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sábado, 26 de marzo de 2022

BOTELLAS CON MENSAJES A NEUMAS: O el último brindis ipsoefecto de Pat Fish y sus Jazz Butcher con Pietro Junior 70/30 2013

 

Hay botellas, de vino; digo. Que son alivios socorridos y urgentes para ahogar penas y sinsabores. Vinos de salvadora embriaguez, mirada miope, y pisotón de cucaracha para corregir el equilibrio antes de caer de bruces.

Otros ya conocidos, como amigos que siempre están ahí, que no te fallan y disponen el hombro para que te recuestes. Con la sonrisa siempre apunto de licor y miel de romero. Los que no dan consejos, sino que asienten.
Botellas otras, que son misteriosas cajas de sorpresas esperando ese arresto vehemente de lanzarse al negro fondo. Las que solo esperan la valentía de desnudarte sin pudor alguno, para abrirte de par en par y dejarte tomar. Y que hacen que los ojos miren desde el fondo, sin cataratas que las velen, sino ventanas abiertas y entrañas listas para la autopsia; la tuya, la del alma.

 


 

Pero realmente, las mejores. Las que llevan esperándote en el nicho de la vinoteca, o en ese armario de los deseos desvanecidos. Que son como un pedazo de una historia conservada y concentrada en líquido elixir.
Esas que, pasado el tiempo sin saber bien porque las guardas ni el motivo real que hará que decidas cualquier insospechado día.
Te llaman en silencio como en un sortilegio, tan íntimo y personal, que no hay texto capaz de explicarlo ni razonarlo.

 

PIETRO ZARDINI y sus vinos, son para mí, algo más que un gusto por los vinos italianos. Fue el inicio de todo; o casi todo. Y seguramente no de los mejores.
Mi primer viaje a Italia por trabajo en 2011. Mi primer festival íntegro desde mi desconexión paternal en diez años en el Primavera Sound, con la fabulosa y ferviente troupe bloguera (Atticus, Txarls, Lapor, Paloma, Viola, Fermím, Raul, y Genís & Co.)
Allí, entre la primavera y el inicio del verano. Nació una especie de amor iniciático que te regresaba por pura hipérbole a tus 20 años. Sin el más mínimo menoscabo hacia lo que deseas, disfrutas y por ende, acabas adorando.
Con Pietro Zardini y su Amarone Riserva, encontré el motivo por el cual podía visualizar en la pituitaria los extensos campos de viñas de Bardolino y la Valpollicella. Sin ni tan siquiera estar allí.
Me enamoré perdidamente, doy fe.
Seguro como estoy de que la bodega de Pietro Zardini no es la más significativa ni importante de la zona. En su discreta diminutez, es para mí, la familia putativa que todo huérfano desea.

 

A partir de ahí; en sucesivos e innumerables viajes transalpinos. Son muchas las sorpresas y descubrimientos con forma de vino, las que me han ilustrado e instruido sobre el país con más variedades de uva del mundo: 500 ni más ni menos.

Con lo inabarcable de tal empresa: La de probar o llegar a entender mínimamente la compleja idiosincrasia dentro del diverso mundo del vino italiano. Yo, que me conformo con lo justito. Alucino simplemente con el carácter de sus vinos y esa personalidad agreste, rotunda, y diferente si se la compara con cualquier otro país. Y ese carisma mutante que tienen cuando los abres, y van cambiado conforme pasan las horas o los días.

 

Pero sin desviarme del tema que aquí me trae: Que es la simple experiencia de abrir una botella y ponerle música al asunto. Nos vamos a mi última botella que conservaba de Pietro Zardini desde hace tres años: Un 2013 de uno de los nuevos experimentos del señor Zardini.
Y esos encuentros casualísticos que se dan la mano apenas a tientas. Juntando a ese plato de pasta que cocinas un sábado, buscando sin querer la idea -la tuya propia-  de en lo que consiste cocinar pasta:
Los cuatro elementos básicos, el protagonismo tenor de cada uno, el elemento emulsionante del agua de cocción, el conjunto inigualable que como los músicos: Las circunstancias los unieron y grabaron ese disco de la hostia, que nadie sabe el cómo y el porqué. Pero, ¡joder si lo bordaron!

-        Papá ¿sabes cuál fue mi comida más buena de la vida en Italia?

Tú lo sabes, pero dejas que te lo explique. Te gusta oírlo porque también fue la tuya. La más sencilla, la de pim pam, la de quedarte allí a vivir; con Renato.

Y es entonces cuando justo antes de emplatar y rallarle ese parmesano con el perejil fresco picado.

El primer giro de volante de sevillana a la copa, y asomarte con la nariz a ese precipicio: Insuflas, y bebes el primer sorbo, y ya estás ahí; como los trasladores Harry Potter.

