Ahí
me colé, en tu fiesta me planté!! Rondolé y rodolé rampa
abajo me tiré. En ese Caprabo de barrio al que acudo a por mis
Tortas, el café y yogures dios me de.
Y
entre el sindiós de gente que se agolpaba, antebrazos en pecho y
dientes enclavijados… Yo hice el cuerpo a tierra que me enseñaron
en el acuartelamiento de “Los Leones” (Segovia), y reptando con
los codos me escabullí entre las piernas de señoras, madres y
padres haciendo de hábiles fajadores; Una cosaaaaaa!!
La
People se peleaba por aquello que el otro quería.
Lo
mismo daba que fuera papel higiénico (que no creo que sea por la
función propiamente dicha del enser, sino por lo simbólico de lo
HIGIÉNICO!!; como cura de todo mal). Alcoholes de quemar y otros,
Sanitol, Vinagre, y hasta piedra pómez para exfoliar pieles y
cualquier rastro de virus.
Me
pisó los nudillos una señora mayor de calcetines media
cercenadores. Un tipo intentó asirme por el cuello del polar cuando
se le cayó una moneda de 10 céntimos, y me guipó; escapé no sabe
dios cómo. Una criatura me confundió con un perro y me acarició la
lorza a la vez que me propinaba un puntapié (esas cosas de amor odio
que tiene el cariño humano).
Y
cuando colándome entre estanterías de bollería, panarras y brioxes
logre entremeterme por la zona de: “productes de la terra”
y me planté con los ojos vidriosos ante las botellas de vino, y la
vi. Tal fue mi emoción; cual devoto del Palmar de Troya ante la
aparición de la virgen. Que del babeo y salivación sin control, me
dio el gallillo y de la tos casi me muero: Rojo como un
tomate, los ojos fuera de mis cuencas y las venas como chistorras de
Arbizu.
Fue
exponencial y sintomático el pánico que se creó en ese preciso
instante. Y conmigo postrado reverencial ante aquella botella de vino
de 10 euros 80. La gente en pleno canguelo pensando que estaba
infectado, huyó despavorida y me dejó allí solo mientras por
megafonía se oían las ofertas, promociones 2x1 e indicaciones de
seguridad.
-
Pasen por orden de tanda por la otra caja, se oyó. La gente
saltó con una agilidad sin igual por las cintas que ni Usain Bolt, y
hasta el andador de una anciana dejó el rastro del derrape a la
salida.
Y
no digo que no fuese presa del pánico por unos instantes. Pero en
realidad, esa soledad y protagonismo de quien acude a comprar a
hurtadillas y se convierte en EL ARTISTA así, sin comerlo ni
beberlo, me gustó.
Cogí
la botella en mano, aparté los tomates con un gesto de autoridad
desconocida en mi, y me subí de un brinco sobre el dispensador de la
fruta y verdura, gritando…
-
Veis cabrones!! Esto es necesidad!! No los malditos rollos de
papel higiénico doble capa, la leche o los botes de garbanzos
pedrosillanos!!
Este
vino humilde y anónimo del Alt Empordà os salvará de la
mediocridad. Ni es Duque, Conde, Pata Negra o Viña de realeza
Riojana o Ribereña de Duero. Pero en su locura tramontanera a los
pies de la Albera, nace en Catedral Modernista y sin más linaje que
el Cooperativista, se ríe de las coronas y también de los virus.
Vamos, que igual que Jean-Paul Marat haría limpieza real.
Es
fácil que uno haga su peregrinaje habitual a alguna gran
superficie, hiper de barrio o comercio de ultramarinos, y se de con
un canto en los dientes a la hora de agenciarse un vinito sin más
pretensiones que la de estar rico.
Más
o menos como poner Rock FM, los 40 principales o M80, y esperar que
pongan cualquier día el “Somethin Else” de Eddie Cochran;
improbable a la par que imposible. Y no es como digo yo: por raro,
selecto, vox populi o sibaritismo. Coño!! que es Eddie Cochran
joder!! Rock&roll no? Hablo a caso de Krautrock, Avant garde o
Garaje? No verdad?
Pues
eso, en los vinos pasa igual. No se trata de ser experto, iniciado o
selecto, pues la esencia principal de disfrute es que esté rico,
consensúe y tenga Rock&roll, mucho rock&roll; si además
tiene un precio para todos los públicos muuucho mejor.
