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domingo, 28 de febrero de 2016

YO, ÉL Y RAQUEL/2015_ AQUELLAS TEMPESTADES QUE NOS HICIERON ¿ADULTOS?




Año 2015
Director: Alfonso Gómez-Rejón
Duración: 105 minutos
Nacionalidad: EEUU
Guión: Jesse Andrews (basada en su novela)
Música: Brian Eno y Nico Muhly
Fotografía: Chung-hoon Chung
Género: Tragicomedia
Reparto: Thomas Mann, Olivia Cooke, R J Cyler, Nick Offerman, Connie Britton, Molly Shannon, Jon Bernthal, Katherine C. Hugues, Matt Benett....


Que enero/febrero más difícil amigos!! Ya sabéis lo típico que es del sufrido juntaletras: trasladaros sus penurias y buscar mil motivos para justificar la semana larga sin ducharse, la barba enredada y la dejadez más absoluta. Ese cumplir con no sabes quien, con el vacío y el remordimiento de conciencia por no publicar (cuando en teoría toca). Un asco vamos.
La otra opción claro, está en refirmase con eso de: publico cuando me sale de los entrecejos; que esto es mu trascendental e íntimo!!

La cosa es que después de andar vagando como el que sale a comprar y pierde la lista de la compra. Sí, la lista, e incluso la intención de hacerlo verdaderamente. O simplemente que la verdadera razón para salir es que a uno le de el aire sin destino alguno, y no parecer que es un atracador esquizofrénico a ojos de la gente.
Por fin he encontrado ese momento de esbarjo e introspección para repanchingarme en el sofá y ver cine; que ya tocaba. Esos Domingos en los que se suele/intenta aprovechar minuto a minuto el último suspiro del finde: madrugar e ir al gym... no, mejor!! dormir y montarse un vermuth del copón al sol... ay!! bueno... hacer la comida tarde porque sí, y acabar viendo una peli mientras se pone el sol y nos dejamos ir. En fin, supongo cual es la opción final, la previsible, la cantada y la que hasta tu mismo sabías: Ver una película con el pijama de la mañana, la llave echada de anoche y llorar como un magdaleno en pos de los mortificadores Lunes, mientras la lluvia disuelve cualquier atisbo brillantez.


Eso sí, siempre te quedará ese fragante recuerdo si la elección ha sido buena; en este caso así lo ha sido.
Se agradece acertar con el cine, teniendo en cuenta la cantidad de placebos que corren por la cartelera. Pero la vida es así: como una pista americana o una gymkana en la que cada cual debe buscar su “qué”. No esperéis a que os lo pongan en la bandeja del escritorio peladito y troceado. Nuestro sino y de alguna manera, la gracia de vivir, es buscarse cada uno su propia decoración existencial. Esa especie de planetario muy muy personal que casi nadie entiende, y que cuelga del techo de tu habitación como una pequeña galaxia en movimiento; queda chulo ¿verdad?

Alfonso-Gómez Rejón -un director novel venido de las series televisivas y algún pequeño escarceo en el cine- ha tenido el gran acierto de vestir una típica tragicomedia adolescente alternativa, como una historia preciosa e imaginativa.
Y no importa que de por medio tengamos una enfermedad terminal; con lo que suele condicionarme eso a la hora de inclinarme por una peli. No me malinterpretéis, no son prejuicios o desconfianza por esas fórmulas fáciles a la hora de salpimentar una tragicomedia romántica: Amor a raudales, relaciones difíciles y la muerte ahí, siempre omnipresente. Pero que queréis que os diga, me condiciona y me vuelve asquerosamente exigente y poco condescendiente; viejo que se hace uno.

Greg es el protagonista de esta historia: Un adolescente de instituto taciturno y pudorosamente rebelde, que se ve empujado por su madre a entablar amistad con Raquel. Una compañera de clase ignorada por ese desdén que los bichos raros con los que tanto nos identificamos, tenemos por la gente teóricamente “normal”.
De esta especie de relación entre lo compasivo, moral y cortés, nace algo que normalmente suele estar por encima de clichés, y esos prejuicios que nos hacen medir nuestras relaciones; LA AMISTAD. Sí amigos, ese ente inmaterial que da al traste con toda esa serie de tonterías que tenemos los seres humanos cuando nos queremos rodear de lo que nos conviene: ni el amor, ni los ideales, ni esa imagen que nos hacemos de los demás... La AMISTAD por encima de todo.

Y lo cierto es que en los primeros compases. El cinismo del protagonista y toda esa serie de clichés, nos puede hacer pensar que estamos ante esa típica película premiada en Sundance. Que hace que lo alternativo sulfure, por ese tópico narrativo casi siempre adolescente en lo que concierne a la vida, las relaciones y la realidad algo convexa de los sucesos. Solo que Alfonso Gómez-Rejón esta vez, sí sabe exponer los defectos y corregirlos con una aplastante realidad teñida de magia.
Su manera de estructurar una historia adolescente bastante voluble de antemano. Y como moldea a lo largo del metraje, la sibilina metamorfosis que cambian al protagonista, al amigo y a la compañera. Nos acaban regalando un final bello con moraleja incluida, no falto de cierta épica y emotividad lacrimógena.

Resulta que la enfermedad no es la que acaba condicionando el guión; algo que se agradece. Ni siquiera el desenlace más o menos previsible tiene cierta relevancia. Tampoco esa manera cómica y frívola de definir a los personajes, o la ligereza con la que se cuenta la historia.
Lo verdaderamente plausible de esta película, es como se plantean una serie de realidades a menudo crueles y terribles. Y que es lo que queda en la superficie al final; satisfacción. Ese acierto del que hablaba al principio y que al final define una película sea cual sea el género: Saber dar equilibrio, divertimento y credibilidad, y conseguir que lo trágico, lo cómico y los que se ven involucrados en esta puesta en escena, queden salomónicamente al mismo nivel de brillantez interpretativa.
Más aun cuando se exponen términos tan complejos como la amistad, el amor y el drama. Y el resultado son sonrisas y lágrimas, sin tropezar con los errores típicos de estas películas. Lp dicho, una sobremesa de domingo confortable de buen cine, sencillo y emotivo.

jueves, 14 de mayo de 2015

MAGICAL GIRL de CARLOS VERMUT/2013




País: España
Género: Suspense pasional
Director: Carlos Vermut
Guión: Carlos Vermut
Fotografía: Santiago Racaj
Productora: Aquí y allí Films
Reparto: Luís Bermejo, Lucía Pollán, José Sacristán, Bárbara Lennie, Teresa Soria Ruano, Israel Elejalde, Elisabeth Gelabert, Miquel Insua, David Pareja, Eva Llorach, Javier Botet, Lorena Iglesias, Marisol Membrillo, Julio Arrojo, Alberto Chaves, Julián Génisson, Marina Andruix.