 


Es cuando entonces, un ángel sobrevuela el salón. Y todo encaja; como los dedos que se capicúan igual que las piezas de un puzzle cuando das la mano por amor.

Y pienso que no debe ser casualidad cuando seis meses después el batir de las alas te trae de nuevo al bueno de Pat, susurrándote: “Never Give Up” (no rendirse); la canción de amor más sincera de la vida.
Ahora que su ausencia se supera con más tristeza todavía, cuando escuchas estás últimas canciones en plena conciencia de su desenlace.
Suenan a la despedida, de alguien que cada semana se reunía con su discreta pero fiel audiencia, para tocarnos y cantarnos poesías mundanas. Y que el 3 de octubre lo hizo para despedirse del todo.

 


Así que ahora, cuando hago vapores de especias a clavo, canela y orégano para curar mi mal de pena. Salto sin coger aire, a mi copa de tinto de Corvina y Cabernet.

Huelo a la mioglobina de la carne cuando se churrasca en la sartén. A las violetas en flor y las frutillas rojas silvestres en un poderoso volátil. Y aunque “Amalfi Coast May 1963” me meza asomado al Tirreno con una de Falanghina de Marisa Cuomo; también. Yo, en realidad, estoy allí arriba en una terraza entre viñas de La Antica Osteria Paverno. Sintiendo que la bohemia doblega mi cordura volviendo a empezar:
Crepita la aguja, azuzas la llama extinta con las escobillas de la batería, asiente Pat:  Ella fue la primera chica a la que besó. Era un chico verdaderamente afortunado
Contando a ritmo de swing, las penúltimas historias de amores que jamás volverán. En el arranque  de “Melanie Hargreaves’ father’s Jaguar” a golpe de cinismo y sordina.

 

Cuando el verano de 2021 se publicó “Time”; tras diez años desde su último Lp. Y abrazados como estábamos a las exquisiteces de “Dr Cholmondley Repents”.

Nadie supuso que ese texto despojado de remordimiento alguno. Llevaría impresa una demoledora y conciliadora despedida de semejante sinceridad:
Mi pelo está todo mal. Mi tiempo no es largo. Fishy ve al cielo, llévate bien, llévate bien. Me estoy divirtiendo demasiado para hacer algo. Déjame ser. No estoy lastimando a nadie. Tomé un fin de semana largo en la choza psicodélica Y cuando cruces ese puente nunca volverás.

 


Y ahora… Ahora solo toca atizar las ascuas.

Hay quien todavía analiza este disco de manera frívola, comparándolo con ese paisaje que dejó Pat con sus carniceros del jazz.

Allí donde otros ven un estudio científico de la música, y la conciencia egoísta de las faltas personales. Yo solo veo la oportunidad de brindar una última copa, con quien no pidió nada a cambio de una canción.

 

Han pasado los meses y sigo notando su presencia cuando escucho “Sea Madness”. Con esos recuerdos poéticos de la Estambul bohemia y fugaz.

Nadando torpemente en ese Mar de Mármara dentro de mi copa, paladeo la cremosidad de piel tostada almendrada de la Corvina. Su caramelo tostado de tanino rugoso. Ese fondo de boca inmenso láctico que se infusiona con hierbas de monte, con regaliz, paloduz, eneldo, estragón, y la pimienta blanca final que sacude mi caja torácica.
Me siento un dios misericordioso derrotado, comiendo higos secos. Indefenso. Vulnerable.
A merced de las corrientes marinas de la melancolía.

 

Sube aquí Pat. Dame la mano. Brindemos por última vez.

Por las vidas sencillas y translúcidas, las que no esconden defectos ni aletean virtudes. Las que nos dan bocanadas de verdades incómodas, con la misma que arremetes contra la hipocresía de endiosados gobernantes en “The Highest in the Land”.

Con un Blues elegante y exquisito. Refinado, pero certero: - Black Raoul Black Raoul!!

 

Con el impertérrito y orfebre Max Eider, su confesor y multinstrumentista Lee Russell a la producción, Simon Taylor a la trompeta, Tim Harries al contrabajo y teclados, Dave Morgan (Weather Prophets) a la batería. En las guitaras junto a Max, Joe Woolley, Peter Crouch, Stevie Gordon, y Joel Harries a los coros.

Entre amigos.

Tres meses de trabajo. Su despedida “Goodnight Sweetheart”. Un saludo y el inminente consabido desenlace.

 

En un otoño nefasto, de pérdidas personales que el dolor convierte en reflejos encontrados, y paz.

Las canciones que Fish nos ha dejado. A mí, solo me sirven como mantras purificadores.
Los mismos que nos elevan hasta lo más alto para coger aire, suspirar, y hacer una vista panorámica de nuestra propia existencia.
El tiempo es letal, y la vida demasiado corta para maldecir.