Así
pues, situándonos en el pequeño municipio de la Espolla en la
todavía desconocida D.O Empordà, donde paradójicamente se consume
casi el 100% de su cosecha; para lo bueno y lo malo. Y en una
Cooperativista Bodega asentada en una de las tantas Catedrales que se
construyeron a principios del siglo XX, en este caso por Pelai
Martínez en 1931. Nos encontramos a esta peculiar bodega, nacida del
superviviente cooperativismo en plena revolución industrial. Pero
consciente como muchos, de su potencial cualitativo general y
concreto en la selección de aquellos viñedos viejos, singulares y
heterodoxos por variedades y suelos.
Ahora
bien. El milagro obrado así, casi por sorpresa. Pese a la buena
nueva cada vez más habitual del posicionamiento de pequeños
productores de calidad al a basto del desconocedor público
mayoritario. En lugares donde primaba la superproducción, el
abaratamiento a costa de la calidad, el marquismo sin alma o esos
vinos que parecen ser diseñados por una simplista tendencia.
Es
encontrar pertrechados algunas anomalías como las de Albet i Noya,
Can Rafols, Gramona, La Guita, 3 Picos, Viña Zorzal, Secastilla,
algún Terra Alta… O el que nos ocupa CLOS DE LES DÒMINES RESERVA
2015 por diez euros y pico.
Porque
seamos sinceros y realistas. Una cosa es que un vino de 3 euros se
beba fácil y no sea un abrasivo purgante para montar un brasero en
nuestro estómago. Y otra cosa bien distinta lo que nadie quiere
saber de vinos que no valen ni el vidrio, etiquetado y embasado de
esos 3/5 o 6 euros. Alguien se ha preguntado acaso el precio al que se paga
la uva de un vino de 3 euros, y la cantidad de fitosanitarios y
sulfitos que se deben usar en su producción para economizar en
controles de fermentación, calidad de la uva o mano de obra?? No lo
quieras saber amigo.
Como
ya sabéis, el origen de las reseñas sobre vino de esta diminuta
bitácora. No eran otra que el autoaprendizaje, el antielitismo y la
pura aventura; aunque últimamente se me halla ido de las manos.
Porque
no hay nada peor que el prejuicio y la manía de convertir el
disfrute común en una especie de ministerio donde, o se entra con
corbata, o tienes que opositar.
Clos
de les Dòmines viene a recuperar ese espíritu de vino con chándal
y zapatillas, pero con una personalidad digna de Bryan Ferry.
La
calidad de las Cariñenas de viñas viejas que forman en su mayor
parte este cupage, junto a un 35% de Cabernet Sauvignon. Tienen la
mayor parte de culpa de ese primer contacto olfativo, extraordinario
en matices, voluptuosidad y jugosidad. Quizás porque su maceración
y posterior fermentado en depósitos de cemento no deja rastro de
excesos de vainillas de la madera, y predomina ese aspecto crocante y
licoroso propio de las uvas.
Con
dos años de crianza en roble francés y uno más de botella. Cuando
Clos de les Dòmines sale al mercado, ya está perfectamente afinado
aún con el galón de “Reserva”. Mandando al traste, esa fama
inmerecida de vinos robustos con tanino indómito y acidez asesina.
Sepan,
que hoy por hoy, en L’Empordà se están haciendo vinos
extraordinarios al margen de la dominante Perelada; que también se lo
están currando a niveles más caros, para que engañarnos. Pero es
en bodegas como Olivardots, Espelt, Marti Fabra, Aspres o Arché
Pagès; por citar algunos donde se están haciendo cosas chulas, distintas y arriesgadas, con valor a su variedad de suelos, microclimas y riqueza de uvas. Solo que es de las pocas D.O, que venden
prácticamente todo a comercios locales, y queda poco para
aventureros dispuestos a ir a su caza.
Con
una seductora nariz de guindas al licor, endrinas, y sutiles tostados
que no enmascaran la fruta. Su paso por boca es exquisito por el
equilibrio que funde con su deliciosa acidez final, esas notas de
café tostado, algo de sotobosque entre eucaliptos, hongos y bayas.
Destacando por su equilibrio y buena estructura, sin penalizar un
beber fácil y versátil tanto como entrada, o comidas potentes.
Un
caramelito que lo hace un tesoro entre las vulgaridades y poca
emoción que se pueden encontrar en un Caprabo de barrio.
Ese
vino ideal para el día a día, o para quedar como un campeón en
cualquier encuentro donde no perder la oportunidad de vacilar a tu
cuñao “experto”; en vinos caros. Que es lo que hacen muchos
cuando no tiene pajolera idea, de lo que es el riesgo, la aventura y
la algarabía de buscar la CHICHA de las cosas.
No
solo de los vinos. También de la música, la lectura o las
relaciones que dan para una buena charla. Qué si no es la vida!!
Y mucha atención a sus VINS DE POSTAL
con identidad y terruños propios. Salut!!
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