"Hasta la persona más vil, hasta el peor dictador de la historia, tiene un punto humano. Me gusta buscar la humanidad incluso en la zona más oscura del corazón humano. Siempre hay un punto de humanidad. Me gusta, no justificarlo pero tampoco juzgarlo. Me gusta ver cómo los seres humanos llegamos a ese punto"



Hoy he vuelto a asistir, al mismo palco colgado desde la ventana de la 208. Tanto el tiempo sin dormir en cama ajena lejos de casa; envuelto en almidonadas, vaporizadas y planchadas sábanas de hotel barato. En brillante mirador de horizontes de onduladas siluetas rectilíneas. En noches en duermevela, silencios rotos sólo por coches que pasan por la N-XXX a toda velocidad. Zumbidos de acalorados cebadores , ronroneo de calderas y pasos a media noche en el pasillo.
Semanas en hoteles de extraradio al sopor de las largas tardes de habitación. Noches para pensar y recostar en decúbito supino todas las ideas deshilachadas, o ver aquella peli flotante que se te quedo suspendida en el subconsciente. Esa ronda que te rondaré morena orbitando siempre, con la que deseas volver a viajar a lomos del celuloide.


Supliendo esa señal de wifi insuficiente que se pierde por entre los pasillos de las plantas, en maceteros y paredes de pladur. Castigando ese pequeño televisor de la cómoda que reduce a la máxima expresión el píxel y la resolución. Solo queda darse a la cazalla con agua o tirar del cordel del lagrimal para que como el hilo de una tripa, esas pelis que se columpian, vuelvan a deslizarse.
Son los remedios contra el aburrimiento y el silencio de la nada; buena medicina esta para contrarestar la estridencia de las urbes.
Y como el desplazarse hacia otros lugares más básicos y prácticos en el arte de sobrevivir, nos reduce las rpm al mínimo. El vicio y el morbo siempre acaba saliendo a flote. Somos animales de la noche y de la imaginación maldita, que le vamos a hacer.
Y si como yo, sois de los que la memoria y retención de datos solo permanece a nuestro lado a base de fórmula y series repetitivas. Nada mejor que abrir el ventanal, recostarse en la cama como madre nos trajo al mundo. Y disponiendo el portátil como esas bandejas metálicas del comedor del acuartelamiento. Atiparnos de ese cine, que de tanta sustancia que atesora, gana como los buenos guisos; de un día para otro.



MAGICAL GIRL es de esas películas, diría las pocas, que el pasado año ejercieron ese masaje evocador, oscuro y agitador. El que hace que cada vez que la vuelvo a ver, me aporte un nuevo dato, para arrojar luz o para abrir nuevos senderos de duda y desazón.
Para muchos, tan solo juegos snobs que abonan la rareza como algo gaseoso y sugerente, ambiguo. Una película rara, y como rara, totalmente desechable para entretener, que es para lo que se supone está hecho el cine; ¿lo dudan?
A mi por ejemplo me entretiene comer pipas hasta que los labios se me inflaman y resquebrajan; que no es lo mismo que distraerse. Pero al cine le pido le pido algo más. Por lo menos que no se quede tan solo a las puertas de lo lógico y cabal; ese férreo cerrajón que nos anestesia y amuralla el trastero de la mente: El de la imaginación y la curiosidad por escarbar en territorios más oscuros y animalísticos.
De CARLOS VERMUT ya hablé por aquí a raíz de ese pequeño fetiche llamado DIAMOND FLASH. Una peli autoproducida de muy bajo presupuesto, que circuló por la red en circuitos bastante alternativos. Ahí, en esa primeríssima ópera prima se hallaba en gran medida, el principio activo de lo que Carlos como (ilustrador, guionista de comics y productor...), entiende a la hora de plantearnos una historia.
Montajes que utilizan el papel o el celuloide como soporte, que no como solo como medio. Para dar pie a las ilusiones e imaginario del espectador. Sin demasiados datos ni trípticos, solo lo imprescindible. Juega, y tambalea con la cámara la fuerza de sus personajes, y unos ambientes tan sórdidos como cotidianos.
Si en Diamond Flash nos llevaba a un terreno casi metafísico. En Magical Girl es la realidad la que nos empuja emocionalmente a quebrar con la cordura, desde el amor más desesperado (el carnal, el fraternal y el conyugal). Tiene también ese puntito de perverso, cuando deja que la trama discurra por terrenos pantanosos, nihilistas... E incluso hay momentos de la película en la que tanto se baja el ralentí, que la reducen a un punto muerto, ciertamente desconcertante para jugar con el suspense y lo incierto. Obligando al espectador a crear su propia entelequia, si la cadencia y el desasosiego te acaba arrastrándote.


Si nos ceñimos a su argumento:

Tres son los entes que confluyen en este relato tan dulce y amargo como el cacao oscuro y puro. Por un lado, un padre atormentado por la inevitable muerte de su hija a causa de una grave enfermedad, a la que intenta contentar con un último deseo inalcanzable. Por otro, la de la felina Bárbara, inmersa en su misma hipérbole de desórdenes mentales, y que cruzaran sus vidas por accidente.
José Sacristán aka Damián, el tercero en disputa y quizás el personaje crucial de la historia. Su aportación, si la contamos por apariciones, es de las más breves de su carrera. Sin embargo en mi más humilde opinión, una de las más brillantes por esa imagen de derrotado y hastiado con la que dota a su personaje en la vejez de su carrera.
Sus magnetismos serán tan intensos como peligrosa la dirección que tomarán sus vidas. Cuando la pasión desate sus instintos más extremos y pasionales.


Probablemente para más de uno, estos no sean suficientes argumentos para adentrarse en este retorcido relato de maldad poética.
Un filme que explora con cruel sutileza, el lado más oscuro de nuestra naturaleza sin caer en lo tendencioso, sino en todo lo contrario. Desmigajando algunas de las frustraciones y lastres más arraigados en nuestra convivencia emocional: amores que nos ponen al borde de un abismo, oscuros deseos, insatisfacciones, cuentas pendientes con nuestro pasado, sumas decisiones que se estrellan con el más común de los sentidos...
Y si queremos llevarlas a un contexto onírico, tremendamente sugerente e inquietante en su forma de llevarlo a cabo.
Carlos Vermut es un cirujano de esa faceta menos explotada del suspense psicológico patrio; si hay un género exacto que lo pueda definir. Arriesgado en cuanto a las formas de moldear escenarios incómodos y exigentes para el público, y sin embargo totalmente preparado para cerrar aquellas bocas que lo criticaron y cerraron las puertas con Diamond Flash. En Magical Girl se consolida como uno de los más prometedores y jóvenes directores. Y no lo hace recurriendo a cautivadoras chucherías no, sus propuestas siguen por el camino espinoso del cine funambulista. Aquel que nos obliga a ser participes de la intranquilidad de sus películas, a pensar y a imaginar. Aunque a veces visto el desenlace, las cosas aun pareciendo retorcidas, están tan dentro nuestro como el hábitat en el que nos acomodamos cada día.


Magical Girl puede no ser una película fácil, si la impaciencia nos empuja clamar al cielo obviedades que solo se dan en el cine de consumo. Su propuesta no va por ahí, eso está claro. Tampoco recurre a simbolismos sin sentido, imposibles de descifrar. Pero la pausa, el tiento y el estilizado sentido con el que trata el drama y la congoja, puede exasperar a aquellos que no entienden el cine como un arte a la hora de rodar, manejar los tiempos e invitar a participar del rompecabezas a quien las ve. Ésta, se construye de una manera curiosa y extraña, de echo creo son pocas las películas que he visto que utilicen esa sibilina arquitectura argumental.
Lo cierto es que su cine impacta, y no lo hace por el camino fácil. Juega con la psicología del espectador, incluso con la de los actores. Todo un ejercicio de ingenio visceral que ni la frialdad de Hannibal Lecter sabría emular.

lunes, 2 de febrero de 2015

JERSEY BOYS vs BOYHOOD/2014: EL FULGOR DE LAS HISTORIAS DE ANTES.





