Pudo ser una
noche cualquiera de Primavera por la serena, templada,estrellada y
apetecible placidez de la misma. Pero no, fue la de un Octubre al
borde de la dualidad personal; quien en un ataque de bipolaridad
acusada se creyó por momentos el dios Tamuz de la floración.
Una
disyuntiva que me viene al pelo con el final de la novela reseñada
en mi última entrada; cuando el protagonista acababa a las puertas
del 99, esperando dudoso el cambio de milenio. Ahora que ya llevamos
14 años milenaristas, y que nos debatimos entre el futuro
apocalíptico e imparable, y la esencialidad de nuestro pasado
ancestral. Quizás sea la edad, puede, pero... me juego el pescuezo a
que más de uno llegado a plena madurez, se ha planteado semejante
reflexión: ¿nos estaremos dejando por el camino en implacable
avance hacia el futuro, lo mejor, lo más esencial?
Fue por eso
que la prospección hacia las profundidades de Vadebacus de la pasada
semana, tenía más de incierta, temerosa e inconsciente. Una de esas
tentaciones en las que uno cae aunque sea a tientas como Jean Marais
al atravesar el espejo hacia Tánatos. Solo que con la suerte de
contar con Rubén Parera & Íñigo Haughey ejerciendo de
timonel y contramaestre, a los mandos de una enorme lombriz
mecanizada. No fue el Nautilus el que nos llevó hacia las inciertas
profundidades del terruño, ni Julio Verne el que nos instruyó
visionario sobre los devenires del futuro. Sino un enorme anélido
hecho de desechos naturales el que se encargó de acomodarnos y casi
a tientas, descubrir las intimidades de eso que todo el mundo tiene
en boca, el ecologismo, y que pocos conocen como Rubén & Co.
Jóvenes
viticultores de uñas negras, padrastro rebelde y yemas encallecidas,
que pese a estar instruidos en mil facultades de técnicas infalibles
#ingenierías, enología. Fue allí, sobre el terreno, donde su
visionario padre los guiara hacia el inminente futuro que se
avecinaba sobre una familia; que había vivido históricamente del
frutal, y la crisis que se cernía en los 90. Un giro radical hacia
la vid y el cultivo ecológico que no es más que un regreso a las
técnicas ancestrales; antes de que en los 70 BAYER, BASF y otras
químicas, dieran el braguetazo con herbicidas, funguicidas y todo
ese ejército de químicos con el que vendieron la panacea al ruinoso
campo.
Desde
entonces tanto ha cambiado todo, que cuesta imaginar un cultivo
intensivo sin esos productos que liquidan los ecosistemas naturales y
diseñan variedades indestructibles; como los tomates que se venden
en las grandes superficies. De echo, la actual esclavitud de la
agricultura, es un noproblema debido más a una
industrialización del campo, a la superproducción y a la
dependencia para con las químicas con beneficios desorbitados, que a
un verdadero problema de inviabilidad del cultivo ecológico o un
sobrecoste; no en vano, Bayer gana más del triple con productos
químicos para el campo que con la famosa Aspirina.
Cola de caballo y polisulfuro, antifúnguico natural |
En realidad
es una cuestión más de filosofía y metodología de trabajo que
cualquier otra cosa: Ahorro de miles de euros en productos químicos,
e inversión en un seguimiento más cercano del cultivo y más horas
de trabajo. Resultado: Campos con su ciclo natural inalterado,
dinamización de las parcelas desde la tierra con compuestos
naturales, y en este caso, vinos con una personalidad que nos habla
de su climatología, de su entorno, y en definitiva de su identidad
única e intransferible.
No penséis
que todos estos datos me los he sacado de la manga. Son solo una
parte. Porque no habría entrada capaz de contener todo los que se
habló en el trayecto subrepticio al que nos sometimos; el que aquí
apunta, es tan solo un Bob Esponja que absorbe y escurre en su más
profunda humildad.
El viaje que
fue largo e intenso en este caso de pasión, emoción y creencia casi
religiosa en lo que se hace. Dio para nutrirnos cual viñedo, desde
las raíces ancladas a la tierra hasta sus hojas más altas; las que
modulan a modo de parabólicas las brisas marinas que acarician el
Mediterráneo, y las insolaciones más largas.
