Ayer,
mientras acababa de relatar esos magníficos artefactos que han hecho de mi 2022
algo más placentero. Dábale vueltas a la cabeza si… ¿escribiría unas
líneas antes de la relación? -esta vez larga a conciencia- Por eso de no
traicionar mi condición de explayo cuando decido dar la importancia que se
merece, aquello que me ha volado la cabeza. O si las soltaría ahí, con un
suspiro de desahogo; como quien se quita un peso de encima. Pues entiéndanme:
El escribir, como cualquier otra cosa, se oxida. Y cuando la mente coge espacio
en otros quehaceres, cuesta horrores volver a recuperar el ritmo; más yo, que
soy de escribir a solas con el fuerte ahora, rodeado por los indios.
A
veces, sin llegar a penas a explicar de qué va el disco en cuestión o si habrá
quien guste del vino y sus maridajes sonoros.
Ni siquiera si esta especie de introducción
aportará algo, o será totalmente prescindible.
Pero
sí caía en la cuenta que hace ya dos años de la desaparición de Radio Ethiopia: Esos podcasts que amenizaban y engrasaban mis sesiones de
escritura con su sugerente música en los auriculares
¿será
por eso que he perdido el alma de escribir?
¿por eso será?
En
cualquier caso, lo que yo venía ha decirles. Es, que estos diez discos y
seguramente el resto. Han dejado de ser ya un manual del éxito, la categoría de
gran obra, la corriente sonora del año, o ni tan solo esa cosa que se necesita
para lucir al público en general
¿el
caché le llaman?
Para
ser simples creaciones predestinadas a emocionarme por: Su insignificancia,
anonimato, y, sin embargo. Con esa especie de peculiar virtud de despertarme
sensaciones, agitación, ingenio, melancolía, serenidad, o perspectiva para
mirar la amplitud sin llegar jamás ha corromperme por mis vicios y
predilecciones.
Si
no por nuevos senderos por los que recorrer la vida a golpe de beat, secuencia
o ritmo.
Creo
categóricamente que la música ha de ser eso: Una vía para no estancarnos y
seguir aprendiendo, igual que la dinámica del amor; siempre en movimiento.
¿Acomodarnos?
Solo para adquirir la ergonomía y llegar a la vejez elásticos, y flexibles
intelectualmente hablando.
No
para perimetrar nuestras inmediaciones y desconfiar de todo aquello que no es
lo que de siempre de la vida nos ha gustado. No sea que algún intruso se cuele
sin epis y a la babalà.
Así
que, sin más dilación y ahora que ya están tranquilamente en casa sin el
ajetreo de la repetitiva navidad consumista. Yo, por lo menos, antes de
plantearme el más mínimo propósito; salvo el cambiar el corcho de mi llavero.
Pienso seguir rumiando estas melodías
líquidas porque… Me gusta recrearme, ser así. Detesto el compromiso con el
minutero.
01:
BUILT TO SPILL_WHEN THE WIND FORGETS YOUR NAME Vs. MÁIS ALÁ 2015 Godello_
Xosé Sebio (Paraxe a Falcoeira/O Bolo/Ourense)
Ser
un profano prácticamente de todo, es algo que además de no avergonzarme en
absoluto. Es quizás, el único método infalible para no perder la emoción de
saborear los instantes que nos brinda la vida, sin sentir que el peso de la
sabiduría nos consume y envejece.
Para
algunos podrá parecer un eufemismo. Pero para mí, es el aprovechamiento de mi
latente dispersión, sin sentir el más mínimo peso de la falta de destrezas y
especializaciones; algo así como quitarle importancia a eso que llaman: “ser
experto en algo”.
Me
hace mucha gracia que algunas personas me tengan por un experto en algo. Y lo
que hace que mi interés por el señor Doug Martsch este último año, sea
revelador; teniendo en cuenta que lleva ya 30 años por lo menos. Sentando
cátedra sobre lo que es ser verdaderamente independiente, a la hora de alargar
un proyecto que se ha convertido más en un símbolo, que en un ejemplo de éxito
popular.
Es
precisamente lo que ejemplifica mejor mi idea de lo que significa, disfrutar de
todo aquello que va saliendo a tu paso casi por casualidad y sin compromiso
alguno.