Sí, levantarme del butacón al acabar Jersey Boys y sentir esa misma sensación de plenitud; como cuando se disfruta de una buena comida. Ni copiosa ni siquiera lujosa. Solo la satisfacción entre lo nutritivo y lo saciable que te queda cuando aprieta el hambre y se cumple con el momento.
Y desde luego espero que sin dejarme llevar por cierta admiración al espigado Clint. Es puede, el único director en la actualidad, capaz de darle ese tono narrativo a las películas: Ese curioso momento inubicable en tiempo, que siempre me acaba sugiriendo al cine de antes. Ya sin esperar que nos sorprenda con una pirueta o un giro de 360 grados. Solo que nos cuente una vez más, otra historia como solo él sabe hacer.



Jersey Boys podría ser perfectamente una historia real o ficticia, que más da. Pues su ritmo tranquilo hasta la extenuación en algunos momentos de la cinta, se hace servir del perfume teatral de la obra. Da el protagonismo a las canciones, porque son el eje transmisor por el cual gira la historia y sus cuatro protagonistas. Y deja de lado las razones de peso que todo el mundo busca para dar fe a su veredicto.
Tampoco lo necesita, para que engañarnos. Clint Eastwood sabe como nadie jugar con la importancia de la música, la inocencia de sus protagonistas, y esa exhalación final de fervor juvenil. Eso a lo que nos agarramos los carcamales, puede. Pero que ya no se ve en el cine de ahora, buenas historias sin más.
Puede que otros muchos estén deseando que ocurra algo, que estalle de repente. Y que la película aporte algo mucho más relevante que el musical teatral en que se basa, o sobre la misma idiosincrática vida del grupo, FOUR SEASONS. No sé, siempre parece que estemos esperando algo, no se qué, pero algo que nos despierte del atontamiento intravenoso. Habremos perdido la capacidad por sorprendernos por las sencilleces, la magia de los personajes, las historias sin trama ni desenlace...; esto es sí, una pregunta #¿? 
 


Jersey Boys me ha encantado sí, así de claro y rotundo. Igual que Boyhood. Quizás porque los melomaníacos solo queremos eso, soñar con la inocencia del cine de antes, el cine de siempre.
Las dos tienen esa longitud excelsa con la que se cuenta una historia sin atajos, e incidiendo en el ritmo tranquilo. Con esos trucos que se descubren para que sea tu propia imaginación la que construya castillos aéreos. La que te recuerde como se imaginaba cuando todo era posible, cuando los pioneros eran gente sencilla de a pie.
Boyhood también tiene esa impronta de historia autobiográficas, en las que tu memoria te evocan a pasados heróicos, malditos y decadentemente memorables. Siempre haciendo equilibrismos con el abismo del drama a la derecha, y el de la tragicomedia a la izquierda. Acabas de verlas ambas y se te dibuja una sonrisa en la cara. Sientes la satisfacción de haber hecho un viaje a tu infancia, y ves que fascina de igual manera a tus hijos. Muy posiblemente porque en paternidades y ascensos hacia tu vejez, hay caminos que se entrecruzan y que nos devuelven la infancia perenne a ratos y en pequeñas dosis.
Dos películas memorables, si señor.

viernes, 16 de enero de 2015

LOCKE/2014: DILEMAS AL VOLANTE




Nacionalidad: Reino Unido
Dirección y guión: Steven Knight
Género: Drama conyugal
Duración:85 min
Reparto: Tom Hardy, Ruth Wilson, Tom Holland, Andrew Scott, Olivia Colman.
Fotografía: Haris Zambarloukos
Montaje: Justine Wright
Música: Dickon Hinchcliffe


Sentados en ese sofá nuevo que nos hunde hasta el piso inferior, pasamos las sobremesas dominicales en familia. Es conocido, que aunque la semana haya sido gélida, o se prometa encapotada y hasta fenomenalmente triste, las mañanas de Domingo siempre cuelgan el sol ahí arriba, o lo colgamos del salón al abrigo del recio frío. Huelen a vermuth, a cacharrería de cocina , a colada recién tendida y sobretodo, a postcomida cinematográfica.
Tengo una lista sempiterna de películas por ver. Algún documental también. Y siento, que aun programándome un maratón de cosas interesantes por hacer; con la llave echada, líquido para no deshidratarme y litros de café. Nunca llegaría a hacer desaparecer ese montón de ropa sucia por lavar y planchar que se amontonan como deberes; como si mi insaciable apetito nunca se llegase a colmar.
Un agobio vamos, que por otro lado, todo sea dicho, llevo lo mejor que puedo: La lista de cosas pendientes ya hace que la tiré a la papelera, y ahora casi que disfruto más encontrándome sin previo aviso con esas cosas que había olvidado bajo la pila de papeles, que proponiéndome tareas.

LOCKE es una de ellas. Recuerdo que vi un resumen en ese programa de cine de la 2 a deshoras; ahora no recuerdo como se llama... Pero sé que es de los pocos en los que confío: me encanta ese tono narrativo de sus sugerencias. Sobretodo por que casa perfectamente con la exposición de esta historia, que el televisivo Steven Knight a llevado a la gran pantalla.
Repasando las numerosas opiniones que pululan por la red, me gusta saber que piensan los demás, aunque no suela variar la mía propia. He visto así en general, como un tono de tibieza perezoso en la crítica, o lo que genera a quien la ve. Y no digo que no, que si todas ellas subieran al patíbulo y se diseccionaran escrupulosamente, el disfrute pasaría a ser una pura penitencia; ¿en serio hacéis eso cada vez que paladeáis los pormenores de la vida?. Incluso es posible caer en el error de pensar que es otra de tantas cintas que se multiplican como los hongos sobre el estiércol. En las que se ha intentado suplir un guión endeble, con técnicas innovadoras o localizaciones insólitas (Buried, 127 horas, Monstruoso... etc.).
Todas ellas unidas por ese finísimo y tan maleable epíteto de Thriller. Porque sí, aunque no lo crean esta película ha sido definida como Thrilller. Y puede que este sea el motivo por el que Locker ha pasado sin pena ni gloria por las carteleras. Pero no es el caso que nos ocupa, aquí hay algo que va más allá del simple suspense e intriga por un deseado desenlace.



Mucho antes que BMW patentara el gusto por conducir, yo ya lo hacía al volante de mi Talbot Horizon verde oliva de 2ª posadera. Seguramente porque ese pequeño habitáculo era en la soledad de la conducción, y con la placidez de devorar millas mientras se escucha tu música preferida. Me han dado para imaginar, solucionar acertijos laborales, o porque no, construir historias con la ayuda del paisaje que voy dejando atrás como visión inspiradora. Algo de eso debe haber en el echo de que conectase con esta pequeña joyita del celuloide: conducir me tranquiliza, me agudiza la visión panorámica del paisaje, y doy por bien invertidas las largas horas de carreera. Ahí es donde este director novel en largometrajes, desarrolla esta historia o momento trascendental del personaje central, Ivan Locke.
Un encargado de obra que se enfrenta a uno de los momentos profesionales más importantes de su carrera: El hormigonado más grande hecho en Europa, para una multinacional Americana. Uno mas de los detalles que conectan al espectador a una historia tan común como normal. Sobretodo para los que como yo, han formado parte de los pormenores de la industria, de las historias anónimas en la construcción o los dilemas laborales que suceden en silencio a nuestro alrededor.

