En
estos más o menos siete años de Tast Team o a bien llamado “petit
comité de catas”. Al que definiría con más rigor: como grupo
de amigos y amigas en torno al mundo del vino, y sus parabienes
coyunturales. Una FAMILIA a fin de cuentas.
He
aprendido mucho sobre el vino,sus variedades y elaboración,
evidentemente.
Pero
sobretodo he aprendido a digerir y saborear con placer y emoción
quizás lo más importante y en grado superior al elemento
disfrutable:
Nuestro
propio cambio como personas hacia la madurez, sus distintas
perspectivas y enclave a la hora de observar; y observarnos. Y en
definitiva, animales como somos aunque “más, o menos racionales”.
A descubrir que si bien las plantas, sus frutos, los territorios y en
definitiva todo lo que nos rodea en este maravilloso mundo. Nosotros,
no estamos exentos de esa misma permeabilidad de la luna, sus
distintas fases, y al universo: Verdadero modulador de todo lo que
crece sobre este planeta.
Si
hay algo más maravilloso que la propia persona y su camino hacia la
madurez.
Es
aceptar nuestras imperfecciones como algo inherente a esa misma
naturaleza, y saborear las mismas que se suceden en todos los
aspectos creativos del ser humano y de la naturaleza que nos rodea.
Así
que solo hay una plenitud, si no bien absoluta, por lo menos
infinitamente más rica que la de los patrones establecidos por un
mundo. Que seguramente, solo quiere acotar el recurso de la
improvisación o no dejar la más mínima escapatoria al libre
albedrío.
Puede
que suene muy filosófico y espiritual, pero es que tampoco pretende
no serlo.
Si
te surge esa duda. Piensa que quizás estés demasiado condicionado
por una sociedad que está empeñada en que todos seamos lo más
iguales posibles.
Y
que sepas, que no es tarde para corregir ese mal endémico de
nuestros días.
Vestimentas
que solo nos separan y ordenan por estereotipos. Placeres que
deseamos siempre iguales e infalibles. Falta de maniobra infantil por
leer la vida como un juego que cambia constantemente. Corsés de
conducta y de clasismo. Sabores neutros. Estándares de malos o
buenos gustos. Modas. Usa y tira. Glovalización irreal. Consumismo
emocional…
Buff,
la lista sería inacabable.
Un
primer paso para arrojar luz sobre si estamos en el buen camino para
iniciar nuestra huida. Es hacernos con una botella de VÌA FORA 2016
sin tan siquiera pensar si obramos con conciencia o inconsciencia
(POR EJEMPLO, Y CON LA IRONÍA EN ON).
Un
vino ya con el tiempo de botella ideal para disfrutarlo a lomos de
una perturbadora corazonada. Sin medias tintas, ambages o servil
corrección.
A
Salvador Batllè lo presiento ya, desde que publiqué una primera
entrada de sus vinos familiares. Como una de las aventuras mejor
asentadas en L’Empordà, tras unos años de salvaje avance hacia la
Biodinámica sin condiciones. Un tipo al que me encontré en persona
con sus primeros vinos de La Serra de Montmell (Sauvignon Blanc y
Cabernet Franc), en una degustación en Cristina Guillèn; y va ya
para siete años.
Años
en los que he crecido al compás de sus elaboraciones. Desde esos
primeros vinos atados a sus orígenes, hasta aprender a entender lo
que suponía tirar al monte como las cabras y arrancar desde cero en
Agullana (Alt Empordà) con una biodinámica militante. Y vernos
ahora sin dejar de mirar atrás, lo que somos y hacia donde nos
llevan las ventanas que se han abierto a nuestro paso. Y que son en
definitiva otros tantos yos, que ni en sueños imaginábamos.
VÌA
FORA seguramente esté entre mis cinco blancos preferidos. Y junto al
Tallarol de Alta Alella entre mis dos vinos habituales, con identidad
primaria o naturales; como cada uno quiera definir. Una cuenta
pendiente que tenía, en reseñas donde intentar explicar que los
vinos naturales no han de ser un dogma, ni tampoco ese enfant
terrible del que ningún purista de los grandes vinos de guarda
quiera oír hablar.
Simplemente,
es la diferencia entre aquello que tiene alma, al que se la han
extirpado para ser dócil, o el que directamente carece de ella.
La
que separa aquello a lo que le pondrías un adjetivo evocador. O lo
que directamente te provoca la visión de paisajes, el tacto de la
tierra o el perfume adscrito a un recuerdo.
