lunes, 4 de noviembre de 2013

CASS McCOMBS///Big Wheel & Others_2013/// *VIAJANDO SIN DESTINO...




Esta semana me he dejado acompañar en el trayecto casa/trabajo/casa por el nuevo “larga duración” del prolífico CASS Mc. COMBS “Big Wheel and others”. Como que mis trayectos por suerte son cortos; de 15 minutillos arriba o abajo según “según los muertos vivientes que encuentre a mi paso”. Me ha dado para que su longevo temario de veintidós canciones, se convierta en prácticamente mi banda sonora de esta semana. Lo cierto es que le iba ha dedicar una de mis parrafadas místicas en el grupo del Facebook, pero sinceramente creo que el asunto se merece más.
Cass Mc Combs ya nos deleitó el pasado 2011 con dos fabulosos discos. En aquella ocasión se publicaban escrupulosamente separados, como lo hacían aquellas discotecas de antaño: Dos salas, dos ambientes.
El primero lo conformaban ocho cortes que deambulaban entre la dulzura aduladora de sus melodías aterciopeladas y el espesor de una bruma, en ocasiones lóbrega, en otras rebosante de languidez. El segundo sin embargo, se erigía como un canto al optimismo permanente, rebosante de buenas e inmediatas vibraciones.
A estas alturas no sabría por cual de ellos inclinarme, pero lo cierto es que fue de lo que escuché con más cariño aquel 2011, ya tan lejano. Puesto que el ingente de buenas melodías era tal, 16 en total, que ha dado para tenerme ocupado este tiempo, y hacer más llevadera esta espera de dos años.


Su reciente regreso sin embargo nos ha vuelto a noquear con un “uppercut” directo al concierto de la lógica o de lo supuestamente previsible; sobretodo si nos atenemos a sus dos trabajos publicados anteriormente. Lo que pasa es que esa mecánica imprevisible es precisamente lo que a mi en particular me atrae de la obra: Un formato de doble Lp del que todos sabemos lo delicados y discutibles que suelen ser, si nos remitimos a todos los que han visto la luz a lo largo y ancho de la historia de la música. Con la diferencia de que a Cass se le puede tolerar eso, y mucho más. Teniendo en cuenta que por un motivo u otro, acaba por convertir en metal precioso casi todo lo que toca. Y no estamos hablando de producciones épicas, rimbonbantes, o técnicamente transgresoras ni mucho menos, lo suyo es de una sencillez automática sustentada en la emoción de quien construye por pura inercia.

Claro los discos así salen como salen; aparte de como churros, brillantes también. Brillantes en su rutina destrozada a golpe de ímpetu inspirador. Directos tanto si susurra, grita en voz alta, o juguetea con aquello que podría, es, o será según le viene en gana en ese preciso instante; y eso desde luego es algo de lo que puede darse por satisfecho, observando con atención como transpiran sus discos.
Hay artistas que les ha llevado toda la vida, y que todavía andan buscando esa genialidad perdida, sin embargo este Californiano con cara de inconsciente revoltoso lo lleva cincelado en su genética, válgame el señor!!.



Cuando arranca “BIG WHEEL AND OTHERS/2013(Domino) lo hace de una manera tan entrañable y espiritual, que difícilmente sabremos que nos deparará semejante viaje. Si echar en la maleta ropa de abrigo, las bermudas de guatiné y la camisa Hawaiana de macramé, o la rebequita que nos puso en el ajuar Mamá.
Porque familia, esta obra podría catalogarse como un gran viaje con sus mañanas, sus noches, y sus paradas en fondas y pensiones. Un largo viaje que bien podría ser en su país natal y comenzar en la ciudad de Concord (California), una ciudad clave en el mestizaje de la Costa Oeste de EEUU, y donde se desarrolló gran parte de la adolescencia de Cass. Desde allí nos acercaría hasta Haight-Ashbury (San Francisco); donde la voz del pequeño que nos indica los parafraseos más dolientes sobre las drogas, nos abre la obra en toda su ambición y crudeza: Asciende desde las profundidades del pasado como una gran ballena jorobada que lleva grabada a heridas y cicatrices, toda una bitácora de otros viajes mucho más lisérgicos y alucinantes del que nos ocupa.
Estalla “Big Wheel”!! Y las trotonas percusiones parecen querer anunciarnos el comienzo de la travesía. Son los rugidos del motor de la vieja y destartalada Chevy que nos llevará durante casi hora y media por territorios tan variopintos como insospechados, donde sus personajes acabarán por ilustrar con sus hitos y misterios los acertijos de las catacumbas.


