jueves, 23 de octubre de 2014

FINCA PARERA, 20.000 LEGUAS DE VIAJE SUBTERRANEO




Pudo ser una noche cualquiera de Primavera por la serena, templada,estrellada y apetecible placidez de la misma. Pero no, fue la de un Octubre al borde de la dualidad personal; quien en un ataque de bipolaridad acusada se creyó por momentos el dios Tamuz de la floración.
Una disyuntiva que me viene al pelo con el final de la novela reseñada en mi última entrada; cuando el protagonista acababa a las puertas del 99, esperando dudoso el cambio de milenio. Ahora que ya llevamos 14 años milenaristas, y que nos debatimos entre el futuro apocalíptico e imparable, y la esencialidad de nuestro pasado ancestral. Quizás sea la edad, puede, pero... me juego el pescuezo a que más de uno llegado a plena madurez, se ha planteado semejante reflexión: ¿nos estaremos dejando por el camino en implacable avance hacia el futuro, lo mejor, lo más esencial?



Fue por eso que la prospección hacia las profundidades de Vadebacus de la pasada semana, tenía más de incierta, temerosa e inconsciente. Una de esas tentaciones en las que uno cae aunque sea a tientas como Jean Marais al atravesar el espejo hacia Tánatos. Solo que con la suerte de contar con Rubén Parera & Íñigo Haughey ejerciendo de timonel y contramaestre, a los mandos de una enorme lombriz mecanizada. No fue el Nautilus el que nos llevó hacia las inciertas profundidades del terruño, ni Julio Verne el que nos instruyó visionario sobre los devenires del futuro. Sino un enorme anélido hecho de desechos naturales el que se encargó de acomodarnos y casi a tientas, descubrir las intimidades de eso que todo el mundo tiene en boca, el ecologismo, y que pocos conocen como Rubén & Co.
Jóvenes viticultores de uñas negras, padrastro rebelde y yemas encallecidas, que pese a estar instruidos en mil facultades de técnicas infalibles #ingenierías, enología. Fue allí, sobre el terreno, donde su visionario padre los guiara hacia el inminente futuro que se avecinaba sobre una familia; que había vivido históricamente del frutal, y la crisis que se cernía en los 90. Un giro radical hacia la vid y el cultivo ecológico que no es más que un regreso a las técnicas ancestrales; antes de que en los 70 BAYER, BASF y otras químicas, dieran el braguetazo con herbicidas, funguicidas y todo ese ejército de químicos con el que vendieron la panacea al ruinoso campo.
Desde entonces tanto ha cambiado todo, que cuesta imaginar un cultivo intensivo sin esos productos que liquidan los ecosistemas naturales y diseñan variedades indestructibles; como los tomates que se venden en las grandes superficies. De echo, la actual esclavitud de la agricultura, es un noproblema debido más a una industrialización del campo, a la superproducción y a la dependencia para con las químicas con beneficios desorbitados, que a un verdadero problema de inviabilidad del cultivo ecológico o un sobrecoste; no en vano, Bayer gana más del triple con productos químicos para el campo que con la famosa Aspirina.
Cola de caballo y polisulfuro, antifúnguico natural
En realidad es una cuestión más de filosofía y metodología de trabajo que cualquier otra cosa: Ahorro de miles de euros en productos químicos, e inversión en un seguimiento más cercano del cultivo y más horas de trabajo. Resultado: Campos con su ciclo natural inalterado, dinamización de las parcelas desde la tierra con compuestos naturales, y en este caso, vinos con una personalidad que nos habla de su climatología, de su entorno, y en definitiva de su identidad única e intransferible.
Íñigo, Rubén & Jordi Parera


No penséis que todos estos datos me los he sacado de la manga. Son solo una parte. Porque no habría entrada capaz de contener todo los que se habló en el trayecto subrepticio al que nos sometimos; el que aquí apunta, es tan solo un Bob Esponja que absorbe y escurre en su más profunda humildad.
El viaje que fue largo e intenso en este caso de pasión, emoción y creencia casi religiosa en lo que se hace. Dio para nutrirnos cual viñedo, desde las raíces ancladas a la tierra hasta sus hojas más altas; las que modulan a modo de parabólicas las brisas marinas que acarician el Mediterráneo, y las insolaciones más largas.
Se habló de aquello que solo trasciende en la intimidad y que se debe medir ante el control inquisitorio de organismos y D.O's. También del proceso incasable de una generación joven que absorbe conocimientos complejos, pero básicos a la vez: Aquellas inventivas de pageses austeros que ponían en las manos de la naturaleza, los procesos de elaboración del elixir prometido.
Homogenización manual de compstage natural

