miércoles, 6 de septiembre de 2023

THE BLUE AEROPLANES_CULTURE GUN (2023): DE LOS DESASTRES, HAREMOS POESÍA

 


(LA PRÓXIMA REVOLUCIÓN SERÁ TRANSMITIDA POR STREAMING, DE PAGO POR EVENTO, Y EN DIFERIDO).

Desde la era escrita de Asimov y J.K Dick, hasta la audiovisual de Spielberg y Nolan. La ciencia ficción, o bien se ha adelantado sirviéndonos de inspiración, o nos ha pillado a oscuras y con los pantalones en los tobillos.

Sea como fuere, la arrogancia y la necedad del ser humano ha superado con creces cualquier posibilidad de reacción. Y no dudamos ni un instante en dar detalles de nuestra agónica extinción con la petulancia del marisabidillo; no sea que alguien menoscabe nuestra sabiduría nescafé.

 

Una pena, la verdad.
¿Hay alguna posibilidad de romper filas y volvernos la piel como un calcetín para mirarnos adentro?
Pues no lo tengo demasiado claro, oigan.
Lo que si tengo más o menos nítido y cristalino. Es que los aullidos de Gerard Langley (ahora mismo); como los de otros que vinieron y se fueron sin hacer demasiado ruido. Me sirven con bastante rigor y precisión, para creer a pies juntillas en ese falso mito de que la buena música y la protesta no son solubles; que no confundan con la sabiduría instantánea, ni con las neuronas solubles.
Esto amig@s, es rock de rebeldía disoluta.

 

Dudo que a estas alturas sea de recibo reincidir en la rémora de “banda más minusvalorada de la escena británica”; yendo por delante mi devoción histórica enfermiza por las músicas parias. Y la ventaja o inconveniente que pueda tener escribir sobre algo que no le interesa ni al tato. Sabiendo como deberíamos saber, que esa, es en parte la magia de la música así, en general:
Por más tiempo que dediques a escarbar con uñas y dientes, siempre habrá una anomalía musical docta en influencias variopintas, que surja para propinarte una cleca con la mano abierta a grito de: - Ves criaturica de dios, ¿que no hay spotify, publicación de prestigio, ni festival masivo, o influencer que abarque todo lo que la música nos puede abastecer? (por suerte, oigan).

 

 

Y ya ven, en estas lindes nos vemos.
Desde que en 1978, Gerard Langley fundara con su hermano y el danzante Domochowsky ARTS OBJECT, y tres años más tarde la comunidad THE BLUE AEROPLANES. Son cerca de una veintena de álbumes los que han publicado ininterrumpidamente: Entre discos de estudio, recopilación de innumerables caras b, versiones, revisiones y reinterpretaciones.
Digamos, que los de Bristol, son de las pocas bandas que han aglutinado y digerido mejor sus 45 años de trayectoria sin ni un solo paso en falso.
Tanto es así.
Que hasta los hipotéticos pasos en falso o evoluciones musicales, como fueron en su día: Swagger 1990, Beatsongs 1991, Life Model 1994, o el más reciente Welcome Stranger del 2017. Revisados ahora, y comparados con la media actual o de bandas con su longevidad. Resultan tan atemporales y poco afectados por las tendencias musicales como su cortante Tolerance del 85.

 

 

CULTURE GUN no solo no es una excepción. Sino que apostaría que es el disco más crudo, hermoso, y valiente posible. Considerando que se empezó a fraguar en 2018, que se interrumpió por el diagnóstico del cáncer de su frontman, y que la pandemia lo sumió en un letargo forzoso.
 

 Parte de su hermosura radica en la estructura dura y afilada de las canciones en su versión más “rockera”.

Hips Like Cigarettes” por ejemplo:
Es un puñetazo en la mesa y el mejor retrato de la sociedad actual: Eléctrica, indolente, y con esa mala baba que pone cachondo.
A partir de ahí todo te puede parecer una nebulosa de art pop, con melodías que no se ponen freno ni son deudoras de las plantillas estilísticas de ahora:
Waking in the Ghost Removal Van” contiene una de esas maravillosas guitarras que bien podría ser del Tolerance; como siempre.
Gerard no se muerde la lengua haciendo del veneno poesía; como siempre.
Arremete con “Building an Ark for the Anthropocene” y las alentadoras segundas voces de Bec Jevons, sacudiendo con fuerza; como siempre.
Y ascienden con “Apostle Spoons” al más puro estilo “Cardboard Box” conmoviendo; como nunca.
Ni siquiera hay la más mínima intención de ocultar ese estado de furia, que se ha ido macerando y reescribiendo en estos cinco años de obstáculos y nuevas realidades.