Ivan Locke no se enfrenta tan solo a esa disyuntiva profesional. Porque si esa responsabilidad es la que lo sitúa en una encrucijada, y empuja a incurrir en un acto tan meditado como desesperado. Serán los hechos sucedidos tiempo atrás, los demonios de su pasado y la familia, los que lo empujen a dar un giro de 360 grados a su vida y a construir la línea argumental de la película.
Rodada en el metro y medio escaso de un BMW X, con las luces fundidas centelleantes del tránsito nocturno, los diálogos telefónicos, y su sola interpretación ante el peligro. Es como sucede en tiempo real esta cinta del lo fi presupuestario. Hora y media de trayecto que llevan al protagonista de nuestra historia, de su lugar de trabajo hasta Londres; donde espera un hijo no deseado y que le cambiará por completo la vida. Sin ningún tipo de truco que no sea el de la propia historia, y con un escenario tan limitado como exigente; sobretodo si se tiene en cuenta el resultado de tal ocurrencia.
Sorprende la increíble serenidad con la que el protagonista pretende culminar un acto, que el cree definitivo y meditado: hacer lo correcto, lo que se debe hacer por pura responsabilidad y por higiene, limpiar un pasado de infancia carcomida y penitente. Le da igual que todo se vaya a la mierda (futuro profesional, familia, honor...), con tal de redimirse.


En ese trayecto de casi hora y media podemos ver la seguridad en la interpretación honesta y gestual de Tom Hardy. Vemos tambalearse su vida, el miedo al fracaso y abrirse a su paso el averno que ha desencadenado. Todo eso a pelo ante la cámara, un teléfono que no cesa de sonar, sus atormentadas reflexiones y el encanto de un trayecto nocturno lánguido, turbador y explosivo.

Steven Knight consigue con las pocas posibilidades que proporciona ese escenario y la portentosa interpretación del protagonista, un resultado realmente loable y verosímil. Sobretodo porque al margen de poder parecerme en lo personal, un riesgo nada pretencioso. Hace bueno el valor de la historia con un guión soberbio, la interpretación y el trabajo de la cámara, para enmendar lo que otras películas sobre el estilo tiran por el desagüe con inútiles artefactos o situaciones forzadas.
En su defensa tan solo puedo decir que es una exposición realmente brillante de una historia muy normal con la la que identificarse perfectamente. Que exprime hasta el máximo detalle el gesto, los diálogos y el encuadre. Que no aburre en absoluto tal y como dicen por ahí algunos; salvo que esperen un desenlace o un golpe de efecto (que no lo necesita). Y también supongo claro está, que mi gusto por las historias sencillas, naturales y bien filmadas no tiene porque ser el de los demás.
Los efectos parapsicológicos y mal construidos para saciar el entretenimiento a base de esperpentos, ya hace tiempo que no me convencen. Y me ajusto a pelis como Perdida o The Equalizer; que de basurillas también me toca ver y no digo que no entretengan. Pero me quedo con estas pequeñeces que nos regala el cine europeo.
 

miércoles, 3 de diciembre de 2014

NORDVEST: CINE SOCIAL SIN PIROTECNIA.




Nacionalidad: Danesa
Año: 2013
Director: Michael Noer
Género: Drama social
Duración: 91 min.
Guión: Michael Noer y Rasmus Heisterberg


De tanto en tanto vale la pena apartar a un lado las bambalinas del cine más efectivista y artístico, para sumergirse en el cine Europeo reflejo de nuestros días. En ese caso, el cine nórdico tiene bastante que decir en los últimos años. Y en Norvest, una cinta del pasado año en la que el joven director Michael Noer (35 años), relata en clave de acción una de las consecuencias más cotidianas del tiempo que nos toca vivir: Crisis, desempleo, desencanto y vidas en ocasiones sin rumbo, del sector más indefenso de nuestra sociedad, la juventud.

Norvest es una película que trancurre en los suburbios de Copenhague, donde discurre la vida de Casper junto a su madre separada y sus hermanos: Un veinteañero que malvive a costa de pequeños hurtos por encargo para mantener a la familia. Su vida cambia súbitamente cuando se cruza en su vida un Björn; un proxeneta organizado que trafica con chicas y drogas. Y acaba involucrando a su hermano en un afán desesperado por ver cumplidas las expectativas de su desastrosa vida .
En este primer trabajo en forma de largometraje del joven director, se explica en clave de acción/reacción, una historia mil veces contada y no por ello exenta de lucidez: Perdedores, drogas y delincuencia en un tono más doméstico y de barrio. Eso sí, pese a ser una película iniciática de bajo presupuesto, Michael Noer resuelve lo que sería supuestamente una cinta documental sin más pretensión que una crítica social o el reflejo de una realidad demasiado común en nuestros días, con una solvencia convincente y muy ágil. 
 

Fácil de ver o como se suele decir entretenida, no desdeña en absoluto en credibilidad y realismo. Al apoyar una trama relativamente previsible si nos atenemos a como suelen acabar estos dramas. En una natural y seria interpretación de los dos hermanos, Gustav y Oscar Dyekjaer; que además de serlo en la película, lo son en la vida real. Sin cargar las tintas sobre el dramatismo y los detalles innecesarios que la harían posiblemente pretenciosa y aburrida (para según que público). Y con una carga aventurera comedida que mantiene al espectador pendiente, sin por ello sacrificar la credibilidad de la historia.
Micheal Noer hace un zoom preciso y veraz de las condiciones humanas y del propio drama de la encrucijada de sus vidas. Nos pone en las manos de las personas junto a sus miedos, su indefensión y el devenir de sus actos para entender uno de los dramas más extendidos en la periferia de las grandes urbes. Y aunque no acaba por mojarse demasiado. Se agradece el dejar en las manos del público las conclusiones y moralejas de problemáticas que no nos son ajenas. Sobretodo si sois de los que como yo, han pasado un tercio de su vida en barriadas donde estas pequeñas historias anónimas pasan a diario.



miércoles, 24 de septiembre de 2014

TODAS LAS MUJERES/2013 de Mariano Barroso: TODOS QUEREMOS SER EDUARD FERNÁNDEZ





Nacionalidad: España
Género: Tragicomedia existencial
Metraje: 90 min.
Director: Mariano Barroso
Guión: Mariano Barroso & Alejandro Hernández
Música: Ray Marhuenda
Fotografía: Raquel Fernández
Reparto: Eduard Fernández, Michelle Jenner, Nathalie Poza, Petra Martinez, María Morales, Marta Larralde, Lucía Quintana.

