Las cuestas
se empinaban como sendas que parecían querer huir de la hondonada
que era la calle donde vivíamos. Los días de lluvia torrencial ,
contemplar a la gente bajar del autobús saltando como Basiliscos
sobre los tremendos lagos que se formaban en la avenida , era mi
entretenimiento preferido.
El agua
bajaba a toda velocidad por aquellas calles empinadas y desembocaban
allí , convirtiendo aquella gran avenida orgullo de mi destartalado
barrio , en una suerte de gran meandro en la que el agua anegaba
portales haciendo de ella una pequeña Venecia con los palets de las
obras colindantes haciendo a su vez de góndolas y pasarelas.
Mi madre y
yo las escalábamos cada tarde de los Sábados en busca de mi tía
Purificación. Mientras mi padre dormía la mona en casa , mi madre
quemaba las horas junto a la única tía que teníamos en kilómetros
a la redonda; ella desgranaba sus penas como las cuentas de un
rosario , y mi primo Paquito y yo jugábamos horas interminables en
un pequeño futbolín de plástico que le había regalado por reyes.
Allí se disputaban los derbis más intensos , las finales más
apasionantes y los duelos más encarnizados.
Mientras ,
en una pequeña radio de saldo sonaban aquellos que serían nuestros
pequeños hitos musicales del momento. Las guitarras y las armónicas
empezaban a dejar paso a una especie nueva: Miradas perturbadoras ,
poses frías y unas nuevas máquinas que cambiarían las cuerdas de
nylon y punteos , por pulsaciones y percusiones sintetizadas.
Muchachos , la electrónica ya estaba aquí y venía para quedarse un
largo tiempo.
Aquellas
bandas que hacían gala de interminables solos , éxtasis espaciales
y virtuosismos vocales parecían ya de otra era. No se trataba de un
desarraigo de las buenas costumbres , tan solo algo desconocido que
parecía llegar de otra galaxia y que contenía las mejores virtudes
de la actitud Punk , al servicio de la vanguardia.
Kraftwerk
con su sinuoso “Trans Europe Express” ya había sonado en el
salón de mi casa , algo ciertamente enigmático tratándose como se
trataban mis hermanas de unas auténticas rockeras. Ellos me
despertaron la curiosidad y OMD hizo que descubriera otra faceta más
accesible de la música sintética. Fue el primer cassette que compré
con mi pocos ahorros , una cinta con el gris característico de las
ediciones Virgin y un reproductor que la machacaba sin cesar; hasta
que ese pequeño fieltro por el que se deslizaba la cinta magnética
adquiriera un tono ferroso.
Los años
posteriores fueron una excitante carrera en la que cada uno de
aquellos sonidos parecían ilustrar un cambio de concepto más que de
forma: La llegada de los primeros Amstrad , Commodore y Spectrum. Los
televisores en color , las calculadoras científicas , los relojes
digitales Casio; la nueva ola se entremezclaba con con una actitud
totalmente irreverente y experimental: Human League , Ultravox ,
Yazoo , Kraftwerk , DAF , Cabaret Voltaire , Visage... hordas de
hambrientos descubridores despojados de cualquier tipo de prejuicio
musical que ilustraban a la perfección el cambio que estaba
experimentando la juventud de entonces.
Es evidente
que mi primer acercamiento no fue el más ortodoxo , observando como
en las últimas décadas muchos se han apresurado a iconografiar a
Kranftwerk; ¿de veras que todos aquellos que a finales de los 90
atestaban Nitsas , Moogs , Sonars o la vieja sala Fellini , entendían
la filosofía de aquellos inquietantes Alemanes? Perdonen , pero lo
pongo en duda.
La
electrónica de antaño nació por encima de todo como un proceso de
experimentación “nada comercial” , quizás buscando otro camino
en el sinfonismo reinante hacia rutas más industrializadas y
decadentes.
Las
herramientas que usaron en muchos casos las sirvieron en bandeja
aquellos que vendían la tecnología como el maná para curar almas.