BIG WHEEL AND OTHERS es un disco extraño, y no tanto por su extensión como por la cantidad de situaciones contradictorias que nos puede transmitir su paciente escucha. Se dan momentos donde Cass McCombs contempla, destripa y susurra con una serenidad maldita: “The Burning of the Temple, 2012”, “Name written in Water”, o “Honesty is no excuse”: Esta última, como una de las joyas escondidas del disco; donde me enamora por ese maravilloso contraste de sus rocosas percusiones, y la guitarra cortante que la rubrica.
Otras más oscuras, impenetrables y no faltas de una especie de lamento amargo desde lo hondo de las metrópolis. Ahí el paisaje cambia las llanuras desoladas por el asfalto de los suburbios, y se oye maldecir a “Joe Murder” por el caro precio de un pacto con “Satan is my Toy”; un Saxofón que despelleja notas por entre las grietas que dejaron atrás Jim Morrison “Everything has to be Just-so”, y los primeros Roxy Music. Canciones que como éstas, desconciertan y a la misma vez hechizan durante el recorrido variable por el que serpentea en toda su amplitud. Sin embargo es éste el principal atractivo de tan ecuánime compromiso; algo que Cass McCombs lleva de manera tan solemne, como su propia índole natural.

La suya es una Road Movie en toda regla con paradas en Bares de Carretera, en paisajes rurales donde brota el Folk de entre los riscos, pedragales, y campos recién segados donde florece la poesía de serena reflexión: “Angel Blood” o “Sooner Cheat death Than fool Love” son dos claros ejemplos donde los Slides hacen de las notas, verdaderos funambulistas que templan la cuerda floja. Otras de calles húmedas por el rocío de la mañana, de sumideros humeantes, y farolillos titileantes, donde se puede escuchar a Eddy Vedder reflejarse en los acordes de “Home on the Rage”. 

Declaraciones de amor mayestáticas como la doble interpretación de “Brighter!”: Primero por el protagonista y firmante; hacia el final, por la recientemente desaparecida KAREN BLACK: Una canción sencillamente eterna en voz de la veterana actriz y cantautora. De cadencias que podrían prolongarse por largas noches, amaneceres de enamorados anudados fuertemente hasta el ocaso, ¿o esperando quizás a la muerte que saluda descubriéndose la chistera?




Cass McCombs nos la ha vuelto a jugar. Y aunque su apuesta es aun más personal todavía, sabe manejar como nadie las luces y las sombras, las amarguras y las nostalgias, e incluso el riesgo de emular sabiendo que sus referentes se funden en una contemporaneidad y lucidez sin parangón.
Un autor que nos muestra en su prosa un universo marginal y mundano de una riqueza ilimitada. Y que además arrastra con gran dignidad las malditas comparaciones con Bill Callahan, Mark Kozelek, o Will Oldham. Un trabajo a la postre, para recorrer como por etapas o del tirón; siempre que el tiempo y la travesía nos lo permita. Y que atesora infinidad de postales y lugares distintos, con tan solo acomodarnos y disponernos a viajar.
 11-07 Portland, OR - Mississippi Studios * [BUY TICKETS]
11-08 Seattle, WA - The Crocodile * [BUY TICKETS]
11-09 Vancouver, BC - Fortune Sound Club * [BUY TICKETS]
11-12 Pioneertown, CA - Pappy & Harriet's ~ [BUY TICKETS]
11-14 Los Angeles, CA - The Echo ~ [BUY TICKETS]
11-15 San Francisco, CA - Great American Music Hall ~ [BUY TICKETS]
11-16 Felton, CA - Don Quixote's International Music Hall ~ [BUY TICKETS]
11-22 Austin, TX - The Belmont [BUY TICKETS]
12-02 Cambridge, MA - The Sinclair ^ [BUY TICKETS]
12-03 Montreal, QUE - Il Motore ^ [BUY TICKETS]
12-04 Toronto, ONT - Great Hall on Queen Street ^[BUY TICKETS]
12-06 Chicago, IL - Empty Bottle ^ [BUY TICKETS]
12-07 Louisville, KY - Zanzabar ^ [BUY TICKETS]
12-08 Nashville, TN - High Watt ^[BUY TICKETS]
12-09 Atlanta, GA - The Earl ^[BUY TICKETS]
12-12 New York, NY - Bowery Ballroom ^ [BUY TICKETS]
12-13 Philadelphia, PA - Boot & Saddle ^ [BUY TICKETS]
12-14 Baltimore, MD - Ottobar ^ [BUY TICKETS]
01-10 Manchester, UK @ Deaf Institute [BUY TICKETS]
01-11 Dublin, IE @ The Workmans Club [BUY TICKETS]
01-13 London, UK @ Queen Elizabeth Hall [BUY TICKETS]
01-19 Santiago, ES @ Salon Teatro de Santiago
01-20 Madrid, ES @ El Sol
01-21 Cadiz, ES @ Edificio Constitucion 1812
01-23 Barcelona, ES @ La Sala Apolo
01-24 Bordeaux, FR @ Bordeaux Rocks
01-31 Brisbane, AU @ RNA, Fortitude Valley (Laneway Brisbane) [BUY TICKETS]
02-01 Melbourne, AU @ Footscray Community Arts Center (Laneway Melbourne) [BUY TICKETS]
02-02 Sydney, AU @ Sydney College of the Arts (Laneway Sydney) [BUY TICKETS]
02-07 Adelaide, AU @ Harts Mill (Laneway Adelaide) [BUY TICKETS]
02-08 Perth, AUS @ Esplanade Park and West End (Laneway Perth) [BUY TICKETS]