No me iba a ir a la cama sin antes contaros lo mucho que he disfrutado este pasado estío con otra más de las perlas interpretativas que nos ha regalado Eduard Fernández. Este pequeño actor Catalán, esculpido y acicalado en el díscolo triángulo del Teatro/Cine/Tv autonómica (Poblenou), y que ha acabado por dar forma a personajes de lo más rebuscados y dignos de análisis.
En la última cinta del también Barcelonés Mariano Barroso, cualquiera diría que hubo un pacto de sangre entre él y Cesc Gay tras el rodaje de “Una Pistola en cada Mano/2012”. Pues si era allí, bajo vestíbulo de un portal donde compartía con un viejo amigo, las miserias de la vida. En “Todas las Mujeres/2013” es en la piel de Nacho, donde Eduard Fernández prosigue esa especie de trilogía del perdedor víctima de su mala cabeza y del infortunio.

Una pelí en la que todo parece girar alrededor de Nacho: Un veterinario Extremeño frustrado por una vida dispuesta por las circunstancias, que se lía con una chavalina para tangar a su suegro robando, y vendiendo de extraperlo cinco cabezas de ganado. Como se presiente desde el minuto uno de la película, todo el plan está predestinado al fracaso. Así que una vez más tal y como ha sido en toda se embustera vida, Nacho intenta a base de mentiras enderezar el entuerto que ha creado, en un alarde de imaginación autodestructiva y paranoica.
Hasta ese momento la cinta parece una de tantas películas Españolas, que sin ser malas, repiten estructura, localización y ambiente rural tantas veces trillado en nuestro cine con más o menos éxito. Solo que en esta ocasión y dando por echo que este tipo de pelis gustan a un público más o menos concreto, la trama se centra principalmente en las pajas mentales de Nacho. Que intenta por todos los medios, como casi todo lo que ha marcado su desordenada vida, salir del atolladero esgrimiendo como excusa las mismas “putas mentiras” de siempre. Buscando la complicidad de aquellas mujeres que han dado significado a su vida: Desde su acaudalada madre, partiendo de su expareja abogada, a la Psicóloga que le recomienda la anterior, y hasta su cuñada de la que en verdad solo desea llevársela a la cama. Y topando de frente con su verdadera naturaleza en la que las mujeres son las verdadera protagonistas, para que sea la interpretación, los gestos y el diálogo de su reparto, uno de los mejores baluartes de esta pequeña joya del cine nacional.


TODAS LAS MUJERES es un cáustico retrato sobre el típico bala perdida, cabeza loca o como cada uno quiera llamarle, al que en realidad solo le interesa su caprichoso e arbitrario bienestar. Un espécimen que abunda por doquier y al que se le coge un contradictorio cariño, por aquel ambiguo morbo que uno siente por llevar una vida de caminos equivocados. Ese papel no siempre admitido, que todos interpretamos en la vida y que aunque no sea necesariamente por el camino de la mentira, todos y todas hemos sido tentados y llevado al extremo en alguna ocasión.
El papel de Nacho encarnado en Eduard Fernández es como un guante de látex que se ajusta como una segunda piel. Vacilón, seductor, mentiroso compulsivo y habitante de su misma mentira, en un universo creado mediante huidas instintivas hacia el precipicio. Sin embargo en ningún momento da signos de arrepentimiento, he incluso las legitima. Las mujeres que aparecen a lo largo de su suicida huida dan por supuesto el sentido lógico y la cordura a la película, con una relevancia tanto o más importante que la del mismo protagonista y que el eje argumental de dicho film. Que no es más que una circunstancial situación con la que diseccionar las relaciones de pareja, las verdaderas y complejas personalidades de sus protagonistas, y el choque frontal de nuestros instintos más viscerales contra el orden de las cosas:
Primero por una interpretación de altos vuelos en la que diálogos que rozan el surrealismo y lo inverosímil, son el mejor argumento de tan genial cinta. Segundo porque es una película de pura interpretación y cine al desnudo, que carece de cualquier trama/desenlace que la condicione. Y tercero porque por mucho que uno piense que una película nos ha de llevar a un punto concreto por fuerza... También puede ejercer de cerrajero psicoanalista, destripando, atizando y sugiriendo la verdadera condición humana, la más sucia y vil o la más sensata, como un pulso entre el Ying y el Yang. Cierto es que es que nosotros (el espectador), la señalaremos como un mal ajeno, pero en el fondo todos sabemos que nos vemos reflejados aun sin admitirlo; por higiene o simple pudor.
Puede que el cine esté obligado a según la demanda, de una panorámica a gran escala: Sobriedad, buena fotografía, trama ágil y entretenida, una banda sonora espléndida, e incluso de un guión asequible y floreado como lo fuese Pulp Fiction. Como también hay otro cine más estético de planos y fotografía o músicas hipnóticas sin necesidad de diálogos, o como es este caso. Cine de sustrato teatral donde los actores se enfrentan a un primer plano donde los gestos y la palabra, forjan la magia más sincera y auténtica de los personajes y sus dramas.
Y me van a perdonar, pero Eduard Fernández, aun siendo un actor de retaguardia y no figurando en tantas superproducciones como otros. Es de los más auténticos, sino uno de los mejores junto a Antonio Dachent, y algún otro que ahora se me escapa de la cabeza. Actores que no necesitan de mucho para forjar personajes, y directores que en un magistral homenaje al teatro deciden que sean los actores los que nos den la herramientas para crear nuestro universo propio.
Tan solo es cuestión a veces de bajar al sótano y estimular ese a veces dormido sentido del acertijo. Donde la verdader belleza está en las cosas que ni se ven, ni se tocan, solo se presienten. Anden, anden y vean, y métanse en la piel de Eduard: “La Mosquitera”, “Tres dies amb la Familia”, “El Método”, “Los Lobos de Washington”, o “Cosas que hacen que la vida valga la pena”... Ya saben, aplíquense el cuento!!

martes, 5 de agosto de 2014

#TARDES A PIE DE NEVERA (dos + uno): THE BROKEN CIRCLE BREAKDOWN (ALABAMA MONROE)_2012





Nacionalidad: Bélgica
Género: Drama existencial musical
Metraje:112 min
Director: Felix Van Groeningen
Guión: Carl Joos, Felix Van Groeningen
Música: Bjorn Eriksson
Fotografía: Ruben Impens
Basada en la obra de Johan Heldembergh y Mieke Dobbels
Reparto: Veerle Baetens, Neil Catrysse, Johan Heldenbergh, Niils de Caster, Geert Van Rampelberg, Robbie Cleiren, Bert Huysentruyt, Jan Vijvoet, Blanka Heirman.

Hoy me he bajado hasta los cajones de la fruta después de asomarme por el portón de la nevera, y ver que estaba en lo cierto: Los cardos, el tomillo tenaz, los alcornoques, hinojos y bojas mecidas por una brisa abrasadora resisten a la calima deshidratante, y yo... yo mejor me vuelvo a dentro. Los abuelos sestean, y entre ronquido y relinche, me he recostado sobre las plásticas paredes de los cajones frugales para ver la enésima película de llorar.
Una treta para hacer manar lágrimas a borbotones y capturar así la plegaria soñadora como el desdichado Sr. Krank de la Isla de los Niños Perdidos. Convertir mi lagrimal en un manantial desbordado, e inundar mi torso con lágrimas escarchadas por el helor frigorífico: El termostato pasado de vueltas, el no-frost averiado, la luz de cortesía descacharrada y yo allí; repanchingado mando en mano, sollozando hasta el escalofrío mientras las moscas y mosquitos hacen desde mi sudoroso y gelido cuello descensos hasta mi curcusilla.


