jueves, 23 de abril de 2020

MINIATURE TIGERS_FORTRESS_2010: BAILAR O LLORAR, TÚ DIRÁS





Un espasmo breakdancero me ha catapultado de mi cama a las seis de la mañana. Consecuencia de un retortijón tan largo y agudo, como un acorde de Brian May y al grito de: -Mamaaaaaaaa!! Ooh I don’t want to die!!
He visto su estampa – la de Brian May – ahí, con su pelazo en el blanco de la pared; como una cara de Bélmez (ayer tarde vi la película, no sin antes resistirme) Y todavía creo que sufro las consecuencias mezcladas con frutos secos, cafeína, licores y repostería varia.
Un estreñimiento seguramente, fruto de esta inactividad y ponzoñosa vaguería que se apodera de todos nosotros. Y que ni contoneando grácilmente mis glúteos cual Valentín Massana cada mañana que me dispongo hacia la panadería. He podido evitar postrarme en la taza del water con la mirada perdida en las juntas de los azulejos y sus voradas, por infinitas horas.


Allí. Me ha dado tiempo cerrando los ojos, a pensar largamente en el sentido de la vida.
No en un hipotético futuro ni en un destino cualquiera.
Sino en un pasado anecdótico por el cual paseamos distraídamente silbando alegremente o a la carrera cochinera como el que pierde el autobús de la efeméride; según se mire.
Acordándonos solamente de los difuntos, cuando fallecen. De los héroes, cuando ganan. Y de los amigos, cuando nos sentimos solos.
Y es con la música: Ese maravilloso elemento inerte y etéreo que sin embargo, funciona maravillosamente como diluyente de todo lo anterior.
Cuando la tristeza químicamente indescifrable, al mezclarse con las melodías y agitarlo todo, puede convertirse en felicidad.
O por lo menos, en ese raro combustible capaz de erizarte el bello y así…



El pie derecho sigue el copás y la cabeza asiente.
Le siguen las caderas y tronco empieza a balancearse en una elasticidad y torsión inédita en cualquier otra actividad física que se precie.
Para que el siguiente efecto suceda. El elemento diluyente en cuestión debe entrar – no se sabe cómo – en el riego sanguíneo y de ahí, al corazón.
Es imprescindible que el corazón lo bombee, sino, se corre el riesgo de muerte lenta e inexorable o al efecto, la muerte espiritual:
Una en la que aparentemente todo sucede con normalidad, pues los órganos vitales siguen funcionando y hasta ejecutando eso que llaman “vida normal”. Pero lo cierto, es que es una muerte en vida o vida aburrida (mal humor, indisposición constante, apatía, amargura, hipersensibilidad a la infelicidad); y un montón de síntomas aceptados de buen grado por muchos, e incluso no diagnosticados como tales.

Por eso, yo cada sábado noche. Pese a que mi dilema más trascendental pudiera ser: - Que narices voy a cenar esta noche?
Conjuro las luciérnagas de colores, atenúo la fría luz blanca, alzo las persianas para exivicionar todas mis vergüenzas en público
cámaras!! acción!!
Y bailo sin ese terror, igual que el de:
- Señor Crespo!! salga al encerado!!
Y el miedo escénico, se va volando al carajo!!.


En una semana de incesante lluvia; como si hasta los elementos se hubieran conjurado para jodernos la existencia. O quien sabe si un rapapolvo de la naturaleza para reordenar los ciclos, y dar hasta sentido a los refranes.
He acunado una crema de acelgas, calabaza y trigueros, con la chispa de la lima y el jengibre. Y un chupete de Miso y vino rancio (mis nuevos aliados); para darle ese ritmo que todo guiso precisa. Aventado por una copa de Oporto Dry White de Nieeport, y un cacho de cremoso queso de cabra del Moianès. Intentando conjurar un rayo de sol con las melodías de MINIATURE TIGERS.

No la de los últimos cuatro discos de este cuarteto de Brooklyn (aunque Vampires in the Daylight/Oct2019 es otra maravilla). Sino con la de aquella anomalía de psicodelia popera que invocaba a Beach Boys, Beatles, Of Montreal , o incluso el espíritu abstracto de los Beulah. Como si su artístico y poroso líder Charlie Brand, en esta presunta fortaleza, intentara dejar constancia de su Phoenix originario como otra de sus pinturas. Y la infalible mano de su coleguilla, Christopher Chu (The Morning Benders, Pop ETC) a los mandos de la nave.


