De mi última
peregrinación el pasado Viernes 10 a los Jardines de Can Sumarro, a
raíz de la 13ª edición del Petit Format que organiza el mítico
Depo Club de L'Hospitalet. Debería, #en condicional, pues como
sabéis los que os pasáis por aquí, la premura y la puntualidad nos
son ninguna de mis virtudes. Haber publicado hace ya unos días, algo
parecido a una crónica ágil, detallada e incluso breve.
La
propagación sin embargo, de eso que por aquí llaman xafogor
y sus consecuencias #ese líquido untuoso y pegajoso que nos adhiere
al sofá, como los mocos a los dedos. Ha hecho que aquí, el menda
lerenda. Dedicase todo el fin de semana a ver pasar el minutero, como
quien se encanta con esa mosca circundando alrededor de la lámpara.
No me justifico no, si acaso me proclamo con orgullo y vehemencia,
poco dado a las obligaciones. E incluso aplicado en eso de gestionar
la energía; la que dicen provoca el sudor y el calentamiento global,
esa.
En
contrapartida os compensaré. Y aprovecharé para explayarme con uno
de los discos que mejor ilustra y justifica mi tan constante decúbito
supino: La vuelta a casa de Fernando Alfaro y su humeante SAINT-MALO.
Se que suena
a excusa, de verdad. Pero sospecho que la dichosa crónica con tintes
en un telegrama -stop- donde las inclemencias climatológicas,
el gentío y mis manías -stop- acabarán llevándose un
protagonismo que no se merecen -stop-.
Y no es que
la distancia de mi casa al sarao sea el primer de los escollos; con
tal de escaparme de este agujero que es mi pueblo, lo que sea: Tener
que ponerme en manos de un artilugio para que me guíe, pues si me
llevan de la mano jamás memorizo el camino. Comerme un tentempié
mientras manejo para no caer en desmallo. Y llegar a las nueve
tocadas, para comprobar que los horarios de la web se los han pasado
por los webs. (Constatar que el motivo principal de mi peregrinación
está empezado o casi concluso) #eso, lo dejo entre paréntesis para
dar constancia de mi berrinche sin necesidad de montar un numerito. Y
bueno qué, los momentos son por así decirlo: como trozos que de
prestado nos da la vida, se comen o se dejan; como las lentejas. Así
que sin más, sorteando con movimientos camaleónicos al personal y
dando fe del popular dicho: “tienes más peligro que un escalón
de Can Sumarro”. Me acerqué para devorar los cuatro últimos
temas de Fernando.
Visto con
los verdes focos que lo iluminaban mientras tocaba un tema de su
último trabajo, guitarra al ristre. Pensé por un momento que se
había aparecido allí, todo pintado de verde: cara, brazos,
camisa... Sonó Fuerte y cualquier disgusto se disipó, así
es, era el Increíble Hulk; más domado, pero igual de lúcido
que siempre. Un bocado de esos que te dejan con la miel en los
labios; que se le va a hacer.
La suerte es
que salir y despejarse no solo vive de conciertos, también de ver,
charlar y conocer gente; una cuenta pendiente que tengo desde chico y
mi insufrible autismo infantil. Volver a ver a la autora perdida de
Music Rules Our World, Marta, y saber de su vida. Cosas que
uno hace cada vez más de tarde en tarde, que te conectan y
desconectan, y que como pasajeros de un tren nos hace variar de
itinerarios.
En cualquier
caso la vida pasa a toda velocidad, y no es cuestión querer detener
el tiempo por más que nos aferramos.
Nos hacemos
grandes como Fernando Alfaro y sus canciones. Al fin y al cabo hemos
envejecido con ellas, y eso mola. Sí mola. Justo el adjetivo que
merece.
Empezaron al
rato LA BIEN QUERIDA; otra artista que me tiene robado el corazón. Y
yo, más pendiente de Fernando recogiendo sus bártulos, que de Ana
Fernández (la Bilbaina) y David Rodrigez (el catalán) de Beef y La
Estrella de David. Un set semiacústico por así decirlo, donde la
voz Ana fue la dominante por encima de cualquier instrumentación
posible. Va sobrada, y aunque sus canciones de despecho no nos dejen
bien parados, nos atraen como la mantis al lecho conyugal: Un
masoquismo visceral que nos atrapa en una tela de araña con aires de
andamiaje funcional y práctico. Lo justo para armar una estructura
musical por donde se filtran corrientes que beben del romancero más
folklórico, como del pop sesentero a lo Jane Birkin o el de
Jeanette. Un disco, el de “Premeditación, alevosía y
Nocturnidad/2015” que aún perdiendo ese punto más bailable y
arrabalero de “Ceremonia/2011”, parece haber sido
confeccionado para escucharlo con más atención y profundidad.
En clave
acústica la verdad es que funcionó bastante bien, pues la carcasa
al desnudo de sus canciones en realidad son puro Pop de autor. Luego
están las bases electrónicas tan bien gestionadas por David, que
aunque en directo le jugasen alguna mala pasada, lo solventaron con
bastante honor.
Son
canciones que pueden enfocarse de mil maneras y eso pasa
principalmente porque Ana domina su medio -la voz- de manera
impecable; algo siesa, pero siempre con el tono adecuado.
Muchos descarriados por allí que preguntaban de quien se trataba. Y
es que canciones como “De momento Abril”. “9.6”, “Luna
Nueva” o “Muero de Amor” son de aquellas que
irradian un tono electropop naiff que bien podrían beber del
folklore más tradicional de nuestro país.
Acabado el
set de La Bien Querida, y con el manto casi bucólico de su
tonadillas más acústicas flotando todavía en el atardecer.
Cuando la
luz se echaba ya a dormir. Y las criaturas de la noche (mosquitos,
moscones y moscardones) zumban que te zumban hasta adherirse a la
peguntosa piel. Para qué maldecir el clima, si ahí están los
saciantes mojitos del Depo -eso si les hizo ganar puntos- hay que
reconocerlo. Tanto, que junto a las deliciosas viandas que preparaban
en una rulotte próxima, vimos con más lucidez que el cambio de
programación, tenía hasta su lógica.
Saltaron
sobre el escenario AMATRIA, y pese a no ser santos de mi devoción en
momentos puntuales. Cuando despliegan ese sonidero de ritmos Funk,
Eurodisco y zangolotinos. A uno no le queda más remedio que bailar.
Tengo que
admitir que una banda puede no gustarte desde la perspectiva
estilística, prensada y editada. Pero pueden tener mucha actitud
sobre el escenario, saber venderse, dar una vuelta más de tuerca a
su sonido, y acabar rendido a sus pies; da igual si son las
situaciones las que lo precisan.
Pues eso,
que a mi plim. Si me hacen bailar y disfrutar, lo demás son neuras
para guardar las formas, y que hablen...
SAINT-MALO
de ALFARO FERNANDO
Quince días
más tarde, ahí queda ya a lo lejos ese vano recuerdo de ahogarte en
tu propio sudor. De ver a la chiquellería corretear y hacer el pino
a medias mientras te ahogas en tu humo. De calarte los dientes con el
hielo picado y la menta, y de ver a Fernando hacer la fila para
cenar, como los demás.
Ese recuerdo
brumoso y neblinoso como esa humedad que emerge junto a la costa cada
mañana, es ahora hasta más intenso incluso. Fue esa misma sensación
de la eyaculación precoz #sentir el subidón a la vez que la
frustración.
Una rara
disonancia entre el deseo y el guarda para mañana. Con la única
esperanza de que en Octubre pasee con banda este esperado trabajo y
yo tenga mejor suerte; no queda otra. De mientras... las escuchas se
suceden. No he necesitado muchas la verdad. La primera fue vía
streaming y fue un pálpito, aunque no suelo dejarme llevar demasiado
por las primeras impresiones; prefiero echar pulsos con sucesivas
audiciones.
Pero sería
de tontos, no admitir que tras aquel último concierto/regreso de
Chucho; ese mismo que hace más de año y medio me giró del revés,
me rajó, me cosió, me pespunteó y me sumió en un largo sueño de
12 días. La idea de volver a ver entrar en el estudio a la banda, no
se nos pasó a más de uno por la cabeza. Fue un poco de todo: El
tema nuevo al cabo de nueve años “Motor de Perro Negro”,
ver sobre un escenario a la banda al completo, el cincelado rudo y
amable a la vez de todo el temario... Como un aliento de sepulcro
casi fantasmal. Y verlos ahí, mejor incluso que las cuatro veces
anteriores.
Son ese tipo
de bendiciones a las que uno se agarra cuando nada te compensa.
Egoísta puede... mejor así.
Digerir las
distintas transfiguraciones de Fernando and Co. Como justas
evoluciones naturales de la vida y de uno mismo, o las zanjas que
vamos tapando por el camino. Quizás sea lo más justo, sin entrar
por supuesto en detalles y análisis de forense musical.
La cosa es
que después de aceptar “La Vida es Extraña y Rara/2011”,
como un disco despellejado, desnudo y cuarteado #Un disco donde las
metáforas empíricas que con Surfin' Bichos y Chucho nos alucinaron,
parece que se van un poco al garete.
Aquí todo
es realidad. De la que se toca, incluso diría más. De la que tal y
como hemos madurado con la edad, nos hace más cómplices y hasta
protagonistas - Que ya no semos unos niños!!Saint-Malo es
como una necesaria resurrección tras unos años de
autoenjuiciamiento. Algo así como someterse a un jurado; el de uno
propio, que es el más chungo, y superar un mar de dudas a nado y sin
bombona de oxígeno.
El caso es
que Fernando Alfaro ha salido reforzado. Y me atrevería a decir sin
excederme, que es uno de sus mejores trabajos en años; sin
subestimar en absoluto el resto. Y en esto no me voy a andar por las
ramas y voy a ser franco:
Me parecen
por encima de estilos, sonido o texturas las suyas. Unas de las
letras más ágiles, directas sin por ello andar escasas de poesía;
y refrescantes sobretodo. No las voy a comparar con nada de lo
anterior. Si acaso voy a pensar que coge lo mejor de cada época: Lo
periférico y subterráneo de Surfin' Bichos, lo sugerente e
imaginario de Chucho, y lo autobiográfico de su última etapa. Un
disco rebosante de Pop inocentemente feliz, donde lo trágico,
melancólico y contemplativo se entrelaza. Dando algo que sin saber
bien que es, te acaba dejando un muy buen cuerpo.
Sin
estridencias ni las aristas de otros trabajos. Aquí cada cosa suena
en su sitio, y con una mesura que hasta diría yo que reconforta y
estimula. Lo cual no significa que al escucharlo uno no intente
buscar conexiones con el pasado; que las hay.
Pero lo
cierto y más agradecido, es que tampoco lo necesita; si lo que
queremos es disfrutar de él. No sé, es como el hermano mayor que se
fue de casa bien joven, y regresa al cabo de los años con un
semblante que se te antoja rejuvenecido pese haber envejecido; ¿me
explico?
SAINT_MALO
llega en un momento idóneo. Salvador de estos calores que te hunden
hasta el fondo de la tierra, buscando humedad, como las raíces. Y
nos muestra a un Fernando plácido, contemplativo y aliviado.
Son puede,
esas instrumentaciones y voces que se mecen como una vela latina en
las corrientes de la costa. Tiene ese aire mediterráneo en cada
nota, en las sensaciones que transpira y en el lenguaje de Fernando,
mucho más natural y palpable. Se escucha como una travesía
cotidiana empujada por la brisa y la marejadilla en plácidos
subeybaja. Y desde el primer segundo, cuando echa a rodar “Velero”,
sale a flote un efecto liberador que nos acompaña en todo el
trayecto.
“Saariselká
Stroll” con constantes viajes a la infancia palpitante de quien
no arrastra demasiado equipaje, o “Tempus Fugit”:
Trabalenguas de automatismos que no se explican ni se entienden, pero
que a los seguidores de Fernando nos hacen ya de criptogramas que se
resuelven al vuelo. La verdad es que con los años, los textos del
Albaceteño son cada vez más translúcidos.
Esos tempos
contemplativos a los que me refiero, cuando la escucha bien vale
salivar, amasar y deglutir. Un arranque donde el balcón marino de
Barcelona; su actual residencia. Parece haberle aportado un sentido
más diáfano de la vida que se pasa. El Pop omnipresente en esas
canciones o en otras como “Bonita fiesta”, se torna
crepuscular cuando llega “Me hiere, no me hiere”. Y es
verdad, tiene un ritmo parecido al de una historia o incluso al de
una vida con sus fases lunares definidas y otras con degradados.