Tras
7 años desde su último álbum propio, y la llamada de atención que me produjo su
colaboración con mis adorados LE ÂLMEIDA de João Casares; a lo que aprovecho
encarecidamente den una escucha.
La
vuelta a la actualidad con su último trabajo en compañía y de nuevo, con
distintos (esta vez distintas) compañeras de viaje. Es suficiente motivo para
comprobar que el tiempo, la actualidad, y nuevos aires musicales son -por
suerte- relativos.
Hay
quien dice que nos ha devuelto a los 90’s. Pero yo sinceramente, creo, que la
remarcable magia de este disco. Es, como ha sabido preservar el sonido de un
proyecto de 30 años. Y conseguir coser diferentes décadas musicales (70’s,
80’s, 90’s) en un disco donde lo orgánico, salvaje y mítico, se dan la mano con
tanta naturalidad.
Ahí
está: Neil Young, el glan de los 70, la inocencia de Daniel Johnston y su pop
inexperto, la psicodelia también de los setenta en sus guitarras malabaristas,
la vaporosidad aérea de “Elements” igual que una vista de pájaro, la
pizca de reggea y ligereza de “Rocksteady”. Esas guitarras en trance
melancólico de “Spiderweb” y la vuelta al pasado de “Never Alright”
y mucho más.
When the wind forgets Your Name es un canto al
conjunto de la música indeleble, que jamás caduca ni comulga con las modas. Si
no que ella es la moda en si misma; el estilo diría yo mejor.
Perdido
en su mundo particular del norte de España. Este melómano enólogo de Coto Gormariz proyectó
hasta tal punto su pasión, elaborando dos vinos en homenaje a The Cure y Pearl
Jam con Wish y Hush en su proyecto particular.
Enemigo
de convencionalismos y modas, ha conseguido poner en valor los tintos galegos,
las variedades denostadas, y el Ribeiro como blanco equiparable al Loire.
Vinos
verticales, sápidos y salvajes, que abrazan su larga estancia en botella con
una profundidad insólita hasta la fecha en galizia, cuando comenzó su aventura.
MÁIS
ALÁ es un vino que tuve la suerte de probar de la añada hace tiempo. Y que
milagrosamente aparece perdido en una estantería por la ignorancia del
consumidor medio, con siete años de botella que lo hacen eterno.
Un
Godello que viene a romper el estereotipo de esta uva. Dando matices y
complejidades a la par que inmediatez adictiva. De esas que te hacen perder la
cabeza y devanarte los sesos buscando correlaciones imposibles.
O
lo que sería lo mismo: La posibilidad del disfrute y la meditación en pura
simbiosis, por contradictorio que pueda parecer.
02:
ISLANDIA NUNCA QUEMA_ISLANDIA NUNCA QUEMA Vs. LES TRAVERSES 2018 Syrah &
Garnacha Domaine de L’Anglore (Tavel/Ródano)
Que
una banda con apenas dos discos separados por ocho años de diferencia, y trece
años de carrera. Regresen como aquellas bandadas de pájaros en formación que,
surcando los cielos, viajan de hemisferio a hemisferio.
Es
la misma consoladora visión al alzar la vista y observar el cielo cobalto
dibujado de elipses aladas, cuando vuelve el pop, igual que las golondrinas.
Y
no me refiero en absoluto esta vez, a ningún tipo de vademécum musical donde
acotar fieles, por credos estilísticos o renqueos musicales, no.
Hablo
de esos recuerdos igual que en la infancia cuando llegaba el estío y las
canciones nos recuerdan a momentos de idealismos juveniles.
A
mí, a Felt por entonación. Y a The Smiths, Auteurs y Go Betweens por la magia
de aquellas noches eternas tumbados en la playa mirando el infinito del
horizonte. Como si el tiempo no transcurriera.
Hablo
de las sensaciones y sentimientos que provoca la música. No de cátedras sobre
la misma.
No
en vano, lo reusenses son de aquellas escasas raras avis. Capaces de captar la
esencia de una época, por la simple estética de su sonido. Tan escasamente
escudriñada en nuestro país, para desgracia de los poperos poceros;(los que
se dejaban los dedos negros buscando pop de pub y club, invisible, me
entenderán).