Su camino y decisión es largo, pedregoso... Pero puede que en poco tiempo veamos con nuestros ojos el renacimiento de una D.O Penedés, que ha cometido el mismo error de otros clásicos territorios (Rioja o Ribera de Duero). Pero que está en el camino de ser la primera denominación de Origen totalmente ecológica, como el primer anhelo utópico que se propusieron Recaredo, Can Rafols o Albet i Noya junto a otros muchos pequeños productores.
Un aprendizaje para gestionar un territorio, el de Alt Penedés, que debería ser junto a la viña. Una punta de lanza para encontrar el equilibrio entre paisajismo, su heterogeneidad, y otro Penedés posible.


Finca Parera está en el camino, siendo como es una bodega joven y ambiciosa que ha puesto el marcador a cero. A mediados de los 90 decidió trasladarse a Sant Llorenç D'Hortons, dejando atrás huertos y frutales, para buscar zonas fértiles de secano, concentrando su producción en Olivos, Cerezos y Ciruelos, con el cometido de cercar las viñas junto a las zonas boscosas del Sur, y el macizo de Montserrat al norte. En el centro los viñedos protegidos de la intrusión de posibles cultivos noecológicos.
Se partió desde un primer e idealista proyecto, el Sassó Parera Minguet 2010; en homenaje al primer amigo que les cedió la Masia Minguet (Papiol), para instalar maquinaria y elaborar este curioso blanco. Un cupage de Xarel.lo y Chardonnay poco entendido por los restauradores, del que tuvieron que idear un ingenioso decantador para que éstos pudieran entender la complejidad de semejante vinazo y servirlo en perfectas condiciones en restaurantes. 3.558 botellas de las que a día de hoy están totalmente descatalogadas, con prensado a pié de toda la vida, con crianza en barricas de Acacia, y con un poder de envejecimiento envidiable.
Decanter by Parera
El único vino conocido por los allí presentes, desde que tuviésemos el gusto de acabar con las existencias que allá por el 2012, cuando nuestro vigía Xavi “Solanet” nos brindara la ocasión de disfrutar de sus virtudes: Un vino cerrado de inicio y muy volátil en un primer envite. Que una vez henchido de oxígeno, se abre como una flor repleta de aromas oxidativos ajerezados, frutas blancas y mucho fruto seco (avellana, nueces...). También hierbas aromáticas, hinojo, raíces, Jenjibre... Un vino con cuerpo, postgusto largo, seco, untuoso y buen compañero de manjares potentes.

Además de observar su evolución tras los cuatro años de botella que lo ha amansado ligeramente. Tuvimos también la oportunidad de compararlo con su hermano más joven, Sassó 2012; esta vez 100% Xarel.lo y sin los errores que según Rubén, tenía ese primer vino (benditos sean esos errores que dan anomalías como la del Sassó).
El nuevo Sassó es más goloso en nariz y mucho más abierto, más accesible. Con una nariz cromática de amplio espectro nos da mucho más y de manera inmediata: Ahumados que quedan en su segundo plano tras la aparición de, ahora sí, las avellanas, toques salinos a piedra y playa, pedernal, hierbas de monte bajo (hinojos,eucaliptos), algo de fruta cítricos sobretodo. Pero que recuerdan más a la cáscara y a ese toque maduro y amable de las claudias.
Paso de boca glicérico y amielado, persistente pero bastante más fresco que su antecesor. De veras que no parece extraído de sus viñas más jóvenes.

Lo cierto es que los prolegómenos de la cata los hicimos con sus tres vinos más jóvenes. Aunque desgraciadamente y debido principalmente a las fechas de la misma; con la nueva añada 2014 apunto de envasar y la 2013 de caída. Roig y Fosc son los que más acusaron la falta de frescor y expresión, que resaltan en la idoneidad de consumo que de Otoño al final del Invierno. Sin embargo y aunque bastante bebibles, fue el Clar quien puede que al estar vinificado con las viñas más viejas (curioso), mostró una longitud y tenacidad heróica.
Vinos de consumo y RCP superatractivos, que intentan visualizar la franqueza de las viñas con un tratamiento radicalmente natural y sin intrusismos. Y que plasman en contacto del vino en boca directo, sin intermediarios que confundan al consumidor con inventos que no sean la sencillez, espontaneidad y frescura de los mismos.

Y el final de la travesía no pudo ser de mejor manera. Con los primeros rayos de luz alumbrando en final de las galerías recargoladas, descensos directos y veloces hacia los interiores, que nos condujeron hacia un mayor entendimiento del significado del cultivo biodinámico. La pasión desatada de Rubén cuando habla de la aventura que le supone el aprendizaje en contacto con el campo, en un diálogo continuo con la tierra, las viñas, su poda y cuidado. El sentirse cómplice del dinamismo que ejercen los tratamientos ancestrales, y el resultado final: Con vinos inimitables que ilustran un modo de trabajo ecológico extremo.
FAUST, tanto el 2008 y el 2010, que dan la medida de la evolución tan asombrosa de un tinto clásico de Cabernet Sauvignon 45%, Merlot 30%, Ull de Llebre 15% y Garnacha tinta 10%. Criado en barricas de segundo uso y dos años aprox. de crianza. Pusieron el lazo final junto al único KHRÓNOS; un buque insignia reserva 2007 de Sumoll, Tempranillo y Garnacha.

Tres vinos imponentes que poco o nada tienen que ver con lo que el público presupone de un Penedés inmobilista y acomodado. Vinos de personalidad rotunda y cuerpo musculado y fibroso a la vez.
El Faust 2010 más joven, tiene un perfume inicial a ahumado, a hoja de puro todavía verde, con una contundencia tánica nerviosa a la vez que cálida. Sorprende su evolución en botella tras los dos años, cuando se le compara con el 2008: Más afinado, elegante y balsámico. Con un carácter mineral y de fruta roja golosa, sin la persistencia del regaliz de la anterior añada y con una madera tostada más determinante. Es un vino largo y que se torna más amable, cariñoso y adictivo al pasar del tiempo, mucho más elegante, fresco... En general un vino que está muy por encima de sus 15 euros de valor.

Si FAUST nos enseña a ver desde los ojos de un mosto, el paisaje característico de un entorno y el trato humano del mismo. KRHÓNOS debería ser la conclusión de un trabajo mimado hasta la extenuación en auténtico vino de autor. Con una complejidad que se hace a si misma a medida que se descorcha. Creciente en notas, detalles casi ínfimos y evolución crepuscular, es un vino profundo y muy largo de toques tostados, minerales, con una estructura casi perfecta y una construcción digna de la Tárraco Romana; imperturbable en el paso del tiempo. Ese toque verdoso ligeramente amargante que le da el Cabernet, está tan perfectamente integrado, que le da una redondez espectacular.

Palabras todas vacías las que el que aquí suscribe podría alargar en un bucle sin fin; el diálogo de Rubén Parera como comunicador directo y ferviente, y los apuntes precisos de Íñigo, dejan esta parrafada en una simple brizna de todo monumento didáctico al que asistimos. Inconveniente el mío que tiene solución; a Rubén y a todos aquellos que lo acompañan en semejante y pasional aventura. Los pueden encontrar con facilidad en Sant Llorenç D'Hortons, Penedés o dibujado en las creaciones de Celler d'en Tassis con quienes también colabora.
PD. Agradecimientos infinitos a Amadeu Gavalda por el esfuerzo de proporcionarnos semejantes encuentros. A Vadebacus por la logística y posterior ágape. Y Rubén Parera & Co. Por sus lecciones de valor incalculable.
 http://www.fincaparera.com/
https://www.facebook.com/pages/Finca-Parera/380840571952236 
Pequeña historia y situación 

 

lunes, 20 de octubre de 2014

35 MUERTOS, DE SERGIO ÁLVAREZ Editorial Anagrama/2011 o 2013 según edición.


* "Ayer los sicarios degollaron a no sé cuántos desdichados y les   hicieron la corbata, sacándoles la lengua por el cuello"



Hoy toca por fin hablar de él, de mi libro. Compañero incansable que ha coloreado de mil desventuras esta larga travesía hasta las puertas del tribunal. Y que aun a falta de veinte páginas para sentenciarlo, será condenado a buen seguro mientras todavía humeen estas líneas.
Tocado por la varita de la inopia me ha costado de verdad, lo que no lo había hecho ningún otro libro. Quien sabe si por el placer de levantar el pie del acelerador, cuando uno cae por fin en las redes de una buena historia. O por simple desconexión del presente, que en constante genuflexión te postra y apisona sin titubeos. Cuatrocientas ochenta y nueve páginas con las que este Bogotano resume en nueve años de escritura, su propia aventura a la hora de retratar su Colombia natal desde los intestinos: las calles, y sus actores secundarios más anónimos y auténticos.

Y es que aunque me he prometido mil y un veces ante el espejo, no desahogarme con mis propias taciturnas miserias; esas que a uno parecen absorberle el seso, la capacidad imaginativa y el poder ensoñador. Hete aquí que me he visto con semejante bocanada de realidad entre las manos, para acomodar los malos pensamientos, dormirlos y así poder fantasear en otras latitudes, más lejanas y extraviadas. Decisión errática si se quiere, pero tremendamente emocionante a la par que regeneradora. Es tanto el tiempo que ha pasado sin que las páginas de un libro me secuestraran el juicio. Que con este ha sido como una mezcla de veracidad y abducción a la juventud egoísta, en la que discos, libros y cómics eran los únicos que con total certeza le empapelan y amueblan a uno la cabeza.
Toda para mi sentado sobre un banco del parque mientras que la velocidad del descenso y la introspección consume el pitillo hasta abrasarte los dedos. Ese envasado al vació al que se reduce el griterío de los chiquillos, el rumor de las cotorras y el paseo constante de coches y motos. Porque la buena prosa tiene esa capacidad mágica de detener la vida y hacer brotar como lucecitas, nuevos tallos en tus entrañas.


Botones cometió el último crimen nueve meses después de muerto; mientras vivió y anduvo suelto por Colombia asesinó a trescientos veinticuatro ingenuos que tuvieron la mala suerte o el atrevimiento de cruzarse con la rabia, las ambiciones o las armas que el bandolero siempre escondió bajo la ropa. Como todo buen asesino, Botones siguió matando mientras se pudría en el cementerio.
Suenan los primeros acordes de “Don Goyo” de las cuerdas vocales de Graciela Arango de Tobón, y arranca así la aventura de un anónimo circunscrito en el momento de la muerte de Botones y de su trascendencia después de muerto: El soldado que asesinó, la novia de éste que buscó consuelo en un viejo pretendiente para concebir al protagonista, la puta a la que fecundó antes de morir, y la consecuencia de semejante cruce de casualidades. Una historia en clave de aventura de supervivencia, por el cual Sergio Álvarez intenta en una búsqueda continua, descifrar las claves de la violencia en su Latinoamérica; en este caso en Colombia, Bogotá y los escenarios rurales que circunvalan (de los 70, al cambio de Siglo). No de una forma histórica o sociopolítica más recta y docente. Sino desde las vivencias de un perdedor y todas aquellas personas que se cruzan en su camino, y que vertebran el guión en infinidad de biografías paralelas con las que mantenernos siempre en guardia; para no perder nunca, el ritmo siempre veloz al que nos convida. Todo desde la sencillez de sus gentes y con una naturalidad escalofriante y aterradora
Con una narrativa caníbal, endiablada y sin tregua alguna, el escritor a golpe de cumbia, rumba y bachata; con la música y el ritmo frenético de sus protagonistas como hilo conductor. Nos dibuja una Colombia despiadada, no falta de ternura y melancolía sin igual en boca de los personajes; que son los que realmente dan forma a la historia.

SERGIO ÁLVAREZ


35 MUERTOS es un libro distinto a todos aquellos que han intentado mediante la aventura, dar forma a un universo tan presente en nuestros días como desconocido desde fuera. Mantiene ciertos paralelismos con Cien años de Soledad, o un Lazarillo de Tormes más contemporáneo e imaginable. Sin embargo y aunque hable en la más pura ficción de situaciones crudas, hiperrealistas, y tremendamente sanguinarias. Mantiene siempre en alto esa chispa de esperanza soñadora por la que sus protagonistas discurren en incesante búsqueda germinal del amor inalcanzable, el sexo instintivo o la magia de la música: La Fania, Héctor Lavoe, Ismael Rivera, Rubén Blades, Willie Colón, Tito Puente... marcan los constantes cambios de escenario: “El man se quedó callado. ¿Le gusta Silvio? ¿Rodriguez? Claro. No mucho.¿Porqué? Ese hombre es un peleón y cree que hasta el amor es una batalla. Huy, hermano, le tiró a matar al pobre Silvio.Si quiere oírlo, póngalo. ¿Y Milanés? Ese sí me gusta, Milanés sabe querer ¡Tan romántico!, me burlé y el man casi que se vuelve a llorar. Puse un casete de Milanés y me recosté en la cama. Muchas veces te dije que antes de hacerlo había que pensarlo muy bien, empezó a cantar el negro Milanés y el man sonrió reconfortado. El man se recostó en mis piernas. Milanés pasó a cantarle a Salvador Allende y empecé a acariciarle el pelo. Era claro que ese man andaba muy jodido porque se quedó quietico, cerró los ojos, encogió el cuerpo y volvió a llorar hasta que se durmió
 