 

Pasa, a veces, que el desaliento se convierte en melancolías con esencia de adormidera. Pero siempre he pensado, que las adversidades es mejor convertirlas en buenas razones donde convertir esos nuevos escenarios en poderosos estímulos.
Y “Someone (in the Arms of No One)” desde luego, es una prueba más que evidente la constante en el colectivo de Bristol:
Con las voces de Mike Youé y Bec Jevon  en pleno estilismo regenerador y procreador; como uno los pasajes más bestias y lindos. Y la icombustible resiliencia de Gerard Langley para seguir siendo uno de los mejores letristas de las islas.
Half Crown” emerge como una de las joyas más emotivas del álbum junto a “20/20”: Ese momento mágico en el caes en la cuenta de que apenas si hay una sola banda que mantenga en vilo el aliento de cuatro décadas, sin perder un ápice de personalidad y calidad liricomusical.

 


THE BLUE AEROPLANES, acostumbrados a ese extraño e injusto estatus de “banda de culto”, ha vuelto por la puerta grande, no lo dudéis ni un segundo; como siempre.

Destinados a sacudir desde abajo los cimientos para abrir las heridas y purgar la pus de la apatía. Con la lírica y el contorsionismo de su afilada música.
Ya sea con la nueva versión de Rodney Allen, convirtiéndose en un nuevo felino la vieja escuela new wave de los 70 en “(An Unlikely Hit Of) Adoration”. Acompañado Bec Jevon y ese prestidigitador saxofón final, que enaltece aún más la extraña belleza de este estimulante regreso.
La eléctrica “Bulletproof Coffee & Snake-Oil Shot” jaleando el opio del pueblo: Fake news, los falsos ideólogos, el establishment podrido… La realidad
O la extenuante belleza final entre oboes, acústicas, vientos mágicos, de “Lapdogs in the Wind”.
Citándonos en el futuro con una incómoda y a la vez emocionante rara poesía. Narrada desde una especie de abismo que eriza el bello.

 


The Blue Aeroplanes aparecieron fantasmagóricos el 28 de Abril del presente año; un día después de mi aniversario.

Cinco meses más tarde, como el designio de un sueño vacuo o profético. Me los encuentro sin saber cómo:
Los quehaceres, la estrategia del entorno para embelesarnos con los desastres del entretenimiento, el babeo que nos provocan los demonios invisibles. O quizás, el éxito más indiscutible del caos y la penuria de la desinformación.
EL MIEDO

 

PD. No creo en el destino, pero sí en la poesía sanadora y salvadora.

 

miércoles, 30 de agosto de 2023

GREEN GARDENS_THIS IS NOT YOUR FAULT (2023) Vs VILADOMAT*ARAGÓ: PEQUEÑAS OBRAS, BASTOS UNIVERSOS

 


 

A veces la quietud, otras el silencio y luego la calma de contar el tiempo mirando las pequeñeces. Observando lo diminuto con un interés tan obsesivo, que roza la cópula microbiológica.

Pero hubo un tiempo de ver poco en las distancias cortas y explayarme con los grandes angulares; tan grandes, que costaba abarcarlos y abrazarlos.

 

 

Pasado un tiempo. Entre lo diminuto, y la fascinación que me pueda producir la sensación de lo inabarcable. Hay más una relación con mis emociones, que con una unidad de medida al uso:
Me gusta lo inapreciable, lo esencial y aquello que pasa inadvertido, a no ser que hagas el esfuerzo de ir en su busca. Cuando me acerco y concentro mi atención con ese fin. Menguo, y sorprendentemente mí interior se expande, siendo inútil explicar la sensación de no poder abarcar sino de inocularte allí, en el microcosmos.