Afilada
pluma la de Carles Rivas para vestir de esplendor y elegancia, las miserias
humanas y convertirlas en coquetos himnos. Y unas guitarras que cabalgan entre
el western new wave de los Monochrome Set, y el ritmo pub de los Orange Juice,
sin rendir pleitesía, sino enriqueciendo.
Suerte
la de mi promesa cuando persigo obstinado algo. Tanto si se te aparece en un
claro, como si lo buscas igual que un boletaire.
La
primera vez que celebré un cumpleaños (mis 52), en un restaurant de copetín.
Tenía claro y meridiano que lo iba a hacer en el Villa Mas. Y tal como me dijo
Santos Masagosa de El Cortijo: Para pedirme un vino de L’Anglore sin dejarme un
riñón; que estaba emperraito yo desde hacía una eternidad.
La
particularidad de Domaine de L’Aglore y la de un apicultor hecho a si mismo
viticultor, llamado Eric Pfifferling. Es sencillamente, la de convertir sus
vinos de mínima intervención o naturales (cuando lo mientan los
convencionalistas reacios), en referentes para cualquier elaborador que se
precie.
Vinos
delicados, delgados y a la vez fibrados. De rasgos complejos, pero a la vez
amables y disfrutones para el paladar más exigente o el más punky. Sus botellas
se han convertido en objeto de culto, buscadísimos teniendo en cuenta su baja
producción y, por lo tanto: Revalorizados por la simple oferta/demanda.
Todo
y eso. La verdad es que, si alguna vez has dado con esos Pinot Noir, Merlots,
Syrah, Gamay etc etc franceses que rebosan frescor, complejidad, y maravillosos
efluvios y elixires. Sabrás de que te hablo.
Porque
Les Traveses es un vino no exento de rusticidad primigenia, pero ojo. Que
algunos piensan que rusticidad es algo basto, poco pulido, o tánico, y no.
Eric
ha conseguido sin productos químicos, sulfitos, levaduras o enzimas añadidas.
Vinos que hablan por si solos de su terruño, y cómo cuentan los viejos que
antaño se hacían los vinos en Tavel; teniendo en cuenta que es el único de la
zona, que los elabora sin trampa ni cartón. Equilibrismo puro y duro.
03:
LO MOON_A MODERN LIFE Vs. GAMA BUMBA 2020 Gamay 100% Domaine
des Fables (Chautagne/Saboya)
La
historia de esta banda liderada por un neoyorquino y fundada en los ángeles. Es
la de una canción confitada en una playlist y más tarde en pendrive para un
compañero de trabajo que viajaba a Portugal.
Y
que hizo que, al final, la blandura épica de “Carried Away”, y lo poco
que me importa lo disonante que pueda resultar la combinación Lo Moon/Metz para
quien no me conozca. Acabara convirtiendo con mucha diferencia A MODERN LIFE,
en el disco que más he machacado al volante durante este 2022.
También
digo que ver a Lo Moon defender sus pop blandito y ñoño en su directo de el
88five de la radio independiente angelina, ayudó y bastante. Y comprobar tras
mi enamoramiento de Carried Away y la persistencia cansina de mi compañero.
Que
Modern Life es un disco tan agradecido como curativo. Cuando se trata de
echarse a volar sin condicionantes ni vergüenzas.
La
verdad es que no debería justificar mi devoción por esta maravilla de disco.
Igual que vosotros tampoco deberíais dar portazo a depende de qué músicas, sin
pararos a reparar en lo que hace brillante una canción sin entrar en estilos,
géneros, o comercialidad y vaya por delante que el gusto personal es eso:
Personal.
Pero
Modern Life en lo que a mi se refiere. Concentra al mismo nivel de Colatura. Un
acierto in crescendo emocional y melancólico indiscutible, que sinceramente es
lo que valoro en disco de pop de esta índole. Además de no tener ni una sola
canción de baje del notable alto y de esa regularidad del conjunto; que tanto
subrayo cuando me quejo del exceso de singles, y la falta de conjunto en los
Lp`s actuales.