lunes, 28 de octubre de 2013

NEW MODEL ARMY in MUSIC HALL de BCN 25/10/2013 *DANZAD MALDITOS DANZAD!!




Hay resquicios de la memoria en los cuales la luz solo incide cada tantos años, a veces lustros, quien sabe si décadas. Aquellas que levantaron un grueso y alto muro que delimita lo aceptablemente actual y lo pasado de moda, y por el que solo trepan los nostálgicos e intrépidos.
Este pasado Viernes la actualidad relativa nos devolvió a algunos, una de las bandas más subestimadas y extrañamente simbólicas de los 80. Y digo algunos, por el dilema que le pueda suponer a más de un veterano de guerra como es mi caso; compaginar el avance inminente de la evolución de la música “alternativa”, sin por ello renegar de nuestro pasado más pedagógico y primario.
Aun grabo en mi memoria la primera vez que vi a NEW MODEL ARMY presentar su “The Love of Hopeless Causes” aquel 1993 en la Sala 2 de Zeleste, de reducidas dimensiones. Quien diría que aquel concierto marcaría su declive, tras los años gloriosos del Impurity. La misma minúscula sala que acogió la gira de despedida de PAVEMENT seis años más tarde. Para que os hagáis una idea de lo crueles e injustas que son las modas y las tendencias en esto de la música, ¿acaso alguien se imaginaría, con lo que ahora significan Pavement, actuando en semejante sala?Con los años y el bagaje de idas y venidas que guardo en el recuerdo. Uno aprende a valorar y a apreciar con la suficiente perspectiva la arbitrariedad que mide la actualidad y la calidad; algo tan relativo como el paso del tiempo.
Así que visto lo acontecido desde aquel lejano 93 por el que escribe y firma, con la suficiente serenidad. Lo de este pasado Viernes, fue lo más cercano a pactar con el diablo de la misma manera que lo hizo Dorian Grey; una involución a la eterna juventud momentánea y veloz. Sobretodo viéndome en medio de una melé de Pogo frenético, arropado por aquellos que veinte años atrás nos volvíamos locos de excitación descubriendo bandas y sonidos hasta el momento desconocidos.

NEW MODEL ARMY logró en tan solo hora y media, resucitar un espíritu combativo que en la actualidad me canso de buscar y no encuentro. Su gira de regreso viene respaldada por un nuevo trabajo que viene a conciliar su pasado más brillante, y unos últimos años donde buscaron su identidad sin un resultado del todo satisfactorio. Y la cruzada tiene su mérito, vaya si lo tiene: Ver a un Justin Sullivan defender su idiosincrasia con 57 años, sin perder ni un ápice de motivación, profesionalidad, y pundonor. Bien merece el esfuerzo de verlos por cuarta vez; desgañitarnos, y rememorar aquellas noches. Donde Ramones, Clash, y Madness nos empujaban al centro de la pista para danzar con frenesí en una batalla de amistad y solidaridad.




El concierto comenzó con bastante retraso al borde de las diez, debido a unos problemas logísticos de la banda en la frontera. Así que nos perdimos a unos prometidos teloneros, INMUNE, quienes tuvieron la mala pata de tener que cancelar su aperitivo.
Pese a los inconvenientes de contener una larga cola en pleno centro de Barcelona por más de una hora, y admirar el contraste de la ciudad más “guapa”, con el de los vestigios de las tribus urbanas más aguerridas de los 90. Realmente resultaba una escena rara de narices, e incluso gratificante para mi gusto. Teniendo en cuenta lo raro que nos miraban los lugareños en mi barrio allá a finales de los 80, cuando salíamos las tardes de los Sábados con nuestros peinados, ojos pintados, Marteens o Boppins, y nuestra indumentaria desaliñada.