 

Puede pasar con infinidad de cosas sea cual sea su naturaleza, textura, o medio. Importante es que lo ames. Eso sí es innegociable y de natural cumplimiento.
Así pues, como podrán sospechar. El binomio GREEN GARDENS/VILADOMAT*ARAGÓ, aúna a mí parecer la misma sintonía: Música y Vino, Tierra y Sustancia, Lírica y Evocaciones. Y por ende, esa cosa inseparable que rueda a volteretas, juega y se entremezcla igual que dos mininos.

 

 

Los primeros: Jacob Cracknell, Chris Aitchison, Jacob Beaman y Bob Henderson; bajista, guitarras y batería respectivamente.

Con un disco de debut que es pura artesanía, mimo, y conciencia de lo que quieren que sus canciones transmitan.
El segundo: Gerard Maristany.
Un elaborador al que su faceta en Vins de Foresta se le queda corta, y decide reivindicar su origen familiar centrándose en las variedades Macabeu y Xarel.lo. Y en esa parte del Penedés silenciosa y anónima, arrollada por el canibalismo del “progreso”.

 

Sea como fuere y en la insondable distancia que separa Leeds de Pacs del Penedés.
Hay un hilo tan fino como el de las arañas aeronáuticas de Southern Tablelands, que genera esa misma electricidad que para unas es el vuelo sin motor y para los mortales, escalofrío emocional capaz de convertir las distancias en roces cariñosos.

 


Lo mismo da que precipites un Macabeu de nudo marinero entre Ignasi Seguí (Vinyes Singulars) y la agudeza elaboradora de Gerard, con ese brillante dorado de  rubias melenas brisadas en una copa, y sucumbas.
Que te recuestes sobre la misma tierra y eches a volar “This is my Fault”; canción que da bautismo a esta joven banda y a su retoño.
El efecto es idéntico.
Podrías sin apenas esfuerzo, incluso encontrar analogías entre la pérdida de alguien muy próximo; como expresa de esa forma tan ligada a esa materia etérea que conforma la consanguinidad en esta canción. Y la determinación de ilustrar tus lazos familiares, la invisibilidad, y aquello que polígonos y autopistas expropiaron, para que sea el vino el que se exprese y hable.
 
 

 

 

Podríamos decir que en ambos casos  resulta inaudito encontrar a estas alturas, discursos tan clarividentes como exentos de artificios.

Siendo “Thing’s I didn’t Do” mi favorita  de la colección. Encuentro arrebatadoras las guitarras que me traen buenas nuevas de Bedhead, Mark Linkous, Ben Cooper (Radical Face), Songs: Ohia…Y curioso que sea una joven banda de Leeds la que siembre de nuevo el yermo terreno de esa especie de slowcore, popfolk americano o como quiera uno llamarlo o etiquetarlo -pero supongo que me entendéis ¿no?- que tan poco abunda últimamente.
Akin to Sap” en cambio, es una pastoral y deliciosa canción plenamente paisajística. En la que puedes ver entre notas, instrumentos y vocales; lo que tú desees.
Yo, veo a Martí Torrallardona, al Ignasi, a Fransesc Pascual, a Bàrbara Mesquida y a la Xarmada.
Salto como una ardilla sobre “Billyful” y en el tono sombrío vocal de Jacob, veo sin embargo un destello de sol matinal.
El mismo que se ve con el alma, cuando olfato y paladar no pueden describir la pureza del Xarel.lo de Pla Parcial 2019 y conmoverse con el destino incierto que las viñas de 60 años del Serral de Porroig. Abocadas a desaparecer si el plan parcial del polígono de Sant Pere Molanta se ejecuta.
Mineralidad, verticalidad, elegancia, sapidez y carácter, en un monovarietal de extraordinario paso por boca.
 
 

 

La sensación de saborear lo efímero cuando nuestra existencia es tan sumamente material. Tiene ese algo que nos empuja con los años, a capturar las sensaciones de nuestra maleable memoria. Y el vértigo de los fantásticos arreglos vocales y de cuerdas de “A Cradling”, son otra especie de privilegio que no tambalea, emociona.