Lo
dócil, apetecible e irremediablemente adictivo que puede resultar regodearse en
nuestros placeres prohibidos. Tales como la nostalgia de amores desvanecidos,
imposibles, el placer del dolor, e incluso la lujuria de los fácil, Están aquí,
en los dos.
En
darle al play de Modern Life. Y en abrirte un Gamay tan divertido como el que
François Gilles elabora en la Saboya con sus viñas más jóvenes.
Un
vino bomba que detona desde su impecable nariz a grosellas y fresitas
licorosas, hasta lo que puedes encontrarte en la copa: Un arroyo de agua fresca
en plena Chautagne, después de una larga travesía.
Puro
sinbeber en un sinvivir de fruta crocante y especias, de glu glu
incorregible y placer gastronómico sin manías ni prescripciones; salvo las que
mi confidente Nico me susurra al oído. Un puto vino placer como digo yo.
4:
MAD ROBOT_DOOMED Vs. FINS ALS KULLONS 2019 Clarete
xarel.lo, garnatxa blanca, sumoll Finca Parera (Sant Llorenç D’Ortons/Barcelona)
Con
la máxima de menos, es más, Mike Grau (Furious Planet) y el cuarto disco del
proyecto que nos ocupa; sin contar el acústico Pig/2017. Regresan de las
catacumbas tres años después, para recordarnos que…: Si la vida cava zanjas
y pone zancadillas, solo queda rellenarla de esa mierda hasta hacer montañita,
y coger impulso.
Dos
años pandémicos de rupturas, enfermedades, y desesperanza que solo pueden ser
remendados con música; y de eso, ya digo yo que os hablo de la experiencia
propia de mirar al abismo y estar dos años en dique seco.
A
mí me dio por pedir un discman y escuchar Chucho y The Smiths desde la UCI,
después por escribir. Y para nuestra suerte, a Mike Grau por mirarse hacia
dentro y escribir 17 perdigonazos de pimienta y sal como jamás lo había hecho.
Autoproducido
desde su nuevo destino en Gandía y los mandos de la nave (Voces, guitarras,
batería), y la inestimable ayuda de Borja Boscà y su bajo a distancia. En
DOOMED hay esa parte que algunos llaman redentora o exorcizante. A la cual yo
veo más, como ese alivio medicinal que siempre me ha producido el indierock de
guitarras, fuzz, y latido propulsor. Cuando uno finaliza la jornada laboral, y
ya por mala o buena, ilustras la felicidad del clavar bandera: Subiendo bien el
volumen, mientras vibran los frágiles elementos de tu auto con el vibrato de “Watched
Someone Die”
Así
que no sé si el indierock guitarrero cura ni me lo planteo, oigan. Pero la
euforia y felicidad que a mi me producen malas no debe ser ¿verdad?
Diecisiete
soberbias melodías sin ni un solo síntoma de agotamiento. Donde la voz
solitaria o doblada de Mike se hace más fuerte que nunca. Con un sonido 90’s
tan universal como la decena de referencias que puedas intuir.
¿O
no fueron de desengaños como nos forjamos en los 90?
Aquí
la velocidad crucero me despeina y espabila, como no lo hacía desde mi veintena
en la pista de baile del garito más insospechado.
El
acompañamiento para este discarro es quizás, el más clarividente de mi
diez preferidos.
Ya
que Rubén Parera, además de ser el tipo con la capacidad detonadora de
felicidad y desprejuicio del sector vinícola de mi tierra, que he conocido.
Un
buen día pensó en como debería ser ese clarete que se bebía en las vendimias
para hidratar a los viñadores, y celebrar la jornada y la piña. Y sería claro
está, en botella da litro, ideal para beber en porrón y con pitorro;
vamos, para mamarse. Tal como me lo definía él en una feria de vinos naturales.
Además,
lo hizo invitando a sus clientes y amigos a decir a viva voz. Que era aquello
que de verdad les tenía “fins als kullons” en una campaña de su
Instagram.
Con
su camiseta de su propia imagen blandiendo una forca a modo de fender. Fins als
Kullons es ese vino de baja graduación donde mejor se expresa la fruta crocante
y deliciosa de la sumoll; bien escudada por la seria Xarel.lo y la punky
granacha.