Una de esas cintas de campañas pasadas que se habían oxidado de polvo sobre una estantería, y que sin el más mínimo interés sobre argumentos, sinopsis o idoneidad la he enchegado. Ala!! así a la aventura que es como se han de disfrutar las cosas. No sea que la pachora se ponga tontusa y la vuelva a arrinconar por diez lustros más. Quizás sea esa la mejor forma, y dejar de darle vueltas a la cabeza sobre si nos va a gustar más o menos, si es el momento o si no; de verdad que me ahorraría tanta mojigatería y no intentar explicar lo que se adquiere por fotosíntesis.
Pero como soy un bocazas, me aburro y cavilo mejor que argumento, ahí va: THE BROKEN CIRCLE BREAKDOWN (que es que la vi subtitulada y suena mucho más interesante). Una película de aquellas que no se explican ni se leen ni falta que hace ¿Cuantas veces nos habremos lanzado al vacío por cuatro líneas de sinopsi que no nos sugieren un carajo? Puro instinto vamos!! Hablo de aquellos años en los que no existía internet, las puñeteras reviews, ni gente que viese semejantes engendros para explicárnoslas.


Alabama Monroe (título con el que se estrenó por nuestras lindes), es una de aquellas películas que jamás veríamos. A no ser claro, que confiemos ciegamente en aquel amigo del alma que nos la recomienda. El llamado uña y carne, culo y mierda... sí sí!!, ese con el que nos comíamos los mocos y compartíamos rarezas a escondidas.
Una peli que habla del triangular drama entre madre/padre/hijo(a) y a los que como yo que son padres por duplicado, conmueve hasta el derrame (a las madres mucho más, advierto). Si no es así, o si eres un padre encabronado que no se deja llevar al huerto por sentimentalismos, también, pero de otra forma. Y es que para todos aquellos amantes de la melodía pluscuamperfecta. Para aquellos que asocian música, directo, carretera y manta, con esa esencia crepuscular de la música Folk, el Bluegrass o cualquier otro género. THE BROKEN CIRCLE BREAKDOWN es todo un caramelo como aquellos Adoquines del Pilar que no se podían morder, y que uno jamás se cansaba de chupar hasta dar con los piñones. He ahí la trampa de Felix Van Groeningen; hay que ver que espabilados son estos Belgas.

Y es que, aunque la cinta chirríe en numerosas ocasiones con esa forma tan poco disimulada de dividir la historia en actos y trascencencias innecesarias. La mágica banda sonora interpretada en directo por el reparto, siempre aparece ahí para enderezar el rumbo de una historia que en un primer momento nos intenta sumergir en el drama desgarrador de la muerte de un crío, ante los ojos de sus padres. Sin embargo y aunque uno pueda creer que está ante el típico film con el que regodearse y enfangarse en la plaga de nuestros días: La enfermedad del Cáncer, la pérdida de un ser cercano o incluso esa angustia latente que desarrollamos los padres ante una hipotética tragedia de nuestros hijos. Dicho así, es cierto que dependiendo de las circunstancias personales del espectador (como es mi caso), uno pueda dejarse llevar por la desazón con la que Felix Van Groeningen narra ese punto de inflexión de la peli. Pero por otro lado, si bien es cierto que no deja de ser un drama. La forma y el enfoque con el que el director Belga construye la cinta va mucho más allá de mero objetivo de que lloremos a moco tendido; eso ya corre por cuenta de cada uno y de su extrapolación como vía de desahogo.


Además, bastante tengo yo con mis defectos como para sentarme ante la gran pantalla a desmenuzar con inquina cualquier creación (puntuar, calificar, y sentenciar). Vaya por delante el respeto infinito que me produce cualquier creación del Homo Sapiens, desde los canastos de palma, pasando por el arte conceptual y acabando en la música o el cine. Y que conste que acepto nuestro vicio sempiterno por analizar, juzgar y criticar todo engendro creativo humano (de forma constructiva también). Pero que queréis que os diga, prefiero disfrutarla, apreciar la dificultad de crear y sorprenderme por las numerosas lecturas o reacciones que puede generar algo que a simple vista y a ojos de la mayoría, puede parecer simple y común.
Sobretodo cuando estamos ante una película Europea, Belga para ser más concretos. Con una historia sin maniobras tácticas ni fuegos de artificio para deslumbrarnos y con la música como eje transmisor de los sentimientos. Y basta con que uno ame la música; dejando de lado nuestras preferencias o gustos. Más si cabe, si tenemos en cuenta la basura que se programa en la mayoría de multicines actualmente.
Tras la estela de la música de Bjorn Eriksson que cantan y tocan los actores a lo largo del film, transcurre la historia de Didier y Elise. Una pareja formada por un apasionado y melancólico músico de Bluegrass y una espiritual tatuadora. Una relación que pese a sus diferencias religiosas y de afecto se culmina en el nacimiento de una preciosa hija, Maybelle. Todo perfecto, feliz, libre, poético y maravilloso hasta que la pequeña de seis años desarrolla una Leucemia letal.


La historia transcurre a caballo de la estupenda banda sonora: Salvadora, ejecutada estupendamente, y con un buen puñado de geniales canciones, que nos harán apreciar y disfrutar de esa magia bohemia y romántica que transmite la música y el protagonista. El drama inicial es un detonante, una chispa que alza hasta lo más alto para luego sumergirnos en la desgracia indescriptible de perder un hijo; con unas interpretaciones bárbaras del dúo de protagonista. A partir de ese momento la película aborda de manera un tanto abrupta el verdadero significado de la historia. Que no es otro que las relaciones humanas y la ambigüedad de sentimientos que produce un drama de tales características: La forma de ver la vida, el sentimiento de culpa, nuestras dudas existenciales, creencias políticas, espirituales y religiosas, y las fisuras que se pueden llegar a generar cuando desaparece algo que creemos tan nuestro como la misma vida. Y que puede según sean las circunstancias personales de cada espectador, dar la sensación de ser un melodrama barato en el que se quieren exponer un sinfín de sensaciones; que en la obra teatral original, me imagino, tienen más sentido.



 
Sin embargo Felix Van Groeningen tiene el gran mérito de construir una historia de amor suicida realmente contagiosa. No se ceba de forma gratuita en la desgracia como eje argumental de la cinta, y transmite un afecto sin fisuras en torno a los protagonistas. Con una cuidada fotografía inspirada en los años 20, y que deja que sea la música y su adictiva BSO la que nos traslade a la melancólica América secular ;cuando en realidad transcurre en la fría Bélgica. Aunque de primeras pueda dar la sensación de un drama sensiblero en torno a la muerte de un bástago, Felix lo acaba convirtiendo en una historia de dos que vive más del amor y odio, que de la pena. Y que la hace bastante creíble, sincera y natural como para calificarla de un mero dramón a la Americana.
Una historia bonita donde los flashback temporales y la música avivan y apuntalan el verdadero valor de la cinta. Y que contenta a partes iguales a amantes del drama masoquista y emotivo, como a los que disfrutan de un cine más cercano y verdadero.