 

Pero lo cierto es que la experiencia de escuchar en unos auriculares, la enorme sima poética que es “Homeshredder” agarrado con dos manos al CAMP EL D’AVIACIÓ 2020 100% macabeu. Supera con holgura cualquier falta de movilidad, cimbreo sexual, o intento en vano de huir de mi cautiverio forzoso.
Es cierto que podría explicaros con algo de credibilidad y rigor científico lo que para mí supone una Macabeu bien parida (Viura en La Rioja). En consonancia con una canción o música que da la mano así, sin forcejeo. Para disfrutar de esa complejidad de compás, arreglos y textos. Que no lo son como tales, sino que ofrecen tantas variantes y como ricas rutas emocionales.
Siete minutos y pico que igual que en una obra, consta de introducción, entreacto, y desenlace. Creciendo a medida que se incorporan los susurros de Claudia Fenoglio y Ton Kettleton al saxo. Y brotando los versos igual que la simbiosis natural de la tierra, los elementos y el paisaje.
Haciendo también de este majestuoso vino, un remolino de detalles y sensaciones que juguetean con tu memoria visual, olfativa y gustativa en pleno festival de las papilas:

Los frutos secos sin tostar, la resina, retama… Y una espectacular boca donde la Macabeu expresa un frescor inverosímil, sin rastro de reducciones pese a los 3 años de botella. Y una acidez adictiva envuelta en tostados, hierbas de monte, con una mineralidad ligeramente salina final que la dota de una impresionante estructura; un vinazo de 10.


 

 

Disculpen si respiro hondo y me enjugo las lágrimas. Pero no quiero escatimar en aspavientos y gemidos.
Quizás así les ahorre la vergüenza ajena de ver mis ridículos movimientos estereotípicos en la silla rodada del ordenador; único medio de transporte en mi reducido itinerario diario. Mientras le doy pastilla a “Oslow” y remato con “This is not your Fault”.

 

La primera de pleno júbilo pese a que paradójicamente habla de la soledad, con una franqueza y vulnerabilidad desarmante.

Pero balsámica, en esa condición de delicadeza y clímax que han sabido plasmar en el conjunto de la obra. Cuando precisamente es en la culpa, la vulnerabilidad y en la exorcización de demonios donde se halla la cura de sus canciones.

 

Y la segunda; la que da título a este atrevido disco de debut. Perfectamente atribuible al supuesto sentimiento de culpa (si es que lo hay) que aquí el menda pueda tener al descorchar un vino y acompañarlo de música de la manera más pagana posible.
En cualquier caso y con ayuda de la canción que cierra el disco; pecando eso sí de algo de frivolidad. Me absuelvo por el poder que me da mi instinto animal; siendo como soy siervo y confeso del señor Darwin.

 

Hablando en serio, ahora sí, de esta maravilla de disco. Las canciones de Jacob, Chris, Henderson y Jacob(2) tienen un mérito fuera de lo común:

El primero es la forma como abordan temas tan peliagudos e íntimos como la pérdida, los sentimientos de culpa, la fragilidad ante la salud emocional, e incluso la ira ante el duelo o como el ser humano es incapaz de gestionar algo tan complicado como los momentos de ofuscación, con impotencia.
Teniendo en cuenta que esa lírica tan bien empastada con los arreglos musicales y el tono de las canciones. Tampoco es que hagan un juicio sobre el tema. Sino que lo lleva a un contexto extraordinariamente natural y orgánico, usando la tierra y la naturaleza como vehículo.

 

Y sabido esto. Evidentemente, la belleza de la música; que no es poca. Alcanza una valía mayúscula sencillamente, porque hay una intención muy clara y respetuosa para que todo fluya: Los cinco años que llevan trabajando a forja su música, la cripta de una iglesia donde se grabó, los arreglos vocales, las guitarras y todo el conjunto.
Algo, además, que aprovecho para puntualizar:
Los vinos no industriales. Los que se elaboran con el objetivo particular del elaborador, de contar una historia y un paisaje. Los que no tienen ningún interés monetario, sino de supervivencia y de vivencia.
Hablan con el lenguaje de los sentidos, y evidentemente. No necesitan esta parrafada ni mensaje alguno dentro de la botella.

Escúchalos, todo es música.