Ellos sin embargo las utilizaron para escenificar la frivolidad del
sistema , siempre a contracorriente del imperativo comercial. Sin
duda fue otra manera de sumarse a la actitud Punk de aquellos años.
ORCHESTRAL
MANOEUVRES IN THE DARK no fueron desde luego los más estrictamente
irreverentes de aquella escena. Por lo menos en el momento en el que
empezaron a sonar en España y con los dos temas que se hicieron más
populares: “Joan of Arc (Maid of Orleans)” y “Souvenir”. Esta
última fue concretamente la canción que me cautivó , sí , ya se
que no es el paradigma de la electrónica ; pero fue ella y su
hipnótico piano las que desviaron mi mirada de aquellos muñecos
rígidos que se apresuraban a rematar con rabia.
Una melodía
que podría incluso compararse con las de aquel Richard Clayderman
más almizclado , pero que la frágil voz de Paul Humpreys
transformaba en un brumoso y romántico hit de la época.
Pese a estas
dos canciones que los colocaron extrañamente en todos los charts de
la época y la reedición de su pasado “Enola Gay”; Architecture
and Morality no es para nada un disco comercial o accesible , se
podría afirmar que es un trabajo en el se desvela un sonido , que a
día de hoy se podría definir más cercano al Dream Pop que a la
electrónica como hoy en día se conoce. De todas formas si los
caminos de la experimentación fueron dictados por Kraftwerk ,
Cabaret Voltaire o Can , la música electrónica creo a su vez
infinidad de subgrupos que de una manera autodidacta y artesanal
construyeron sus primeros syntetizadores para abrir otras rutas más
accesibles: Human League , Gary Numan , Depeche Mode , Heaven 17...
OMD
permanecieron a medio camino de unos y de otros , se les subestimó
hasta el punto de considerarlos un grupo menor y en su afán por
aupar singles aún más populares , acabaron disipándose con discos
como “Junk Culture” , “Crush” o “Pacific Age”. La
verdadera lástima es que sus mejores tesoros jamás tuvieron el
resorte adecuando , en un tiempo en el que la electrónica eran tan
minoritaria como extravagante: “Orchestal Manoeuvres in the Dark ,
1980” , “Organisation , 1980” , y “Architecture and Morality
, 1981” fueron auténticas joyas del minimalismo y del sonido
orgánico al que ni tan siquiera el paso de los años a sabido
apreciar y valorar como el puente que tendieron entre la electrónica
y el Pop; lo que ahora conocemos como Synth Pop y tantos practican en
la actualidad.
Si ese
primer cassette al que pegaba las horas muertas el oído en la
oscuridad de mi cuarto me ensartó con aquellos dos singles , no
fueron ellos los que me engancharon a su sonido , si no su verdadero
embrión , del que parecían renegar buscando un hipotético
reconocimiento más multitudinario.
Architecture
& Morality contiene poderosas razones para pensar que en el
momento en que esta pareja nacida el Liverpool buscaban conectar Pop
, Electrónica , Jazz , Sinfonismo clásico y experimentación
nacieron sus mejores canciones sin tan siquiera cerciorarse de ello.
Y para
cuando quise darme cuenta , estaba ya profundamente sumergido en esa
especie de pequeña aventura microcósmica. Esas extrañas canciones
disonantes que deconstruían estilos ancestrales para convertirlos
pasajes herméticos y orgánicos: La apertura siniestra y desgarrada
de “The New Stone Age” con esas guitarras perturbadoras que
atizaban al Korg y a esa base palpitante , abría una puerta muy
diferente de lo que uno cabía suponer al escuchar sus canciones más
populistas.
“Sealand”
, “The Romance of the Telescope” , “The Begining and the End”
o ese perfecto y poético final de “Of All the Things We've Made”
eran justo lo que anhelaba en ese momento preciso de mi imberbe
juventud. Sin quererlo acabé descubriendo una forma de hacer música
que distaba muchísimo de los patrones luminosos y festivos que
ondeaban en las emisoras; porque si ciertamente no todo era tan
bonito como se dibujaba ¿porqué la música quería parecer que
fuera así?
