jueves, 10 de octubre de 2013

SARTARELLI TRALIVIO/2010 ¿¡DONDE ESTÁN MIS VIGÍAS!?


Bodega: Sartarelli (Poggio San Marcello, Ancona)
D.O: Verdicchio dei Castelli di Jesi
Uvas: Verdicchio 100%
Volumen Alcohol: 14%
Añada: 2010
Selección: Viñas más antiguas de la finca 80/90 Kgr/Hectárea
Viñedos: Calcáreo de textura media y 350 mts sobre el nivel del mar.
Proceso: Prensado suave, trasiego y fermentación maloláctica en Inox. Y posterior fermentación durante 20/30 días, y embotellado en Abril y Mayo.
Enólogo: Alberto Mazzoni
Precio aprox. 8 Euros

Tengo por timonel un teclado y un ratón. Con ellos, torpemente y con unas pulsaciones dignas de un grumete, intento cuando las tempestades de la cotidianidad lo permiten, redactar escritos que se pierden en el mar océano de la Red. Y aunque suene a melancólico e insólito trovador, para sorpresa propia; son en ocasiones los vientos alisios, los astros, o la Luna, los que encuentran casi por puro azar a un receptor.
Estas lineas vendrían a ser la ilustración perfecta de esa sensación paradójica de quien escribe buscando un interlocutor, más que por una satisfacción propia. De quien te ofrece en suerte una botella, de vino como es el caso, y pone en tus manos un presente con futuro y nostalgia de pasado.
Para que al cabo del tiempo seas tú quien escribe el mensaje de gratitud en una botella vacía con un mensaje a la deriva; buscando sin apenas esperanzas pero con una insignificante detonación interior, la ilusión de la coincidencia.


Bolognia tiene un encanto particular e incalificable. No lo son sus vistosos monumentos, que no los hay en abundancia, ni su oferta deslumbrante de turismo enfervorizado; deseoso de sustraer el alma de la ciudad con vistosas instantáneas .
A cambio tiene una Atalaya, un anillo circunvalante de calles amplias, y una gran plaza donde desembocan infinidad de calles más angostas y ensortijadas. Y por encima de todo, una vitalidad contagiosa y activista que enarbola con orgullo la rojez de su paisaje. Cuando decidí como un acto sintomático del subconsciente, establecer el campamento base de mis pasadas vacaciones. Estoy casi seguro que debió haber algún echo inapreciable que sacudió mi decisión, aun considerando mi escepticismo como una media virtud en tratamiento. De quien no cree en el destino, pero sin embargo lo desea y anhela, con incluso cierta templanza.
Y desde luego no hay mejor manera de dar forma sólida, táctil y sensorial a un recuerdo, que apropiarse de una pequeña parte que del líquido que discurre por sus calles, terrazas, y Osterias, sus vinos.


Antes de dejar a nuestras espaldas la estrecha Vía Drapperie, y perdernos por escondites de callejuelas laberínticas y pequeños pasajes. Hay que bajar hasta las tripas de la Enoteca Gilberto para descubrir lo qué se esconde bajo su aparente fachada de reclamo turístico, en uno de los pasajes más auténticos del Centro: Un maravilloso repertorio de prácticamente todas las zonas vinícolas de Italia, de las que doy fe que son tan amplias y contrastadas como para no acabarlas ni en dos vidas http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Vinos_de_Italia
Como veis he dado un rodeo rocambolesco para acabar en un vino que no pertenece a la zona de Bolognia.
Pero sería de una injusticia pretenciosa ignorar lo que fue mi auténtico día de disfrute a solas por las calles de la ciudad roja, y “que me quiten lo bailao”: La familia en la piscina a gozo y disfrute de una soledad entre naturaleza sin parangón alguno, y el cabeza de familia a la busca y captura de la Enoteca perdida. Al final y por aquellas casualidades y porqué no, por arte y gracia de alguna camarera generosa. Me perdí Strada Maggiore abajo donde conviven en perfecta armonía Cafés, Bibliotecas, Museos, Mercados Municipales y Academias musicales. Alejado del bullicio del centro, allí se encuentra la discreta Antica Drogheria Calzodari y siguiendo recto esa misma Vía Petroni, se desemboca en Vía Guerrazzi; lugar donde se ubica el negocio familiar de Il Caffé Bazar SAS, y donde topé con esta delicia.