Acudir a ver a New Model Army cada vez que han visitado nuestro país (tres si no me fallan las cuentas, sin contar el de Justin Sullivan en solitario en la sala KGB). Es sin duda uno de aquellos eventos a los uno acude no solo con la certeza de no salir defraudado, si no que además se produce una curiosa simbiosis donde se mezcla el evidente interés por ver a una de tus bandas de cabecera en la juventud, y volver a encontrarte con viejos y buenos amigos; algunos en su mayoría en un retiro monacal, otros inmersos todavía en el culto a los sonidos que nos dieron luz en nuestro pasado, o como es mi caso personal esperanzados en la grandeza de la música sea de ahora, de antes, o de siempre.
La verdad sea dicha y sin ningún tipo de sentimiento de culpabilidad, son pocas las bandas de mi juventud a las que le dedico fidelidad absoluta en escuchas frecuentes en los últimos años. Y no es que renuncie a su vigencia en la que creo decididamente, solo que también confío totalmente en la importancia que representa saber encontrar el equilibrio entre lo pasado y lo actual; sin acabar despotricando por el rumbo que toma la música en la actualidad.
Lo que está claro de todas todas es que aunque son una infinidad de bandas y artistas los que considero vitales en mi educación musical. Como en las amistades, pocas son a las que otorgo la transcendencia emotiva especial que se merecen; y una de ellas es New Model Army junto a The Smiths y Joy Division (seguro que alguna otra me olvido)

Como es natural y aunque en el ambiente flotara el deseo de escuchar aquellos clásicos que nos indicaron el camino: “Smalltown England”, “Great Expectations”, “The Price”, “No mans Land”, “Better Than Them”, “White Coasts”,225”, “I love the World”, o “Poison Street” por citar solo algunas, ya que mi lista sería innombrable. Tampoco es que me desagradara el repertorio que creo que fue uno de los mejores de sus últimas visitas, y teniendo en cuenta que celebran su 30 aniversario.
Abrieron la noche como es natural con algunas las mejores canciones de su último trabajo, “I need more time”, “March in September” su primer single, o “Did You make it Safe?” que aprovecho para afirmar que dan bastante más juego que algunas de sus tres anteriores discos (personalmente los que más me cuestan de digerir, salvando alguna canción). Sin embargo también he de admitir que con el paso de los años y teniendo en cuenta que para ser una banda de culto, cada disco tiene una personalidad distinta muy marcada. Han conseguido convertir en clásicos temas como “Today is a Good day”, “High”, o “Wonderful way to go”.

Poco a poco y progresivamente fueron goteando algunas de sus temas emblemáticos. Muchas de ellas, canciones que sin ser sus clásicos más populares para los fieles que los seguimos, Followers venidos de toda Europa incluidos (éstos últimos merecen una mención de honor a parte); es un gustazo oírlas en directo: “225”, “The Hunt” que sonó tremenda con el nuevo bajista que los acompaña en la gira, Ceri Monger y que junto a “Here comes the War” llegaron a recordarnos al legendario Nelson de su primera época, donde el bajo se erigía como el verdadero solista.
Para entonces el centro de la pista y el gallinero, como solemos denominar los veteranos a la primera línea de fuego de un concierto. Se había convertido como viene siendo tradicional en los Live de esta banda de Bradford (ciudad del norte de Inglaterra que también vio nacer a The Cult), en un frenético y apasionado Pogo donde los Followers ejercían como maestros de ceremonias con sus espectaculares torres humanas. 
Photo: by Mirian
 
*Los followers para los poco informados, son el nombre que se le dan a sus más fieles seguidores. Gente que los siguió a lo largo de su carrera, y que sin ser una de las bandas más representativas de la escena Post Punk o Gótica de principio de los 80. Gozó y goza de unos de los grupo de seguidores más fieles, quienes los siguen en todos y cada uno de los conciertos de su gira.
Como decía aclaración a parte de suma importancia, el ambiente era un hervidero. Con la sala atestada y observando desde la barrera el sarao que se montó con los primeros acordes del evento, no pude por más que deleitarme con admiración la tremenda escenificación. Juanito con cara de poseído, Franky, Angel, Jordi, Edu... la tropa entera de niños grandes, mano a mano con los irreductibles Followers; con los que bastaba una mirada, el sudor, un empujón y volver a levantarse para transpirar sensaciones. Inevitablemente acabé en medio de la melé, o lo hacía o reventaba de deseos; y eso que mi rodilla derecha me lleva dando guerra casi una semana. Pero de una manera u otra había que revivir de verdad de la buena; creo que hacía casi veinte años por lo menos que no bailaba un pogo de los buenos.
Hubo un pequeño receso para que brotase la enigmática y gigantesca “Archway Towers” de su Thunder & Consolation, que se codeó con una de las canciones más esotéricas de su nuevo disco, “Seven Times” y que ocupó junto a otra íntima “Knievel”, la parte central del set. Y le sucedieron “No Rest”, “Lust of Power” del Impurity, una preciosa “Green and Grey” que parecía invocar al desaparecido Robert Heaton. Una versión semi acústica del “Vagabons” donde a falta de los violines de Ed Alleyne-Johnson buenos eran nuestros coros; para acabar cerrando con “I Love The World”.