 

lunes, 21 de agosto de 2023

THE EMPTY THREATS_MONSTER TRUCK DAY_2023: O... ¿MONTAMOS UNA FIESTA CON BAÍAS E ENSEADAS 2020 Y FERNÃO PIRES?

 


 

Las noches estas de oleaje sudoríparo, en las que los mosquitos surfean espalda abajo hasta mi coxis.

He decidido, vistas las circunstancias y aprovechando el misterio nocturno. Aprender a reptar hasta el lavabo con ayuda de mis codos; y que fortuna la mía, que potencié deltoides, bíceps y trapecios en el gimnasio antes de que cerrasen por vacaciones.
¿Veis que listo? 
 

 

Mientras a los malvados espadachines los tengo distraídos haciendo loopings donde la espalda pierde su nombre.

En dos terrazas instaladas en sendas nalgas, con ambientes duales a la par de eclécticos. Se me amontonan y hacen corrillo la fauna hogareña, y algún que otro despistao que aprovecha que las ventanas están abiertas y la familia durmiendo.
Allí hay de todo: polillas, pececillos de plata, moscas palomillas. Menos…. Eeeep!! Las moscas negras y las chinches; que tienen la entrada terminantemente prohibida por gorronas.
En perfecta armonía faunística bailan agarraos el Momma de la ELO; en esas frecuencias inaudibles como el raso del suelo que tan lejos nos queda. Pero cuan precioso y multiverso es cuando te arrastras sin prisa; sabiendo que de allí no pasas ya.

 

El calor sube y golpea contra las alturas. Pero tú, tú estás divinamente ahí, panza abajo. Con todo lo que precisas a mano:

La bandeja con esa rueda grande y gorda como la de un timón de una nave para subir el volumen, y al fondo. Al fondo la nevera de los vinos a 8 grados ronroneando con estos calores, como si te estuviera llamando…
Bueno joder, que me está llamando, que lo sé, ostia
¿No la oyes?

 

 


 

A partir de ahí. Me basta y me sobra en esas noches de tregua fundente. Con la terraza donde estirar mi pata chula, el salvoconducto en forma de Malvasía que Mannel me dio, y lo que os traigo: Un disco desde Adelaida, en la otra punta del mundo.

Ahora mismo, y vistas mis circunstancias de invalidez. Déjame que te diga, que las noches de verano son las cosas más bonitas. Mirándote pa’dentro y envuelto en  buena música con una copa fresquita de esta deliciosa y tremebunda Malvasía lisboeta del bueno de Fernão Pires.

 

 
Llevaba unos meses esperando con intriga el primer trabajo de este quinteto, después de escuchar la joyita de “Evil Dead” en mi 53 cumpleaños.
Pensaba y deseaba que me acompañaran en mi viaje por carretera hasta Alentejo. Y evidentemente, no pensaba escribir ni una sola línea de aquello que creo que a estas alturas cada uno debiera/debiese buscarse solito en los arroyuelos.
Pero lo que es la vida.
Parece que voy a procrear y ampliar la raquítica familia de esta miserable bitácora.

 

 

Si os digo sin tapujos ni capulladas, lo que sentí cuando los escuché la primera vez. Son, ese tipo de señales melancólicas que se escapan a zancadas largas de todo aquello que quiere parecerse a algo que antaño moló, pero que ahora es incapaz de provocar ese escalofrío lindo de inocente juventud.

Los perfumes con olor a gofre de vainilla, la plaga de las vans, los pantalones de pitillo, y los peinados acabados en pico. Que todo sea igual, huela igual, suene igual, y sepa igual. Todo lineal y siguiendo una marca de puntos que poco deja a al riesgo.

 

No se trata de que se intente inventar algo, porque todo está ya inventado. Solamente exigir que me obliguen a bailar imaginando con el cuerpo las notas y las armonías. A veces inconexas, otras abstractas, y de repente. Perfectas de lirismo poético.
Solo eso ¿pido demasiado?

 

En esa tesitura, lo poco que funciona es el aislamiento y la miseria. Y es aquí cuando por estadística Australia se lleva la palma por eso de estar bastante alejados de los circuitos. Y disculpen, no es exotismo, ya no. Es, ¿desintoxicación?
Igual que pasa con los vinos cuando ves tanto convencionalismo y estereotipo que te aburre soberanamente; ¿me siguen?
Por eso desee este año huir a Portugal y embriagarme con sus vinos siguiendo al loco sabio de Mannel Serrano y sus 68 primaveras. Y lo haré, no lo duden, soy Tauro.