Habrá quien piense si es necesario dar semejante rodeo para hablar simplemente de un vino, teniendo en cuenta que acabo escribiendo de más de temas quizás intrascendentes, en vez de centrarme en el asunto en cuestión. Estoy convencido que es así, es más, puede que en realidad el vino, la música, o cualquier otro disfrute sea tan solo un pretexto para invocar las sensaciones, momentos o experiencias, que en realidad son lo importante; o eso, o dejar en manos de la memoria los recuerdos.
Odio con toda mi alma las meras notas de cata, asépticas, concisas que se asemejan más a un telegrama en morse, que al verdadero valor esotérico de los sentidos en movimiento. Todo lo que aglutina ese elixir de la naturaleza, donde los elementos y el mimo del intelectual juegan un significado único e inimitable. Y donde la pleitesía que le rendimos debiera estar exenta de clasismos y elitismos; al fin y al cabo para que trabajen los sentidos que nos han sido otorgados por esa misma naturaleza. Tanto que debería ser impuesto por decreto el buen uso de una copa en condiciones, o el tiempo necesario para que el vino coja aire y se transforme.
Y doy por echo que con esto que digo más de uno piense que volvemos a caer una y otra vez en ceremoniales absurdos. De la misma manera que yo pienso con total convencimiento, que confundimos tocino con velocidad, formalismos con pedantería, o populismos con incultura; tan dados como somos a quitar importancia a lo que se la merece y ensalzar al “espabilao”.


Pero eso es harina de otro costal y vayamos a lo que nos interesa, nuestro SARTARELLI TRALIVIO. Un vino blanco despojado de presuntuosismos que se elabora a doscientos y pico Kilómetros de Bolognia, siguiendo la linea costera del Adriático. Allí encaramado a una montaña desde donde se domina todo el Valle se encuentra Poggio San Marcello, un pequeño pueblo amurallado de origen medieval.
A 350 mts sobre el nivel del mar y derramadas sobre las laderas que desembocan en el Río Sino, las viñas de Verdicchio legadas más por el código secreto del terruño, que por el propio interés hereditario. Podrían ser otras uvas, otros vinos e incluso una manera distinta de divulgar un producto familiar. En cambio Donatella Sartarelli junto a su marido e hijos, decidieron el camino más arraigado para con su padre: Elevar el Verdicchio al lugar privilegiado que se merece, dentro del denostado mundo de los blancos que conviven a la sombra de los populares tintos Italianos.

Sartarelli elabora cuatro blancos (Classico, Balciana y Passita) junto a este TRALIVIO del 2010; fruto de las viñas más antiguas de la finca, e ubicadas en el Noroeste de Poggio S. Marcello.
El Tralivio es un blanco fácil y franco que combina a la perfección con cualquier plato de pasta (y no me refiero solo a los Macarrones de nuestra Abuela). De color claro y reflejos verdosos encanta desde el primer momento por el aroma tan particular que desprende, un perfume que me transporta en lo personal y de inmediato a mi primera paternidad: Ese aroma delicado e inconfundible de los venidos al mundo (Mustela, talco), sábanas blancas, el frescor del musgo y la sensualidad de la crema, los polvos de nácar.
Tiene una entrada en boca cremosa e untuosa, aunque contradictoria, pues ese paso ligeramente glicérico contrasta con un pellizco de acidez a medio camino de se ocaso; donde se deja entrever el carácter corpulento del del vino Italiano por indistinto que sea su color de piel. Para rematar con un final maravillosamente largo y un postgusto ligeramente amargo con recuerdos a Hinojo, Pera, y Melocotón.
Un vino blanco que se esconde como muchos otros tras la austeridad de su etiqueta, algo por cierto, que no deja de maravillarme del país transalpino: Esa forma de hacer de lo sencillo y austero, una virtud que aun con la universalidad de su cocina y de sus productos autóctonos, muy pocos han sido capaces de captar esa esencia secreta y de terruño. Esa extraña convivencia de lo más fashion y frívolo, con un arraigo por una materia prima de calidad irrenunciable, o un sacrificio natural donde lo rural, histórico, y moderno ceden entre si para que todo sean contrastes hermosos, naturales, cargados de demencia cotidiana.
Por eso seguramente es posible dejarse sorprender por la idiosincrasia de sus vinos, pese a haber sido durante bastantes años explotados y exportados sin el suficiente criterio, al igual que su cultura culinaria. En apariencia brutos por el contenido tánico de las pieles de sus uvas, y verdaderos transformistas y contorsionistas a la hora de conformar caldos a los que tan solo hay que darles tiempo, paciencia, y aire que respirar. Con tan solo esos tres preceptos veremos que su apariencia abrasiva y ácida se acaramela como una gata en celo, para pasar a desnudarnos todos sus encantos; y un rango de sensaciones que se escapan muy mucho de aquello a lo que estamos habituados.


Bolognia puede no ser el ideal de ciudad para invertir nuestros ahorros en el viaje de nuestra vida, es cierto. Están Florencia, Roma, Sicilia, o Venecia... y un si fin más; todas ellas con un montón de encuadres con los que completar nuestro álbum, en el que envasar nuestros recuerdos.
Yo sin embargo la prefiero a ella y a tantos rincones donde despojarnos del típico tópico de leyenda urbana, precisamente por eso; por su ausencia de belleza artificiosa. La suya es quizás más una belleza etérea que uno ha de construir a fuerza de contacto humano.
De cultura enterrada en el pasado de aquel epicentro histórico del descubrimiento, como signo vital de la evolución rupturista y sosegada. Del estudio de nuestro sino como un elemento más que se entrelaza con aquello que por no ser forzosamente bonito, rezuma de carisma y de energía vital. Y desde luego, no hay nada más lucrativo y educativo que una sana conversación donde damos y tomamos de nuestra interculturalidad.
Solo ahí se dan las condiciones para que el conocimiento rompa los prejuicios que nos esclavizan y maniatan. Descubrir aquello que ni en el más remoto de tus sueños podrías imaginar. buscar y encontrar para sentirse vivo.

 http://www.sartarelli.it/

martes, 1 de octubre de 2013

PORQUÉ SEÑOR, PORQUÉ!!, O EL PIXELADO DE LAS NEURONAS.






Desde que hace cinco años decidiera aventurarme a tiempo perdido en un BLOG, me hice a mi mismo una promesa pública y personal; la de escribir por pasión o devoción de solo aquellas cosas que verdaderamente me gustasen. Pero los años, la vejez, y las viruelas a uno y en numerosos casos, lo ponen a prueba; y ahora viene cuando me pregunto yo: Acaso señor que estas en los cielos omnipresente siempre tú, ¿eran estas acaso las pruebas a las que te referías, cuando nos encomendaste a dos criaturas en la difícil tarea de instruirlas y protegerlas de la tentadora maldad de la vida?
Es evidente que ese tipo de juramentos cabellerescos, ni son tan poéticos como nos los imaginamos, ni tan románticos como pretendemos.

También me juré a mi mismo después de comprobar como tus cinco sobrinos podían profanar mi intimidad adolescente, que jamás iba a caer en la tentación de tener hijos. Pero ya ves, aquí me tenéis con dos a mi cargo y luchando a diario por dotar sus existencias y la mía propia de sentido común. Como algunos ya sabéis de sobra, todo es una puta mentira. Ni todo es suficientemente malo como uno puede llegar a imaginarse, ni tan maravillosamente lindo como se empeñan en hacerte creer.
Al cabo de diez años de paternidad ya he descubierto lo que puedo aprender de mis sobrinos; hasta hablar de música y compartir placeres. Y la férrea defensa con la que deberé proteger a mis hijos.
Porque señores míos, hay tanto malo por este mundo de dios que se me hace difícil creer que esto iba ser un camino de Rosas, gominolas y chascarrillos. Y no me refiero a la maldad estrictamente maligna, si no a la maldad de calidad; esa, esa si que es jodidamente peligrosa.

Ya ves, me gustan las mujeres, me gusta el vino y hasta el cine. Con los años además de aprender los cuatro preceptos churrimangosos de esto de ser adulto y padre en activo. También he aprendido a disfrutar con la misma pasión del cine de autor o independiente (creo que lo llaman así), de humor zafio y tontorrón, del inteligente, del bizarrismo, y del entretenimiento más vehemente e irreflexivo. Pero joder ostia!!, la cosa ya ha llegado a unos límites hasta cierto punto insoportables ¿hacia falta vender el alma de este modo a la concupiscentes nuevas tecnologías de forma tan desmedida? Ay George Lucas mío!! ¿Donde estás cuando tanto te necesitamos?
Como es de cajón tampoco voy a dármelas de maltratador intelectual: Ni arrastro a mis hijos día sí, día también a conciertos de Jazz como el de hace tres posts. Ni dejo a la buena de dios que se infecten la mente con Disney Channels, Bob Esponjas o Discoberys Channels sin medida alguna, no. Pero quien no ha puesto por excusa el nulo criterio de un par de criaturas, para seguir a Vicente como el que la cosa no va con él, y disfrazarse de cómplice ignorante... vamoooss que se os ve el plumero...



Pongamos por caso OBLIVION, así sí con mayúsculas, protagonizada por Antonio Cruasán (Tom Cruise para los amigos). Un caballero que si en algún momento logró un mínimo de reputación con aquella peli con Gene Hackman y alguna otra más, se ha empeñado año tras año desde que no aceptara las bromas cafres del informal y lo dejara Nicole Kidman, en convencernos que actuando es más falso que una moneda de cuero. El desmoronamiento de todos aquellos mitos que lo hicieron grande en Cocktail, Top Gun o Días de Trueno (“peliculones ellas tres”) han ayudado un poco, porque es cierto que ya no nos creemos que es un tío majo, simpático y dicharachero, alto y apuesto, y dispuesto a mostrar sus dotes artísticas.
En cambio tenemos a un actor en el que todas las películas giran casi siempre alrededor de él como salétiles que adoran a un niño jesús. En su última protagonizada y tal como hace suponer tal título, se vuelve a incidir de una forma relativamente cansina en un futuro apocalíptico devastador, por nuestra mala cabeza; un argumento mil veces explotado y con esta la mil uno. Y debate a parte, curiosísimo y digno de investigación profunda, el juego que dan las nuevas tecnologías a la hora de construir escenarios imaginarios y ficciones dispersas para hacer títulos como churros.
En realidad los hilos argumentales son lo de menos, pues en vista del sueño cumplido por más de uno e ilustrado en un cacharro de plástico inteligente hacedor de diabluras, como es un Iphone o un Sansung de última generación; ha ampliado la imaginación del personal hasta límites insospechados (paradójicamente después no se creen cosas más obvias, aunque ese es otro debate).

En esta ocasión la tierra está devastada, como iba diciendo. Y unas patrullas modélicas, felices y sumisas se cuidan de lo que queda de planeta para que en un futuro próximo podamos viajar a otro más lejano a continuar jodiéndolo; uno es Antonio Cruasán y una jamelga que dice ser su mujer.
A todo esto, unos Marcianos están emperraos en destruir el equipamiento que nos facilite ese viaje a la tierra prometida; vamos un dramón cargado de angustia épica y en el que se vive la tensión a cada segundo. Y del que hay una segunda lectura entre líneas y malsana si así se le quiere llamar: ¿Como quieren hacerme creer que el verdadero drama de la peli es que unos entes externos nos quieran fagotizar, así, de buen rollo? Cuando al final la solución para todos nuestros males es clonar hasta cifras incontables a Tom Cruise (nuestro salvador). Pero estamos locos o que??!! En resumen y coñas a parte, obviando que la película es tan previsible, argumentalmente floja, y derrochadora en cuanto a presupuesto y objetivo; encima es malvada al sugerir una solución a nuestro males con la cría en captura de un bicho peor que Alien y Predator juntos, y más peligroso que un político con mayoría absoluta. TOM CRUISES a cascoporro, que horror!!


En cambio, si la ficciones futuristas a lo J.K DICK triposo te desbordan y te saturan... tienes otras alternativas mucho más realistas y contemporáneas: LOS HEROES MEDIÁTICOS!! ay!


PARDIEZ, NO TE FIES JAMÁS DE LOS REPARTOS!! AHORA ME VES!!



Aprovechando me imagino el tirón que tienen en la actualidad los héroes televisivos, como los personajes que copan la parrilla televisiva del orden de: Discobery Channel, concursos varios con famosos, Franks de la Jungla, o viajeros triunfadores donde ver reflejada nuestra miseria humana. ¿Porque no hacer un peli de Magos Superheroes? Algo tan mitificado y arraigado a nuestra infancia como el Circo y la Magia, pero mucho más ambicioso y mediático; vamos, un cocktail tan nuestro como el día a día.
Lo primero que te atrae de la película en cuestión AHORA ME VES, es el reparto/trampa/reclamo que tiene: Morgan Freeman, Michael Caine, Woody Harrelson, o Jesse Eisemberg. Craso error muchacho!! todos sabemos que a día de hoy el reparto no es una garantía fiable de calidad; basta con ver las últimas pelis de Robert de Niro, Dustin Hoffman, o Al Pacino. Después tenemos el argumento, sinopsis o trama: Un grupo de supermagos llamados los cuatro jinetes, ay que me troncho, que retan al FBI a detener una ola de atracos mastodónticos a lo Ocean Eleven, pero con menos gracia e inspiración.


En resumidas cuentas y sintetizando al máximo, el mensaje que se puede extraer es un: “Todo es posible en esta vida nos de dios” y no solo todo es posible, si no que además Morgan Freeman en el papel de especialista de Magos galácticos, te lo argumenta y explica con todo lujo de detalles; lo cual además de certificar la idiotez profunda de los investigadores de FBI e INTERPOL que intentan atraparlos, es que intentan colarnos a Phineas & Ferb en el mismo plano de Stephen Hawkins. Vamos que te da la sensación tras visionarla que además de tomarnos el pelo, lo intentan hacer con raciocinio y argumentando lo inaudito como algo brillante, inteligente y lúcido (que no lúdico). Casi tan surrealistas como las ruedas de prensa del PP.
Así que el verdadero peligro, horror y chulería de “Ahora me Ves”, no es el guión vacío e insustancial, el desarrollo de la historia sin pies ni cabeza, o el desenlace inventado sobre la marcha. Lo que la hace si cabe, aun más terriblemente peligrosa que Oblivion para unos infantes indefensos. Es que ni siquiera se toma la molestia de situarnos en la tan recurrente Ciencia Ficción futurista para legitimar el “todo vale”, no. Es que encima nos quieren vender lo inverosímil con verosímil; lo cual no me extraña viendo como en la actualidad, la realidad supera con creces la ficción y el surrealismo.



Y no es que tenga nada en contra de la ligereza del entretenimiento como principal objetivo del séptimo arte, no por favor!! Que creo que todos somos lo suficientemente adultos como para admitir que independientemente de nuestros gustos o preferencias, no todo es cine de autor, y la ciencia ficción, la comedia, o el bizarrismo como cualquier otro género , no tienen que estar exentos de calidad, brillantez, y originalidad. El caso es que de un tiempo para acá y con la excusas de explotar las grandes posibilidades que nos da la tecnología al ver cumplido nuestro sueño de tener un cine en casa, ya saben: Pantallas planas de tropecientas pulgadas, sistemas de sonido capaces de poner al vecindario a 7 grados en la escala de Richter, y gafas 3D para sentir el aliento en el cogote del protagonista. Hemos hipotecado la verdadera magia del cine, a costa de cegarnos con espectaculares montajes y efectos digitales sin parangón.



Puede que esta sea la verdadera salvación de los multicines dominantes, en detrimento de las pequeñas salas. O que valga más la pena una buena ficción que la cruda realidad para evadirnos con opiáceos, al fin y al cabo ya lo dice la propia palabra ENTRETENIMIENTO.

Por suerte y aunque uno crea que todo se inunda con oleadas como corrientes marinas que arrastra la marea, no siempre es así. De echo tampoco es que con el paso de los años halla cambiado tanto todo como para andar renegando del futuro y echando de menos el pasado. Ver mierda no es malo, no señor; siempre y cuando uno sea consciente de que es mierda y la acepte con más agrado que resignación. Tampoco es razonable escudarse en los niños, los abuelos, o los compañeros de trabajo (si lo tenemos) a los que no podemos explicar lo que nos gusta (no nos entienden); ni se lo tomen al pie de la letra o se sientan atacados. Todos estamos rodeados de mierda, convivimos con ella, nos la comemos; y además gustosamente, aunque sea por cualquier excusa.
Pero piensen en ellos pobres criaturas indefensas que adoptan los slogans publicitarios como vocabulario habitual. Piensen en sus cerebritos aun mullidos y permeables, sobretodo piense que crecerán; que ahora son más o menos maleables, pero cuando cumplan 16 y midan metro ochenta posiblemente acaben por convertirse en la raza dominadora. Que ahora ya no se emancipan hasta los treinta y largos, poca broma.

LOS DESCENDIENTES


Si es menester se les obliga y punto, ¿que no pueden compartir juegos con sus compañeros de clase y se convierten en marginales? Nooo_paaasa_ná!!, más vale raro que lelo.
Yo por mi parte me permito la licencia de recomendar dos películas, que como mínimo pueden servir para equilibrar la balanza. No es que sea dos peliculones ni que halla que estudiar un master, aislarse del mundo, o ser raro raro raruno. Con ser un poco curioso basta. Una se estrenó el pasado año y está dirigida por Alexander Payne ( Entre Copas, entre otras): LOS DESCENDIENTES
Protagonizada por George Clooney y donde participa también como actor secundario el hermano de Jeff Bridges, Lloyd Vernet Bridges (detalle chorra pero...). Esta cinta que pasó de puntillas y sin hacer apenas ruido; quizás por la saturación extenuante del prolífico actor, o quien sabe si por lo injustas y dañinas que son las breves sinopsis. Y que se hace de querer sobretodo, por lo entrañable del personaje que interpreta George: Un padre bobo que se halla en ese difícil momento en el que, todo parece superarle: Su matrimonio, sus hijos, su familia en general, e incluso su valentía como persona adulta que se enfrenta a si mismo.
La película modo historia cotidiana, y con la que es fácil sentirse familiarizado, hace equilibrio entre la comedia y la compasión por el protagonista. Y tiene como gran mérito precisamente eso: El saber mantener con naturalidad ese equilibrio entre lo trágico y lo cómico, sin caer en la comedia ñoña ni en la frívola; más bien en un humor negro que tenemos muy por la mano cada día.
En realidad la película comparte con su antecesora “Entre Copas”, esa fascinación por las paradojas de la vida, y lo putas que pueden llegar a ser; aunque sean ambas dos historias diferentes en contexto y argumento, con más sustancia de lo que a primera vista parece. Un retrato de las personas y de los dilemas en que nos propone la vida a base de exigencias y responsabilidades, que normalmente da mucho más juego que la ficción si como yo, soy de los que alucináis con la fauna humana y nuestra complejidad. Que digo yo también, que igual no es una cuestión de calidades de cine como pienso, si no de una obsesión enfermiza mía de boyeur y del psicoanálisis de lo propio y lo ajeno.


Y para acabar con este examen de conciencia sin querer juzgar, apuntillar ni separar por castas, finalizo con una novedad; creo que es la primera vez que escribo sobre algo que aparqué hace meses.
THE PLACE BEYOND THE PINES o lo que es lo mismo, CRUCE DE CAMINOS; y dejemos al margen los carajillos y las setas alucinógenas que rigen el criterio de quien decide adaptar los títulos al Castellano. Yo prefiero llamarla por el primero, que fue por el que la conocí meses antes de llegara a las carteleras de nuestro santo país: The Place Beyond the Pines, título cabrón donde los halla sobretodo si se la queremos recomendar a un amigo.
Esta cinta poliédrica donde los callejones de la historia nos llevan a infinidad de escenarios diferentes y de la que poco más se puede decir, sin desvelar la gracia en si de la misma: Que se agradece hasta el gimoteo encontrar cada año bisiesto, una película donde la construcción de un argumento supere con creces la de los actores. Donde el director nos pasee por dos escenarios diferentes sin apenas alterar el mismo, y además nos de pie a reflexionar.
Tan solo decir, véanla. Y no dejen de estar en guardia ante los verdaderos peligros de esta vida. Los que nos condicionan hasta límites de servilismo, y que construyen nuestros paisajes propios en paraísos artificiales donde todo es tan normal que asusta.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

SUEÑOS EN LA ÚLTIMA NOCHE DE VERANO: THE TELESCOPES & ONE UNIQUE SIGNAL )LIVE IN BE GOOD!! 18/09/2013(



Como un mal sueño despierto entre sudores, alaridos, y estertores, pero no, no es una pesadilla con tufo a primera semana de trabajo. Para nada, más bien son todavía los ecos de concierto que como un sopetón apareció en los primeros días de trabajo, con el cuerpo dolorido, agarrotado y tullido por tanta inactividad. Pero con unas ganas en forma de antídoto contra la apatía y con la mirada puesta en un regreso inesperado donde desenterrar a uno de mis vinilos más idolatrados.

Para ponernos en situación deberíamos regresar al año en el THE TELESCOPES irrumpieron de forma súbita el año de su debut, 1989. Años en los que la oscuridad, dicen; reinó sobre las tierras medias, bajas y altas. Donde los ecos del Postpunk parecían perderse en el pasado y nos disponíamos a entrar de cabeza en la añorada década de los noventa bajo el liderazgo absoluto de bandas como Pixies y Jane's Addiction llegadas del otro lado del charco, y con las guitarras afiladas como santo y seña. Años de cambio de paso en definitiva para los cuales parecían estar mejor preparadas las bandas Americanas, en aquello que supuso otra forma de ver el Rock alternativo en general.
Años de revueltas, sacudidas y sublevaciones donde la banda de Staffordshire debutó con TASTE curiosamente con el sello Americano “What Goes On Records” que quebró al poco tiempo y que dejó a la banda con una tirada ínfima de tal engendro discográfico. A España llegó de la mano de Capote, una distribuidora de Barcelona igualmente pequeña y que apenas repercutió en la promoción de la banda.

Un disco cáustico y abrasivo del que apenas si se habló en una pequeña reseña de la publicación Popular 1, donde una tal Alicia era la única que en esta revista de corte Rockero hacía referencia a ese otro tipo de bandas: Oscuras, experimentales, “alternativas” para entendernos. Por eso no deja de hacerme gracia y sorprenderme como al cabo de los veintipico años, ese disco acabase por convertirse en un objeto de culto e incluso a estar más vigente que en la propia fecha de su lanzamiento.
Son extraños sucesos como los de Pixies, My Bloody Valentine o el Psichocandy de J&MCh, que aun entendiéndolos no dejan de extrañarme. Discos que en vida apenas si atrajeron a cuatro ovejas descarriadas del PostPunk y que con los años se han convertido iconos del “indie” más ortodoxo y “auténtico”; el verdadero guía y portador de la exquisitez musical (modo sarcasmo On).
Taste fue un disco tan furioso y demoledor que acabó por convertirse como aquel Psicochandy, en dos obras cúspides del Noise. Con el paso de los años tan solo A Place To Bury Strangers han sabido emular con solvencia esos paisajes emborronados de guitarras hirientes, pedales psicóticos; pero con luz y melodías ocultas llegando a cautivar a un público mayoritario. Aunque sigo pensado que Taste es de largo, uno de los pocos discos donde Punk, Noise, Space Rock y Vanguardia se funden con ese acierto violentamente primario, que solo de da de tanto en tanto.



Así que mi primera sorpresa después de conocer esa misma tarde su visita, y decidir ipso facto no perderme la oportunidad de rememorar uno de mis vinilos más simbólicos. Fue comprobar la cantidad de gente que se dio cita, teniendo en cuenta que la mayor parte de la ciudad estaba más por el debut del Barça en Champions. Y yo que pasé años enteros sin poder compartir las virtudes de ese debut hasta el olvido.
La mayor parte del público, viejos veteranos de aquella movida “indie” ahora renegada, los más granado de la crítica musical, y algún despistado. Una gran luna llena coronando un territorio inhóspito que convirtió la Sala Be Good en un escenario de lo más singular. Y los primeros acordes de ONE UNIQUE SIGNAL que empezaron a sonar pasadas las diez de la noche.

La joven banda de Londres que empezó a desgranar su primer largo “Aether/Genepool Records_2013” lo hizo con una profesionalidad y seriedad fuera de dudas. Sus credenciales fueron en un primer momento un Noise Rock fuertemente impregnado de Krautrock experimental, pasajes que a mi personalmente me recordaron a los primeros Beef, a Sonic Youth, e incluso a Mogwai. Y que fueron derivando progresivamente hacia un Noise más espacial y menos mecánico; trallazos impávidos que fueron emergiendo lentamente, y que hacia el final del set tenían a la poca y valiente audiencia totalmente de su parte. Con menos trascendencia que unos mediáticos TELESCOPES, pero con una identidad prometedora, teniendo en cuenta que lo suyo es algo que la mayoría cree ya explotado hasta la saciedad. 
 
Pues bien, aunque muchos de los allí citados desconfiaran de la solvencia de unos desconocidos One Unique Signal. Fueron los que al final demostraron que el Noise y todas sus derivaciones, que van desde el caos hasta el progresivo más espacial y psicodélico; pueden y deben explorar texturas prescindiendo del estruendo y de la insoportabilidad, donde es imposible distinguir un bajo de una batería, y tres guitarras que van cada una a su bola. Ellos lo demostraron y con creces, trabajando armonías donde todo se sostenía sobre tres guitarras perfectamente arpegiadas, y donde las voces secundaban muy esporádicamente como cánticos dadaístas. Y rematando con una grata sensación de consistencia y de credibilidad, sobretodo con humildad y seriedad.
El joven y líder de la banda Byron Jackson jugueteaba con los pedales creando las texturas de un noise de libro. Y Nick Keech y James Messenger lo secundaban construyendo una base que iba variando de intensidad como la levadura de un pastel que crece y decrece en función de las necesidades.
Todo lo contrario que The Telescopes, o mejor dicho que Stephen Lawrie, porque del resto de la banda no se volvió a saber más después del giro conceptual del líder hacia los farragosos territorios de la Psicodelia Experimental en 1992. Stephen Lawrie se quedó solo, y solo se presenta en esta gira Europea; bueno, con el apoyo de One Unique Signal que ejercen de secundarios y espectadores, puesto que el señor Stephen parece ir por libre.
Tras un breve receso donde el flujo de público aumentó considerablemente, y los madrugadores salimos a echar un pitillo. Apareció sobre las once pasadas Stephen Lawrie armado con un bolso tipo “portaportatil”, como quien se dispone a ir a la oficina: De semblante serio, y ya sin su peinado característico de teenager revoltoso subió al escenario. Las proyecciones eran las mismas que acompañaron a todo el recorrido de O.Unique.S en su riguroso teloneo: Ondulantes, inquietantes, loops sin fin, secuencias de rostros angustiados, sombras chinescas... Solo necesitó cuatro acordes para certificar que desgraciadamente el sonido había subido hasta límites inaceptables, los acordes se entremezclaban con los grabes, y costaba distinguir los instrumentos a tenor de que “la potencia sin control, no sirve de mucho” como rezaba en aquel anuncio de neumáticos. O que el Noise en su traducción literaria no tiene porqué ser solo ruido sin sentido; existen los matices y por supuesto las buenas y las malas ejecuciones.
Lo que si comprobemos es que la furia que salió de la boca de Stephen en forma de alarido, nos confirmaba mejores augurios de lo imaginado, y nefastos en fatal desenlace.


Como si de una ceremonia donde parecía invocarse algún tipo de espíritu perdido en lo más profundo del purgatorio. El set inicial comenzó entre acordes interminables, gritos desgarradores y tensión, mucha tensión; parecían buscar un clímax inconcreto entre lo angustioso y lo sacramental. Y claro, el respetable asumió como quien vende se alma el diablo, que era solo eso: El preludio de una definitiva explosión de guitarras hirientes y cáusticas.
Lamentablemente entre tanto ceremonial, catarsis y trance. el espíritu apareció; vaya si apareció, con la mala pata de que solo era eso, el espíritu. Porque... y advierto con esta rotunda afirmación, que quizás tan solo sea el gusto personal y parcial de un servidor. O que mi percepción del espectáculo, fuese fruto de la pasión con la que me llevaron mis pasos hacia aquel lugar. The Telescopes aquella noche solo fueron la sombra o los restos putrefactos, de un pasado momento de gloriosa inspiración animal.
Y he aquí el posible meollo de tal enfoque particularísimo. Que digo yo y ya me lo he dicho a mi mismo miles de veces: - Que-no-se-pue-de-ir-a-los-con-ci-er-tos con-las-ex-pec-ta-tiiiivas por-las-nuuves!!. Que no!! Coño!! Si ya me pasó en aquel concierto de James/Radiohead del 93, y estuve años sin poder volver a escucharlos.