En resumidas cuentas poco más puedo añadir. Tan solo que disfruté una de las noches más intensas y felices en años, no solo por recuperar un pasado totalmente vigente, ver reunida a la vieja guardia de épocas donde el género indie ni tan siquiera figuraba en los diccionarios. Y sobre todo poder contemplar a una banda con una energía fuera de toda moda y tendencia, renovar un repertorio por el que los años no desgasta lo más mínimo y donde todavía sobreviven hábitats arcanos a los que no hay tendencias que sean capaces de extinguir.
Es Punk, es Rock, es Folk, es PostPunk?? ¿acaso Gótica? No, son NEW MODEL ARMY y los ejércitos de Oliver Cronwell cantando a las causas NO perdidas.
NEW MODEL ARMY IN GROOVESHARK 

domingo, 27 de octubre de 2013

MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA...BYE LOU




No voy a escribir demasiado porque cualquier cosa dicha ahora quedaría en frivolidad absoluta, incluso este puñado de líneas. Tan solo dar gracias por estos maravillosos años de conocimiento, que nos ha dado a aquellos que nos atraparon sus melodías y su manera de entender la música..

Yo no puedo llegar a decir que escuché mi primer disco de Velvet Underground, pero si que uno de los tres discos que atesoraba mi cuñado junto a muchos otros de Bob Dylan, B52's, Bob Marley, Beatles, Pink Floyd, ELO, o Jethro Tull; junto al Coney Island Baby, Legendary Hearts, y Rock n Roll Animal, fueron mi mejor compañía en tardes leyendo Víboras y Makokis en casa de mi segundo cuñado.
No se si los mejores discos del Neoyorkino. Pero desde luego aquellas tardes con doce años, fueron ellos los que me enseñaron a ver la cara oculta de la música: Aquella que no radiaban en las emisoras musicales ni en la televisión.
Sobretodo y en especial esta canción, Crazy Feeling. Se que no es ni de lejos una de las más conocidas, pero si es mi canción. Por lo menos la que me ha acompañado toda la vida y la que dio pie a descubrirle y a descubrirme.

BUEN VIAJE SEÑOR LOU... Y GRACIAS POR NADA.






martes, 22 de octubre de 2013

NOCHE DE VINO Y COPAS (Superclásico)_2011





Género: Tragicomedia tontorrona.
Nacionalidad: Danesa/Argentina
Director: Ole Christian Madsen

Las tardes cálidas de este Veranillo Otoñal que parece no querer dejarnos al relente del Otoño, dan para ver este tipo de cine sin demasiadas pretensiones. Una tragicomedia con más de lo segundo que de tragedia, que nos llega de Dinamarca; algo ya de por si estimulante. Sobretodo si contemplamos el cine Nórdico con Lars Von Trier estandarte en mano, y los géneros policíacos negros y sórdidos con los que solemos asociar las cintas que de allí nos llegan últimamente.
Ole Christian Madsen

Esta película que llegó a ser seleccionada por aquel año como candidata a mejor película de habla no Inglesa en los Oscar. Está más emparentada a la comedia romántica Francesa o al cine Italiano de los 60, que al estrictamente Nórdico; donde se suele hurgar en las herméticas y a veces atormentadas personalidades de sus habitantes.
Este joven director Danés en cambio, prefiere trasladar el escenario de la historia a Buenos Aires. Donde el carácter visceral de los derbys futboleros Bonaerenses y el carácter latino de sus habitantes ayuda a desproveer de cualquier de rastro Escandinavo la película, dando esa inmediata sensación de cine latino que la caracteriza; quitando al guión y a sus protagonistas de cualquier tipo de trascendencia profunda. De echo en esta película no hay escena , situación o momento, en el que su director no eche mano de su protagonista; que roza lo infantil. O en algunos casos incluso de quizás demasiadas frivolidades para eludir el tono dramático, doloroso y melancólico en el habitualmente trascienden este tipo de situaciones, y del que precisamos para creernos seria la fórmula: Marido despechado que no asume que lo han dejado por otro más joven y dicharachero, y que viaja a Argentina con esperanzas de recuperar a su mujer. Hijo/víctima adolescente desubicado en medio del dilema, y la típica crisis de los 40 que a todos y a todas nos acecha.
Como es evidente Christian intenta con su viaje recuperar aquel amor perdido entre dos mundos totalmente enfrentados: El de su pareja inmersa en el mundo terrenal de las finanzas futbolísticas y el suyo propio, dedicado al mundo de los vinos (aunque sobre este aspecto se pasa más bien de puntillas). En medio de este argumento manido hasta la saciedad ocurren un sinfín de situaciones que son los que le dan un poco la salsa al desarrollo de la historia: Relaciones cruzadas, la aparición del exitoso novio estrella del fútbol, humillaciones, y una realidad dramática a la que en todo momento se intenta barnizar con una felicidad un tanto idiota.
Sí, es cierto, la historia que se nos cuenta con esa voz en off, modo fábula durante hora y media, está plagada de clichés y tópicos. E incluso acentuado por el echo de ser un director Danés precisamente, el que se sirve de los tópicos más sobados sobre los Argentinos y Buenos Aires; aspectos que pueden resultarnos negativos, o incluso tan simplones como para atestiguar los adjetivos que le ha dedicado mucha de la prensa especializada (en especial la Norteamericana).



Es evidente que se podría haber profundizado en detalles como lo espiritual del mundo del vino y lo visceral del deporte balompédico. Regodearse con el drama de una ruptura o tirar por lo recurrente de esa voz narrativa, que nos predispone a un paisaje esotérico donde el amor renace como algo intangible y sobrenatural. Si se animan a ver el film en cuestión seguramente le encontraran toda esa serie de defectos, carencias, y algún fallo más; pero seguro que por lo menos les hará esbozar ni que sea, alguna mueca de sonrisa.
Yo solo puedo deciros que fue precisamente por esa imagen tontorrona por la que me gustó. Porque en ningún momento intenta alardear de solemnidades, ni trascendencias innecesarias y falsos espiritualismos. Porque no quiere ir más allá y no lo disimula en absoluto. Y porque transmite la sencillez del amor, de las relaciones, y de los tópicos dejando de un lado nuestra pequeña obsesión por retorcer algo tan banal y pasajero como el amor.
Seguramente no será una película que grabará mi memoria en un altar; ni falta que hace. Porque seamos justos, puede que nuestros gustos o nuestro afán por buscar constantemente la sorpresa y la reflexión nos haga dirimir y precipitar nuestra vara de medir lo brillante, lo vulgar, o lo mediocre. Pero en ese camino, jamás deberíamos dar un veredicto rotundo a las cosas que pasan ante nuestros ojos; sin antes contemplar la mínima posibilidad del contexto o del punto de vista.

miércoles, 16 de octubre de 2013

LLOYD, YO, Y MIS INCONTINENCIAS *LLOYD COLE &... Barcelona 11/10/2013




Si de verdad hay una cualidad que mejor represente el recuerdo que guardo sobre mí de chaval, esa fue sin duda mi exasperante timidez. Timidez, aislamiento, incomunicación, ostracismo, bbbffff que se yo!!
Lo curioso del tema es que pese a no articular ruido alguno hasta la adolescencia, por la noche padecía de toda clase de desajustes hormonales: Me levantaba sonámbulo, me orinaba en la cama, era incapaz de dormir con los pies fuera, terror por las sombras y plieges de la ropa que cobraba las formas más horrendas imaginables, y el más inquietante de todos ellos... Hablaba a voces por la noche.
Parece ser que como podía asegurar mi vecina Sevillana del cuarto, “La Señora Manuela”. Eso se debía a un mal de ojo, que hacía que todo aquello que no me atrevía a decir en pleno juicio, lo soltase por la noche por mera descompresión, propiamente dicha; vamos que o lo soltaba, o explotaba. Por suerte, aquellos discursos que soltaba en plena madrugada con los ojos desencajados, a gritos e infundiendo el terror más sobrecogedor de aquel que dormía a mi vera, verita, vera no había quien lo entendiera; pues aquello era lo más parecido a un mensaje encriptado repleto de glosalalias.

Con el paso de los años esa timidez concupiscente fue derivando en una obsesión irrefrenable por conocer gente, y no me pregunten por el porqué de tal comportamiento; porque aunque mi timidez a mutado gradualmente, sigo siendo más corto que las mangas de un chaleco, vergonzoso, y reprimido. Puede que hable compulsivamente de manera atropellada hasta con las telarañas del techo, e incluso demasiado; pero no se equivoquen, sigo siendo un tío tímido. Si bien es cierto que esa extraña manía de exorcizar mis discursos noctámbulos en un diálogo/monólogo comprensible para con mis semejantes, me ha facilitado el socializarme; como decía mi madre: - Niño sal a la calle a que te de el aire!!
Gracias a ese vicio incorregible suplo mis conciertos solitarios con conversaciones casuales.
Y así de esa forma irrefrenable por escupir como un mudo poseído, fue como cayó en mis manos ese flyer de la visita de Lloyd Cole a nuestra ciudad. Claro el flyer, la conversación, las hipérboles, y esa conexión generacional que ejerce este tipo de música, sobre los pocos creyentes que aun rendimos culto a esos viejos testamentos en los que se han confinado algunos aspectos de la música; detalles que aparecen más como adjetivos que como propios eludidos.
Marta Guillemí y Christian Flaschka, quienes tuvieron la oportuna idea de promover el concierto por cuenta propia vía APE Music, sufrieron la ira de mi verborrea a las puertas de la SALA APOLO. Pero como las palabras no siempre se las lleva el viento, ni tienen porque ser necias. El día 11 de Octubre acabó por ser una cita ineludible en el arranque de la temporada más provechosa para los que amamos la música en directo; con permiso de las obligaciones por supuesto.


Lo correcto sería ponerles en antecedentes si no fuera por el prefacio que iguala en desproporción mi incontrolada lengua, mis cortas luces, mis traumas infantiles; y sencillamente porque no lo necesita. Además, me resultaría verdaderamente difícil explicarles el qué de estos artistas, a los que tan difícil me resulta ubicar en un contexto estilístico exacto.
Eso mismo que me pasa con Robyn Hitchcock, Rudy Frame, Prefab Sprout, Jazz Butcher, o Go Betweens, por dar algunos nombres; a quienes jamás he sido capaz de asociar a ningún movimiento concreto, ni falta que hace: La música y las artes en lo general atienden a géneros, a fusiones o a décadas que intentan delimitarlas. Luego están los pliegues, que como las arrugas de la ropa cambian de manera caprichosa y aleatoria según la situación, y que ocultan aspectos que se escapan de las modas pasajeras. Zonas a la sombra que todavía están por descubrir, esa; esa es la verdadera grandeza de la música.



Lloyd Cole tuvo un momento trascendente en su vida, quien con el magnífico debut junto a los Conmotions en ese brillante Rattlesnakes de 1984 apunto estuvo de tocar la gloria. Lo cierto es que con el paso de los años, quizás ya no se mire con nostalgia y despecho lo que pudo haber sido esa banda: Dejaron por el camino un puñado de grandes canciones que iluminaron nuestra juventud, pero a estas alturas sería indecente calibrar la trascendencia de ambas carreras. La de Lloyd Cole & The Conmotions y la suya propia al rebufo de las inclemencias comerciales..

La prueba está en la valentía de la franqueza, con la que se interpretaron este pasado Viernes en el Music Hall de Barcelona. Un repertorio al desnudo, que nos llevó de paseo por cada recuerdo recóndito. En el que finalmente se reencuentran todas y cada una de sus facetas.

Y puede que algunos crean que todas las sesiones acústicas acaban siendo iguales. Que las canciones pierden riqueza, energía, y el atrezzo que las hace grandes e inmortales; y no es así en absoluto, o por lo menos en este caso.
Los hay como Lloyd Cole que ya a lo largo de su carrera hicieron gala de un formato donde el Pop se alimenta del Folk por medio de una guitarra acústica omnipresente y protagonista en toda su obra. Y que ante el temido público, tan solo con su voz y una guitarra; son capaces de redimensionar todavía más todo un cancionero repleto de tesoros escondidos. Donde al final prima la belleza de la canción tal y como vino al mundo, virginal, natural, clarividente, sincera y lo que es mejor, todavía más grande.
El concierto se dividió en dos sets de una hora cada uno, con una pausa entre medio. Porque la verdad, el público también tuvo su parte de culpa en hacer grande la noche. Y eso, es un lujazo que anda cada vez más, en peligro de extinción. Sin embargo fue de esta manera; tan cercano como esa virtud que atesora el autor: Dos guitarras (una enchufada y otra al natural), y su voz. Su discreta voz que con el paso de los años se mantiene, no solo intacta, sino aun más llena de matices y calidez.
Pude aprovechar para tomarme una copa, y con la sala a media luz. Observar mientras apuraba un cigarro en una terraza contigua a una zona más cómoda, el tipo de público que había sido capaz de arropar semejante encuentro con tanta emoción.
Me gusta observar a los que coincidimos allí, y es que durante tantos años me he sentido tan solo al no encontrar con quien compartir esa extraña fijación por lo minoritario. Que cuando me veo rodeado de tantos comunes, no puedo por más que escuchar sus conversaciones, opiniones, e incluso interceder y cruzar una palabra con ellos (por mal educado que parezca).