Sin ir más lejos, “Masion of Misery”, invita a adoptar una postura gorilesca y bailar en una especie de rito a la fertilidad. Y es, sin duda, uno de los mejores arranques discográficos que conozco en lo que a pescozón contagioso se refiere:
Esa parte intrínseca de cacharrería, su malavarista batería y como no. La infinidad de cachibaches, ruiditos y esos deliciosos cantos corales que te llevan en volandas y el subidón final.
FORTRESS tiene ese ingrediente con parte de feria ambulante, teatro callejero, trovadores y bufonada que te pone de buen humor. Sino… como se entienden mis desavenencias con el Parklife de Blur. Cuando aquí, “Rock & Roll Mountain Troll”, cumple a rajatabla esa vertiente cómica y costumbrista del mejor pop británico. Que sin embargo sí me empuja a descalzarse y hacer pallasadas frente a la ventana de mi comedor.
O salir a destiempo y hora, a aplaudir al balcón con “Japanese Woman”, pa ver que dicen los vecinos y echarnos unas risas; un poco surrealistas y bizarras, si se quiere.

La solidaridad anímica es infinitamente más crucial que cualquier debate lógico (según lo miren los estadistas, claro). Y no hay nada más solícito que abrir ventanales, ahora que el Haba Cadabra a abierto las nubes, igual que las aguas Moisés, y despunta el sol.
No os lo dije?
El contrapunto sosegado de canciones como “Dark Tower”, tienen en mi el mismo efecto: Con la diferencia de que ya abro los brazos intentando cazar abrazos invisibles, pero bien presentes en esta delicia de soleada canción.
Un susurro como el licoroso Oporto deslizándose por el paladar. Casi las mismas evocaciones a resinas y nuez. La invasión total en el final ácido y complejo.
Con la animosa y juguetona “Gold Skull”. Sostienes la copa, delimitas el horizonte con su esbeltez, te echas a la boca un cremoso pedazo de queso… Y te suspendes desde las alturas.
No hay vértigo ni nubarrones y Sant Jordi ha subido en nuestra busca,
Todo acompaña ¿será el alcohol? O es amor.



FORTRESS tiene esa parte de tobogán que estimula, como las relaciones y el cariño: Que unas veces te eriza hasta el estómago, y otras en cambio, te escuecen como el desuelle.
Te podrías incluso subir al terrado con la eufórica “Bullfighter Jacket”. A ver si te encuentras a la vecina de al lado tendiendo la ropa, para bailar bien cogidos un swim con el firme propósito de la ilegalidad del roce, que hace el cariño.

La cosa realmente, es que es segundo disco publicado por la banda de Phoenix es un bendita maravilla; sin más encuadres o disertaciones. Mi salvador.
No entiendo como el resto de su carrera ha sido tan hedonista y simple, la verdad; supongo que duplicarían su éxito, o es mi falta de predisposición. Sobretodo cuando son canciones tan jugosas como “Egyptian Robe”. Donde podrían haber ido de la mano con el despatarrante y único disco de THE OLMS; que se publicó tres años después. A los que tampoco les acompañó el éxito, salvo en reductos muy reductos.
¿Se figuran a donde nos empujan los miserables?


Te podrías permitir hasta sacar a bailar a tu madre, con los aires de pasodoble y slow calypso que se nos trae “Tropical Birds”. Menudo ingenio melódico la de estos me supongo, por entonces veinteañeros!!

Lolita” tiene esa misma proyección artística y contemplativa que posee Charlie Brand; el ideólogo. El encanto de serenata de esta canción, obedece más a un instinto mucho más radial que el simple Pop de la época. E intuyo y descifro, que esa otra pasión que tiene Charlie por la pintura y arte en general. Es el otro inadvertido detalle que me falta, para unificar toda su obra. Aunque éste, el segundo, sea el que haya aparecido de repente. Como ese amigo que necesita ahora, a tu vera.

Parece tonto, puede. Pero es infinitamente más versátil que otros moldes usados, con más éxito y pegada comercial, aunque muchísimo menos inspiradores y didácticos.
Coyote Enchantman” se zambulle en el tropicalismo de herencia Byrne para cerrar. Y para mi gusto, con más riqueza y sensibilidad que los exitosos Vampire Weekend del mismo año; salvando escandalosamente las diferencias, claro. Por eso de dar esquinazo a los éxitos populares, y tener desde siempre más apego a las cosas que ocurren, cuando tienen que ocurrir.
Buscar y encontrar es excitante, pero tropezarse y reír a carcajadas, mucho mejor. De verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario