domingo, 10 de mayo de 2020

THE DEVONNS_THE DEVONNS_2020: SAVIA JOVEN DE VIEJOS SABIOS




Tienes justo lo que necesito; ni una cosa de más, ni de menos:
La virtud de fundir las primeras noches cálidas con el perfume de los Cinamomos; que trepan por las fachadas y saltan de tejado en tejado hasta mi ventana.
Los primeros sudores en el cogote, y la limonada sin azúcar con la que sueñas de madrugada. O el café de la mañana: bien negro con hielo picado ya, y una peladura de limón. Y las canciones claro.
Las canciones no podían faltar; aunque parezca una obviedad.

La injusticia de encontrar en el madrugón: el único frescor del duro día, o el premio de las calles desiertas a las 6 de la mañana.
Solo se puede igualar con la banda sonora, o si te sirve, imaginarte un Rocky Balboa con ojeras de mapache y pelos de orangután. Yo, sinceramente, me quedo con la maravillosa banda sonora de este joven cuarteto de Chicago.
Solo ellos me llevan en volandas casi sin tocar el suelo.


No sé la de veces que se ha repetido el argumento o justificante de: “no han inventado nada”; que ofensa a la creación joder!!
Como si no hubiera bastante con atreverse de primeras y una guitarra Daneelectro de saldo, a escribir Soul. Pero no Soul ramplón filtrado por el estándar de moda o así: un poco masticadito. No.
Soul como si te hubieran secuestrado a media noche, y te hubiesen dejado tirado en medio de los lavabos de un Club de mediados de los 60.
Mathew Ajjarapu; un chaval estudiante de farmacia de Chicago. Tenía en 2016 un sueño, una guitarra de de 300 pavos, un Rhodes, y un puñado de canciones.
Afortunadamente no tardó más de dos años en visualizar aquel deseo, con la ayuda de Khalyle Hagood, Ari Lindo y Khori Wilson; al bajo, guitarra y percusiones respectivamente. Nacía The Devonns.
Y a finales de 2018, nos adelantaban dos hermosas gemas Soul made by. Motown, Chess o Capsoul: Dos cortes que pese a brotar de cuatro veinteañeros, destilaban ese alma etérea que sublima al simple Soul y emana ese extraño fulgor que lo convierte en pura seda: Spinners, David Ruffin, Leroy Hutson, los Impressions… Lo pilláis no?
Think I’m falling in Love” teletransportaba a una época donde el sonido, te abduce, y prácticamente puede generar más detalles que tu propia imaginación. THE DEUCE y David Simons casi lo consiguió, pero The Devonns logran el más difícil todavía; lo evocan.
Si amigos. El sueño de Mathew era viajar con el sonido allí. Su auténtico tesoro: sus inocentes canciones. Y el milagro: dar a esas jodidas maravillas el mismo trato que daría un delicado viñerón a esas preciosas criaturas, como si de viñas centenarias se tratara.
Es por eso, que igual que un buen vino depende al 99% de su tierra, viñas y particular ecosistema. La magia de THE DEVONNS está sin lugar a dudas en sus canciones. Si bien es cierto que Paul Von Martens (Elton John, Mavis Staples, Paul McCartney o Brian Wilson), ya sabía del potencial de esas composiciones, cuando en 45 minutos de conversación telefónica se decidió a trabajar con ellos. Y les ha proporcionado una cubierta vegetal, que ni los dioses del olimpo.
No era listo ni nada.
El debut de estos cuatro mozos de Chicago llega en Junio, de la mano de Record Kicks. Como uno de los mejores trabajos desde aquel Colfax de Delines, en seis años. Y no exagero.



Aquella canción que Mathew compuso en diez minutos con su guitarra barata, “Come Back”, marca el punto de partida:
Tres minutos largos de inmediatez y puro amor por un sonido, que vuelan a lomos unos arreglos de cuerdas tan idóneos en manos de Mike Hagler o la batería de Ken Stringfellow (R.E.M), que se unió a la fiesta. Y que juegan entre el pop, el funk y el Soul de puro swimg, como si de un Curtis Mayfield se tratase. Pero que resaltan majestuosamente la frescura, como uno de sus mejores atributos; la de todo el disco en realidad.
O ese guiño cómplice de agradecimiento a todas sus influencias en “Green Light” de Jamie Lidell, que lo honran especialmente. Haciendo de este esperadísimo debut, no solo un necesario oasis en medio de un páramo de frivolidades, sino además: Otra manera distinta de llevar a cuestas la pesada carga de un estilo que hicieron grande, mitos irreemplazables. Pero que injustamente resta méritos a sucesores casi anónimos.

Les sigue el single de adelanto “Tell Me” con aires de Big Band al más puro estilo de Chicago: Ramalazos de jazz y esos metales que medio se hermanan con Nueva Orleas. Vacilona, seductora y de una elegancia que directamente llena pistas. Aparece rutilante y brutal “Think I’m falling in Love”; sin duda, enorme carta de presentación que ruge como si fuera una canción del más selecto elenco de la Motown.
El disco no baja el nivel ni un instante, como si esas diez canciones se hubieran encontrado enterradas, junto a la mortaja de un mito.
Blood Red Blues (How Long?)” hará que más de uno crea que las orquestaciones disimulan la mediocridad. Pero es que en el caso de The Devonns, donde flirtean con una exquisitez tan pulcra como natural. El talento vocal de M. Ajjarapu de quasi crooner fajado, es tan arrollador que disipa cualquier tipo de debate.




La suerte de las canciones tiene eso que hace que lo demás, sean malditas conjeturas. O acaso van a dudar del increíble flow funk de “More”? de aires Jamiroquanos; y buena de narices. Sinceramente, cualquier canción de este disco podría haber sido dignísimo single.
Hasta el mano a mano con el viejo Lloyd Reese en “Ain’t That a Man for You?”. A medio camino entre el burlesque y la fusión Elton John/Estevie Wonder que jamás debería faltar de una dieta musical. O la melódica “I Know” de manual, más discreta pero TAN necesaria en horas de bailar abrazados.

Todo el disco es una preciosa obra de orfebrería, cariño, y precisión emocional. Que nadie sospecharía que sale del imaginario de unos veinteañeros.
La omnipresencia de LEROY HUTSON; uno de sus mayores inspiradores. Inunda cada rincón del disco y deja constancia en “So in Love With You”, como una de las más emotivas ofrendas en forma de versión.
Para redondear y poner el colofón con otra las grandes joyas de esta colección, “Long Goodbye”. Una increíble y excelsa oda a la sensual elegancia del Soul Chicago, que tantos corazones quebró. Y que en el caso de THE DEVONNS, funciona como un viejo reloj de mecánica artesana en buenas y pacientes manos. Sencillamente imperecedera.

https://thedevonns.bandcamp.com/album/the-devonns

sábado, 2 de mayo de 2020

CANCIONES CON_TACTO #1 PARA AMANTES SIN ASCOS




El señor Pertrecho se desvelaba: A las 3, a las 6, y a las 8; sin saber porqué. Y en ese momento, caía en un profundo sueño hasta las 10.
Por eso, cada mañana cuando llegaba a la panadería a las 11. Una enorme cola de no menos diez personas prolongaba su espera, al menos 20 minutos.

A la señora Enjuta le pasaba exactamente lo mismo. Con la diferencia de que en vez de caer exhausta de sueño hasta las 10. Ella, dedicaba esas mismas dos horas en: Ducharse, hidratarse, acicalarse, vestirse y perfumarse. Como si de un gran evento se tratara.
Invirtiendo esos mismos dos mil metros, uno: En hacer ese mínimo ejercicio diario que le permitía el encierro; pese a tener una panadería justo en frente de su casa. Y el otro, en dar por bueno ese tiempo en ponerse guapa, para el disfrute y envidia de sus vecinos a partes iguales.

Llevaban media cara tapada con las mascarillas, y los guantes remataban tan aséptico disfraz. Pero como todo el mundo iba igual, una especie de democracia estética imperaba en el barrio.
El primer día que coincidieron en la cola, él no perdió detalle de su cuerpo sin importarle lo más mínimo su rostro oculto.
Durante ese largo año y medio de medidas preventivas, le dio tiempo de observar todos y cada uno de sus atributos: Sus curvas, el pie que calzaba, su cabello, su olor… A ella le pasó lo mismo.
Llegó incluso a imaginar: Su talla de pantalones, el ancho de su espalda, la altura, y hasta su edad.

Lo que al principio fue una mera coincidencia, se acabó convirtiendo en un rito de cortejo mutuo en el más absoluto de los anonimatos.
Jamás mediaron palabra, pero cada día a las 11; lloviese o hiciera un sol radiante, la calor fuera sofocante o el frío insoportable. Allí estaban los dos a una distancia prudencial, cada uno de los días de la semana.


Él hacía como si se giraba para mirar a un lado la calle; el día que ella estaba detrás. Y ella miraba hacia la farmacia, si él se interponía en su línea de visión.
La distancia de dos metros entre si estipulada invitaba a pasos prudentes e imposibilitaba cualquier tipo de intimación. Se evitaba cualquier signo de debilidad, desesperación, o fatiga. Y reinaba una armonía tensa que a menudo confundía la disciplina con el temor, y la resignación con el sufrimiento.
Y fue tal la aflicción y compasión del uno con el otro.
Que una buena mañana del caluroso y sofocante mes de Julio. Cuando se atisbaba el final, del mismo modo que todo el mundo había olvidado ya el roce, el cariño y las manos. Dando por sentado el conformismo y la nostalgia.
El Sr Pertrecho, asomando dos pares de lágrimas como el rocío, por el pespunte de su mascarilla.
Soltó las bolsas de la compra, lanzó los guantes de látex al viento, y pisoteo su mascarilla. Abalanzándose hacia la Sr Enjuta en una acción común, sincronizada y repentina.
Se fundieron en un abrazo constriñente y en un beso. Que se prolongó del orden de dos horas y media, sin que por allí apareciese policía alguna o vecino inquisidor que se preciara. Sin importarles en absoluto, los horripilantes rostros que se escondían tras sus mascarillas. - El amor es ciego – como decían.
O por lo menos, una necesidad.

Es más. Cuando acabaron. Todos y cada uno de los paisanos y paisanas que allí esperaba en su respectiva cola de: La Panadería, la frutería, la bodega de vinos a granel, la farmacia y el estanco.
Estaban envueltos en una melé de cariños, arrumacos y besos de rosca chapa, rosca de hilo fino, whitworth, y sellers también.

Y la música. la de aquel desaliñado vecino de los apartamentos de la vieja casa de enfrente; que cada mañana compartía a viva voz desde su diminuto balcón. Sonó aún más fuerte que las bandas nupciales de la plaza de la Iglesia. Levantando al viento las flores ya secas de los marchitos cerezos.
Siendo felices y comiendo pan, mucho pan recién horneado.

TRACKLIST:

OO_JULIO IGLESIAS_LA VIDA SIGUE IGUAL
O1_HOLY WAVE_ESCAPISM
02_ALICE PHOEBE LOU_WITCHES
03_JEANINES_THINGS ARE GONNA CHANGE
04_LOLAS_DESTROY
05_DAN SARTAIN_FUCK FRIDAY
06-PEEL DREAM MAGAZINE_PILL
07_DEVON WILLIAMS_FOLLOWED ME BACK
08_BOMBAY BICYCLE CLUB_EAT, SLEEP, WAKE (nothing but you...)
09_THE DEVONNS_BLOOD RED BLUES (protest song)
10_JOSEPHINE_HE STILL CALLS ME BABY
11_JUNIORE_ADOLESCENT
12_HAPPYNESS_OUCH
13_HELICON_SOUND OF CONFESSION
14_SURE_MARROWS
15_PENNY DIVING_UNDERTOW
16_MOANING_MAKE IT STOP
17_THE ELECTRIC SOFT PARADE_NEVER MIND
18_TEEN BLUSH_80'S GIRLS
19_SEAZOO_HEADING OUT
20_DISQ_GENTLE
21_COMET POND_SPIRIT
22_GREG DULLI_SCORPIO
23_CAR SEAT HEADREST_HILLYWOOD
24_MAPACHE_ME DA MUERTE
25_ELEPHANT CASTLE_COOL TO BE UNHAPPY
26_MORRISSEY_WHAT KIND OF PEOPLE LIVE IN THESE HOUSE
27_WHYTE HORSES_SEABIRD
28_STEPHEN MALKMUS_CASH UP
29_BEN WATT_HAND

jueves, 23 de abril de 2020

MINIATURE TIGERS_FORTRESS_2010: BAILAR O LLORAR, TÚ DIRÁS





Un espasmo breakdancero me ha catapultado de mi cama a las seis de la mañana. Consecuencia de un retortijón tan largo y agudo, como un acorde de Brian May y al grito de: -Mamaaaaaaaa!! Ooh I don’t want to die!!
He visto su estampa – la de Brian May – ahí, con su pelazo en el blanco de la pared; como una cara de Bélmez (ayer tarde vi la película, no sin antes resistirme) Y todavía creo que sufro las consecuencias mezcladas con frutos secos, cafeína, licores y repostería varia.
Un estreñimiento seguramente, fruto de esta inactividad y ponzoñosa vaguería que se apodera de todos nosotros. Y que ni contoneando grácilmente mis glúteos cual Valentín Massana cada mañana que me dispongo hacia la panadería. He podido evitar postrarme en la taza del water con la mirada perdida en las juntas de los azulejos y sus voradas, por infinitas horas.


Allí. Me ha dado tiempo cerrando los ojos, a pensar largamente en el sentido de la vida.
No en un hipotético futuro ni en un destino cualquiera.
Sino en un pasado anecdótico por el cual paseamos distraídamente silbando alegremente o a la carrera cochinera como el que pierde el autobús de la efeméride; según se mire.
Acordándonos solamente de los difuntos, cuando fallecen. De los héroes, cuando ganan. Y de los amigos, cuando nos sentimos solos.
Y es con la música: Ese maravilloso elemento inerte y etéreo que sin embargo, funciona maravillosamente como diluyente de todo lo anterior.
Cuando la tristeza químicamente indescifrable, al mezclarse con las melodías y agitarlo todo, puede convertirse en felicidad.
O por lo menos, en ese raro combustible capaz de erizarte el bello y así…



El pie derecho sigue el copás y la cabeza asiente.
Le siguen las caderas y tronco empieza a balancearse en una elasticidad y torsión inédita en cualquier otra actividad física que se precie.
Para que el siguiente efecto suceda. El elemento diluyente en cuestión debe entrar – no se sabe cómo – en el riego sanguíneo y de ahí, al corazón.
Es imprescindible que el corazón lo bombee, sino, se corre el riesgo de muerte lenta e inexorable o al efecto, la muerte espiritual:
Una en la que aparentemente todo sucede con normalidad, pues los órganos vitales siguen funcionando y hasta ejecutando eso que llaman “vida normal”. Pero lo cierto, es que es una muerte en vida o vida aburrida (mal humor, indisposición constante, apatía, amargura, hipersensibilidad a la infelicidad); y un montón de síntomas aceptados de buen grado por muchos, e incluso no diagnosticados como tales.

Por eso, yo cada sábado noche. Pese a que mi dilema más trascendental pudiera ser: - Que narices voy a cenar esta noche?
Conjuro las luciérnagas de colores, atenúo la fría luz blanca, alzo las persianas para exivicionar todas mis vergüenzas en público
cámaras!! acción!!
Y bailo sin ese terror, igual que el de:
- Señor Crespo!! salga al encerado!!
Y el miedo escénico, se va volando al carajo!!.


En una semana de incesante lluvia; como si hasta los elementos se hubieran conjurado para jodernos la existencia. O quien sabe si un rapapolvo de la naturaleza para reordenar los ciclos, y dar hasta sentido a los refranes.
He acunado una crema de acelgas, calabaza y trigueros, con la chispa de la lima y el jengibre. Y un chupete de Miso y vino rancio (mis nuevos aliados); para darle ese ritmo que todo guiso precisa. Aventado por una copa de Oporto Dry White de Nieeport, y un cacho de cremoso queso de cabra del Moianès. Intentando conjurar un rayo de sol con las melodías de MINIATURE TIGERS.

No la de los últimos cuatro discos de este cuarteto de Brooklyn (aunque Vampires in the Daylight/Oct2019 es otra maravilla). Sino con la de aquella anomalía de psicodelia popera que invocaba a Beach Boys, Beatles, Of Montreal , o incluso el espíritu abstracto de los Beulah. Como si su artístico y poroso líder Charlie Brand, en esta presunta fortaleza, intentara dejar constancia de su Phoenix originario como otra de sus pinturas. Y la infalible mano de su coleguilla, Christopher Chu (The Morning Benders, Pop ETC) a los mandos de la nave.


Sin ir más lejos, “Masion of Misery”, invita a adoptar una postura gorilesca y bailar en una especie de rito a la fertilidad. Y es, sin duda, uno de los mejores arranques discográficos que conozco en lo que a pescozón contagioso se refiere:
Esa parte intrínseca de cacharrería, su malavarista batería y como no. La infinidad de cachibaches, ruiditos y esos deliciosos cantos corales que te llevan en volandas y el subidón final.
FORTRESS tiene ese ingrediente con parte de feria ambulante, teatro callejero, trovadores y bufonada que te pone de buen humor. Sino… como se entienden mis desavenencias con el Parklife de Blur. Cuando aquí, “Rock & Roll Mountain Troll”, cumple a rajatabla esa vertiente cómica y costumbrista del mejor pop británico. Que sin embargo sí me empuja a descalzarse y hacer pallasadas frente a la ventana de mi comedor.
O salir a destiempo y hora, a aplaudir al balcón con “Japanese Woman”, pa ver que dicen los vecinos y echarnos unas risas; un poco surrealistas y bizarras, si se quiere.

La solidaridad anímica es infinitamente más crucial que cualquier debate lógico (según lo miren los estadistas, claro). Y no hay nada más solícito que abrir ventanales, ahora que el Haba Cadabra a abierto las nubes, igual que las aguas Moisés, y despunta el sol.
No os lo dije?
El contrapunto sosegado de canciones como “Dark Tower”, tienen en mi el mismo efecto: Con la diferencia de que ya abro los brazos intentando cazar abrazos invisibles, pero bien presentes en esta delicia de soleada canción.
Un susurro como el licoroso Oporto deslizándose por el paladar. Casi las mismas evocaciones a resinas y nuez. La invasión total en el final ácido y complejo.
Con la animosa y juguetona “Gold Skull”. Sostienes la copa, delimitas el horizonte con su esbeltez, te echas a la boca un cremoso pedazo de queso… Y te suspendes desde las alturas.
No hay vértigo ni nubarrones y Sant Jordi ha subido en nuestra busca,
Todo acompaña ¿será el alcohol? O es amor.



FORTRESS tiene esa parte de tobogán que estimula, como las relaciones y el cariño: Que unas veces te eriza hasta el estómago, y otras en cambio, te escuecen como el desuelle.
Te podrías incluso subir al terrado con la eufórica “Bullfighter Jacket”. A ver si te encuentras a la vecina de al lado tendiendo la ropa, para bailar bien cogidos un swim con el firme propósito de la ilegalidad del roce, que hace el cariño.

La cosa realmente, es que es segundo disco publicado por la banda de Phoenix es un bendita maravilla; sin más encuadres o disertaciones. Mi salvador.
No entiendo como el resto de su carrera ha sido tan hedonista y simple, la verdad; supongo que duplicarían su éxito, o es mi falta de predisposición. Sobretodo cuando son canciones tan jugosas como “Egyptian Robe”. Donde podrían haber ido de la mano con el despatarrante y único disco de THE OLMS; que se publicó tres años después. A los que tampoco les acompañó el éxito, salvo en reductos muy reductos.
¿Se figuran a donde nos empujan los miserables?


Te podrías permitir hasta sacar a bailar a tu madre, con los aires de pasodoble y slow calypso que se nos trae “Tropical Birds”. Menudo ingenio melódico la de estos me supongo, por entonces veinteañeros!!

Lolita” tiene esa misma proyección artística y contemplativa que posee Charlie Brand; el ideólogo. El encanto de serenata de esta canción, obedece más a un instinto mucho más radial que el simple Pop de la época. E intuyo y descifro, que esa otra pasión que tiene Charlie por la pintura y arte en general. Es el otro inadvertido detalle que me falta, para unificar toda su obra. Aunque éste, el segundo, sea el que haya aparecido de repente. Como ese amigo que necesita ahora, a tu vera.

Parece tonto, puede. Pero es infinitamente más versátil que otros moldes usados, con más éxito y pegada comercial, aunque muchísimo menos inspiradores y didácticos.
Coyote Enchantman” se zambulle en el tropicalismo de herencia Byrne para cerrar. Y para mi gusto, con más riqueza y sensibilidad que los exitosos Vampire Weekend del mismo año; salvando escandalosamente las diferencias, claro. Por eso de dar esquinazo a los éxitos populares, y tener desde siempre más apego a las cosas que ocurren, cuando tienen que ocurrir.
Buscar y encontrar es excitante, pero tropezarse y reír a carcajadas, mucho mejor. De verdad.