Salud Pat!!

 

domingo, 12 de abril de 2020

HÈRZU de ETTORE GERMANO (Riesling)_2016: SE ME CAEN LOS DIENTES!!

 



Juancho Asenjo nos habló de las bondades paisajísticas de la D.O Barolo (Serralunga, La Morra, Monforte, Barolo, Castiglione Faletto...), en una cata vertical y horizontal con 15 vinazos, allá por Octubre del 2014.
Pero fue un año después, cuando en mi tercer viaje estival a Italia una extraña razón hizo que me desviara de regreso hasta La Morra. Aun teniendo 1200 kms de camino por delante, a los que se le sumaban 200 más, de Savona a La Morra.
Como si una especie de voz interior me gritara - ves!!


No es la primera vez que me pasa, digo, eso de que algo en mi interior me empuje a hacer algo sin atender a lógicas, sentido común o porqués.
Me ha pasado con personas que he tenido la necesidad de conocer, libros, música, lugares, películas, sabores, olores y hasta ropa.
Y no crean como es de suponer, que se trata de impulso o de serlo. Pues soy de los que igual me da por algo, como me deja de dar así, por las buenas, sin ningún tipo de explicación ni manía. Porque es el momento y ya está.
Con los vinos Italianos igual sí.
Ya sea por el placer de que te descoloquen con aquellas cosas que crees que deberían ser siempre así, y no. O la excitación de huir de lo cotidiano o de los corsés de nuestro día a día.
Pero disfruto como un enano con esa parte selvática y ruda o a veces contorsionista, que parece ajustarse a la cambiante y extrema orografía del país hermano. Incluso a los mismos italianos arrogantes y de amor propio desmedido, cuando hablan de lo suyo. Y su honorable y poética generosidad.


Tanto es así, que no son pocas las escalas que he hecho con la excusa de interiorizar ese paisaje, con la igual absurda idea de entender sus vinos en el 2015 y en el 17:
Las numerosas escapadas hasta Alba desde Treiso, para tomar café con la coartada de comprar dulces. Las compras en la Enoteca La Torre… Y esa necesidad imperiosa y obligada de pasar por el Piamonte, como si todos los caminos a cualquier punto de Italia, tuviesen que pasar por allí. Y detenerme en cualquier punto de sus ensortijadas carreteras secundarias, contemplando absorto las vistas de irregulares montañitas con sus faldas tapizadas de viñas y presididas por vigilantes torres.

No sé si este preámbulo tiene sentido alguno. Pero me sería imposible ahora mismo disfrutar de los vinos que me bebo, sin imaginar el origen, su geología y la madre de las gentes que los elaboran. La madre identidad, que es la que un poco nos debería conectar universalmente y sin fronteras, con el sentido propio de la existencia. La tierra.
Con este Riesling que tenemos entre manos, por ejemplo: Me vienen de inmediato y de rebote, los inaudibles gritos de llamada que me hiciera mi consorte Carlos. Cuando me dio a probar un vino de la Mosela, y como así conocí a Lluis Pablo en una comanda de vinos alemanes.

Ahora hará cinco meses de su partida, allá donde esté, brindando con nosotros. Y de alguna manera, aún no siendo uno de sus vinos Dönnhoff, Zilliken, Lowenstein, Friedrich Becker, Bürklin Wolf, Grans Fassian, o Kühling Gillot…
Este HÈRZU, hace de pivote entre dos zonas vinícolas que están directamente ligadas a dos personas que me han inspirado, enseñado y sobretodo, guiado.

Si bien es cierto que en el heterodoxo mundo del vino es un error afirmar con contundencia determinados aspectos y tipicidades, pues afortunadamente, siempre hay maravillosas sorpresas que te rompen los esquemas.
En el caso del Rielsing, como también podría pasar el Jerez. Bien escasos son los sitios (por no decir ninguno), que igualen en personalidad y tipicidad a los Riesling de la zona de Mosela; y sobretodo a los de los pequeños productores de calidad.
Encontrarás Riesling en Alsacia, alguna cosa se ha intentado por España, en el Norte de Italia (Trentino, Alto Adige, algo en Lombardía). Pero difícilmente encontrarás alguno que se acerque ni de lejos, a los anteriormente citados; incluyendo otros productores que han llegado al mercado español con precios accesibles.
Todo, absolutamente todo lo verdaderamente mágico en el universo Riesling de Mosela. Estaba en el catálogo que manejaba Lluis Pablo, además de infinidad de microproyectos de valía realmente independiente y excitante. Y la proyección de su sonrisa y mirada felina de pura pasión, que sinceramente, era lo que no tenía precio.


Pero vean que en la vida, conforme uno crece, aprende y se atrinchera en rotundas afirmaciones y concluyentes argumentos para defender lo que uno cree VERDADERO y ÚNICO. Debería ser únicamente con la condición de equivocarse, y si no es así: por lo menos, para cerciorarse de que no hay ni verdad absoluta, ni único punto de vista para cualquier aspecto digno de debate en la vida.
Así que… Parte de esta parrafada sinsentido, solo tiene como objetivo o debiera: Reconocer que, no hay cosa más emocionante que equivocarse y aprender del error. Igualita que esta botella de Riesling del Piamonte que me llevé de Bologna, casi desconfiando o escasa esperanza. Y que me ha tapado la boca a base de agasajos sensoriales y parabienes deliciosos. Que bello el equivocarse!!



Ese líquido cristalino como un pedacito de sol que te recoge de la mano y te lleva, de nuevo a esos espacios donde la mente por cuenta propia genera burbujas mentales para evadirse de la SOLEDAD. Y que en particular, en esta aventura intuitiva del viñerón Ettore Germano, ha dado en la diana de pleno. Y se ha acercado fantásticamente por lo menos, en sensaciones, verticalidad, e incisión mineral que te conecta al territorio de manera excepcional.
Y pensar que lo abrí entre tantas botellas que tenía reservadas para tiempos venideros, y que están cayendo a fuerza de buscar la proyección mental, pensando que sería la baja más aceptable. Ay!!

Solo a un joven viticultor inconsciente, el más joven de la 4ª generación Germano. En un territorio donde ya de por si había un pulso absurdo entre la vieja guardia (Mascarello, Rinaldi, Cappellano, o el relevista Cavalotto)), y los jóvenes innovadores (Voerzio, Sandrone, Conterno). Sería lo suficientemente visionario y atrevido, para plantar en los 90’s en un pago tan particular como el que acuna a este Riesling.
De tierra arcillosa, pedregosa y calcárea de origen marino. Y excelente drenaje por desniveles extremos, con orientación sudeste y particular microclima extraordinariamente frío. Nace este anómalo Riesling a 600 mts aproximados de altitud, en el pago de Cigliè junto al río Tanaro. Y en la cara externa del valle de Barolo, con una orientación mediterránea que desde luego, no es casual.


HÉRZU tiene un color pálido pajizo de una lágrima licorosa que presiente en gran medida sus estupendos atributos en nariz, y en boca.
Sobrecogedor y tremendamente complejo en nariz pese a que sus evocaciones nos son familiares y reconocibles a primera instancia. Es una gozada infinita el juguetear, intentando descifrar el abanico de matices que ofrece: Los inequívocos hidrocarburos tan típicos de los Riesling y ni rastro de notas de jabón de marsella, presentes en Rieslings de bajo perfil; que alivio!!
Con una impronta inicial de flores blancas (Magnolia, flor de limonero, gardenia, jazmín) y fruta de hueso (Nectarina, albaricoque e incluso plátano por su untuosidad); que sería lo propio de un Riesling Trocken más evolucionado y menos joven. Éste tiene una particularidad, y es que sus notas salinas y calcáreas marcan tremendamente este aspecto muy de fondo, rompiendo con los excesos florales, y acaban siendo más texturas que evidencias.
Aparecen las ralladuras de cítricos como detalle sobre esa primera fruta, ahora más madura. Ya no hay tanto aporte de volátil floral, y ves que su conjunto ha cambiado haciéndolo pura droga; saben esos puntos salinos que estallan las papilas y te hacen salivar como un crío? Pues eso.

En boca es otro festival porque realmente esa salinidad cumple el mismo cometido que intuye su perfume.
De gran estructura y longitud, aquí entran en escena la particularidades de la zona de Serralunga D’Alba: Complejidad y cierto hermetismo al desarrollarse; aunque el tapón rosca creo, juega un papel importante a la hora la evolución de este vino con cuatro años y punto óptimo de consumo.
Así que diría que por contra a sus hermanos, los vinos de Mosela. Este Riesling con cuatro años aprox. tiene un punto de maduración, para mi, ideal. Tengo la duda si con más años de botella (como suelen agradecer los Riesling Alemanes), este Hérzu no convertiría en intrusiva esa licorosidad; perdiendo su grácil acidez.
Esta licorosidad es más perceptible en su paso por boca, lo hace largo y persistente, le da volumen. La salinidad y mineralidad típica de Serralunga se va a la parte posterior de la lengua, salivas y pides más; esto es pura química perniciosa, para qué engañarnos.
Pasa cuando los vinos aunan las mejores cualidades de territorio, clima y elaboración. Lo que diferencia a los grandes vinos de los estándar, como es el caso del HÉRZU.
El equilibrio entre la fruta madura untuosa, la salinidad (mineralidad), y su precisa acidez, es claramente el punto fuerte de este vino blanco. Hace que las evocaciones se diluyan y se tornen juguetonas. LA CODICIADA COMPLEJIDAD, que si es afable y contorsionista hace las delicias de los enoadictos; además de que el vino sea rico rico. No hay otra.
Diría que con el paso del tiempo aparecen al final algo de anisados. El caso amig@s, es que Hérzu da mucho mucho. Tanto en sus aromas bien encapsulados en una copa ZALTO (inmejorable para disfrutar estos blancos minerales y complejos). Como cuando todas esas notas olfativas mucho más ricas y complejas, dan un retrato igual de exquisito y sápido que un orgasmo gustativo.
Que igual os parece una gilipollez, no digo que no. Pero os puedo asegurar que todo este lujo de detalles no se le puede atribuir a otros. Como decía Juan Rivas y Germán Coppini en “Como un tonto”: La tristeza está prohibida.
Un poco la puesta en escena de las sensaciones que me produce, lo más ajustado a la felidad según mi diario.


jueves, 24 de marzo de 2016

CONTERNO_ BARBERA D'ALBA (CASCINA FRANCIA/2012)... NOCHES QUE SALEN AL PASO




Azienda Vitivinicola Giacomo Conterno
Monforte D'Alba
Pago de Cascina Francia
Graduación: 14%
Uva: Barbera del Pago de Cascina Francia 100%
20 meses en bota
Precio: 35 euros aprox.
94 puntos parker

Anoche nos ventilamos una última botella de dos de Giacomo Conterno que traje de Alba. Son esos momentos que salen al tu paso, se interponen y de los que sabes cual ha de ser la elección, el momento. No necesita solemnidades ni fastos. Básicamente porque son los buenos y los que usan el resorte de la amistad y la compañía para comunicarnos, querernos y hablar. Hablamos tan poco... ¿no es cierto?

Con la primera aluciné sin llegar a tocar el cielo (por eso siempre hay que comprar dos): Acariciar a tientas, por un pasillo laaaargo y estrecho. Usar el tacto, los sentidos y ver como te pierdes en un laberinto de señales equívocas. Te vuelves a encontrar, ordenas recuerdos, memoria y afinas la puntería.
Pero casi siempre es la segunda, la rotunda y la que te hace dilucidar.
Una Barbera que da al traste con la idea que el tanino ha de ser abrasivo, astringente. Que sus vinos cortan tendones y solo quieren comidas potentes para plantarles cara. CASCINA FRANCIA no. Es fina, elegante, perfumada de bayas, yogur griego con fresas y moras; muy láctica y silvestre a la vez.

El bajo bosque es a tocar, el musgo, los helechos y hasta la brisa matinal en las lomas de Treiso te despeinan. En boca está la personalidad inquebrantable de las Barberas de Serralugna, ligeramente mineral, con madera húmeda y un poco de ahumado. Esos sarmientos que usamos un buen día de sol para curarnos por dentro y fuera. Para santificarnos padre y señor nuestro, amén. Milimétrica y con tanta alma e identidad.
Nos habla de sus paisajes, sabe a Piamonte, te susurra al oído suavemente. Te posee y adormece... y da por bueno subir al cielo o caer hasta el infierno; que uno nunca sabe si es el perdón o el pecado el que más nos satisface.
SALUT!!

miércoles, 1 de octubre de 2014

PASEANDO ENTRE LAS LANGUE CON JUANCHO ASENJO (Barolos, Barbarescos y demás criaturas)

Jordi Fontanet photo.



De MOMENTOS trascendentes en nuestra vida hay tantos, tan diversos e inolvidables, como los aros que circunscriben el tronco de un viejo Roble. De buenos y de malos, de traumáticos o de eufóricos, de aleccionadores y también de revanchistas... Con 44 años ya a mis espaldas tiendo a creer, quizás por recientes sucesos, que la vida hay que devorarla desde la perspectiva que a uno le da el disfrute del instante, por si no hubiese un mañana. Que hay que saborearla al segundo, poderla absorber de todo aquel que se cruza en nuestro camino; en el consenso y en los desacuerdos. Pero sobretodo y si se tiene ocasión, compartirla y contagiarla como si de una pandemía de generosidad se tratase.
Y puede que esto suene un tanto épico y desatado. Tampoco voy yo ahora a teñir de filosofía barata de tres al cuarto, ni a disimular la euforia.