Hasta ochenta y dos canciones requiebran y cambian el paso con cada estrofa y su autor en cada giro de la narrativa, en cada uno de los intentos vanos por enderezar sus existencias. El libro supura calidez y rítmica por los cuatro costados, esa magia soñadora de revolución que vela por momentos la verdadera tragedia del relato. Pero que en ningún momento varía el avance imparable de la novela siempre hacia adelante: suicida, trágico, sangriento, inconmovible pero aun y así poético. Con un menosprecio por la brevedad de la existencia que te hiela el aliento, pese al tropicalismo natural que rezuma. Repleto de guiños inocentes, tiernos y psicodélico donde drogas, delincuencia, supervivencia y desengaños, lo dotan también de ese inconfundible aroma a tragicomedia latina, violenta y despechada. Lo que contrasta en una maravillosa sinergia, con la condena y crueldad que se describe en su líneas; por mucho que intentemos con disimulo asirnos a la ternura de sus personajes.
35 MUERTOS tiene mucho de grito desesperado y de exigencia de respuestas, frente a la espiral de violencia que se perpetua en países como Colombia. Su estética solo en apariencia de oda aventurera no menoscaba el mensaje directo casi agónico, que sucumbe a menudo en la cotidianidad de los telediarios. Y además nos introduce con su prosa adictiva, pasional y emotiva... casi biográfica, en un universo a veces tabú donde la música fluye como una corriente sanguínea. El de La Fania como catalizador ideal para entender los flujos universales migratorios a lo largo y ancho del continente y las particularidades sociopolíticas de semejante echos en sus lugares de origen. Con unas influencias todavía poco reconocidas para los que nos fascinan la variedad cromática del binomio Cultura/Música, y el anonimato de sus protagonistas a pie de calle.
Así es como las vivencias exhaustas e invisibles de los protagonistas, han desmenuzado mi tiempo y espera. De este año en el que su longitud narrativa casi radiografían el largo camino hasta mi ansiada recuperación.
Un libro muy recomendable y esclarecedor; de verdad de la buena. Que en una mañana de Domingo perezosa, con la magia infantil de despertar a ritmo de radio en la cama, me sirvió el desayuno en forma de obra literaria de la mano del El Gran Quilombo de Radio 3 a los mandos de Consol Sáenz.

lunes, 13 de octubre de 2014

MORE MORRISSEY IN PLATFORMS Sant Jordi Club 10/09/2014





Veintinueve años y casi cinco meses es mucho tiempo y una larga distancia, para los pocos alumnos aventajados que no han perdido la memoria todavía en cualquier callejón de la urbe del tiempo. La gira de Meat is Murder que llevó a Morrissey y The Smiths de gira por Madrid y Barcelona en la primavera de Mayo (previa cancelación de San Sebastián) de 1985. Mide en largas distancias de fondista musical, una carrera por entre páramos, carreteras secundarias y caminos zizagueantes. De un autor controvertido, poético y singular al que el amor incondicional y el odio por partes iguales ha generado como un retroalimento de dulzura venenosa su mito, mitad leyenda mitad grandeza.
En los albores de una decadencia a grandes rasgos marcada por industria musical de boceto, y el culto a la estética, el romanticismo y el simbolismo de quienes lo veneramos desde tiempos a. Regresa con un nuevo disco, el décimo de su carrera en solitario tras la disolución de The Smiths en 1987: Discutible, revanchista como siempre, y de los más irregulares según criterio propio y a sabiendas que la perspectiva del tiempo nos dará su justa medida.


World Peace is none of your Business no es quizás el álbum deseado por sus seguidores más críticos: Insufrible en longitud, el menos popero de su carrera, reflexivo, de arreglos desacertados y a veces con la sensación de bagar sin rumbo. En fin, mil y un adjetivos que a uno le pueden venir a la cabeza. Sin saber con certeza, si es como aquella sensación de despecho del amante al que le acaban de poner los cuernos, lo que te hace anhelar con melancolía de un pasado que quedó atrás. O si es un juicio injusto a un artista de 55 años que no tiene que rendir cuentas a nadie, ni justificar su pasado; más cuando siempre ha sido de minorías, salvo cuando se le critica por sus declaraciones y sus actos.
En realidad nada ha cambiado demasiado desde que la prensa sensacionalista atizara inquisitoria, sus ambiguas letras con The Smiths. Y yo con 44 años, tampoco estoy por la labor de juzgar a nadie; con la de cosas por las que indignarse, tal y como está el patio. A Morrissey siempre se le ha reprochado con agravio comparativo hacia su anterior banda, no ofrecernos una continuidad digna y a la altura de The Smiths. Y creo que es un error de bulto, y una falta de tacto no dar la importancia que se merecen Johnny Marr, Andy Rourke y Mike Joyce. Vamos, es como si creyésemos que Morrissey sin estos tres elementos, debiera hacernos sentir por clausula contractual lo mismo que The Smiths.
Y no es solo una cuestión de calidad o de estilo, tan solo que son dos cosas diametralmente distintas. Morrissey era la figura más visible y significativa de The Smiths. En solitario es él y sus circunstancias, para lo bueno y para lo malo; aunque yo creo que porcentualmente es incomparable a su ex banda y sin embargo lo disfruto al 100%. Te puede gustar más o menos, pero tanto análisis sería igual de equiparable al de Frank Black, Peter Murphy, Lou Reed o George Harrison... y sus anteriores bandas. Algo verdaderamente absurdo y sin sentido.



Así que como se que este es un debate sin fin y solo acorde con el gusto del oyente. Yo, si me lo permitís, voy a ceñirme a mi experiencia personal. Que después de 30 años siguiendo su carrera al dedillo, y tras rememorar con ésta su primera visita en solitario: Esa primera vez que nos llevó hace quince años a Lisboa para cumplir mi sueño y el de otro puñado de Españoles por tierras lusas.
No voy a malgastar tiempo explicando algo tan íntimo y tan significativo para mi forma de entender la música. Máxime cuando es la primera vez en cinco años que decido escribir en esta triste bitácora, sobre uno de mis artistas de cabecera. Y convencido como estoy, de que serán ya los medios de rigor los que se entretengan en seguir hurgando en portadas sensacionalistas con las que alimentar la leyenda y sus egos de jueces supremos. Yo, si me perdonan mi personal parcialidad, prefiero disfrutar por lo que me queda, de su música, su lírica y su directo; que creo que es lo justo por lo que valorarlo. Puede que a lo mejor el tiempo y su retirada, sean los únicos que acaben dando su justa relevancia en la música de estas últimas décadas.



Amaneció el Viernes sobre Barcelona como una de tantas condenadas mañanas de mierda de este inicio de mes; raro raro inicio de Otoño el de este año: Encapotada, neblinosa, húmeda, fresca que sin ser fría te obliga a ponerte una rebequita... Vamos una mañana de esas a las que invita más a frenadol y trifásico de coñac, que a desayuno estándar. Menos mal que es bien sabido aquello de: “Donde nace niebla, con más fuerza luce el Sol”; os lo juro.
Y a las 19:30 como un tiro, tras sortear el típico tráfico infernal que circunvala la ciudad Condal. Que tampoco es cuestión de ansia o lo habitual, pero los que estamos acostumbrados a salas reducidicas y venimos de la conchinchina, mejor siempre con tiempo.
El justo para agenciarnos los bocatas (de tofu y seitán por supuesto... es coña) con sus correspondientes cervecitas, y al cobijo de un buen árbol. Una larga cola de 100 mts. hasta la entrada, y el tiempo para saludar a viejos camaradas mientras se escudriña al personal en busca de caras conocidas. Y perdonen si uno padece el mal transitorio del grupie histérico, pero a tortas con las canas rebeldes uno no puede evitar rememorar sus filias de arrebatadora juventud.
Al final como siempre suele pasar en el caso de viejas glorias que en boca de todos merecen el respeto. Allí los de siempre, en familia, y solo los incondicionales. Con un feo Sant Jordi club con estética de polideportivo y semi vacío a falta de minutos escasos.
Al final se llenó, eso sí, no se si por los elevados precios, pero allí solo se dieron cita menos de lo que se presupone cuando se trata de un artista de la talla de Morrissey. Lo cual dicho sea de paso, agradezco puede que de manera egoísta. Pues acudir a lo que sería el tercer evento musical de magnitud con mi señora y mi hijo de 12 años; (Pixies y Dominique A quedaron atrás como primeros experimentos). Y conseguir plantarse en primera fila, que es como se han de vivir estos conciertos, en las trincheras. Es de agradecer: el que no hubiera demasiados hypsters también (como mola a veces estar pasado de moda).


Sobre un entelado que cubría el escenario, se sucedieron media hora antes el aperitivo que Mozz suele seleccionar previos a sus sets; esta vez ilustradas con imágenes (como un signo del cambio de los tiempos): Ramones con una de sus primeras actuaciones, Nico dando voz al inmortal I'm not Sayin, New York Dolls con Looking for a Kiss, Charles Aznabour, Vince Taylor, una primeriza Siouxsie y su “Make up to Break”, un jovencísimo Brian Eno , y extractos de Brigitte Bardot, James Baldwin, Dame Edith Sitwell, Neal Cassidy, y Lipsinka entre otros fetiches. Y por fin su aparición con la banda que le acompaña de costumbre desde el 2006 aprox: Boz Boorer, Jesse Tobias, los hermanos Walker, y el nuevo teclista Gustavo Manzur; quien han compuesto algunos de los temas de su último disco.
El arranque con un determinante y explícito “The Queen is Dead”, apoyado por dos lienzos donde iban apareciendo imágenes, en este caso con la Reina Isabel alzando el dedo corazón; fue como un exfoliante regreso al pasado. Le sucedió “The Bullfighter Dies” al grito de: “la vergüenza de España”. Quien gana bastantes enteros, con el vídeo no oficial ilustrado con la crueldad que se merece: Una de las canciones destacadas del disco, pese a que la letra podía haber dado algo más de si para estar a la altura de esos oportunos riffs que tanto nos recuerdan a The Smiths. Y ante la duda de averiguar si sería la setlist de Lisboa (centrado en la práctica totalidad a su último disco), o el de Madrid (más variado) la duda acabó por despejarse conforme avanzaba el evento; más de lo primero que de lo segundo.

Los mejores temas de su última entrega (por lo menos los que a mi más me gustan), se alternaron inteligentemente con un magistral “How on is Now” y una añorada “Certain People I Know”. La primera, una de esas piezas capaces de captar nuevos adeptos con la increíble vigencia que ha ido ganando con el paso de los años, además de que su interpretación en directo supera con creces a la de The Smiths. Y uno de los singles de Your Arsenal que con los años a acabado por disipar esas primeras críticas, cuando Mozz y su nueva banda Rockabilly encabezada por el exPolecats Boz Boorer y Alain White, dieron definitivamente la espalda al Pop postSmiths.
Una primera parte del sucinto concierto, donde se concentraron los mayores aciertos de su extraño último disco. Un disco que sobre las tablas y con un Morrissey en un estado de forma pletórico, se entiende bastante mejor o por lo menos se argumenta con más justicia. Canciones como “Kiss Me a Lot”, “Neal Cassidy Drops Dead” o su primer single “World Peace is none of your Business” donde se concentran sus mejore textos; sobretodo en la segunda que es de lejos la que más gana en directo. Donde se aprecia con mayor lucidez la incomparable manera de cantar Pop que tiene el Mancuniano y la excelente forma de madurar, pese a quien le pese la dirección que ha tomado su carrera. Mención aparte “Earth is the Lonelist Planet”, que la verdad es que fue de aquellos temas que demuestran que tanto arreglo y detalle con el que se han guarnido algunas de las canciones; por lo menos sobre el escenario. Se defienden con solvencia a los mandos de un multiplicado Gustavo Manzur, y se puede hasta descubrir cierta magia. Evidentemente lo más relevante y llamativo que se puede extraer de este repertorio nuevo en directo, es que la mayor parte del peso del temario recae sobre su voz; con un grado más alto de exigencia. Que los medios tiempos prevalecen sobre el Pop agitador de su anterior disco, que se puede dosificar mucho más y que su voz luce muy por encima de sus anteriores visitas al FIB.