Un
vino para dar un revés a todos aquellos que fruncen el ceño, carraspean y piden
silencio para beberse un vino. Cuando en verdad, hay primero que saber
beber el vino del pueblo y de nuestros ancestros, para entender un Ermita de
Palacios. Igual que sin MAD ROBOT, no hay tontá y balbuceo del Bad Bunny
que valga.
5:
SEEPEOPLES_FIELD GUIDE FOR SURVIVAL IN THIS DYING WORLD Vs. FRONTONIO MICROCÓSMICO
Garnacha 100% 2018 Bodegas Frontonio
(Valdejalón/Aragón)
Si
hay algo que valoro a la hora de disfrutar de la música, igual que de beber
vino. Es saber que por mucho que pruebes y escuches, siempre habrá algo que te
abrirá la mente y el alma un poquito más. Que te sorprenderá. Que incluso te
ayudará a entenderte un poquito también.
Siempre
y cuando estés dispuesto a la aventura, claro.
Si
eres miedoso y prefieres fiarte solo de lo que conoces. Posiblemente un buen
día, te encuentres despotricando por todo aquello que en realidad -por miedo al
vértigo- te genera desconfianza. Y habrás envejecido malamente (incluso a los
40).
SEEPEOPLES,
o lo que mejor podríamos definir como el proyecto creativo de Will Braford
desde el año 2000. Es una de esas escasas y maravillosas anomalías, venidas al
mundo para sacudirte y exfoliarte todos aquellos prejuicios y anquilosamientos
musicales. Y desde luego, la banda que más me ha alegrado este 2022.
Un
músico que se mueve por estímulos más propios a los de un ser, o animal libre.
Donde lo verdaderamente importante no es plantearte si lo que haces es correcto
o no. Si no hacer lo que el entorno o las circunstancias aleatorias de la vida
te demanda. Vamos. Leer la partida y jugar.
Por
lo tanto, y pese a que esta última entrega después de 7 años te pudiera parecer
algo que se acerca más al AOR melódico. Para explicarte de cómo el mundo se nos
va a la mierda, y sin consolarte ni resignarse, estirar los brazos para
encontrar compañeros de viaje.
La
gracia fundamental de Seepeoples, es vérselo desde la perspectiva de toda su
discografía. Plagada de estupendos y sorprendentes discos llenos de giros, sin
manías, sin miedo a experimentar, sin complejos a la hora de lanzarse a
indistintos géneros…
Y
teniendo en cuenta que Will Bradford entiende la música desde la amplitud y el
conjunto total del disco. Tarea difícil, ahora que ni el más pintado es capaz
de sentarse, detener el tiempo, y disponerse a escuchar el conjunto; que no el
elemento brillante.
En
este aspecto esencial y necesario para disfrutar del vivir. Y quien mejor si
no, que Fernando Mora para asociar vino/música, que este jugón de la vida.
Porque
si eres de los que te crees que Aragón son: Concentración, alta graduación,
calidez, y extracción, vas mal.
Un
92 parker de garnacha más ágil que un parkourista, con esa parte de
rural poesía, y el frescor de los ribereños jardines.
Con
un brillante carmesí. Olerás grosellas, rosas rojas, orégano, y frescor
mañanero. Garfada de agua fresca a pie de arroyo. Y un beber que, pese a su
facilidad y glotonería, te hace una finta compuesta de mineralidad, como la de
un certero espadachín de esgrima.
6:
MICHAEL HEAD & THE RED ELASTIC BAND_DEAR SCOTT Vs. FINCA BUTARÓS 2015 Cariñena
100% Mas Llunes (Mollet de Peralada/L’Empordà)
Michael
Head nos quebró el corazón hace bastantes años, a todos aquellos que seguimos
la pista en los 80/90’s a Pale Fountains y Shack. Por lo tanto. Ya venimos
heridos de juventud, con esas heridas que jamás acaban de cicatrizar, y que
solo supuran dolor placentero en momentos muy concretos.