Aunque tampoco acabe de estar de acuerdo, como es de suponer la media de edad era bastante alta; nada de que ver con el público que suele acudir a los conciertos que pueblan las revistas de moda. Eso sí, todo un crisol de personas a las que te es difícil ubicar en una tribu cualquiera; y es que la mayoría parecía estar tan a vuelta de todo, que jugaba al despiste. Algo totalmente lógico y que me encanta, porque la verdad es que jamás me he imaginado a un seguidor de Lloyd Cole afiliado por estética, más aun cuando sus canciones residen en universo más prosaico y literario que visual..
La noche comenzó accidentada y después de un montón de años acudiendo a conciertos fue a éste, al primero al que he llegado 15 minutos largos tarde: No voy a excusarme en la ubicación de mi morada, fuera de los márgenes de Barcelona y su periferia; en realidad la culpa fue de un exceso de confianza, o de un Viernes ya con las pilas al mínimo. Aunque al final, uno acabe desconectando la tensión de las prisas cuando baja las escaleras hacia el sótano, y se sumerge con gran placer en este mediano Club, maravillosamente lleno hasta la misma puerta. Y allí me quede por respeto, y sinceramente porque la vista y el sonido eran realmente excepcionales.
El gentío respetuoso, boquiabierto, y totalmente rendido al cantante Británico; quien con un cabello ya plateado por el paso de la frontera imaginaria de la madurez, resplandecía bajo un gran foco blanco. Me contaron que dio el toque de magia con su dulzura innata a la sobriedad del teatral escenario del Hall, con los primeros acordes de un “Past imperfect”. Quienes parecían querer ilustrar aquello que a todos nos pasó por la cabeza al sentirse uno, arrullado por un pasado imperfecto, un futuro incierto, e incluso temerosamente presente.
Quien diría que fue nostalgia lo que uno sintió al escuchar esas notas cristalizadas en las acertadas manos de Lloyd, en una especie de sugerente canción. “Rattlesnakes” sonó a verdadera gloria divina, ilustrando el pasado imperfecto de aquellos Lloyd Cole & The Conmotions virginales e hirientes, deslumbrantes en acierto y la luminosidad de sus canciones. Y poco a poco y con cuentagotas fueron cayendo algunas de las joyas escondidas de su último álbum: Una primera “Kids Today” que realmente no cambió en demasía con el baño acústico, ya que aunque se diga de su último disco que recuerda a los viejos trabajos de principios de los 80, tiene un poso muy Folky en casi todas sus canciones. Tal y como comprobemos en “No Truck”; o “Period Piece” y “Diminished Ex” como dos de las grandes que concurren en su STANDARDS/2013.
En cualquier caso me quedo con “Like a Broken Record”, como uno de los temas que mejor ilustran la más reciente carrera del de Buxton, y la que me gustó especialmente de la primera mitad del set. Quizás, porque para seros sinceros, tengo una cuenta pendiente con uno de los últimos trabajos de su regreso, BROKEN RECORD/2010.


Se encendieron las luces y nos invitó a tomar una copa o lo que fuese menester (fumar y paladear un Canadian bajo la humedad de la noche, en mi caso).
Para la segunda parte se reservaron algunas de las más gloriosas canciones, si desestimar “Blue Like Mars” como una de mis preferidas en su última entrega, o “Rose & Myrthe”: Una canción que me acongojó hasta erizarme el cabello el día posterior al concierto, mientras conducía hacia casa de mi Madre. Pero claro, es que para el que escribe significaron mucho en su día aquellos cortes del subestimado MAINSTREAN/1987, como el primer vinilo que cayó en mis veinteañeras manos. “Hey Rusty”, “Jennifer She Said” con el público al unísono: - “Now her name's on you, Jennifer in Blue!!” incluso ese vacilón “Perfect Skin” que enlazaba con el “Chelsea Hotel” que versionó en aquel insigne I'M YOUR FAM.
Cayeron genialidades profundas, íntimas y emotivas como esa “Unhappy Song with Lloyd talking at the end and doing his Tom Waits bit”. Otras como “Young Idealist”, “Lost Weekend”, o “Brand New Friend” todas ellas alhajas de los Conmotions, que se unieron a la fiesta junto a un repertorio que a todos nos puso de acuerdo: Los que crecimos con aquellos tres primeros Lp's, los tenaces que lo siguieron hasta los infiernos, y los bien aventurados descubridores de su talento atemporal, dieciocho años más tarde.
Por lo tanto, escuchar “Don't Look Back”, “Forest Fire”, “It's Late”,  la mismísima “Blue Like Mars” que encabezaba nuestra última Playlist; incluyendo el cierre de "Four Fights", junto a canciones que pertenecieron a un pasado (quizás no tan lejano como pensamos). Con la condición de igualdad que otorga un formato acústico tan cercano, y como tuvimos el gusto de presenciar el pasado Viernes; no tiene precio en panorámica y equidad... 


Y que me perdonen si alguno le defraudó el no encontrar una banda que respaldara el espectáculo. Para mi en lo personal a supuesto el descubrimiento de otro Lloyd Cole, despojado de esa dulzura en ocasiones demasiado aséptica. Para acercarnos a la esencia de las canciones donde nadie gana y todas suman; sinceras, esqueléticas pero bellas, delicadamente hermosas, y tan naturales como la piel de tisú de un niño recién venido al mundo.