Y créanme que estoy al tanto de que somos los únicos bichos que tropiezan con la misma piedra, e incluso de aceptar que es tanta la devoción que le proceso a Taste, que cualquier trabajo posterior de ellos siempre me ha parecido una búsqueda del mojo inútil o un empeño personal de su líder.
Me acabé comprando su tres siguientes 7”: “Celeste”, “Everso”, y “Flying” pero nunca llegaron a alcanzar la estela de la espontaneidad de Taste, o de aquel oscuro Ep encabezado por “To Kill a slow girl Wlking” de Cheree Records. Tanto, que acepto la posibilidad de haber acudido al concierto con una cierta ilusión tan adolescente, asumiendo la posibilidad de que mi objetividad no sea tal; basta recordar las miradas trémulas de la platea, y apuesto que aquella noche fueron varios los conciertos distintos que cada uno vivió a su manera.
La mía personal fue humo, un humo que surge con tal fuerza que hasta intimida pero que se desvanece a la más mínima corriente de aire. Hasta me pasó por la cabeza desechar la idea de escribir sobre el concierto. Y no crean que fue en realidad una decepción mayúscula de aquellas que te vas a la cama con un vacío en el estomago, no por dios!! Fue una mirada panorámica en la lejanía, de quien observa los echos sin tan siquiera inquietarse, esperando un desenlace previsible:

Dominaron durante más de media hora interminable temas que pudieron ser uno solo. A ratos parecía querer despegar, y de repente volvía a caer en un lamento de distorsiones, capas, y agonías vocales; un enorme agujero negro del que parecían no poder o querer salir. Como es normal la gente empezó a impacientarse, algunos se batían en retirada hacia posiciones atrasadas, otros esbozaban una sonrisa entre lo histérico y lo resignado, y sí, había otros que concentraban su mirada como en un intento por entrar ahí donde no había cristo que entrara; el universo personal de Stephen Lawrie, de echo creo que ni los músicos eran capaces de seguirle el paso e improvisaban.
De repente sonó salvadora “I fall, she screams” y “Violence”, y se le iluminó la mirada a más de uno; creo que alguno lloró de esperanza. Pero es que sonó tan terriblemente mal, que convirtió las guitarras clohorídricas que emulaban violines derretidos y los mazazos de la batería, en el paso lento de un elefante hacia el cementerio. Cuando el público parecía haber recobrado la sonrisa, vuelta al agujero negro.
Hubo hasta un amago/simulacro de abandono que hasta agradecí y que parecía la gota que colmaría el vaso acabando con la paciencia de más de uno. Error, solo fue a evacuar y regresó como si de un golpe hubiera perdido la memoria, porqué volvió para recordarnos lo poco que le gusta cantar y lo que le encantan los pedales. Otros veinte minutos insufribles, tediosos, con un temario más cercano a Esplendor Geométrico que a una banda de Noise; además no fue solo eso: El echo de que yo personalmente deteste esta faceta experimental en la que está empeñado últimamente. Y que tan poco se parezca a mi vago recuerdo de lo que fueron THE TELESCOPES.

Pero es que una de dos, ya sea por valentía o por arrogancia, no creo que a ninguna “no-banda” que regresa desde el Flegetonte, se le ocurra machacar tras unos cuantos años de silencio y otro montón de ostracismo, con algo por lo que no son recordados.
Y releguen a una simple anécdota su repertorio más significativo y relevante de su carrera. Porque si bien es cierto que las canciones se pueden alargar hasta la eternidad lo que al autor le plazca; en una posible búsqueda del clímax perfecto donde los espectadores sucumban a un loop infinito y álgido. Pero si eso no ocurre, el efecto es el contrario: El público pierde la atención y acaba por convertirse en una verdadera tortura.
Pese que cerraron a regañadientes y con cierta desidia con “Suicide” y una descafeinada “Silent Water”. Se quedaron en en el tintero grandes canciones como: “Suffercation”, “The Perfect neddle”, “To kill a slow girl Walking”, “Everso”, “Please before you”, o “The Sleepwalk”. Al margen de lo insufrible de su discurso monotemático, donde parecía incapaz de recordar aquello que hizo de Telescopes: Una banda de un Noise visceral abrumador y no apto para “indies” de pasarela. Y que además tuvieron el descaro primigenio de reivindicar aquello con lo que todos nos llenábamos la boca de elogios, pero con total sinceridad pocos fueron los que la acogieron sin titubeos.


Lo que es innegable a todas luces es que Stephen Lawrie vive en un universo paralelo donde el embrión y la significancia de los primeros Telescopes solo figura como una mera herramienta de reclamo. Y su actual regreso cava la tumba más honda en vez de ensalzar sus virtudes.
Puede que sea una evolución natural, puede incluso que gane nuevos adeptos, que los antiguos nunca existieran o se olviden de su abrupto recorrido. Pero dudo que THE TELESCOPES lleguen a ser aquello que se gestó por pura indisciplina activista. Es más, me atrevería a apostar que ni tan siquiera él se hizo una idea del engendro atemporal que llegaron a parir aquel 1989.

Por suerte muchachos, con el tiempo son los discos los que perduran y conservan la chispa inspiradora del momento. Los autores los defienden con mayor o menor suerte, y a veces ni eso. Pero es evidente que este fiasco no va a cambiar en absoluto mi concepto por aquella banda, que prendió fuego al impresionismo sonoro más hermosamente inconsciente.
THE TELESCOPES - TASTE by bboyz1970 on Grooveshark