A
veces lo parece, pero no. Y otras, como en esta ocasión. La hemorragia de
placer no cesa, incluso se cronifica. Ya que mi tocayo se ha acercado
peligrosamente: con esos tapizados de cuerdas y violines, a lo que antaño nos
provocaban los Pale Fountains; solo le ha faltado la trompeta de Andy Diagram
(ahora en James).
Además
-y esto es lo que a mí más me gusta de su último trabajo- ha dejado a banda ese tono americano, que nos
venía ofreciendo en sus predecesoras obras en solitario. Y ¿Por qué no volver a
hacer lo que mejor se me daba?
Efectivamente,
los arreglos orquestales (flautas, coros, violines, pianos, metales…) que tiñen
su excelso arsenal de preciosas canciones
de añil y ocre otoñal british. Se podrían acercar; y en esto no exagero
ni un ápice:
A
la esencia musical de los Love; sólo que en el caso que nos ocupa: Desecháramos
la ínfula psicódelica y el barroquismo de aquella época, para sonar tan cercano
y honesto como el crujir de las cuerdas de su guitarra y la naturalidad de un
amigo que nos canta ante la chimenea.
De
veras que lo harías y de esto también estoy casi al 100% seguro. Con una copa
del Finca Butarós, que un sabio veterano como Antoni Roig elabora
cuidadosamente de sus cariñenas centenarias.
El
buque insignia de una de las bodegas centenarias que mejor ha sabido hacer el
tránsito del cooperativismo a la elaboración de grandes vinos. Sin resentirse
ni amedrentarse en el difícil equilibrio de elaborar vinos “para todos los
públicos” RCP inigualable, y auténticas joyas embotelladas.
Cariñena
(o como aquí decimos Sansó) de primera huella corpulenta y musculosa (cuero
nuevo, animal, mineral). Que baila el lago de los cisnes de Nureyev en boca,
con una amabilidad y calidez progresiva hacia la fruta roja madura, la tinta
china, el balsámico del romero, las especias dulces. Y una crianza precisa
donde madurez, buena acidez y taninos sabrosos se complementan entre si, de
manera magistral.
7:
SILVANA ESTRADA_MARCHITA Vs. VITALBA ALBANA IN ANFORA 2018
Tre Monti (Podere di Imola)
La
síntesis de esta maravilla discográfica me obliga a ser tan breve como la
delicadeza de su musicalidad.
La
que la mejicana nos deslizó en el bolsillo del abrigo sigilosamente, apenas
cambiados los dígitos del pasado año; por estas fechas casualmente. Y que lleva
como un remolino de poesía despechada formando tormentas y plácidos amaneceres
en nuestra cabeza, desde el día que la escuchamos.
Un
disco que narra una ruptura dolorosa curada “a la mejicana”; con versos como
puñaladas. Pero de las que no brota sangre, sino pétalos de rosas y claveles. Y
donde Silvana; muy lejos de la tradición azteca de Lola Beltrán. Cicatriza las
oscuras penas con una desnudez y potencia emocional tan frágil como poderosa,
tan bella como sencilla, y de aquellas que solo se pueden escuchar descalzos y
despojados de cualquier atisbo de rencor y odio.
Una
obra que da paz y que reconforta.
Que
enamora curiosamente, cuando habla de un desamor.
Esas
mismas sensaciones que se dan casi por puro azar en sitios casuales, donde
acabas tocando con la punta de los dedos lo que muchos fieles llaman deidad.
Hay
quien lo busca en lo invisible y en lo terrenal de los templos. Pero también se
puede encontrar en el in_genio de una botella de rústica Albana Romagna,
en las afueras de Forlí.
Fermentado
en ánforas georgianas (kvevri). Este blanco elaborado con esta rústica y
potente uva blanca, utiliza un método de elaboración parecido a los blancos de
Kajetian (fermentaciones con pieles de 2 a 4 meses). Por lo que lo resultante,
puede parecerse a un Orange de gran profundidad, cuerpo y sapidez; un vino
blanco con atributos de tinto, para entendernos.