Se habló de
aquello que solo trasciende en la intimidad y que se debe medir ante
el control inquisitorio de organismos y D.O's. También del proceso
incasable de una generación joven que absorbe conocimientos
complejos, pero básicos a la vez: Aquellas inventivas de pageses
austeros que ponían en las manos de la naturaleza, los procesos de
elaboración del elixir prometido.
Su camino y
decisión es largo, pedregoso... Pero puede que en poco tiempo veamos
con nuestros ojos el renacimiento de una D.O Penedés, que ha
cometido el mismo error de otros clásicos territorios (Rioja o
Ribera de Duero). Pero que está en el camino de ser la primera
denominación de Origen totalmente ecológica, como el primer anhelo
utópico que se propusieron Recaredo, Can Rafols o Albet i Noya junto
a otros muchos pequeños productores.
Un
aprendizaje para gestionar un territorio, el de Alt Penedés, que
debería ser junto a la viña. Una punta de lanza para encontrar el
equilibrio entre paisajismo, su heterogeneidad, y otro Penedés
posible.
Finca Parera
está en el camino, siendo como es una bodega joven y ambiciosa que
ha puesto el marcador a cero. A mediados de los 90 decidió
trasladarse a Sant Llorenç D'Hortons, dejando atrás huertos y
frutales, para buscar zonas fértiles de secano, concentrando su
producción en Olivos, Cerezos y Ciruelos, con el cometido de
cercar las viñas junto a las zonas boscosas del Sur, y el macizo de
Montserrat al norte. En el centro los viñedos protegidos de la
intrusión de posibles cultivos noecológicos.
Se partió
desde un primer e idealista proyecto, el Sassó Parera Minguet
2010; en homenaje al primer amigo que les cedió la Masia Minguet
(Papiol), para instalar maquinaria y elaborar este curioso blanco. Un
cupage de Xarel.lo y Chardonnay poco entendido por los restauradores,
del que tuvieron que idear un ingenioso decantador para que éstos
pudieran entender la complejidad de semejante vinazo y servirlo en
perfectas condiciones en restaurantes. 3.558 botellas de las que a
día de hoy están totalmente descatalogadas, con prensado a pié de
toda la vida, con crianza en barricas de Acacia, y con un poder de
envejecimiento envidiable.
Decanter by Parera |
El único
vino conocido por los allí presentes, desde que tuviésemos el gusto
de acabar con las existencias que allá por el 2012, cuando nuestro
vigía Xavi “Solanet” nos brindara la ocasión de
disfrutar de sus virtudes: Un vino cerrado de inicio y muy volátil
en un primer envite. Que una vez henchido de oxígeno, se abre como
una flor repleta de aromas oxidativos ajerezados, frutas blancas y
mucho fruto seco (avellana, nueces...). También hierbas aromáticas,
hinojo, raíces, Jenjibre... Un vino con cuerpo, postgusto largo,
seco, untuoso y buen compañero de manjares potentes.
Además de
observar su evolución tras los cuatro años de botella que lo ha
amansado ligeramente. Tuvimos también la oportunidad de compararlo
con su hermano más joven, Sassó 2012; esta vez 100% Xarel.lo y sin
los errores que según Rubén, tenía ese primer vino (benditos sean
esos errores que dan anomalías como la del Sassó).
El nuevo
Sassó es más goloso en nariz y mucho más abierto, más accesible.
Con una nariz cromática de amplio espectro nos da mucho más y de
manera inmediata: Ahumados que quedan en su segundo plano tras la
aparición de, ahora sí, las avellanas, toques salinos a piedra y playa,
pedernal, hierbas de monte bajo (hinojos,eucaliptos), algo de fruta cítricos sobretodo.
Pero que recuerdan más a la cáscara y a ese toque maduro y amable
de las claudias.
Paso de boca
glicérico y amielado, persistente pero bastante más fresco que su
antecesor. De veras que no parece extraído de sus viñas más
jóvenes.
Lo cierto es
que los prolegómenos de la cata los hicimos con sus tres vinos más
jóvenes. Aunque desgraciadamente y debido principalmente a las
fechas de la misma; con la nueva añada 2014 apunto de envasar y la
2013 de caída. Roig y Fosc son los que más acusaron
la falta de frescor y expresión, que resaltan en la idoneidad de
consumo que de Otoño al final del Invierno. Sin embargo y aunque
bastante bebibles, fue el Clar quien puede que al estar
vinificado con las viñas más viejas (curioso), mostró una
longitud y tenacidad heróica.