Pues bien, lo acontecido el pasado Viernes por la noche en VAdeBACUS Restaurant tuvo mucho de eso. Lo más parecido a un buen concierto de Rock donde el maestro Juancho Asenjo ejerció de solista inspirador, en la que los instrumentos perfectamente afinados de la orquesta de acompañamiento se transmutaron en quince hermosas botellas de Barolo, Barbarescos, Barberas + un blanco Timorasso. Y donde los suertudos asistentes tuvimos el privilegio de no solo oírlas con los cinco sentidos, sino de poderlas hacer sonar en celestial armonía como una auténtica banda. Conscientes de que ante todo, somos un pequeño grupo de amigos que se reúnen dos veces por mes, para en autodidacta pasión disfrutar del vino en cualquiera de sus formas posibles. Y que no cejamos en la idea de impulsar nuestra amistad/afición con nuevas metas.
Eran muchas las ganas y el tiempo invertido por el grupo y en particular por Carlos, en fructificar este encuentro con Juancho Asenjo. Teniendo en cuenta la dificultad de la distancia que nos separa, y su ajetreada agenda.



Para los desconocedores de los entresijos del vino y sus laberínticas galerías subterráneas. E imaginando una posible duda de... ¿Quien es Juancho Asenjo?, sin el menor interés en extenderme en muchos de los elogios que otros con mayor acierto ya se han encargado de sembrar por la red.
Simplemente escribiendo el nombre en google nos saldrán infinidad de datos: Conocedor infatigable e insobornable del mundo del vino ( desde el terruño del campesinado, hasta las más altas esferas del mundo de la gastronomía y la restauración). Divulgador heroico de la cultura vinícola Italiana; teniendo en cuenta del hermetismo y poca permeabilidad del país Transalpino a la entrada de foráneos en su universo vinícola, y con el plus que le otorga ser el único no Italiano nombrado Cavaliere. Un guerrillero de trinchera y cuerpo a cuerpo cuando se trata de acercar con un lenguaje directo y didáctico, su pasión al público más general todo lo que confiere la historia, el terruño, y la identidad del vino. Un Punk por principios y convicciones además gran conocedor por propia experiencia del mejor PunkRock y PowerRockero de finales de los 70's/80's y... Bueno... en efecto, hay algo que está muy por encima de su trayectoria y su sabiduría.

En las distancias cortas, una PERSONA de una honestidad y generosidad incalculable, y un conversador pasional y entrañable con el que se podría estar charlando de cualquier tema hasta el despuntar del alba. Desde Vinos, historia, teatro, música, deporte, política, cultura en general... hasta esa perspectiva tan lúcida y equitativa que contagia y comunica como nadie.
Con él se aprende algo mucho más importante que todo lo citado: La virtud de ver las cosas desde un ángulo tan amplio e interesante, que le hace a uno replantearse muchas de sus creencias. No es que te las rebate, sino que las refunda con el análisis imparcial y amplio que le han dado sus años de viajes, vivencias y conocedor de personas; distintas y variadas

Ahora, mejor sería entrar en faena y relatar a grandes trazos lo que dio de si las casi seis horas que nos ofreció Juancho. Puesto que podría extenderme con desmesura en elogios, y seguro que algo querréis saber sobre los vinos del Piamonte; todo de memoria y empujado por su hipnótica charla, y hala!! sin tomar un puñetero apunte (con lo dado que soy al divagueo; toma palabra inventada!!).
Una Master Class sobre los Vinos del Piamonte, su historia, particularidades geológicas, y la tremenda identidad de sus vinos. Que tuvimos el honor de disfrutar bajo los cuidados del equipo de VAdeBACUS, quienes proporcionaron la acondicionada sala de catas para 13 personas y su esmerado servicio. Y una posterior cena con una charla sin paragón, mientras disfrutábamos de la excelencia de sus elaborados platos: 
 Sushis: Maki de bogavante y mango. Gunkan de pulpo. Seguimos : Carabinero a baja temperatura con polvo de carquiñoli y chocolate con curry y aceite de trufa. Vieira con jamón ibérico y salsa de pimentón rojo asado. Risotto de ceps, espárragos verdes y trufa negra. Bonito vuelta y vuelta con fresones al modena y cebollitas glaseadas. Chuletón de ternera Asturiana con patatas ratte y su mojo verde. Para acabar postres. Nuestro mojito en texturas. Chocolate. Cuatro tipos de chocolates mousse de chocolate negro y blanco, brounnie de chocolate y bombon de chocolate negro relleno de chocolate blanco y naranja.. Ya veis, a la altura del regimiento de vinos.

Se mascaba el nerviosismo, el pequeño reto que suponía organizar el acto de inicio dubitativo y solemne. Y que Juancho se encargó de destensar conforme avanzaba su interesante lección de historia, territorio, y elaboración. Partiendo en primera instancia del origen vinícola dentro del balcón Mediterráneo que conformaban la antigua Roma y Grecia, su disposición de los cultivos como alimento, y la búsqueda de ese origen primordial en muchas de las actuales bodegas: El echo de los viñedos de altura para aprovechar los contrastes térmicos, el tamaño de las tinas, el podado para clarear las viñas de fuera hacia adentro para que alcancen el vigor necesario, la orientación de las vides Sur, Sudeste u Oeste, y hasta el tipo de Roble (nuevo, Francés, Eslovaco, de segunda crianza..) para que las crianzas expresen su verdadero terroir.

Pudimos viajar con la imaginación a la idiosincrasia del territorio de Barolo, sus influencias con Francia y Suiza, y el trascendente legado de la Casa de Saboya en todo el Piamonte. Y el resurgir de de un origen que fue devastado por la filoxera, hasta que la replantación de Barberas y Nebiolos volvieran a hacer suyos los paisajes.
Donde antaño, el ser agricultor en las Cascinas que se descuelgan ladera abajo en los numerosos municipios que conforman el valle, representaba un verdadero milagro de la subsistencia: Clima extremo, vendimias tardías y un valor paupérrimo, que por entonces se le daba a los cultivos de su orografía montañosa. Hizo que no hubiese una Piamontesa dispuesta a casarse con un agricultor del Valle, por la vida austera y miserable que estos llevaban; de echo esa naturaleza humana, es la que le da el mayor signo de identidad a sus vinos.

Las seis botellas que se escogieron para la cata pretendían sobretodo, ilustrar la importancia de la composición geológica en el carácter de los vinos. Teniendo en cuenta que Barolo en las pocas hectáreas de territorio que atesora, tiene uno de los mayores contrastes en composición mineral imaginable. También la importancia de remarcar la peculiaridad de los vinos del Piamonte: Vinos de alta graduación y con mucha volatilidad, con un componente alto de tanicidad y densidad, y que además tradicionalmente se elaboran con largísimas maceraciones que incluso se potencian mediante procedimientos mecánicos. Y que como todo buen vino Italiano tienen una lenta evolución en la copa (necesitan oxígeno a raudales). Lo que los hace vinos especialmente diseñados para largas guardas, y en los que se pretende preservar tanicidad, frugosidad y acidez por largo tiempo hasta cruzarse en el camino.
Claro, como podéis imaginar, el verdadero valor de estos vinos se aprecia mejor con añadas del 2000 para abajo. Y catar vinos del 2008, 2009 o incluso 2006, vinos relativamente jóvenes, es una verdadera experiencia para la destreza del paladar. Y a sabiendas de que en España no estamos demasiado acostumbrados a este tipo de vinos; cuestión de gustos claro.

Empezando de menor peso mineral a mayor y por consiguiente, de mayor suavidad, amabilidad y menor contundencia tánica (de izquierda a derecha), por los tres primeros. Hasta hacer cima en un Barolo de Serralunga, el Boscareto Principiano del 2008: Todo un impácto de tanicidad, intensidad de capa y lágrima, mineralidad y austeridad, que fueron evolucionando desde una primera impresión de tierra húmeda, hasta una complejidad mucho más oscura y fresca.
Los tres primeros si embargo, facilitaron la introducción con composiciones más arenosas y arcillosas, capas de color más degradadas y oxidativas, mayor maduración y maceraciones más cortas (más modernos, para entendernos), y haciendo mención especial al Barolo de La Morra, Torriglione Gagliasso del 2006. Que cautivó de inmediato al personal con ese toque a ahumados tan personal, y en especial a las parejas que nos acompañaron: Mucho más frugales, grosellas, cálidos, menos terrosos y con una evolución hacia el tofee, el regaliz o lo vegetal, mucho más claro y asequible.
En cualquier caso y lo más espectacular fue apreciar la evolución de ellos seis. Empezar desde el primero hasta los últimos, en los que se te agarraba el tanino a las encías. Y volver hacia atrás, para ver que los vinos del Piamonte van mutando, y acomodando el paladar a su impresionante tipicidad. Conforme van cogiendo aire y desaparece la fuerte volatilidad de su graduación, aparecen otros vinos muy distintos.
A mi personalmente me encanta esa primera bofetada de alcohol que dan, y toda esa carga frugal, balsámica y licorosa que llevan consigo. Después desaparece ligeramente y cambian radicalmente, se puede oler la piedra y brotar el tanino, pero el primer golpe te da una muy buena lectura de su estructura, equilibrio y de lo que serán en un futuro.



Tras el didáctico ejercicio de aprendizaje pleno en detalles, anécdotas y rememorando ese pasada visita fugaz que me llevó el pasado año a La Morra en boca de Juancho. Un conocedor de las intimidades más arraigadas de aquellas heroicas familias, que contra viento y marea han construido lo que se llama la capilla sixtina del Piamonte. Territorio de paisaje espectacular, que ha hecho que la disposición de viñas en perfecta simetría luzca ante los Alpes, como ese todo que uno espera encontrar al asomarse por la mañana al balcón Transalpino.