Una
locura gastronómica sin de adición de levaduras, sin control de temperatura, ni
maquillaje alguno que quiera disimular su carácter; un vino desnudo y puro como
Silvana Estrada. Nariz muy compleja a ciruelas claudias, orejones, hierbas
aromáticas, frutas exóticas concentradas (paraguayos maduros). Y una
contundente boca a piel de mandarinas, manzanas verdes, membrillo y balsámicos
de menta y eucalipto.
Con
comida es un puto espectáculo terriblemente peligroso, porque se bebe solo por
puro orgasmo.
8:
SEÑOR CHINARRO_REALITY SHOW Vs. SENDA MATAPALOS 2019 Pedro Ximénez 100% Bodega Marenas (Sierra de Montilla/Córdoba)
Hay
músicos que rebasan ese muro que separa la mitificación del cariño. Y cuando
crees que conoces al dedillo tus vicios y sus andares. Afilan la estilográfica y su capacidad para
rodearse de renovadoras compañías. Y nos reajustan los chakras, para
regalarnos un nuevo giro inflexivo donde lo musical y lírico avientan de manera
certera todo su legado.
En
Reality Show hay teclados espaciosos y guitarras que tiñen de hit las mismas
miserias y comedias costumbristas de nuestra sociedad moderna. Con ese tono entre
lo coloquial y poético a la que su genética socarrona y observadora nos tiene
acostumbrados.
Con
la diferencia, de que Dani Vega (Mishima), Miquel Sospedra (New Raemon, Mazoni,
Refree), Georgina Wolkowicz (The Lucies) y su pareja Josep Vilagut (Señor Suerte);
en su estudio, junto a Xavi Moreno. Han dado lugar a ese abracadabra que en la
música se suele dar de manera espontánea y mágica de tarde en tarde.
Parecido
al que se produjo en 2005 en El Fuego Amigo con J, Antonio Arias, Pedro San
Martín y Enrique Morente. Pero esta vez, con una simbiosis de frescura,
agilidad, oscuridad contemporánea apabullante.
¿Puedes
hablar de como el mundo se va al carajo desde la alcoba de cualquier cuchitril,
al anonimato más pueril de ese conciudadano que te cruzas cada día? ¿Y hacerlo
entrañable, cruel, y a ritmo de música ligera?
Pues
sí amigos, está ocurriendo.
Te
lo podrías zampar en la terraza de tu piso. ¿Mientras observas el anonimato de
los transeúntes, elucubrando una fantasía metafórica con una copa de Pedro Ximénez
de la serranía de córdoba?
Pues
claro. Ahora mismito lo estoy haciendo yo; con mi cuñado Alfonso concretamente,
mientras el año se nos va por una rendija.
Esa
uva que todo el mundo asocia a vinos dulces, y que en las calles de córdoba se
bebe seco y a tinajas con una buena tapa al lado.
José
Miguel Márquez y su hermano lo han hecho en Cerro Encinas. Y no os podéis
imaginar el momento beetlejuice que se da, cuando te asomas a los aromas
de dátil, retama, esparto verde y cañaveral que emanan de la copa de este
extraordinario y fondista blanco de infinito postgusto.
¿Qué
si podrías ponerte a bailar como Harry Belafonte a ritmo de Shake shake
senora? Ya te digo yo que sí.
9:COLATURA_And
Then I’ll be Happy Vs. GARCIA GEORGIEVA 2019 Graciano 100% Finca
Los Guijarrales (Burgos/Ribera de Duero)
Lo
he intentado con infinidad de bandas pop este año (Alvvays, Orchids,
Blushing, Love Burns, The Reds pinks and purples, Mild Orange, Poster Paints…
y nos cuantos más); supongo, claro. estáis al corriente de que soy un popero
empedernido.
Y
sin embargo he caído rendido desde la primera a la última canción del debut de
esta banda de Brooklyn:
Un
disco con integridad, donde claramente hay sonido de dreampop ensoñador,
con trazas de Cocteau Twins y Asobi Seksu; sin obsesionarse, claro está.
Pero de los que valoro de sobremanera la escasez de altibajos o linealidad sin
sustancia y algo machacona; algo que este año me ha parecido una verdadera
plaga musical en infinidad de artistas.