Las
intersecciones se suceden, veloces. Suenan pequeños himnos de
bolsillo como “Arrancando las vías” para que a nadie se
nos olvide que la prosa de Surfin' Bichos sigue indemne. Con “El
Ascensor de Herodes” los claros de pop juguetón se alternan
con las sombras del arbolado. Aquí vuelve de nuevo esa métrica tan
familiar a golpe de impulso ventricular. Letras de una agilidad y
brillantez onomatopéyica tan musical, que en verdad, la música tan
permeable a las últimas colaboraciones con Joe Crepúsculo, acaba
sonando prácticamente testimonial. De echo, es una de los grandes
aciertos de este disco.
“Pijama
de Fantasma” y “La Luna Aplastada” son dos de las
gemas de este trabajo; mis preferidas sin duda. Ese tipo de canciones
que definen un día cualquiera, y que nos rememoran épocas donde la
música salvaba vidas a la deriva. “La Edad Media” apuntilla el
oscurantismo que sin embargo a todos nos da luz; toda una autopsia
confesional que asusta.
Y que bueno
el susto, nos revive y sobrecarga. Un poco cruel, porque no decirlo.
Saint-Malo asciende a los cielos lentamente con pequeñas monodosis,
nos alza y nos lanza al vacío siempre con bastante delicadeza; como
para no hacernos daño. Pero las despedidas ya se sabe, son crueles y
por lentas no menos dolorosas. “La Eternidad” la define
así: hasta que la muerte nos separe. De novios con actos y
entreactos que dosifican esta relación que nos une por las tripas,
pero también por el corazón.
“Eso
fue todo” suena a luces encendidas y a shock de despedida.
Acaba la orquesta con un redoble, aplausos y el batiburrillo de
público y camareros blandiendo retirada vasos, botellas y
cigarrillos.
Y cuando te
vas a casa, solo normalmente. Por el camino rememoras y ordenas,
nunca lo suficientemente. Para eso está la certeza de que nunca será
igual, y también la magia del asunto.
Como no tengo palabras para comentar este blog... a los hechos me remito.. Hay algo para tí al final de mi entrada de hoy en REDONDO...Un abrazo y por favor....NO SEAS ABUSON!!
ResponderEliminarhttp://josenavasheredia.blogspot.com.es/2015/08/jonathan-wilson-gentle-spirit-2011.html
Gracias Jose por tu franqueza, que me abruma por cierto, pero me gusta un montón; para que andar con zalamerías. Escribir y aunque uno la analice con lupa y le busque los fallos, para que otros después te la elogien, es el mejor regalo. Y no es que alimente mi ego para nada, solo el gusto de compartir textos, música o reflexiones pajilleras de cuarentón; es lo más grande. Me alegro mil kilos que disfrutes leyéndome y de cabeza voy para tu entrada, que además me huelo que me va a encantar. Jonathan Wilson aunque bandonao desde hace tiempo, lo tengo como a Kurt Vile y otros encerrado en un cuarto oscuro... y mira que hay cosas de él que me gustan bastante.
ResponderEliminarNos vemos fiera!!
Jaja la autora perdida, me encanta! Me encantó verte y ponernos un poco al día los dos en un sitio que recordaba siempre mucho más tranquilo de lo que estaba y por ello me dejó un sabor un tanto agridulce, aunque después los bailoteos con Amatria lo compensaron todo. Quizás el agobio de gente y el calor hizo que no disfrutara como toca de Fernando Alfaro que, aunque Fuerte sonó muy bien no me acabó de convencer en acústico. El sábado asomé la cabeza por allí otra vez y la verdad es que estaba más tranquilo, al nivel de otros años, menos mal, pensaba que ya habíamos perdido definitivamente Can Sumarro jejejeje.
ResponderEliminarUn besito y que tengas buen agosto!!!!
Pues sí, se echan de menos las reuniones en torno a un escenario. En parte porque fue cuando saqué un poco las orejas de la cueva y bien sabe dios lo que se agradece recobrar las viejas costumbres y sentirse aunque suene mal decirlo "un poco más joven".Yo de Fernando igual que de A. Luque no puedo opinar, siento no ser imparcial, ya que son como de la familia; solo falta sentarlos a la mesa jejeje.
ResponderEliminarEl calor sí, bueno el bochorno que es mucho peor, ey pero al final me lo pasé genial (me faltó si acaso algo más de baile). Pero ya sabes, o se baila o se habla y yo de lo segundo tengo más peligro que mono con un cutter.
Gracias guapa!! espero que lo queda de él, lo apures al máximo y extraigas buenas sensaciones. Yo ya veremos, hasta el 16 nanai... vuelvo a Italia, a presignarme!!