Perdonen ¿disponen
de un minuto? Solo será un momento. Permítanme que les cuente una
de primeros besos, de tambores y de cornetas. Sí, una de aquellas
historias que todo carcamal acaba por contar con una copa de más, y
de las que todo el mundo resopla mientras huye despavorido. Lo que es
evidente es que no es esta vez una historia de amor; sí, hubo un
beso, pero este no fue por amor, quizás más parecido al beso de la
muerte. De echo es ésta una historia tan pleistocénica, que a
muchos les ha de sonar por fuerza a chino mandarino.
Aaaay!! el servicio
militar aquello de lo que decían algunos, te haría un hombre hecho
y derecho.
Con todos mis
respetos y sabiendo que para algunos La Mili pertenece a ese
tipo de recuerdos generacionales; a los que yo personalmente achaco
como un método de autodefensa del cerebro, para obviar los recuerdos
traumáticos y quedarse tan solo con los felices. Para mi no es que
el servicio militar obligatorio fuera exactamente un trauma juvenil
pero desde luego no fue un motivo de satisfacción. Así que no se
hagan ilusiones y esperen de esta anotación, un detallado
cronológico de mis desventuras en Segovia; ciudad de destino en el
cumplimiento de semejante pérdida de tiempo.
Que te roben en la
flor de tu juventud veintañera un año de tu vida, no es
precisamente motivo de celebración, más bien una enorme Putada. Y
al margen de hacer amistades inquebrantables de las que años después
no te acuerdas ni de su cara, dejarte llevar por los placeres de las
borracheras en pos del olvido, o llorar en el hombro de tus
compañeros la nostalgia de tu hogar. Solo me queda uno
verdaderamente remarcable. El universo paralelo al margen de la
realidad que se da en los intramuros de un cuartel: Una abducción
temporal donde suceden cosas que solo entienden los que han pasado
por semejante trance; la mayoría lo describen como una experiencia
mística, pero no les hagan caso que la nostalgia hace un flaco favor
a la realidad. Culpen al subconsciente si quieren y hagan como si les
entienden, si no correrán un grave peligro.
En mi caso y
atendiendo a los flashback que me vienen a la memoria, solo
hay uno que ilustra de un solo trazo aquel 1990 de la era verdadera,
pim pom fuera!! Britzkrieg Bop y el maravilloso monumento a la
simpleza radiante que levantaron Ramones en su nacimiento del 76.
Éramos un porrón
más de artilleros (así nos llamaban),pero como digo; la memoria con
los años rige el destino del recuerdo. Así que me ceñiré a los
que codo con codo pasé la mayor parte del tiempo y a los que me unía
esa misma banda sonora. Eran de Cornellá, uno se ocupaba de nuestra
logística alimenticia en Víveres, mi compañero de dependencia, y
yo mismo. Pasábamos la mayor parte del tiempo en Ajuste, no quieran
que les cuente cual era la misión de esa dependencia con semejante y
ambiguo nombre; ajustar lo que se dice ajustar, no ajustábamos nada
en absoluto. Pero si que confeccionemos apoyados por un Radio
Cassette cochambroso, al que había que ajustar el musicassette con
un gurruño de papel para que no temblequeara; nuestra
personal y memorabílica banda sonora de aquel longevo 1990.
Por sus cabezales
ferritizados pasaron numerosos artefactos, fruto de nuestros gustos
variopintos y aparentemente incompatibles; ellos eran Heavys, yo raro
a secas: Decibelios, The Smiths, Los Ilegales, Anthrax, y un vinilo
del Bona Drag con el que me topé por sorpresa en una tiendezucha de
la ciudad; allí revuelto entre discos de jotas Castellanas y singles
de Julio Iglesias, y de quien supliqué una socorrida grabación en
cassette mientras llegaba el próximo fin de semana que librar.
Pero, si hubo una
canción que consensuó y confraternizó nuestro amor incontestable
por la música, y por el Punk Rock en concreto. Ese fue BRITZKRIEG
BOP y el primer disco de RAMONES en toda su extensión.
Un disco
subestimado con el paso de los años, de la misma manera que lo ha
sido el Punk y el cuarteto de Nueva York. Hablar en la actualidad de
los méritos del Punk parece ser una aberración al buen gusto, al
virtuosismo y en su defecto a la modernez.
Quizás no se
equivoquen, si caemos en la cuenta de lo mucho que se han banalizado
con el paso de los años las crestas, las chupas de cuero, y el logo
diseñado por el recientemente desaparecido Arturo Vega (creador del
vilipendiado escudo de Ramones) y quinto Ramone. Pero soy de los que
sigue pensando, como espero que muchos otros; que el romanticismo
aparentemente primitivo del Punk estaba muy por encima del nihilismo
con el que se quiso estigmatizar a tal movimiento.