Lo
gracioso, es que la mayoría de las escasas reseñas que se leen de ellos. Hablan
de guitarras surfpop, de infinidad de variantes pop… En fin, no sé, creo que
después de la plaga de discos de relleno, sin sustancia ni chicha, de otros que
pretenden colarnos un ideario sin apenas trabajar el alma de las canciones… En
definitiva, abono para saciar la trituradora de la industria musical
(streaming, consumibles, páginas).
Está
la de gente que reseña sin apenas escuchar el disco, utilizando la hoja de
prensa si la hay, o pasando de canción en canción cada 30 segundos)
Ligeros,
ingrávidos, y etéreos como el delicioso graciano que elabora Goyo Garcia
Viadero (Valduero) junto a su pareja, y en la que se inspira esta línea de Riberas
de Duero de mínima intervención.
Un
Graciano que arranca dubitativo y de cerrajón; como le suele pasar a veces al
Graciano.
Pero
cuando la cosa se desnuda en la copa… ay dios!!
Fruta
roja fresca en sazón, lácticos, ligeros cítricos, y florales que van desde la
violeta a la lavanda.
Un
vino todo terreno que marida con los más inverosímil, y de una glotonería
descomunal. Y que yo me bebí con un buen amigo (Edu), junto a un tartar y el
lacrado de 30 años de correrías en garitos (importante y mucho, con quien te lo
bebas para que las cosas trasciendan de lo banal a lo celestial)
10:
COLLIDER_FELL Vs. CURII RECCIO 2016 Monastrell Abocado_
uvas y vinos de Violeta y Alberto (Sierra de Salinas/Villena/Alicante)
Pongas
bien o no el nombre en el buscador, no los encontrarás.
Posiblemente,
el cuarteto de Washington. D.C sea el secreto mejor guardado del shoegaze
indierockero melódico americano. Y créanme, no escatimo ni peco de desmesura en
absoluto.
8
canciones publicadas en abril de este pasado 2022: Aparcadas, maltratadas, y
analizadas con ojo crítico hasta dar asco por el que aquí firma. Por ese miedo
infundado sobre esas cosas a las que uno es adicto y cree que están trilladas
hasta la saciedad. Y el caer en ese mal hábito de juzgar aquello que nos dio de
mamar con 20 años, y que ahora parece ser el Meritene proteínico para
cuarentones en el abismo, o cincuentones cayendo por él; según dice el stablishment
que modula lo que mola claro, así, en general.
Pues
créanme si les digo que la banda de Jonathan Hand, John Crum, Nicole Morris y
Ryan Burke. Autoeditados y sin la más mísera promoción, y un borrado de su
página de Facebook con sus 71 míseros seguidores como testimonio del más
absoluto ostracismo pese a sus dos discos. Son posiblemente la mejor banda de
guitarras (llámese indierock, shoegaze, noise, postgrunge… o lo que
narices quieran) que han llegado a mis orejas en estos últimos ¾ años.
Y
no, no son la típica banda de guitarras pese a veces nos puedan recordar a
muchas cosas, y a nada en concreto. ¿Y aunque lo fueran? Su temario sin fisuras
habla por si solo.
Son
buenos, y punto.
Esas
guitarras ondulantes que sierran desde el tobillo a la rabadilla de la espalda,
y erizan. Con su bajo y rítmicos marcando el paso de redoble firme y grueso. Y
esa parte emo/slowcore que reverbera de tanto en tanto, para testear nuestra
melancolía sincopada e irremediablemente crónica.
Igual
que tampoco creo que encuentren el RECCIO (264 botellas), que se curraron Violeta
Gutierrez de la Vega y Alberto Redrano con el Monastrell de unas viñas que
desgraciadamente ya no existen.
Un
homenaje a los abocados que históricamente se han elaborado a lo largo del
mediterráneo. Pero éste, mágicamente distinto a cualquiera que hayáis probado.
Un
rosado ligeramente dulce, pues su salinidad y maravillosa acidez lo hacen
totalmente peculiar y gastronómico. Y una genial anomalía que se estrujó y encubó
en dos barricas usadas abiertas de 300 litros. Fermentando con sus pieles
durante un mes hasta continuar la misma y posterior crianza cuatro años más.
Un
locura!!
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