Si hubiese alguna
manera posible de poder ilustrar el binomio causa/efecto en aras del
vigor, el entusiasmo, o la naturalidad sobre un escenario, ese sería
el de Brittany Howard bramando al cielo su amor fervoroso por la
música.
Y si además esta
proclamación de alegría agitadora viene de la mano del primer día
de unas merecidas vacaciones, tanto mejor. Ya me entienden, no es una
cuestión de refregar al personal el que un servidor esté de fiesta,
en absoluto; todos sabemos que estas cosas van y vienen, pero que me
aspen si no hemos sentido todos la tentación de proclamar a los
cuatro vientos: - Sí señor soy feliz!!, de momento y vigilando las
espaldas, pero que narices!! no hay mejor manera para certificar tal
realidad, que regalándonos lo que más nos hace disfrutar de la
vida: Un maravilloso concierto en olor de multitudes, de buen Rock y
Rythm and Blues.
La brújula de los
estíos nos indica el camino en el mayor de los casos a destinos
plácidos y relajantes; festivales a tutiplén, cines de verano,
actuaciones en plazas, jardines y terrazas, los grillos cantándonos
la serenata y... porqué no. Conciertos en sala como si de una visita
al museo de la ciudad se tratase; que estos se programen en una
ciudad tan fulgurantemente turística como Barcelona tiene sus pros y
sus contras: Nunca sabrás a ciencia cierta si está abocado al
fracaso, hasta el preciso instante en el que estés ante las puertas
de la sala; lo mismo da si es Martes y 13, si desde las playas llegan
cantos de sirena, o si mañana mismo sale tu avión rumbo al calvario
de la rutina.
Tampoco vamos a negar
que ALABAMA SHAKES tienen todos los ingredientes posibles para atraer
a propios y extraños: Una gran dosis de humor sobre el escenario, y
la soltura digna de cuatro jóvenes entusiastas que se mueven como
pez escurridizo, entre los cuatro preceptos básicos de todo buen
amante a la raíz de la música (Rock & Roll, Soul,
Rythm & Blues, Funky rocoso y lo que se precie).
Solo así se consigue debutar con un disco tan aparentemente clásico
como “Boys & Girls/2012”, y refrescante a la vez. Y no caer
en el malditismo sumarísimo de quien resucita aquello que se ha
trillado miles de veces.
Lo cierto es que pese
a que sus ases mejor guardados, son aquellas canciones que beben
directamente y sin rubor de Ottis Reding, Howlin' Wolf, James Brown o
Janis Joplin; sobretodo en su ejecución sobre el escenario. Han
sabido como nadie barnizar con un Rock directo y abigarrado,
canciones que podrían pasar por un mero ejercicio de revivalismo.
Solo así se explica el público tan variado que puede sentirse
atraído por su propuesta: Consumidores insaciables de singles
bailables con reminiscencias retro, puristas del Blues y el
Rock ancestral, curiosos, histéricos/as que solo aprecian la
excelencia vocal, coleccionistas de conciertos que cacarean sin
importarles una mierda que suena allí; o simplemente, amantes
de la música sin fronteras estilísticas, (mantengo la esperanza de
que sean estos últimos los que nos dimos cita, aunque la noche dio
para hacer un bestiario bien documentado).
Pero como todos
sabemos o deberíamos saber que la música es libre y democrática, y
no hay ciencia exacta que determine el como vivirla y disfrutarla;
¿como si no, verían nuestros ojos una sala Apolo así de llena en
pleno mes vacacional? Dejémonos así de estúpidas observaciones de
rancio abolengo, y vallamos por harina.
Sala repleta que no
atestada; aunque no agotaron las entradas, apunto estuvieron. Y no es
que el precio fuera popular, para solo disponer de un disco y no
contar con teloneros (26 anticipada y 30 en taquilla). Sigo sin
entender como se llenan todavía los conciertos de cacareadores tal y
como está el patio; ay!! erre que erre con mis mis achaques de
viejo...
Que no hombre, que es
broma!! que dije que la música es democrática y lo dije de corazón,
leñe!!
La verdad es que al
final se agradeció la ausencia de teloneros; de otra manera, muy
probablemente no se hubieran extendido hasta la hora y media de
actuación. Con lo cual nos dio la posibilidad de contemplar desde su
amplitud de registros, una imagen bastante más panorámica de lo que
son los tan solo doce cortes de su disco.
Hacia años que no
tenía que hacer una larga cola para acceder a una actuación, creo
que desde aquel concierto de Portishead del 97, pero valió la pena.
Bien pasadas las
nueve de la noche hizo acto de presencia la banda de Athens sobre el
escenario, con la naturalidad que caracteriza a la enorme Brittany,
en lo corporal como en lo artístico; bastaron cuatro acordes y una
canción “Hang Loose” para que bestia parda de Brittany perdiera
como es habitual en ella la compostura. A partir de ahí se
sucedieron en los primeros compases algunos de sus temas más
populares, los que han hecho de Alabama Shakes una banda capacitada
para arrastrar a público tan diverso “Hold On”, una de las
canciones que más réditos gana en directo junto a a la preciosa “I
ain't the Same”. “I found You”, “Rise to the Sun”; este
último otro de los cortes de su debut que mejor brillaron con luz
propia y que hace de Alabama Shakes, una banda que revaloriza su
corta y en ocasiones lineal discografía, con argumentos suficientes
para desechar la idea de que lo suyo no es un simple revival: Un
directo visceral y perfectamente ejecutado, y la autenticidad de
quien destila alma por cada uno de sus poros como principales avales.
Alabama Shakes son
una banda realmente joven que nacieron de la amistad universitaria
que unió a Brittany Howard, su vocalista y Zac Crockell su bajista
montañés. Dos tipos diametralmente opuestos en lo que se refiere a
su exteriorización de sentimientos musicales: Uno todo delicadeza y
dulcura ejecutora y la otra... salvajismo eufórico sincero y
desmedido a la hora de dar rienda suelta a todo su enorme talento y
versatilidad vocal.
Si a esto le unimos
el resto de su discreta banda, la cual delega todo el protagonismo a
la portentosa Brittany, y se dedica tocar como verdaderos veteranos;
basta con ver las buenas trazas de púber guitarrista Head Frogg,
todo timidez. O a Ben Turner y Steve Johnson , organista y batería
al unísono desplegando un repertorio que juega magistralmente con un
solo disco y en el que todo cabe para engrandecer el espectáculo.
Como reseñaba Justin Cage hace unos años: “Un pedazo de
realidad”
Continuaron con
algunas de sus nuevas e inéditas composiciones: “Making me itch”,
“Worryn' Blues”, o su Rockanrolera “Heavy Chevy”, fruto de
una de sus caras b mejor escondidas. Hasta que por fin
supieron hacer callar el por momentos excesivo protagonismo del
público, que rozaba la histeria y la falta de respeto con una
hermosa versión de su paisano JOE Lewis Thomas “Gospel Song”.
Amansaron al público
descontrolado hasta obtener un tono de media luz adecuado, y cuando
el ambiente ya parecía estar al nivel de sus composiciones más
emotivas, sonaron “Heat Lightning”, “Boys & Girls”, “On
your Way” para cerrar el set con una de mis favoritas, “You
Aint' Alone”.
Una noche grande la
de ayer Martes, de aquellas que me reafirman en la creencia de que la
música no conoce límites ni diáspora escenográfica que las
separe. Las modas se suceden y el público está en todo su derecho
de moverse guiado por las tendencias suicidas que mejor las
represente; lo cierto es que nadie sabemos si alguien se acordará de
ellos cuatro años más tarde, es así la sociedad de consumo.
Yo sería tan solo
feliz, pensando que algún día el éxito sea proporcional a la
conciencia de que aquello que disfrutamos es arte, y merece un
respeto. Apaguen los móviles, bajen la voz, abran bien los ojos y
las orejas, y disfruten de la comunión colectiva en la que se
convierte un concierto; eso que ocurre allí en un instante, jamás
se volverá a dar de la misma forma en la vida.
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