Vinos de
consumo y RCP superatractivos, que intentan visualizar la franqueza
de las viñas con un tratamiento radicalmente natural y sin
intrusismos. Y que plasman en contacto del vino en boca directo, sin
intermediarios que confundan al consumidor con inventos que no sean
la sencillez, espontaneidad y frescura de los mismos.
Y el final
de la travesía no pudo ser de mejor manera. Con los primeros rayos
de luz alumbrando en final de las galerías recargoladas, descensos
directos y veloces hacia los interiores, que nos condujeron hacia un
mayor entendimiento del significado del cultivo biodinámico. La
pasión desatada de Rubén cuando habla de la aventura que le supone
el aprendizaje en contacto con el campo, en un diálogo continuo con
la tierra, las viñas, su poda y cuidado. El sentirse cómplice del
dinamismo que ejercen los tratamientos ancestrales, y el resultado
final: Con vinos inimitables que ilustran un modo de trabajo
ecológico extremo.
FAUST,
tanto el 2008 y el 2010, que dan la medida de la evolución tan
asombrosa de un tinto clásico de Cabernet Sauvignon 45%, Merlot 30%,
Ull de Llebre 15% y Garnacha tinta 10%. Criado en barricas de segundo
uso y dos años aprox. de crianza. Pusieron el lazo final junto al
único KHRÓNOS; un buque insignia reserva 2007 de Sumoll,
Tempranillo y Garnacha.
Tres vinos
imponentes que poco o nada tienen que ver con lo que el público
presupone de un Penedés inmobilista y acomodado. Vinos de
personalidad rotunda y cuerpo musculado y fibroso a la vez.
El Faust
2010 más joven, tiene un perfume inicial a ahumado, a hoja de puro
todavía verde, con una contundencia tánica nerviosa a la vez que
cálida. Sorprende su evolución en botella tras los dos años,
cuando se le compara con el 2008: Más afinado, elegante y balsámico.
Con un carácter mineral y de fruta roja golosa, sin la persistencia
del regaliz de la anterior añada y con una madera tostada más
determinante. Es un vino largo y que se torna más amable, cariñoso
y adictivo al pasar del tiempo, mucho más elegante, fresco... En
general un vino que está muy por encima de sus 15 euros de valor.
Si FAUST nos
enseña a ver desde los ojos de un mosto, el paisaje característico
de un entorno y el trato humano del mismo. KRHÓNOS debería ser la
conclusión de un trabajo mimado hasta la extenuación en auténtico
vino de autor. Con una complejidad que se hace a si misma a medida
que se descorcha. Creciente en notas, detalles casi ínfimos y
evolución crepuscular, es un vino profundo y muy largo de toques
tostados, minerales, con una estructura casi perfecta y una
construcción digna de la Tárraco Romana; imperturbable en el paso
del tiempo. Ese toque verdoso ligeramente amargante que le da el
Cabernet, está tan perfectamente integrado, que le da una redondez
espectacular.
Palabras
todas vacías las que el que aquí suscribe podría alargar en un
bucle sin fin; el diálogo de Rubén Parera como comunicador directo
y ferviente, y los apuntes precisos de Íñigo, dejan esta parrafada
en una simple brizna de todo monumento didáctico al que asistimos.
Inconveniente el mío que tiene solución; a Rubén y a todos
aquellos que lo acompañan en semejante y pasional aventura. Los
pueden encontrar con facilidad en Sant Llorenç D'Hortons, Penedés o
dibujado en las creaciones de Celler d'en Tassis con quienes también
colabora.
PD.
Agradecimientos infinitos a Amadeu Gavalda por el esfuerzo de
proporcionarnos semejantes encuentros. A Vadebacus por la logística
y posterior ágape. Y Rubén Parera & Co. Por sus lecciones de
valor incalculable.
http://www.fincaparera.com/
https://www.facebook.com/pages/Finca-Parera/380840571952236
Pequeña historia y situación
http://www.fincaparera.com/
https://www.facebook.com/pages/Finca-Parera/380840571952236
Pequeña historia y situación