Y
que se escapa de cualquier encasilllamiento de calificaciones,
estigmas, marcas o bandos. Solo autenticidad
Y
este Macabeu con dos maceraciones y fermentaciones (40/60 con pieles
y raspón, o solo con pieles). Sí que consigue de verdad rebasar la
línea invisible que nos separa a los vivos de los muertos, o el
presente de pasado; incluso conociéndolo solo de oídas.
Si
pretende ser un homenaje de viñas con 75 años en terrenos de
arcillas calcáreas. A pageses que originaron la peculiaridad de una
zona y de paso,a sus orígenes. VÌA FORA lo imprime como un negativo
en los sentidos, desde la primera toma de contacto.
Un
blanco que destierra por siempre esa idea que tanto se ha tenido del
Macabeu (o Viura en la Rioja), y los despoja del lastre de esta uva
como copage cuando aquí se demuestra la complejidad poliédrica de
un monovarietal: expresivo, enrevesado y desconcertante a la vez que
exquisito.
Los
vinos de Salvador Batlle tienen como atributo intrínseco, una
conexión de acidez, fruta y veracidad vinícola puramente
gastronómica; el complemento ideal para que lo básico de la
subsistencia alimentaria sea también, un placer celestial.
Esa
parte calcárea que nos transmite cereal, fruta blanca carnosa,
manzanas con un punto de horno si se quiere y según el día. Y que
alcanza también a olisquear entre las hierbas silvestres de monte,
como un perro en busca de ese misterioso y evocador aroma
paisajístico que diluye los adjetivos en impulsos eléctricos.
Un
malnacido que además de rubricar eso que algunos llaman COMPLEJIDAD
y que nos confunde, pero que aquí es como una especie de umami que
sobretodo se alimenta por el retronasal. Haciendo que su longitud de
corredor de fondo perdure en nuestro paladar, produciendo un
peligroso bucle entre boca/nariz. Verdaderamente peligroso y
adictivo.
Esta
es una de las principales peculiaridades que me encantan de los vinos
de Salvador:
Son
imágenes difusas pero muy intuitivas de su territorio... sus vinos
son tan sinceros: Sin intervención, sulfitos o levaduras que no sean
las propias de la uva. Ni disfraces que maquillen la fruta de la viña
y el terreno donde se aposentan. Pero que además, en los procesos y
la elaboración reflejan un resultado final maravilloso y fiel a esa
idea. Donde no es tanto el discurso, como lo que encontramos en la
copa y nos despoja del eterno dilema del ying y el yang tradicional o
natural. Cuando la realidad está en aquello que te dice con un
lenguaje secreto y silencioso:
Chaval,
esto no tiene nada que ver con cualquier cosa que hayas conocido. Es
más, si te recuerda o te es familiar… Simplemente es porque el
cerebro y los sentidos piden auxilio buscando referentes familiares a
los que echar mano, pero la realidad es que la aventura es a veces el
vértigo y el miedo, el que te emociona.
Ma perché, come mai, ma perché,
in cucina non ci entro mai,
eh?
Cosa c'è nella padella
mmm che profumino,
fai assaggiare un pezzettino?
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
Vitello delle Ande?
No?
Bovino della Gallura?
No?
Ma che cosa sarà mai questa robina qua.
Mmm.
Ma perché, come mai, ma perché,
in cantina non ci vengo mai,
eh?
Bello questo vino,
vino di una volta,
fai assaggiare un goccettino?
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
Barolo delle Langhe?
No?
Aleatico dell'Elba?
No?
Ma che cosa sarà mai questa robina qua.
Ma perché, come mai, ma perché,
in gelateria non ci entro mai,
eh?
Mmm che cioccolato,
dammi il cucchiaino,
fai assaggiare un pochettino,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
Cioccolato svizzero?
No?
Cacao della Bolivia?
No?
Ma che cosa sarà mai questa robina qua.
Cacca!?!?
in cucina non ci entro mai,
eh?
Cosa c'è nella padella
mmm che profumino,
fai assaggiare un pezzettino?
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
Vitello delle Ande?
No?
Bovino della Gallura?
No?
Ma che cosa sarà mai questa robina qua.
Mmm.
Ma perché, come mai, ma perché,
in cantina non ci vengo mai,
eh?
Bello questo vino,
vino di una volta,
fai assaggiare un goccettino?
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
Barolo delle Langhe?
No?
Aleatico dell'Elba?
No?
Ma che cosa sarà mai questa robina qua.
Ma perché, come mai, ma perché,
in gelateria non ci entro mai,
eh?
Mmm che cioccolato,
dammi il cucchiaino,
fai assaggiare un pochettino,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
Cioccolato svizzero?
No?
Cacao della Bolivia?
No?
Ma che cosa sarà mai questa robina qua.
Cacca!?!?