Canciones esperadas e incansables por mucho que hallan sonado en sus directos, “I'm Throwing my arms around the Paris”. De esos singles que ya se preveían como incombustibles o “Trouble Loves Me”: Heredera de un Maladjusted/1997 que estuvo largos años olvidado en sus giras, y que vuelve a recuperarse para demostrar que no es ese flojo disco como Kill Uncle que muchos piensan.
Son este tipo de temas lo que hacen realmente interesantes las giras sin disco de estos últimos años. Esta no obstante hay que admitir que es de las más personales y reflexivas, desde que a finales de los 90 se lanzara de manera suicida a giras de 150 o 200 conciertos por año. Una de las más exigentes por la profundidad de su implicación en temas de actualidad, no en vano podría acudir con facilidad a un repertorio más popular y consensuado. Sin embargo para alegría de sus seguidores más fieles, y desgracia de los que lo conocen por sus cuatro canciones más famosas. Desde hace aproximadamente 4 años, viene cambiado y recuperando canciones que hacia 10 y 20 años que no tocaba. El caso por ejemplo de “Asleep”, esa canción que tantas críticas le valió por considerarla una nana que proclamaba el suicidio, o “To Give (The reason i Live)”. Una de tantas “reivindicanciones” en forma de cover firmada por Frankie Valli y que no está publicada. Que se podía haber ahorrado dicho sea de paso, porque mira que tiene de infinitamente más acertadas de: Buzzcocks, Magazine, Patti Smith, Raymonde, o The New York Dolls. Y ya no digamos si hacemos un agravio comparativo con el set más variadito que dio un día atrás en Madrid; con incluso dos canciones más.



De todas formas me alegro que me halla dado la oportunidad de cogerle más cariño a su último disco, aunque las hay que ni pintándolas de rosa. El tramo final por ejemplo hasta llegar al final con Asleep, con “Kick the Bride Down the Aisle” o “I'm not a Man”. Que por mucho que quieran emular a grandes baladas de su pasado, no les llegan ni a la suela. Tanto que ni con la archiexplotada “Speedway”, o la cruel exposición de “Meat is Murder” en las tan explícitas y macabras proyecciones, consiguió evitar la sensación de que el final podría haber sido más generoso.
Y mira que yo a los conciertos de este hombre voy con un escepticismo y un pasar de crearme expectativas de órdago. Pero hombre, que se yo... un “Staircase of the University”, un “Dissappointed” o un miserable “One Day Goodbay Will be Farewell” creo que nos lo merecíamos. Y entiendo pese a mi emoción, el enfado de algún sector del público: En Lisboa 19 temas, en Madrid 20 y aquí 18 con el esfuerzo que supone dejarse 56 eurazos.
Y que conste que pese a tenerlo en un altar y seguirlo desde hace casi 30 años. Soy de los que cree que para valorar a un artista, hay que saber criticarlo con criterio, y no estoy a mi edad para mitificar absolutamente nada.


Por suerte cerró con uno de esos antídotos con los que disipar cualquier duda, “Everyday like Sunday”. Una de aquellas canciones que cualquiera podría estar escuchando hasta el acabose. Demostró a los descreídos que pese a los rumores de mal estado de salud; que uno no acaba de creerse del todo. Está en un estado vocal y de interpretación increíble. Que sin lugar a dudas es la voz total que siempre fue, con toda la tergiversia que pueda arrojar su discografía. Y que la banda que lo acompaña hace sonar los viejos temas de The Smiths y los nuevos, como nunca lo habían hecho. Lo que hace una vez más nos podamos convencer que es uno de esos cantantes en vías de extinción.
El personal salió en un estado de flotación y satisfacción visible a todas luces. Y rematar la noche con el salto a la palestra como uno de los deseos más inalcanzables de uno de mis amigos de toda la vida, Luis “Le Nuit”. Le deja a uno la sensación de que la pasión de juventud no se ha de perder con la edad. Y que aunque resulte para la mayoría un amor desmedido que roza la histeria, yo, la entiendo... Vaya si la entiendo.

PD. Solo me queda lanzar una inevitable y morbosa pregunta al aire - ¿Se imaginan por un momento como podría sonar el estupendo (por fin) nuevo disco de Johnny Marr, con Morrissey al timón de las voces? Solo de pensarlo, como escarpias se me pone la piel...

Goodbye, and thank you...