invierno, y hace prácticamente un mes pudimos ver por fin el estreno de su nuevo disco: de entrada bastante más coherente que el de su líder y sin embargo totalmente despojado de los clichés de su pasado.
Black Rivers como banda y disco, todos a una, han conseguido algo bastante complicado a día de hoy. Que es continuar una carrera sin someterse al sonido de Doves y la hegemonía de Jimmi Godwin, y en cambio conservar lo mejor de aquella banda: los discos con cuerpo y alma. Discos que tras escucharlos y saborearlos con tranquilidad, pues no suelen destacar por estridencias. Acaban ganando en presencia; ese algo etéreo que hace que un puñado de canciones cobre ente y personalidad. Si se analizan una por una veremos que son la mayoría distintas entre si. Sin embargo unidas todas ellas por pequeños filamentos que las hacen comunes. Igual que su anterior banda, Black Rivers saben como nadie tejer un colchón de armonías escapistas, y dejar que crujan los muelles del somier cuando deben.
Pese a que la voz de Jez Williams no es para lanzar confetti (tampoco lo era la de Jimi), la firmeza del disco es admirable; por producción o porque a lo mejor eran ellos los artífices de esa genialidad.


Ponen el contador a cero con “Diamond Days”, una dulzura de canción bastante más pop que cualquier cosa que hubieran hecho en el pasado. “The Forest” recuerda una barbaridad a la austera psicodelia, y ya no digo la instrumental “Harbour Lights”: Uno de esos sueños brumosos extraídos de Lost Souls/2000 junto a “Voyager 1”; la joyaza del disco. Unos primeros 25 minutos sembrados, que alcanzan el ecuador del disco con “Benyond the Pines” como un pequeño suspiro. Hacia el final “Coral Sea” y “Age of Innocence” se erigen como dos de las grandes canciones de este fabuloso trabajo; sobretodo Coral Sea de belleza y melancolía infinitas.
No es un disco de gancho inmediato, aquí no hay singles rutilantes o canciones rompepistas como tampoco lo había en la discografía de Doves. Probablemente fuese esa, una de las razones por las que pese a ser respetados en la escena como un trío de repertorio envidiable, jamás llegaron a tener demasiado éxito. Sus discos acabaron por ser más un estado, que un propio estilo o género. Se entraba a trompicones y con desconfianza, y al cabo de las escuchas emergían como obras más próximas a estados anímicos o materiales.
Lentos a la hora de publicar, con una idiosincrasia y método de trabajo casi hogareño. Conformaron un catálogo musical al lado de Elbow o I Am Kloot en el sello Heavenly (garantía de calidad). Y de este disco una vez interiorizado, escuchado y escudriñado hasta la hegemonización, me parece sinceramente único en su especie; si lo comparamos más que nada con lo que se publica en UK ahora, y bajo el concepto y peso de álbum como palabra definitoria. Lleno de pequeños detalles, inmaterial en la estructura, libre, sin complejos ni intención de formar parte de los candiles del establishment alternativo.


En fin, que a resultas de este manojo de canciones con las que pasar una mañana bien provechosa. Y con la encontrar esa excusa casi imprescindible por nuestra innata afición por descubrir y sorprendernos. Al final de ese vacío existencial con el que comencé el año; ahí, pensando yo en mis cosas, con la mente vaciada y en plena desfragmentación.
El despertar al cabo de los tres meses con las extremidades medio entumecidas y dormidas, el reguero de baba cayendo en cascada desde la almohada, y las tripas mordisqueando cualquier órgano que les pille a mano. Dan por lo menos para agudizar los sentidos en busca de discos distintos, de esos que nos dan otro ángulo visual sobre lo que ocurre a nuestro alrededor, y que no siempre es lo mejor para una dieta musical equilibrada.
Aparte de estos tres artefactos sonoros escogidos por vete tu a saber la razón o (sin)razón. Hay entre esta treintena de tonadillas recuerdos todavía presentes del pasado año, de su invernales y brumosas reminiscencias: El disco de HAPPYNESS y su nueva edición deluxe que no me canso de reivindicar; de las pocas cosas que salvaría de un naufragio preventivo. BLUSH RESPONSE, SOUNDS OF SPUTNIK. SLOWNESS o LVL UP; todos ellos tremendos y cada vez más maravillosos cuando se les dedica el tiempo a toro pasado. Y es que amigos míos, cada vez descreo más de los acotamientos anuales que nos presionan, asfixian y delimitan como a Truman Burbank.
Ya sabréis por mi escasa fidelidad con las publicaciones, de mi mal administrado tiempo libre. Los discos los escucho cuando el cuerpo me lo pide, que es tarde, harto de guardar la tanda para coger la delantera. Que mis criaturicas piden de comer oigan!! de lo sólido y de lo etéreo (amor de padre). Eso sí, antes de desaparecer por un tiempo, no voy a perder la oportunidad de dejarles tareas; las mismas que yo me impongo.
No pierdan de vista a estos nombres que les voy a relatar, porque lo que he oído de ellos (o ellas) promete. Y si no al tiempo:
METZ y su próximo disco (espero que menos machacón), HINDS, MITSKI, SPRING KIG, COURTNEY BARNETT, ANDREW COMBS, o PITY SEX. Entre toda la fanega y ½ de buenos discos con los que soportar la eclosión floral que nos espera... El de DECEMBERISTS que oigan me gusta, por más que renegara de su flojo comienzo. Del pétreo trabajo de WAVE PICTURES; no los pude ver en directo y pude sin embargo salvarme de la excomulgación. El de ya de una vez por todas aireada discografía de los Australianos TWERPS; ya hablamos de sus bondades en el 2011 y me apunto un tanto. O el de LA BIEN QUERIDA, más discreto y conceptual que el anterior pero igual de bueno. Hay, y tomo aire que hiperventilo, mucha música buena.
Solo una cosa más, no se cierren puertas y ventanas con juicios intuitivos. Déjense hacer, aflojen piernas y brazos y denle al PLAY(list). Que hay poco que perder y mucho que ganar, en la vida, a veces, no hay mejor remedio para el alma que dejarse llevar por la presunción de querencia que por el miedo a lo desconocido.

