miércoles, 16 de abril de 2014

RECAREDO ROSAT INTENS_2010: ROSAS DE LOS VIENTOS




Bodega: Cava Recaredo
Tipo: Vino espumoso reserva
Uvas: Pinot Noir 90% Monastrell 10% de Cal Mota
Graduación: 12%
El degüelle se realiza a mano sin congelación del cuello de la botella.
Envejecido 33 meses en botella
Precio: 18 Euros aprox.

Las enseñanzas que me han proporcionado el paso de los años, me han ayudado de una forma prácticamente rotunda a saber lo que de verdad no me gusta: No me gustan los políticos en general, y esa incisiva manera de cargar la culpa al pueblo llano sin tener la decencia de pagar sus errores. Detesto esa opinión general de juzgar al prójimo, sin mirarnos a nosotros mismos, y sobre todo repudio la envidia o la falta de mesura en nuestros criterios. Además de no soportar el sonido que emiten los perros y a quienes los adquieren como abalorio, en un entorno que no sea un campo para correr. En cambio y por suerte, he aprendido a desechar de mi vocabulario el “esto me gusta!!”; como quien se cerca el campo con miedo a perderse.
En un tiempo defendía con rotundidad “el me gusta”. Ahora sin embargo, son pocas las cosas que me gustan absolutamente. Y prefiero dejarme sorprender por mi gusto variable: Probar, estimular los sentidos, observar la relatividad de las cosas y la nuestra propia... No hay nada más estimulante en esta vida, que derribar convencionalismos y reeducarse constantemente: Aprender de nuestros horrores, batir en duelo a nuestro criterio, o proponer un... ¿Haber de lo que somos capaces?


Es cierto que todos tenemos nuestras preferencias, y ante la duda, no hay nada que nos haga sentir más seguros que inclinarnos hacia lo conocido. Pero... si ya sabemos lo que nos gusta, ¿porqué no disfrutar y dejarnos sorprender por aquello de lo que dudamos?
Os puedo asegurar que no hay nada que me excite más, que ponerme en manos del instinto y de la curiosidad; esos dones que nos ha dado la naturaleza y que tanto reprimimos.
Y no es que se deba tratar de un empeño por forzar lo que no es natural. Si no un dejar que sea nuestro espíritu el que no nos ponga límites, y fluya cual zorro curiosón: Aprender de las disonancias y de los contrastes, saber disfrutar de nuestras diferencias, y sobre todo disfrutar reactivando nuestros sentidos. En la música, en el cine, en nuestras relaciones, con la comida, con lo desconocido... y claro está, con el vino también.


Llegados a este punto y poniéndoos en preaviso; del cual me jacto de no ser en absoluto un amante empedernido de Cavas, espumosos, Champagnes y otras bestias pardas. Y teniendo la certeza de que difícilmente podré (podremos) evitar nuestras preferencias: Esas que hacen de manera inconsciente, que nos inclinemos por esto o aquello a la hora de definir nuestro perfil, y en definitiva nuestro carácter.
De un tiempo acá y en impulso casi parasitario que no controlo, y por el cual me dejo llevar de la manera más despreocupada posible. No hay encuentro propio o extraño, en el que no descubra una maravillosa diferencia con quien comparta mesa, y que me anime a exprimir mis sentidos. En ese esfuerzo que no es más que en realidad, un viaje sin retorno a nuestro interior. Y donde el mecanismo natural de nuestro cuerpo, es el que comanda nuestra nave: Brazos flácidos, piernas relajadas, ojos en blanco y... caminar, caminar sin disponer resistencia alguna...


Del Cava y de su conexión directa vía Champagne, con el vino corpulento y exigente él. Hay otra raza de espumosos que llevan a hurtadillas y con discreción esa elegancia, al punto más alto a la vez que arriesgado. Y en los rosados (tan de moda ellos ahora) el punto de inflexión entre lo que el público en general se cree que busca, y los más atrevidos que van más allá de las meras formas.
La bodega Recaredo siempre lo ha sido de alguna manera. Una que junto a Bertha, Juvé Camps, o Mestres (y alguna más que en mi neófito desconocimiento me dejo). Que han acercado a un servidor, otra manera de disfrutar de un espumoso a un precio más o menos admisible. Y por supuesto, la oportunidad de hacer del gusto por el cava de amig@s. Una ocasión para descubrir cosas nuevas ante una mesa, mientras derribamos mitos y eso sí; nos divertimos a tumba abierta.


Aprovechando que estamos inmersos de pleno en las liturgias de la Semana Santa. Y que aquí uno, tiene la condición innata de alentar su paganismo de la manera más vocacional; desde aquella truculenta comunión de la infancia. Considero y convengo, que no hay mejor manera de ahuyentar las zancadillas de la vida. Y de conciliar una semana de padre a tiempo completo con niños, y de remembranzas hospitalarias. Que dándonos a la mala vida evocando cenas inolvidables en forma de caldos, y momentos brillantes por su insignificancia y por su improvisación. Vamos que si hay áurea divina posible. Que sea la de los momentos inolvidables porque sí, sin necesidad de celebración ni conmemoración.
Con esa conjura como premisa me dispongo a afrontar esta dura semana. Viajando con la mente a pequeños momentos puntuales y determinantes. Y abriendo la veda con uno de los mejores Cavas Rosados que he probado; por lo menos el que más ha despertado mis sentidos. El de Recaredo: Un cava con tanto terruño como ambición.
Soñando y viajando por el paraiso


Basta con contemplar su rubor purpúreo estallando en la copa. Ese brillo de profundidad incandescente, para sospechar que estamos ante un Cava Rosado fuera de lo común.
Una intensidad en color que hipnotiza y embelesa, desde el justo momento en el que estallan las burbujas. Y se disponen alineadas de forma ascendente en el centro de la copa; mostrando la finura y delicadeza de las mismas. Dando todo el sentido posible a su principal calificativo, INTENS. El acercar la copa a la nariz y embriagarnos con su oloroso perfume: Rosas, grosellas, piruleta, fresones... con efluvios verdes del frescor de un jardín recién regado.
En un primer vistazo puede parecer un cava excesivamente balsámico, que deje entrever esas familiares reminiscencias al Cuvee Desert de Parxet; un cava alto en azúcares diseñado para postres. Pero no, el rosado que han elaborado los Hnos Mata (hijos de Recaredo) es algo que va más allá de un simple rosado al uso. Ya que el primer ataque en boca derriba todos los mitos sobre nuestras creencias, en lo que debería ser un cava rosado; o como mínimo como lo son la mayoría.
En boca se deshace el carbónico en un grano milimétrico que rompe el probable empalago, en una frescura sin igual. Notas minerales a hojarasca, profundidad y persistencia, eucaliptos, mentolados, y una fruta roja golosa que estalla en la boca invitando a más. Su beber es tan fácil como versátil, y eso se debe en parte al perfecto cupage de las uvas y en su terruño presente. Haciendo de INTENS, un cava que aúna la personalidad e intensidad de una amable uva tinta como el Pinot Noir. El color y frescor del Monastrell, y el espíritu de la elegancia desinhibida que atesoran los Cavas del Penedés.
Fuente: Equibru (http://equibru.blogspot.com.es/2011/12/caves-recaredo.html)

RECAREDO ROSAT INTENS es el paradigma donde confluye el mimo artesanal y natural a la hora de mimar un producto: De manera honesta y sin intrusismos, con degüelles manuales sin congelación, con una elección precisa de la viñas y sus ubicaciones, y unas cuidadosas crianzas donde la mano del hombre es tan solo un instrumento de la naturaleza. Y la espontánea y espiritual juventud de sus dos vástagos.
Dando así un producto que se acomoda a cualquier momento o comida. Y que mide su incontestable calidad en cuanto el termómetro lo atempera a un frescor sutil, sin necesidad de que lo escarchemos; un hábito erróneo, y por desgracia bastante extendido en blancos y cavas. Destapando un cava expresivo con toques vínicos, a la vez que su frescor y tenue acidez hacen de él un Reserva tan amable como goloso.
¿Maridar? Marida a la perfección con el simple echo de ver despuntar el sol y celebrar un nuevo día.


Aquí un testimonio sonoro de las conversaciones que mantuvieron Orlando Lumbreras y Ton Mata en placeres mundanos. Un podcast del programa de radio 3, donde música, tradición y sentimientos, se marida a la perfección con los espumosos de Recaredo:http://www.rtve.es/alacarta/audios/placeres-mundanos/placeres-mundanos-recaredo-serenidad-del-cava-09-02-14/2384040/

 

martes, 8 de abril de 2014

ESTOY CON TOY!!_ Sala Razzmatazz 2 (antigua Zeleste)_ 03/04/2013









Amaneció el Jueves Barcelona envuelta en agua y barro. El cielo encapotado y una espesa niebla que bajaba desde Collserola que unía en un degradado cromático, cielo, tierra y mar. Un escenario tan dantesco que se podían moldear muñecos de fango sobre el capó de los coches. La tonta de mi cabeza inmersa en preocupaciones demoníacas, y mi otro hemisferio jugando con las palabras y chapoteando en el recuerdo de una gran piscina de plástico. Es lo que tiene el caprichoso cerebro, que en cuanto hay un momento por el que desconsolarse, huye despavorido hacia los recuerdos más banales de tu memoria.
Aquellos que me atizan y me consuelan masajeándome hipotálamo, frontal y occipital. Me veo y me observo desde el crematorio del tejado de mi hermana, mientras macero treinta años atrás en una gran piscina de Toi, y la canícula Jienense me derrite en pleno Agosto. Lo que podría ser un juego de palabras de lo más imbécil me traslada; que se le va a hacer si es lo poco que tenemos los organismos simples, para asirnos y salir a flote.
Si los recuerdos juguetean en nuestro cerebro ya licuado por la edad; como decía Javier Cansado. Para que resistirse y forcejear ante el asalto navaja en mano de nuestro pasado.
Cada evento, movimiento, o por intrascendental que sea un concierto. Lleva a remolque siempre o casi siempre el recuerdo de un glorioso pasado, donde cada nueva visita era celebrada como un día especial que grabar a fuego en la vida de un joven imberbe.
Por lo tanto acudir de nuevo a la legendaria sala Zeleste, ahora Razzmatazz, tiene mucho de imborrable remembranza: Mi pérdida de virginidad a los 15 con Siniestro Total, ese caustico concierto de Jesus & Mary Chain en el 92... El de los Violent Femmes, Jethro Tull, o el último indeleble concierto de James.
Fueron tantos los que acudí a ver con la veintena de años, que volver después de casi seis sin pisarla. Hace que vuelva a fotografiarlos en mi retícula cerebral.


El de TOY en la presunta sala dos de Zeleste (remarco), aunque finalmente fuera en la más minúscula sala 3; dos pequeñas salas de reducido tamaño que están en el trastero de la vieja factoría. Tenía mucho de ejercicio sintomático de la memoria, pues allí por ejemplo, fue donde vi por primera vez a New Model Army en el 94, a Czars y Devics en el 98, o el perpetua despedida de Pavement en la gira del “Terror Twilight” del 99.
Una sala ropero que tiene tanto de tugurio como de la misma esencia que desprenden Toy: Ese hermetismo casi ceremonial donde las postrimerías del PostPunk y de los sonidos oscuros, se debaten a ostia pura entre la actualidad y la nostalgia.
Como era de suponer y teniendo en cuenta que los teloneros TRAJANO! y ellos mismos, beben de la misma fuente. La sala no tardó mucho en abarrotarse de aquellos que todavía vamos buscando entre lumbalgias, achaques, y resacas mal digeridas, ese mojo que se esconde entre la maleza y el lodazal. Ese algo inexplicable que nos conectaba espiritualmente con nuestros mecenas de principios y mediados de los 80. Y que en contadas ocasiones se vislumbra como un aura divina en algunas bandas de la actualidad.


Sería aventurado y tendencioso afirmar que Toy tienen ese don de autenticidad que los hace creíbles. Pero desde luego son de las pocas formaciones surgidas en el Reino Unido, capaces de navegar en tierra de nadie.
En esa franja casi imperceptible donde los oscuro no suena extremadamente oscuro, donde sus destellos de Pop no son los suficientemente obvios como para etiquetarlos como Pop. Y donde su deuda con el Rock, puede presumir de ser tan solo una evocación elegante y comedida a aquellas bandas que navegaron con rumbo fijo en una prefectura sin denominación de origen: The House of Love o The Church serían un buen ejemplo.
Es probable que sea ese el motivo por el que divagan entre la dulzura de su repertorio más dulce y melancólico. Y esa inevitable forma de incidir en un Shoegaze más espacial, denso y progresivo. Mostrándonos una banda más rotunda sobre el escenario, y menos esmerada a la hora de explotar la riqueza de su repertorio; un dilema de banda todavía joven que como tal, todavía tiene que crecer.


En cualquier caso también es un hándicap o quizás una ventaja, como les sucede a TRAJANO!. La joven banda de Madrid, que amenizó a los pocos avezados que nos dimos cita en el preludio del acontecimiento. Y que nos ofreció un set de casi una hora, donde desgranaron su Ep de debut y las nuevas canciones de su inminete “Antropología”; que verá la luz este próximo mes de Abril.
Una actuación bajo el influjo de Joy Divison, y donde por momentos les fue imposible abstraerse de ese perturbador perfume punk Nuevaolero de la movida (Decima Víctima, Derribos Arias, o Golpes Bajos). Que todo sea dicho, fue lo que más me gustó de ellos. Como una justa reivindicación, a ese personal estilo que tenían las bandas nacionales de principio de los 80, a la hora de reinterpretar aquellos cánticos que llegaban de las islas.
Un sonido nítido y musculoso, donde batería y bajo llevan la batuta. Para que sean después Álvaro Naive (teclados) y su cantante y guitarra Lois Brean, los que acaben por entrelazar su personal punto de vista sobre el Postpunk y el New Wave. Donde pese al inteligible discurso vocal de su cantante, resulta gratificante ver como todavía sigue intacta la influencia que ejercieron esas bandas que nos bautizaron a los cuarentones. Y además hacerlo con tanto pundonor pese a su juventud, y el riesgo que conlleva apostar por ciertos estilos.


Sobre las diez de la noche y ya reunido con mi querida ATTICUS; con quien compartí unas cervezas y el pacto diablesco para acudir al concierto. Entre saludos y reencuentros con viejos amigos, a los que nos seducen esos destellos ochenteros en la música actual, tanto o igual que a una polilla la luz. Fuimos alcanzando posiciones a la espera de la aparición de TOY; quienes regresaban a Barcelona por segunda vez, con un nuevo disco que aparecía en el epílogo del 2013. Un “Join the Dots/2013” que anda muy a remolque de su prometedor disco de debut. Y es que Toy tenía tantos motivos para ilusionarnos como fisuras tiene éste último.
Y no es que su última y precipitada entrega, sea ese temido segundo disco que tanto pesa a la hora de debatirse entre la evolución o el cambio. Pero es que tras su inicio con la inconmensurable “Conductor”: Del que me recuerda personalmente y en positivo a Appliance, dando sentido a los largos minutajes en pos de un Krautrock que hasta puede lonchearse. Lo que viene tras eso, parece gustarnos porque nos recuerdan a sus mejores temas del primer álbum.

Sonó “Conductor” y repentinamente el público asistente fue rodeando el escenario hasta hacer de la minúscula sala, un envasado al vacío. Donde se condesaba el olor a chotuno, el poco uso del desodorante; en una fragancia que turbaba a la par que sedaba. Pasando por “Colours Running Out” para certificar la inbatibilidad de los temas estandarte de su primer disco, hasta recalar en “Too Far Gone to Know”: Uno de los cortes finales de su último disco, y donde más acusan su influencia del Shoegaze más vaporoso y a la vez contundente ¿Los primeros Ride quizás?
Con la hipnótica “Death & Gone” acabaron por poner la puntilla y marcar el rumbo del concierto: Una puesta en escena musculosa y guitarrera, donde la banda en primera línea de fuego, con Charlie Salvidge a las baquetas. Nos pusieron en antecedentes de por donde iba a ir la cosa.

Toy es desde luego una banda que parece sentirse bastante más cómoda elaborando atmósferas progresivas, densas, y demoledoras. Que exprimiendo esa otra cara más armoniosa y exigente; donde Tom Dougall debe exprimir su limitada voz, ante el sonido potente de la banda. Con lo cual “You won't be the same”, “As we Turn”, o “It's been so long” se salvaron a duras penas por los coros de Maxin Barron con esas pintas de heavy reinsertado, su excelente bajo, y los socorridos teclados de Alejandra Diez.


Por suerte los Londinenses tienen otros argumentos sobre el escenario, como para que los presentes disfrutásemos como unos enanos.
Y es que sin ser el suyo un talante catedralicio. Para todos los que como yo, miden las canciones por la emociones que nos transmiten; más que por su interpretacción matemática. El savoir feir de ver una banda atrincherada en un diminuto escenario creyendo en sus armas, independientemente de los malos vientos que azoten y ver al personal disfrutar. Es suficiente para dejarse llevar por la emoción. En ese sentido “Kopter”, “Edlessly”, “Motoring”, “Join the Dots” o la increíble “My Heart Skips a Beat” nos dieron a todos esa dosis de elevación sensorial. Como para calificar a Toy de una banda que pese a vivir de las rentas de nuestros recuerdos. Ejercen una democracia, por la cual todos y cada uno de nosotros elegimos hace tiempo nuestra ruta musical, dejando de lado juicios sumarísimos y patentes estilísticas.
Así que concluido el encuentro, luces al aire!! Con el reflejo de las mismas en las retinas de los presentes y un paisaje retratado a lo Claude Monet en nuestro interior. Los saludos con los últimos sorbos de cerveza aun en el paladar, la satisfacción de pequeños y grandes y como no... Ver que los sentimientos consensúan a los presentes, sin importarle demasiado los inconvenientes; tiene tanto de agradecido como de imprescindible.

El redoble de tambores lo pusimos Marta y el que aquí rubrica, con una charla en las postrimerías. Que tiene tanto de lucidez concluyente, como del inexplicable fenómeno que nos supone a los que vivimos la vida en clave de tempo allegro continuo.
Nos dispusimos a cruzar la calle bajo un intervalo de lluvia más clarificadora. Y para que la misma nos regara en forma de cerveza salvadora nuestros adentros. Allí, en el bar de enfrente y acompañados por Toy y Trajano!; que hidrataban espíritus y pormenorizaban la belleza de lo intrascendente. Pusimos fin a la noche con una de esas charlas tan necesarias y vitales, como el mismo echo de nuestra misma presencia ahí. Algo que hace grandes los momentos, tanto o más como el intento pasado el tiempo de intentar capturarlos, cuando en realidad revolotean en nuestra memoria. ¿Será por que son únicos?

lunes, 31 de marzo de 2014

DANNY & THE DARLEANS_2013: CANELA EN RAMA!!





canela s. f.
1   Segunda corteza de las ramas del canelo, de color marrón claro, olorosa y de sabor agradable, que se emplea como condimento generalmente en platos dulces.
2  fam. Persona o cosa de mucha calidad o que gusta mucho: -Este vino es canela, nene!!

Conmigo trabajaba hace años un compañero bajito, rechonchete, y de tez sonrosada, originario de Jaén (jubilado ya). Quien empleaba esta afección junto a otras, para mostrar la emoción del momento, jolgorio y placer: - Niño, esto está canela!!
Aquí uno que comparte procedencia, y ese terruño hacia el lugar que me vio nacer junto a que toda mi familia; la que llaman la tierra del ronquío. No puede por más que enaltecer cualquier modo de exaltación rockanrolera, con ésta o con cualquier otra que se le precie: niquelao!!, chapó!!, Delicius!!, yeah!!, Wouw!!... y así hasta hartarse.
Y es que hay cosas muchachos, a las ni la ciencia ni la teoría han tenido narices de ponerles nombre; por lo menos un nombre que las definiera con total fidelidad. Son ese tipo de fenómenos naturales y espontáneos tan inexplicables como sabios: El acto reflejo de mirar hacia arriba cuando lo hace otro. El sonreír ante un tropiezo, por más que nos compadezcamos. O el balanceo automático de la cabeza cuando por ejemplo suenan cosas como el “Boo-da-lye”, de estos profanadores de cementerios industriales; que son los Detroinianos Danny & The Darleans.
Tres auténticos bicharracos, fémina incluida, criados e instruidos entre las derruidas factorías de Detroit. Donde todavía se puede atrapar con las manos el hedor a hierro, humo, y taladrina, para olisquearlo y embriagarse con él.
Allí donde entre tugurios todavía se puede apurar una cerveza bañada en Bourbon; para olvidar las cartas mal dadas, con una buena actuación en directo de los Dirtbombs, de Detroit Cobras, o añorando a los Von Bodies.


De allí partió hace un buen puñado de años Danny Croha. Quien tras hartarse de recorrer medio mundo con sus Demolition Doll Rods en veladas con The Cramps e Iggy Pop. Decide sentarse, ¿reflexionar?, y fundar en el 2008 junto al endiablado baterista Richie Wohlfeil los actuales Danny & The Darleans; más tarde se les uniría la bajista Collen Burke.
Una especie de triángulo de satanás, que conjura con una eficiencia sin igual el Garaje Rock de los sesenta. Como quien quisiera dotar de una merecida envergadura, los ritmos más elementales y elevarlos al cuajo de donde todo nace. Poniendo si se tercia la vida en ello.

Pero lo verdaderamente memorable de este puñado de composiciones. No es el simple echo de condensar el espíritu efervescente y primitivo de los Sonics, The Seeds, The Sparkles, o de Kingsmen, siguiendo al dedillo los libros de historia; que es de agradecer. Si no su llamativa forma de insuflar aquello que todo viejo “renegao” desea: Caña de la buena, mala baba, vigor... pero vigor natural sin colorantes ni aditivos. Ya sabéis, aquello que uno siente que le recorre el cuerpo, pero que difícilmente puede explicar poniéndole un nombre, adjetivo, o explicación científica.
Es mucho más sencillo darle al play. Y dejarse de monsergas con las que teorizar, sobre algo que penetra en nuestros pabellones auditivos, y actúa con la misma eficiencia que el viejo motor de un Mustang Fastback.
O reposar el brazo ejecutor de nuestro tocadiscos. Y darle así la merecida liturgia, a algo que suena con la cavernosidad y mugrosidad de un buen ungüento de aquellos años.

La sacudida con la que arranca “Don't get in the Car”, viendo planear a The Hives. El coger velocidad con los ritmos ye-yes de “It's about my baby” donde los redobles de los tambores invocan a Small Faces o a los Kinks. Ese deje vocal y esa cadencia tan familiar de “How many Times” que nos ensarta con el aliento sobre el cogote de Mick Jagger o de Danny Phay. O el Blues Rock que destilan en “Why” como unos sucios Wave Pictures.
Aunque hay que esperar pacientemente hasta el corte ocho, para darnos de bruces con dos de las mejores rúbricas de este refrescante acierto: “Don't ask the Question” y “Doo-da-lye” son ese pisotón final al acelerador, donde tal y como hacían Dr, Explosión: Aúnan la inmediatez del garaje, y el trote imperecedero del Rock&Roll. Invitando a degustar este maravilloso artefacto de principio a fin, y sin dudas posibles. Y cerrando con dos fantabulosas “You Treated me Bad” y “Can't Kill the Rooster”, para arrastrar nuestro maltrecho cuerpo hacia las periferias. Y morir en paz mientras nos bendice el PunkRock, el Blues pendenciero, el Garaje o lo que la santa madre naturaleza nos evoque.


Danny & The Darleans se  sacaron el pasado año debajo de la manga, el elixir perfecto a mis plegarias. Un disco que como tantos, se quedó a la deriva de listas y rankings (incluyendo la mía propia).
Y que como un salmo benefactor consigue eso mismo que se propone: Puntualizar sobre en lo que en parte adolece alguna de la actual música, y hacerlo sin el más mínimo rubor ni miedo a ser tachado de refrito insustancial o revival machacón.
La música señores, es un círculo vicioso donde a veces, lo verdaderamente importante es encontrar el equilibrio entre el pasado y el presente. Avanzar hacia adelante, pero sin dejar de perder de vista la esencia primordial de la música.
Renunciar a la trascendencia del Rock, en un mundo donde todo se envuelve en celofán, se le pone un lazo, y se perfuma para convertirlo en algo nuevo. Es tan inútil como meter la cabeza en un agujero, cerrar los ojos, y taparse los oídos. Y aunque las fenefas, volantes, y las brillantes luces de los fastos nos quieran convencer de que los adornos hacen más por la cosa, que la cosa en si. Yo me quedo con las enseñanzas instintivas de los animales, las que nos hacen hacer cosas porque sí. AUUUUUUUU!!!