La verdad es
que tampoco es que estuviera sumido en la depresión más profunda
por aquellos años , pero de alguna manera los recuerdos que me
asaltan de esos años tampoco eran del todo halagüeños. No era nada
difícil parecer un espécimen inquietante por entonces , ya que los
patrones de comportamiento socialmente aceptables requerían de unas
grandes dotes de teatralidad de las que yo carecía por completo.
Fue fácil y
cómodo aislarse en ese tipo de sonidos: El New Wave internacional y
patrio , el Punk con todas sus ramificaciones , y la electrónica
como paradigma del surrealismo sonoro , fueron el colchón perfecto
para pasar las horas muertas en las oscuras noches de mi cuarto. Con
ellos aprendí a disfrutar de la música de una manera bien distinta
hasta entonces y es hasta la presente cuando valoro sobre todas las
cosas la simplicidad y la capacidad para cazar al vuelo ese acorde
perfecto al que tan solo hay que darle cuatro pinceladas para que se
eternice en nuestro subconsciente. Me sobran los artilugios y las
presentaciones pomposas , no soporto las voces que intentan mostrar
sus virtudes barítonas hasta extenuarte , ni aquellos que añaden
ingredientes a diestro y siniestro con el único propósito de
disimular sus carencias.
Porque en
definitiva la música puede ser tan sublime con sus imperfecciones
como insípida por sus excesos. La electrónica de finales de los 70
tiene ese ingrediente inigualable que hizo de aquellos aprendices del
Rock Progresivo verdaderos alquimistas , que con una pizca de
imaginación y un torrente de creatividad , se fabricaron sus propios
instrumentos inspirándose en los mecenas Kraftwerk.
El disco de
debut de OMD se hizo así: Con un Korg Micro-preset de saldo por 2700
libras en cómodos plazos , una batería electrónica de fabricación
casera parecida a una caja Heath Robinson , un bajo y un mellotrón.
Formaron junto a Joy Division y Cabaret Voltaire la primera andanada
de bandas de Pop futurista afincadas en el cooperativista sello
FACTORY de Tony Wilson , y magistralmente producidos por Martin
Hammet.
Así dieron
a luz uno de los discos con los que me daría de bruces años después
, quizás uno de mis preferidos por la apariencia austera de sus
construcciones. Canciones como “Electricity” , “Red Frame White
light” , “Almost” o “The Messerschmitt Brother” hablan por
si solas de uno de los discos más desconocidos de la banda de
Liverpool. Rudimentario y experimental , pero tan revelador en cuanto
a lo que sucedería años después en torno a esos visionarios , que
sin saberlo añadieron a la música alternativa ese ingrediente final
para que hoy en día se acaben por entender propuestas tan distantes
en el tiempo y estilo como las de Future Islands , Yeasayer o Sufjan
Stevens.
Por
desgracia , aquel movimiento experimental de finales de los 70 acabó
siendo destilado progresivamente hasta conseguir un sucedáneo
suficientemente apto para un público poco preparado y más amplio.
De otra manera jamás habrían llegado a radiarse temas como: “Joan
of Arc” , “Blue Monday” , “Just can't get enough” , “Cars”
, “Fade to Grey” o “Don't you want me”; pero también fue el
mismo motivo por el que Brian Eno (Roxy Music) y Martyn Ware (Human
League) fueron apartados de aquel festín electrónico.
En cualquier
caso la historia se reescribe cada cierto tiempo y fue así como en
aquellas emisoras extremadamente conservadoras llegaron a sonar
canciones que paradójicamente aún ahora , treinta y dos años
después , sigue siendo impensable que se radien ciertos tipos de
música en emisoras comerciales.
Para mi ,
con once años fue una especie de alumbramiento extraplanetario ,
inevitablemente una de las muchas maneras de llegar a músicas
inimaginables. El camino para llegar a ellas es insignificante ,
comparado con las ganas que tenga uno por descubrir cosas nuevas.
QUE LO
DISFRUTEN!!
Visuales:
El regreso dos décadas después
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