TRACKS:
00- HAPPYNESS_Montreal Rock Band Somewhere
01-MATTHEW E. WHITE_Take Came My Baby
02-LA BIEN QUERIDA - Alta Tensión
03-SKYLAR SPENCE - Fiona Coyne
04-BLUSH RESPONSE - Telltale
05-BLACK RIVERS - Voyager 1
06-TITTLE FIGHT - Liars Love
07-MY MORNING JACKET - Big Decissions
08-GEOGRAPHER - The Guest
09-THE DECEMBERISTS - Mistral
10-COURTNEY BARNETT - Pedestrian At Best
11-METZ - Acetate
12-HINDS - Bamboo
13-SPRING KING - City
14-MITSKI - Townie
15-ZUN ZUN EGUI - African Tree
16-DENGUE FEVER - Still Waters Run Deep
17-PITY SEX - Acid Reflex
18-THE WAVE PICTURES - Fake Fox Fur Pillowcase
19-UNLIKELY FRIENDS - Golden Telephone
20-JD MCPHERSON - Head Over Heels
21-TWERPS - Shoulders
22-SOAK - Sea Creatures
23-ST. LENOX - I Still Dream of the 90's
24-SOUNDS OF SPUTNIK - New Born (Malcolm Holmes & OMD Rmx)
25-SLOWNESS - Anon (Part 2)
26-VIETCONG - Bunker Buster
27-DESPERATE JOURNALIST - Happening
28- ANDREW COMBS - Foolin'
29-LVL UP - I Feel Ok

7 comentarios:

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  2. Ah , pues creia que eran del Pais Vasco , me refiero a Zun Zun Egui .

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  3. Ah!! jejeje pues no Orlando, pero en cualquier caso tanto da, la música ya no entende de fronteras

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  4. Entre las reseñas y las canciones que conozco (Courtney Barnett, Mathew E. White, Decemberists y Wave Pictures, creo que eso es todo xd) me he dado cuenta de que necesito este recopilatorio. Últimamente estoy poco musical, me va a venir bien escuchar esta selección para encontrar nuevos sonidos.
    Saludos!

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    1. Pues no te creas JMHulme que este primer trimestre he nadado entre la abundancia musical. De discos que me hayan enganchado de verdad pocos; que no quiere decir que deteste aquello que no me engancha. Me refiero a discos que en cuanto los escuchas, sabes que te van a dar horas y horas de placer, que con cada escucha crezcan y encuentre algo nuevo que te sorprenda, o que envejezcan como los grandes vinos.
      En fin, se que este dique seco se debe un poco a que doy prioridad a otros asuntos, me lo tomo con calma y esto es como la vida del solterón: No hay que desesperar, el amor a primera vista y de la vida aparece así, sin buscarlo. El de Courtney lo venía escuchando hoy de camino al trabajo, y creo que va camino de convertirse en entrada y de subirme el ánimo con cada escucha. Al que le tengo puestas muchas esperanzas es al de Speedy Ortiz, que está a punto de publicarse.
      Ya tienes en tu correo los regalitos dispuestos a dejarse devorar, y claro, espero encarecidamente que lo disfrutes y encuentres cosas ricas... está hecho con todo el amor.
      SALUDOS LAAARGOS Y GOOORDOS!!

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  5. Es verdad que ese de Zun Zun Egui tiene algo de Byrne. La canción que da título al disco de JD McPherson me gusta bastante pero el álbum no me engancha. Lo que me mola mucho es el título de este post, grande. Abrazo.

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    1. Aaaay Johnny, ZUN ZUN EGUI cuanto menos y aunque no hayan inventado nada nuevo, le dan un giro a una escena musical que para mi gusto se acomoda, tira de truco fácil y en muchos casos cuando les da por algo, lo machacan hasta dar asco; y mira que ya sabes que yo le doy a todo.
      La verdad es que cuando escuché el disco de JD MCPHERSON puede que me creara grandes espectativas; craso error. No sé como no escarmiento pues mira que hace años que abrazo la música dando rienda suelta al instinto. Si se le compara con el anterior, no es que sea peor (que ese era ya muy bueno), es que creo que va de otro rollo (menos filo y más orgánico). Una vez uno cambia el chip y lo acoge como una justa evolución está infinitamente mejor. Es lo mismo que pasa con el nuevo de Decemberists. No son malos discos, sino que pesan mucho la obras maestras (que no me gusta esa palabra jejeje).
      El título y la metáfora viene al caso porque ando desde que empecé a trabajar muy distendido, sin prisa ni agobios (y eso que solo le doy al vino y al jengibre). La verdad es que necesito estímulos para imaginar y mi stand by de más de un año parece haberme sorbido los sesos. Eh!! pero nada que no se cure con el tiempo y el sol jejeje
      UN SALUDO FUERTE FRIEND!!

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