Proseguimos con la fenomenal cena que nos tenían preparada Toni, Vicente y el chef Alex Clavijo: Pequeñas miniaturas de mil sabores y texturas, para que la hora de los Barbarescos llegara con otro acertijo más. El de los tres Pelisseros con tres vinos de la misma bodega, pero diametralmente distintos los unos con los otros por disposición, orientación hacia el sol, pago y caracteres. Como tres trillizos de la misma madre (Nebiolo), parto y momento, pero con miradas y brillo distintos:
TULIN, NUBIOLA y VANOLU, los tres del 2011; en arrogante acto infanticida. Nos pusieron en perspectiva a la hora de entender los vinos por el trabajo que dejan tras de si. Y poder masticar y paladear los pequeños detalles de elaboración que hacen de una misma uva y zona, vinos totalmente distintos... La magia en definitiva, de la tierra y la piedra, la climatología, la evolución de las plantas conforme cambia, la búsqueda infatigable por el cual el hombre interactúa con la naturaleza a la hora de ilustrar en un vino, el estilo concreto de una zona.




Así la noche acabó transcurriendo entre charlas, por las cuales Juancho Asenjo da siempre ese contrapunto preciso con el que aprender aun más de la verdadera magia de beber vino. No solo beberlos sino entenderlos, algo que va más allá de meros tecnicismos y sensaciones perceptivas. Y que te hace entrar en comunión, con toda la liturgia de la creación del vino y de su significado cultural en el tiempo que nos toca vivir.
 
Degustamos el oro precioso de William Deutz en un Millesimé con el que generosamente homenajeó Carlos el encuentro: Del 99, con un equilibrio y delicadeza con la que se caracterizan los grandes Champagnes. Y la untuosidad y el carácter varietal de un blanco Timorasso, con el que se escoltó al carabinero en el inicio de ágape, antes de que los grandes Barbarescos entrasen en escena: Otra de las razas históricas que se extienden por el Piamonte, y que junto a Barolos y Barberas han postulado al Piamonte como una de las pocas D.O Italianas impenetrables a cualquier uva foranea.
Sensibles a la oxidación y a la botritis, los Barbarescos son uno de esos milagros de la naturaleza y claro está; auténticos retos donde la sincronía entre la pericia humana y la tierra, alcanzan su máximo esplendor. Así que con semejante desfile de intrínsecos a la par que diferentes ángulos con los que empaparse de Piamonte, solo nos faltaba rematar con una de las vilipendiadas uvas de la zona, la Barbera como antesala a los Barbarescos: 
 
Una Barbera Superiore D'Asti de Franco M. Martinetti; el Montruc del 2009. Que tuvo que bailar con los imponentes Barbaresco de Neive Serraboella del 2006, el de Treiso Vallegrande Ca' Del Baio 2011, y que pese a todo ello ni se amilanó. Demostrando una vez más que aunque se crea que Barberas y Dolcettos, solo eran uvas menores con las que relanzar la zona. 
 
A día de hoy gracias a Giacomo Bologna, M. Marinelli, Sandrone, los Hnos. Conterno, o Giuseppe Rinaldi entre otros muchos avezados, desde los 80 la Barbera de Asti, Monferrato o Alba son vinos de alto nivel a precios más asequibles.







El broche final lo pusieron un Barbaresco Vallegrande del 2011; un vino cálido y vegetal con bastante recorrido todavía por delante y tanino para domar. Otro Barbaresco más, Costello di Verduno de la familia Burlotto en una de las añadas, la 2010, de las más curiosas por climatología de las últimas décadas: Más accesible y maduro que su compañero y un tanino más liviano, mucha fruta y muy floral; un vino de aquellos de coger afición si no la hay.

Al terminar otro 2010 de Michele Marinetti, hijo del mítico Franco Marinetti y una de las familias más reputadas y aventureras a la hora de trabajar el viñedo en constante investigación; el Barolo Marasco. Un temperamental vino que coronó la noche por su misteriosa complejidad y amabilidad en boca. De cuando pituitaria, papilas y vista andan ya medio sumisas a la ambrosía desplegada aquella inolvidable noche de Septiembre. Y las lenguas aun sueltas espadachinas en charlas sinfín no adolecen de cansancio, ni las carrozas se convierten en malas calabazas que nos aguaran la velada. Se habló, se escuchó, se aprendió, se arregló un poco el mundo, y fue de tantas y diferentes cosas que el global de sensaciones tan solo se puede expresar en intangible gratitud.

Quizás la música y el disco de gustos compartidos, que sonó en mi coche mientras tenía el honor de acompañar a Juancho, Carlos & Family camino a casa, y el abrazo de despedida final, puedan dar un apunte/idea final de la emoción del MOMENTO.


 
FAMILIA FELIZ!! Menos ROSA y CARLOS (EL FOTÓGRAFO)