 

De momento no sé cuándo volveré pero apenas me quedan 3 botellas de las seis que me recomendó. Y el pito pito colorito de elegir BAÍAS E ENSEADAS 2020, es… simplemente que es la añada más antigua de las tres; como veis, ahora mismo me la suda todo tanto -(literal)- que soy un jodido y arbitrario verdugo.

Pero oigan, que jodida maravilla. ¡Sentencio!
He perdido la chaveta con las Malvasías secas. Ya sean Griegas, de Sitges, Riojanas, Italianas o Portuguesas.
De las que te agarran desde la nariz y su perfume por las carnes nobles y blanditas.
Ese adorable reclamo invisible en el que en tu infancia, deseabas la adopción ipso facto de la panadera, pastelera, o repostera del barrio: 

 

Brioche recién hecho, crema pastelera, bizcocho esponjoso, el anís estrellado, y tú, comiendo esas delicias bajo un Magnolio en flor, y de limonero infusionado en flor de leche. Y el paso por tu alma dejando el rastro sedimentario arcilloso lleno de salinidad mineral, rocío, cítricos y ambrosía; que no empalago.

Una terrible droga que me consuela ahora mismo, no sabéis cómo.
Su dorado hipnótico cegado por la condensación de la refulgente copa.
Las gotas que se deslizan sin prisa.
Las baquetas de “ATACB”, la rabia de sus guitarras, y la disonante voz de Stu Patterson. Provocador, andrógino, y sus magnéticos y contorsionistas movimientos. Como un conjunto pleno de gustirrinín y alboroto.

 

El debut de esta joven banda Australiana arranca con un Postpunk de manual; muy diferente a sus primeros bocetos en forma de singles a los que costaba encontrar la conexión entre “Magnolia” y “K”:
ATACB” y “Boys in the Gutter” quizás intentan captar la atención de un público más generalista, igual que con “Two Years”. Pero rápidamente notarás que los tiros de esta gente, huyen de lo convencional y pese que sus inquietudes los llevan desde el Pop lúcido, hasta la New Wave abstracta, o el aguerrido Post Punk de los 80. El denominador común es la imponente personalidad de su discurso.
Nadie diría que llevan publicando desde hace apenas cinco años, y este es por fin su primer Lp.

 


 

Fácil es enumerar con las manos a las cosas que te pueden recordar y no mentarlas por decoro. Faltarte dedos para contarlas, y a la vez difícilmente acertar con precisión; que es lo bonito en definitiva.

Lo que sí tengo claro, es que por instinto y puro impulso me he agarrado a “Jason’s Bad Trip”, “Sunday Night” y “New Jet Sky”, y no las suelto.
Me encantan los tempos a veces desordenados, otras sofisticados, la potencia escénica de su líder Stu Patterson ,ese clarinete con retirada a saxo que entra y sale, la tímida voz femenina de Venus que da el contrapunto igual que Kin Deal, el cómo consiguen el mismo clímax que en su día hacía de Bauhaus una rara avis de la escena y que aún perdura, el tono experimental y a la vez accesible que da toda la coherencia a su temario, sus textos social y políticamente comprometidos.
Y sobre todo.
Lo bien que hacen sonar todo Stu Patterson, Matt Schultz, Venus, Lenny Regione y Michael Bond; que básicamente es lo más importante. Teniendo en cuenta que se lo han producido y grabado ellos mismos en el pequeño sello local P.A.K Records de Adelaida.
Un sello que nace de la promoción y soporte en directo de la escena local desde el Rocket Bar & Rooftop, nacida en 2013 como Punk Ass Kids, toma ya!!

 

Así pues, solo me toca maldecir el no poder bailar hasta descoyuntarme este disco. Y brindar con todos los vinos que iremos descubriendo durante toda mi convalecencia durante este Agosto, Septiempre y… yo que sé. Espero que pronto, porque no sé si será una suerte o penitencia para vosotros jajaja
La entrada es libre y la decisión fácil.