Hablo de actitud
contestataria contra el orden establecido de las buenas formas,
aquellas que en su día quisieron moldear a la sociedad al antojo de
un sistema en el que la moral no hacia más que domesticar al
ciudadano de bien. A lo largo de la historia nos han vendido un modo
de hacer las cosas amable y educando, tanto, que hemos perdido de
vista la transgresión a la hora de derribar para volver a construir.
Pero al margen de
la brasa socio política que yo os pueda dar, que ya sois
grandecitos. Y ciñéndome estrictamente en la cualidad sensacional
de este resto arqueológico sentimental. Nos hallamos ante uno de los
puntos de partida más emocionantes que la música halla dado en mi
vida.
Cuatro acordes, una
estrofa y un estribillo elevados por su simpleza, a la perfección
funcional en la que la música como resorte instintivo atesora cuando
llega directamente a nuestro alma, sin pasar necesariamente por
cualquier órgano sensitivo de nuestro ser. Y donde Ramones todavía
no estaban angustiados por la presión del éxito, si algún día lo
estuvieron.
La naturaleza de
ese sonido amateur en donde se dan cita todas las claves de la
efectividad despreocupada y rabiosa de quien no tiene nada que
perder: El Rock & Roll de los 50, la virtud orgánica de bandas
como Beach Boys, y el descaro de un Punk impregnado de un Pop
sesentero como arma arrojadiza; junto a uno de sus repertorios más
lúcidos de su carrera. No es solo “Britzkrieg Bop”, de la que
podríamos extraer una clara vestimenta de himno en toda regla
(aunque su letra narre las aventuras de prostitución de Dee Dee);
son uno a uno los perdigonazos que se van sucediendo hasta completar
la catorcena de temas; concisos, breves y directos.
“Beat on the
brat”, “Judy is a Punk” que incluía como fija cada una de las
introducciones a sus conciertos Morrissey. Hasta llegar a “I wanna
be your boyfriend”; todo un alegato a la fragilidad adolescente
que sabe como ninguna conectar generacionalmente década a década.
Lo que hoy entendemos como el Rock de baja intensidad, casi toda la
obra inspirativa del Indie Rock Americano de los 90... todo lo que
fue apareciendo tras ellos.
Tuvieron a la
casualidad como su principal atributo y pasados los años, es fácil
observar como su música y su estilo han sido mucho más relevantes
en influencia que otros iconos del Punk.
"Havanna Affair”,
“Liaten to my Herat” , “53rd & 3rd”, “Now i
wanna sniff a glue” trotan sobre una línea de bajo básica a
cargo del más salvaje Dee Dee; baterías que se repiten en un
continuo desenfreno, las de un visionario Tommy aka Tomas Erdelyi
quien co-produció junto a un suicida Craig Leon es avanzadilla de
rebeldes.
Movimientos de
cabeza al ritmo que marcaban los downstroke de su mítico guitarra
Johnny, y la ¿voz? de Joey. Esa voz casi ahogada en su propio gemido
que agitó la rebelión de los suburbios Neoyorkinos en el CBGB junto
a Iggy Pop, Los Stooges, Patti Smith, Johnny Thunders, Talking
Heads, o Blondie. Tiempos en los que la creatividad brotaba de entre
cloacas de la ciudad para marcar la dirección de otros tantos
movimientos rupturistas que fueron aconteciendo a lo largo de los 60
y los 70. Algo que a día de hoy a desaparecido por completo, tanto
se ha buscado la excelencia y la originalidad que hemos perdido la
actitud por completo; todo suena a truco, a pose, y a fachada vacía.
En ese interminable
y largo año de servicio a la patria, convertimos nuestro
secreto taller de ajuste en un Bunker. Allí pasábamos los fines de
semana de plegarias encerrados a cal y canto, mientras consumíamos
nuestras vidas a la par que el tabaco (como moneda en curso), el
alcohol, el hachís, y la música; la mayor droga dura en la
pudiésemos confiar nuestra juventud.
El mes de Octubre
de 1990 fuimos por fin libres, aunque en el fondo ya gozásemos de un
libertad que va más allá de la real y palpable. El uno de
Diciembre de ese mismo año nos volvimos a citar: Manolo “Txitano”,
Juan “Walace”, y un menda “Technotronic” y como no podía ser
de otra forma, fue viendo a RAMONES en el Palau D'esports de
Barcelona, donde regresaban tras largos años de ausencia y en honor
a su exitoso BRAIN DRAIN/1989.
Pues tienes más razón que un santo, si es que los santos tienen alguna razón. Algunas canciones nos salvaron la vida, y muy especialmente en aquel maldito período militar que tampoco es para mí motivo de satisfacción aunque contenga algunos buenos recuerdos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarLa música siempre salva vidas o por lo menos almas descarriadas JOHNNY jejeje. Ramones grandes ellos en su sencillez y en su importancia vital, nunca nadie valorará suficientemente la importancia de su música.
ResponderEliminarLa mili jejeje la "puta mili", yo solo guardo los buenos, los malos los enterré bien ondos.
ABRAZO ROCKERO Y CON CHUPA DE CUERO!!