sábado, 9 de enero de 2021

TOP TEN 2020, OSADOS OSARIOS (7,6,5)

 

7.STATS_POWYS 1999 con… MISTERIÓS ESCUMÓS ROSAT de EL JARDÍ DELS SENTITS (Blanca Ozcáriz) 2017 (syrah y Macabeu)

 La pareja (Ed Seed de Dua Lipa/La Roux y Nicole Robson) aprovecha su dualidad entre Londres y Gales, para irradiarnos de soleados y positivistas paisajes. A base de vigoroso electropop made by: - acuérdate de aquellos rutilantes años del breakbeat, el músculo del drum’bass, y esa parte electrónica que se separaba del rock, pero que lo miraba fijamente a los ojos. Y fíjate, si me apuras, hasta el  fino hilo que nos separa de los  años pretéritos del EBM del Spook. ¡¡Pues también!!

Y sencillamente, sea esa la simple y ambigua razón por la que me enganchó a la primera este disco. Y hasta la presente.

 

Porque hay mucha música de ahora sintetizada. Que parece quererte dar un mensaje ambiguo; como si quisieran que todo formara parte de lo mismo. Y no, porque yo creo que en realidad hay una especie de socavada ruptura e incluso un sabotaje silencioso. Y precisamente  POWYS1999 suena  tan exageradamente electrónico -aunque no deje de ser un disco plenamente Pop- que a mí, me ejerce un efecto contrario. Mira tú.
Si tuviera que echar mano a esa parte electrónica que convivió en aquella época de los 90’s/00’s. Y que acabó formando parte de las mismas salas donde guitarras, electro, dance, e indie se daban la mano sin traumas, y también sin ocultar su condición. STATS con esta sencilla virguería, sería sin dudarlo la que mejor me ilustra ahora, 20 años más tarde, aquella época.
Así de simple y de necesario.

 
Blanca Ozcariz de alguna manera, viene a contarme algo parecido en clave de paisaje, sensaciones, y rompedora filosofía de elaboración. Y en realidad no es algo extraordinario y raro; ya que sus elaboraciones cohesionan como nadie el campo, sus variedades, y lo que deberían transmitir como aroma/colorterapia:
Fruta que eclosiona por color y sabor, copages que antaño eran pecado, y libertad para transmitir desde la copa el cromatismo de los sentidos. O una manera de contártelo in situ, que solo pide desnudarse y abrazar la viticultura como algo natural y sin tabús.

 

Sus espumosos equilibristas saben mantener la esencia de las variedades en estado selvático, y conseguir que un Rosado de Syrah joven, un xic de Macabeo de 45 años, y burbujitas espontáneas, conformen una verdadera armonía. Que tenga un ataque directo, pero que a la vez te acaricie las papilas con la chispa de la Macabeu. Y te bese con la fruta melosa de una Syrah de fruta a borbotones, mientras te muerde el labio. O kiz de lo de “Misteriós”.
Un espumoso con alma de tinto y atributos de blanco complejo. Que hace de ganzúa, contra los maridajes imposibles ¿imposibles? Pocos.
 

 

 

 6. THE ELECTRIC SOFT PARADE_STAGES con… CLOS FONTÀ 2013 de MAS D’EN GIL D.O PRIORAT/Bellmunt (Cariñena y Garnacha de viñas viejas 1931/70)

 

Según arrancó el nuevo milenio de los dosmiles, en la escena de los U.K’s y ya con un poco de resaca britpopera. Aparecieron bandas como The Electric Soft Parade, Doves, Elbow, The Coral, Starsailor, Richard Ashcroft, etc etc Hasta podríamos incluir a Coldplay y los Travis; en otro orden más popero. Para convertir el colorido, en una especie de melancolía más madura ¿seguro?

Evidentemente los de Brighton no se llevaron el gato al agua pese al relativo éxito de “Empty at the End”; demasiada dependencia con el britpop, supongo. Y ojo, que a mi ese disco me gustó bastante (menos esa canción, que me recuerda a los Blur, ja y ja).

 

Pues bien, los amigos, o mejor dicho los hermanos Alex y Thomas White, tras el duelo por la muerte de su madre 2009, y tras algún intento con más pena que suerte. Han vuelto tras diez años de aquello y sin dejar de trabajar en la idea de un disco sobre: La muerte, la redención, el recuerdo y lo que supone la dura pérdida de una madre.
Un disco mastodóntico por estructura, arreglos, clímax, crescendos, y tiempos (1 hora para 7 temas). Y evidentemente, por la calidad del mismo y el giro estilístico para con su pasado; como un huevo a una castaña amigos. Pero tremendo a la par que exigente en sugestión y prolegómenos para ponerse a él.
Aún y así, ya os digo que vale la pena disponer de esa hora para disfrutarlo. Y es una maravilla como los temas se desarrollan capa tras capa, evolucionan, van creciendo y… Cuando uno acuerda, va cabalgando sobre ellas y ni rastro de penalización por los largos tempos, al contrario:
Hay cortes del disco que bien podrían extenderse más incluso ¿masoquismo? Pues no, muchachada. Los Hnos. White se han currado un disco que así a bote pronto, parece haberse parido como una pequeña sinfonía pop, de esas de traje, entalle, y buena tela: Se modula, crece, se suceden las capas, se incorporan detalles (vientos, cuerdas, pianos). Los arreglos son extraordinarios y de una belleza opulenta si se prefiere, pero deliciosos y románticos como nunca.
Y cada nota y pase, remarcan la huella de los buenos padres (George Harrison, Pulp, Richard Hawley, Beatles, Marc Bolan, aquel Free, Peace Sweet de Dongy…)
Un disco tan grande entre los grandes, como el Clos Fontà que tan mágicamente nos acunó Marta Rovira hace unas primaveras.

 


Este año he de admitir que no me he tintado la madre como pocos años, a base de grandes vinos; algunos tremendos. Pero después están los especiales, los que tanteas por tentación; guardando siempre en la cámara, su gemelo. Para que los años acaben de hacerlo más grande si cabe.

Pues el Clos Fontà; buque insignia junto a su versión blanca, de esta pequeña y no tan mediática bodega. Es sin duda uno de esos vinos que hacen grande al Priorat:
Directo, amplio en su disposición a abrirse como bellú y rica fruta negra vetada por la licorella. Dan el crédito que los nimios 10hl/ha ofrecen de sus viejas viñas de Garnacha y Cariñena.
A diferencia de otros grandes Priorats (Mongador, Palacios, Erasmus, Doix, Terroir al Limit, L’Obac…) Su complejidad es bastante más amable que la de otros más mediáticos y bastante más caros; por lo menos la de esta añada. Que es una de las más equilibradas por la extraña climatología que sucedió ese mismo año que case me voy al otro barrio, en fechas de elaboraciones y poda: Para que veáis que rico que quedé, con extremidades y todo.
Lluviosa en primavera, más calurosa de lo normal y fresca en verano con algo de sequía y buenas reservas. Así que este Clos Fontà derrocha frescura y fruta, a la par que mineralidad bien ensamblada y equilibrada. Puede que sea el Priorat ideal para iniciarse, si el presupuesto lo permite o uno quiere darse un homenaje sin perder la vida (50 y pico euros tendrán la culpa)

 

 

5.LOUIS PHILIPPE & THE NIGHT MAIL_THUNDERCLOUDS con…  AMONTILLADO ARRIBOTA de HEREDEROS DE TORRES BURGOS para BIG BANG (Pedro Ximenez) D.O MONTILLA MORILES

 Nunca está de más desempolvar cajones, estantes y rincones para recuperar nuestro pasado; aunque sea de casualidad y de un tropezón.

A mediados de los 90, recuerdo que quedé enganchadísimo con los catálogos de Cherry Red o Le Grand Magistery; siempre auspiciados por la desaparecida CD DROME. Y fue ahí concretamente donde por pura bendición apareció este caballero con una reedición de Delta Kiss y Sunshine; mucho mejor este último.
Este francés de Normandía, es de aquellos autores/productores tan prolíficos y selectos, que podrías escoger a voleo cualquier punto de su carrera, y quedar prendado ipso facto. Así, que sinceramente, retomarlo 25 años más tarde sin saber de él; que ya tengo delito. Es como esa sensación de no haber dejado pasar el tiempo.
Hablo de Thunderclouds, como podría hacerlo de su colaboración con Stuart Moxham (Young Marble Giats) este mismo año:
Otra gozada de disco donde su mano en los arreglos e instrumentaciones; igual que lo hiciera con Clientele, High Llamas, Bertrand Burgalat o April March. Es exquisita a la par que potenciadora de matices, texturas, ambrosía, y sinónimo de Pop de kilates al punto de evocar a los queridos Pale Fountains.
En Thunderclouds se adentra en arreglos de hechuras jazzísticas y bossanova, sin dejar de ser mero Pop ni convertirlo en algo barroco. Brillando especialmente por la extraordinaria calidad del sonido, y por recordarme sin achacárselo al último pedazo de disco que nos proporcionó el grande de Mr. Joe Jackson. Y por una sensibilidad cinemática de ambientes bohemios y perfecta banda sonora para una novela de Paul Auster.

 


Podrías bajar el tono de la luz del salón, con apenas el fogeteo del neón de la ciudad. Aprovechar el clímax invernal y la calidez de casa, y abrirte una botella del milagroso Arribota:

Un elixir perdido durante largos años en una bodega de Montilla Moriles, sin estar a la venta del público. Hasta que los Hnos Morales de Bodegas Lunares, y Victor Soltero. Tuvieron a bien para los mortales, embotellarlo y bautizarlo como Arribota: Por la altura cercana al cielo donde se encontraban estas barricas huérfanas, y seguramente por hasta donde te pueden elevar al beberlo.
Un Amontillado además, y para más inri, sin encabezar (ósea, sin fortificar para alargar la crianza), como se hace en Jerez. Alcanza un grado de expresividad envolvente tan bestia y tan fina y poco alcohólica a la vez, que da pavor probarlo después de extasiarte con su aroma: De volátil embriagador y lejanos toques a mar, predomina la manzana compotada con crocanti de avellanas y garrapiñadas. En boca, sin embargo, no tiene esa entrada característica de la Pedro Ximenez (que a mí no me acaba de hacer el peso), sino que es directo y afilado. Tiene una frescura inusual con ligero amargante, y profundidad despatarrante; a la que lo dicho: Más peligroso que Charles Bukowski preso en las bodegas de Yamazaki.

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