Además, dando por sentado que la marabunta anda ocupando terrazas, playas y destinos turísticos. Que los comercios han echado el cierre, convirtiendo las ciudades en solitarias y apocalípticas estampas. No hace más que reafirmarme en mi bunker climatizado, tanto, que hasta la música de esta magnífica cinta me traslada más aun a estos paisajes Alabameros. Finito...
 

lunes, 21 de julio de 2014

#TARDES A PIE DE NEVERA: THE HUNT (LA CAZA)_2012





Nacionalidad: Dinamarca
Género: Drama psicológico de tinte social
Metraje: 111 min
Director: Thomas Vintenberg
Guión: Thomas Vintenberg y Tobias Lindholm
Fotografía: Charlotte BruusChristensen
Música: Nikolaj Egelund
Reparto: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen , Annika Wedderkopp, Alexandra Repaport, Lars Ranthe, Anne Louise Hassling, Susse Wold, Ole Dupont, Lasse Fogelstrom...



Sí sí, fue ayer cuando lo vi!! En la levedad de una calurosa noche de Julio, con los párpados temblorosos y los automatismos del estado de la vigilia. Sentirme flotar sobre un calmado mar que no es mar sino sudor. Despertar de un respingo tras un fuerte ronquido apneoso, y verme caminar por un paraje Albaceteño envuelto en guiñapos empapados en el sudor y resquebrajados por el salitre.

Al fondo en el infinito medio desdibujada por la calima del inmenso torturador SOL, una nevera. Un combi gigantesco de blanco inmaculado fulgurante por los letales rayos del astro solar. Los inabarcables campos de cereal segado, las alpacas de forraje, las cigarras cantando el réquiem y el plomizo paso de mis pies para llegar por fin y tocarlo: - No, no, no es un espejismo, es real y se oye un suave ronroneo como el de un gato. Abrirlo y comprobar con alivio que el engendro funciona. Sortearlo por izquierda y derecha, por el reverso y por los costados: - No hay rastro de cable alguno, imposible!! Abrirlo y darme una bofetada en todo el gerundio. Introducir la cabeza, entornar la puerta, volver a desencajarla para introducir el torso, extremidades en un ejercicio de contorsión sin igual, y hallarme dentro cómodamente dispuesto y en compañía.

  • Es un lugar realmente acogedor si señor!!, entri entri que veurà el meu piset, exclamaba un viejito encorvado y con una pequeña parálisis en la boca; mientras, se limpiaba la baba con un pañuelo de hilo Inglés.

La comunidad residente, debidamente distribuida por las baldas de grueso vidrio, era variada y amable. Todos adultos con la piel tersa por el frío, pese a su avanzada edad. Y con una luminosidad en sus retinas, fuera de toda duda: Las hueveras de arriba hacían de mirador. En la zona más alta y menos fría, las señoras masajeaban su senos firmes y puntiagudos; por el escalofrío supongo. En la zona intermedia, una zona de recreo que usaba la condensación de las paredes como fuente ornamental. 
En el congelador de la parte inferior unas pistas de Bobsleigh y Skeleton. Y en los compartimentos de plástico para guardar la fruta, dos amplias salas de cine; por la acústica sabes. - Esto si que es un cine de Verano pardiez!!, exclamé lleno de júbilo.

Este verano he decidido quedarme a vivir aquí; ahora que de verdad ha llegado el verano y se derriten las calles. Me tratan de lujo y la lista de asuntos pendientes es tan extensa que pienso devorar películas, hacer reposiciones musicales y contemplar mi creciente degeneración, aprovechando que la memoria se refresca, y hasta que se me escarchen las mucosas. Así que es muy probable que desde ahora (ya mismito) hasta el acabose estival, me dedique a narrar mis vicisitudes a pie de frigorífico, con el único fin de saciar mis caprichos y confraternizar con los habitantes de este lugar. Y pummmto!!
El primer gusto que me he dado, es tumbarme al fondo del compartimento y recostarme sobre un mullido cogollo de Tudela mientras daban THE HUNT (La Caza). Una peli que tenía apilada bajo cartas de impagados, folletos del mediamarkt, informes médicos, recetas... etc etc y más etc. Allí donde se pierde la verdadera importancia de los asuntos, se olvidan las melodías y se evapora el tiempo para el disfrute personal (y sí, muy egoísta). Una peli además que me ha vuelto a interconectar con un pasado lejano. Aquel en el que vi hace 16 años su primer film conocido bajo el auspicio del DOGMA95, CELEBRACIÓN/1998. Y que con sus paisajes invernales helados, hace por un instante que me olvide del aire abrasador que nos tuesta o empapa, según la latitud.
THOMAS VINTENBERG & MAD MIKKELSEN

Desde entonces no he vuelto a tener noticias de Thomas Vinterberg. Y mira que aquella película ha permanecido y me ha acompañado durante largos años, como una de las películas que #A mi, más me ha gustado. Mucho más inclusive que las primeras cintas de Lars Von Trier con las que llegué a él (Europa, Rompiendo las Olas, Los Idiotas). Con esa manera más emotiva de desgranar las personalidades humanas, sus relaciones, incongruencias y demonios propios, que tuvo en su obra magna The Celebration su máximo esplendor. Y de hacernos enfrentar a la hipocresía del comportamiento humano y al control sibilino de la opinión y consiguientes actos.
De ese planteamiento argumental y violento desenlace, se puede extrapolar tanto o más a otros aspectos de nuestra sociedad. Que más bien podría ser un ensayo científico/sociológico, que la de un argumento situacional por donde transita una historia.

Pues tras visualizar LA CAZA sin saber (lo juro), que pertenecía a este joven director Danés del que no tenía noticias desde entonces (no hay ruegos ni preguntas). Son muchas las conexiones emocionales que tienen en común y comparten.
Esta vez no es un adinerado padre que intenta darse un baño de masas, obviando la podredumbre que había implantado en sus vástagos. Pero el suceso al que se enfrenta Lucas (un educador infantil de un pequeño pueblo), hará de alguna forma también destapar las personalidades que todos llevamos ocultas en nuestro adentros: Prejuicios, hipocresía, juicios absurdos, y una permeabilidad hacia echos o rumores, según nuestros ideales bastante destructiva. Algo que se da a diario a nuestro alrededor y que moldea la opinión pública de la gente creando corrientes. Igual que la de una comunidad de vecinos o la de una pequeña barriada.


Lucas y Klara tienen una relación de amistad de aquellas de cuento. La amistad que une a Lucas, un profesor divorciado y solitario con el padre de la niña, y las continuas discusiones de sus padres. Hacen que surja un apego especial entre Klara, Lucas y su perra Fanny. Que acaba de confundir los sentimientos de amor inocente que despierta Lucas en la desconcertada niña.
A partir de ahí y tras unas declaraciones de la niña a la directora del colegio, la historia da un un giro de 360 grados. Poniendo sobre la mesa un tema tan complejo, polémico y discutible como la pederastia y el mito sobre aquello de que “los niños nunca mienten”. Una pequeña obsesión que persigue a Thomas Vinterberg; ya liberado del Dogma95 desde hace un tiempo. Sobre los abusos, la moral, la familia y el comportamiento humano en toda su filmografía. Pero que el director Danés sabe manejar con tremenda emotividad y psicología, pese a los numerosos fallos de exposición en algunos momentos como: La entrevista del hipotético psicólogo a la criatura, el manejo de la situación por la directora, y la posterior investigación policiaca. 
Con todo y con eso, consigue centrar la atención del espectador en el eje de la historia y en su disfrute particular, que no es otro que: De que somo capaces de hacer los humanos cuando nos formamos una opinión (quizás deseada), en un entorno de presión popular y de prejuicios generalizados. ¿Sabríamos alzar la voz para razonar y hacer ver a los demás, que las cosas no son tal y como se ven? ¿que estamos sujetos a un entorno cultural y social, donde todo se desdibuja y cambia según el prisma con el que se mira?
Probablemente no, a veces es mejor dejarse llevar por la manada (que siempre suele tener razón, ja!!)



