martes, 22 de octubre de 2013

NOCHE DE VINO Y COPAS (Superclásico)_2011





Género: Tragicomedia tontorrona.
Nacionalidad: Danesa/Argentina
Director: Ole Christian Madsen

Las tardes cálidas de este Veranillo Otoñal que parece no querer dejarnos al relente del Otoño, dan para ver este tipo de cine sin demasiadas pretensiones. Una tragicomedia con más de lo segundo que de tragedia, que nos llega de Dinamarca; algo ya de por si estimulante. Sobretodo si contemplamos el cine Nórdico con Lars Von Trier estandarte en mano, y los géneros policíacos negros y sórdidos con los que solemos asociar las cintas que de allí nos llegan últimamente.
Ole Christian Madsen

Esta película que llegó a ser seleccionada por aquel año como candidata a mejor película de habla no Inglesa en los Oscar. Está más emparentada a la comedia romántica Francesa o al cine Italiano de los 60, que al estrictamente Nórdico; donde se suele hurgar en las herméticas y a veces atormentadas personalidades de sus habitantes.
Este joven director Danés en cambio, prefiere trasladar el escenario de la historia a Buenos Aires. Donde el carácter visceral de los derbys futboleros Bonaerenses y el carácter latino de sus habitantes ayuda a desproveer de cualquier de rastro Escandinavo la película, dando esa inmediata sensación de cine latino que la caracteriza; quitando al guión y a sus protagonistas de cualquier tipo de trascendencia profunda. De echo en esta película no hay escena , situación o momento, en el que su director no eche mano de su protagonista; que roza lo infantil. O en algunos casos incluso de quizás demasiadas frivolidades para eludir el tono dramático, doloroso y melancólico en el habitualmente trascienden este tipo de situaciones, y del que precisamos para creernos seria la fórmula: Marido despechado que no asume que lo han dejado por otro más joven y dicharachero, y que viaja a Argentina con esperanzas de recuperar a su mujer. Hijo/víctima adolescente desubicado en medio del dilema, y la típica crisis de los 40 que a todos y a todas nos acecha.
Como es evidente Christian intenta con su viaje recuperar aquel amor perdido entre dos mundos totalmente enfrentados: El de su pareja inmersa en el mundo terrenal de las finanzas futbolísticas y el suyo propio, dedicado al mundo de los vinos (aunque sobre este aspecto se pasa más bien de puntillas). En medio de este argumento manido hasta la saciedad ocurren un sinfín de situaciones que son los que le dan un poco la salsa al desarrollo de la historia: Relaciones cruzadas, la aparición del exitoso novio estrella del fútbol, humillaciones, y una realidad dramática a la que en todo momento se intenta barnizar con una felicidad un tanto idiota.
Sí, es cierto, la historia que se nos cuenta con esa voz en off, modo fábula durante hora y media, está plagada de clichés y tópicos. E incluso acentuado por el echo de ser un director Danés precisamente, el que se sirve de los tópicos más sobados sobre los Argentinos y Buenos Aires; aspectos que pueden resultarnos negativos, o incluso tan simplones como para atestiguar los adjetivos que le ha dedicado mucha de la prensa especializada (en especial la Norteamericana).



Es evidente que se podría haber profundizado en detalles como lo espiritual del mundo del vino y lo visceral del deporte balompédico. Regodearse con el drama de una ruptura o tirar por lo recurrente de esa voz narrativa, que nos predispone a un paisaje esotérico donde el amor renace como algo intangible y sobrenatural. Si se animan a ver el film en cuestión seguramente le encontraran toda esa serie de defectos, carencias, y algún fallo más; pero seguro que por lo menos les hará esbozar ni que sea, alguna mueca de sonrisa.
Yo solo puedo deciros que fue precisamente por esa imagen tontorrona por la que me gustó. Porque en ningún momento intenta alardear de solemnidades, ni trascendencias innecesarias y falsos espiritualismos. Porque no quiere ir más allá y no lo disimula en absoluto. Y porque transmite la sencillez del amor, de las relaciones, y de los tópicos dejando de un lado nuestra pequeña obsesión por retorcer algo tan banal y pasajero como el amor.
Seguramente no será una película que grabará mi memoria en un altar; ni falta que hace. Porque seamos justos, puede que nuestros gustos o nuestro afán por buscar constantemente la sorpresa y la reflexión nos haga dirimir y precipitar nuestra vara de medir lo brillante, lo vulgar, o lo mediocre. Pero en ese camino, jamás deberíamos dar un veredicto rotundo a las cosas que pasan ante nuestros ojos; sin antes contemplar la mínima posibilidad del contexto o del punto de vista.

1 comentario:

  1. Tranquila natalia, no hay problema alguno. Gracias por interesarte y ponerte en contacto y no dudes que pasaré a echar un vistazo a vuestra iniciativa, que dicho sea de paso así a bote pronto parece interesante; aunque yo sea muy dado a estas cosas.

    Un saludo y buena suerte en vuestro proyecto.

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