En cualquier caso y filosofadas propias de cada uno a parte, la cosa está en que Thomas Vinterberg nos lleva a su terreno. Y logra dotar a todo el metraje de ese suspense y malrollismo rencoroso que supuran las pelís Nórdicas de suspense. Donde son capaces tanto de quedar como amigos después de apuñalarse por la espalda, como de quemar en la pira al más pintado. Thomas Vinterberg lo hace desde un punto de vista muy acorde con una sociedad, donde las maneras parecen estar por encima las miserias íntimas y personales. Sacando a relucir situaciones que en realidad pertenecen al género humano, no a una cultura o país en particular.
La película es cierto que no logra la misma brillantez y crueldad hiócrita de Celebración, y hay momentos en los que peca de precipitación a la hora de trabajar el climax del largometraje. Pero hay que ser justos en reconocer que la interpretación de Mads Mikkelsen nos hace dejar en un segundo plano todos estos inconvenientes. Eso, y que realmente consigue transmitir durante gran parte del film, una sensación asfixiante de suspense, ira, y angustia constante. Junto a uno de sus principales objetivos: Generar debate sobre algunos aspectos oscuros del compartimento humano, y llevarnos a preguntar si en realidad actuamos con criterio o serenidad a la hora de enfrentarnos a nuestros tabús.

Una película bastante digna y recomendable dotada de muy buenas interpretaciones. Una atmósfera realmente lograda y con chicha para darle al coco a la par que para extrapolar en infinidad de situaciones que nos rodean. Que además vuelve a demostrar, que a veces no es necesario urdir situaciones inverosímiles para generar situaciones de angustia y suspense. Pues la realidad de cada día ya es lo suficientemente escabrosa; aunque supongo que si han visto Celebración como yo, pueda generarles algunas dudas.

SALUD Y BUEN CINE!!

lunes, 16 de junio de 2014

13 TZAMETI by Géla Babluani_2005 #Así te quiero, sin perfumes, coloretes ni carmesí#




Nacionalidad: Franco/Georgiana
Director: Géla Babluani
Año:2005
Género: Suspense/Drama psicológico
Metraje: 95 minutos
Música: East Troublemakers
Reparto: George Babluani, Pascal Bongard, Aurélien Recoing, Fred Ulysse, Nicolas Pignon, Vania Villers. Didier Ferrari, Pierre Blérau... ínclito

Es por las pequeñas oberturas del calado de la persiana por donde se cuelan las primeras luminosidades de la mañana. Un aliento de frescor, el rumor de las cotorras... y su silueta. Esa estirpe, la que da forma a su cuerpo y lo contornea para el gusto de mi borrosa mirada desde la cama. Esa suerte de aroma natural de su cuerpo, la tersura de su piel sin potingues ni ungüentos, y la calidez de su estampa de la que gozo cada mañana cuando ella se levanta instantes antes que yo; excepcionalmente y como un pequeño triunfo sobre mis enterrados madrugones.
Y así con esa extraña y vaga similitud, intento equilibrar en la balanza de mis entretelas, amores carnales, espirituales y suculentos manjares que me vigorizan el alma: EL CINE, con la mayúscula grandiosidad con la que nos produce inéditas sensaciones, personificado en la mayestática naturalidad de la mujer con la que compartimos vida. Así es como lo quiero, sin perfumes, coloretes ni carmesí.

De la misma forma que nos enseñaron a amar los ínclitos A. Hitchcock, F. Fellini, F. Truffaut, o T. Richardson cuando el lenguaje del cine Low Cost dedicaba la inspiración al arte de filmar. A convertir la cámara en una extensión de la imaginación y del globo acular, y plasmarlo jugueteando con nuestro subconsciente.13 TZAMETI, cinta de debut del director Francés de origen Georgiano Géla Babluani. Es una de esas tan escasas joyas de director total, donde el arte de filmar cobra una de sus máximas expresiones. Un film que pasó de puntillas hace nueve años y que logra con un presupuesto esmirriado, lo que otros malgastan con tácticas disuasorias y cargan las tintas con malabarismos argumentales rebuscados.
Aquí sin embargo no hay trampa ni cartón, y mucho arte al manejar cámara, dominar el ritmo, y transmitir sensaciones angustiosas a base de capturar y domar nuestro subconsciente.


Sébastien es un joven albañil de familia humilde, que se gana la vida reparando cubiertas y tejados; en este caso la de una misteriosa pareja asfixiada por la adicción a la Morfina de su propietario, Jean-François. Que espera la llegada de una carta, para acometer una no menos misteriosa empresa con la que ganar mucho dinero. La llegada de la esperada carta y la muerte por sobredosis del turbio sujeto, en medio de un circunstancial caos fruto de la obras y de la asfixiante situación del joven. Hace que el documento caiga en manos del joven, y éste decida en una acción desesperada suplantar al tipo y aventurarse a recuperar el dinero invertido en la fracasada obra.

En ese instante Sébastien se verá inmerso en un misterioso y desconocido periplo, que lo llevará a debatirse en una de las situaciones más brutales y truculentas, jamás imaginada en su vida.


Pocos son los directores noveles que muestran en la actualidad el pulso y la firmeza a la hora de plasmar sus ideas, que demostró Géla Babluani en ésta, su ópera prima. Una historia actual a la que el sincero blanco y negro de sus fotogramas, nos transporta de lleno a los ambientes policiacos del cine Francés de los 50. Y donde el ritmo y la cadencia, junto a unos planos rebosantes de expresión, dotan de una tensión y una desolación sin igual los noventa minutos (que se hacen cortos), de esta conceptual y genial película. Además consigue hacerla hipnótica, inquietante y cruel sin hacer uso de los típicos recursos: ni violencia, ni sangre. Tan solo utilizar la cámara como se debe, buscar ese miedo velado a los designios y rodear todo ello, de la insensibilidad frívola de nuestros días.
Hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto con la absoluta honestidad de un director capaz de sintetizar tanto con tan poco. Toda una lección de cabalista ultrasensorial, para los que gozamos de la simpleza de ideas y de un buen manantial rebosante de sensaciones. Es más, podría asegurar que tratándose de lo que se trata, sobran en su mayoría las líneas descriptivas que me preceden. Al fin y al cabo, es una película para disfrutarla con las mismas dudas y enigmas que la hacen grande. Y sí, en esto le doy la razón VALE MÁS UNA IMAGEN QUE MIL PALABRAS.

PD.  En la red podréis encontrar versiones de mayor calidad subtituladas. Si no lográis dar con ellas me lo comentáis.