lunes, 19 de agosto de 2013

SANDRONE BARBERA D'ALBA 2009







D.O: Piamonte
Bodega: Sandrone Luciano (Barolo/Italia)
Graduación: 14%
Crianza: 12 meses en barrica de Roble Francés, 50% nueva
viñedos: Cascina Pe Mol, Merli, Rocche di San Nicola
Uvas: Barbera
Temperatura de servicio: 16 grados
Precio aprox. 22 Euros



Si los astros nos son favorables, pues aunque no supersticioso, nunca he gustado de dar por echo algo todavía no vivido. Volveremos a cruzar la cadena Pirenaica para perdernos durante unos días fuera de nuestro territorio cotidiano y de manera consecutiva en los parajes Transalpinos de Italia.
Dicen de quien sufre el aguijonazo de tan anárquico y peculiar país, que nunca volverá a ser quien fue ni a mirar a un Italiano de la misma manera que lo hizo antes después de visitarlo.
Y yo que no me considero docto, ni en éste ni en cualquier otro campo, ¿que puedo decir ante tal requiebro de inspiración momentáneo? Que no se si hay algo que sea cierto al 100% en esta vida, pero Italia tiene algo que atrapa, de eso no cabe duda (y no voy a ser yo el que recite los encantos variables según quien); dios me libre con lo que aun me queda por ver antes de mi huida!!

De sus gentes quedé encantado por motivos laborales que me llevaron a ese país por simple casualidad. Y de sus vinos prendado, simple y llanamente por desconocimiento absoluto no se si me entienden; porque podemos creer por prejuicios infundados que lo sabemos todo pero... ¿y cuando estamos deseosos de volver a revivir la curiosidad de un niño? Ante eso no hay peros que valgan, la vida como se dice son cuatro días y... ¿que hay más maravilloso en la vida que partir de cero en cada uno de nuestros actos? Sinceramente creo que nada. No hay nada más sano que experimentar con ignorancia lo que nos hace geniales a los humanos, nuestras distintas particularidades.


Los Amarone de Valpolicella marcaron un punto de inflexión y de partida en lo que se refiere a probar cosas sorprendentemente distintas y en el caso que ahora me ocupa, el de la zona del Piamonte (Barolos, Barbera , Nubbiolos etc etc) otro igualmente excitante.
Cierto es que la poca difusión y los precios elevados, son una traba con la que hay que contar: Difícilmente encontraremos tintos por debajo de los 20 euros, que nos hagan el peso; si los comparamos con los vinos que por ese precio se producen en España. Pero ese es un debate absurdo que no nos llevará a ningún sitio: Cada uno es muy dueño de cerrarse o abrirse puertas. Lo que no atiende a discusiones, es que aunque sea por una vez en la vida uno debería probar y que sus sentidos decidan.



Por suerte hay uno que goza de una distribución y precio aceptable en nuestro país, y los vinos de Sandrone Luciano y por extensión aquel que vinifica con la uva Barbera, son la excepción que confirma la regla.
Una bodega familiar relativamente joven si la comparamos con la de los Barolos austeros de más renombre, pero que tiene tras de si a un viticultor con auténtica solera. Sandrone Luciano creció sabiamente a las órdenes de Marchesi di Barolo (una de las bodegas más antiguas del Piamonte) como jefe de bodega, y ahora crea en Barolo los suyos propios junto a su hijo y la familia al completo. Con una filosofía que pone tierra de por medio en ese debate constate sobre los vinos Italianos (llamados austeros), y las nuevas generaciones que intentan forzar un giro hacia nuevos y más accesibles mercados.
Para mi que no dispongo de un presupuesto bollante a la hora de abrir esas puertas de las que hablaba. Ni experiencia en vinos Italianos como para dar lecciones a nadie.
Comenzar con un Barolo elaborado con Barbera, es toda una aventura que espero con suerte ampliar en breve con este viaje del que os mencionaba. No será una estancia lo suficientemente larga para instruir nuestro espíritu, puesto que mis vástagos todavía no están para vacaciones enológicas. Pero haremos un alto en el camino en Rocca Grimalda, antes de descender hacia Bolognia; lo que por cercanía nos dejará contemplar los valles que se ocultan tras la cadena montañosa de separa la serpenteante carretera costera (San Remo, Arenzano, Genova), del interior del Piamonte (Cuneo, Alba, Asti). Lo breve bueno, dos veces bueno.



Y que mejor manera que abrir un prefacio de cara al viaje que con un Sandrone D'Alba del 2009, descorchado el pasado Viernes en la última celebración familiar.
Un tinto Italiano que recupera la uva originaria y más ruda del Piamonte, aquella que ayudó a coger aire a la zona, tras la plaga de la Filoxera; para elaborar un vino que aúna tradición y modernidad. Un vino que pule la astringencia de sus taninos hasta convertirlo en puro caramelo, sin por ello tener que renunciar al carácter y a la personalidad que éstas mismas dotan a sus caldos, de esa interesante evolución para el envejecimiento.
Este Barbera es junto al de otras pequeñas bodegas familiares (Giuseppe Rinaldi, Vietti, o las de los Hnos. Conterno), un monovarietal que suma a la zona de Barolo un interesante espectro donde remangarse sin temor a hipotecarnos ni temer por su relación C/P. Y por lo tanto una tentación irresistible para cogerle el pulso a los vinos del Noroeste Italiano.


Su color inconfundible de púrpura intenso nos presenta credenciales con tan solo observar los restos del corcho. Efectivamente es su imponente voluptuosidad y densidad la que primero impresionan al acercar la nariz a la copa, como casi todos los tintos del Norte Italiano. Hay que darles tiempo, botella, y aire para que comiencen a mostrar sus ocultos encantos (sobretodo abrirlos con mucho tiempo).
Aparecen notas del alcohol, para dar paso a las Guindas licorosas, al azúcar presente... y la cosa va tomando cuerpo: Tostados, Cassis, pimienta fresca, Clavo, mucha Vainilla; en el horizonte se atisba la madera, pero no una madera invasora si no un toque de estancia histórica.
Su boca sin embargo, en contra de lo que se pueda presentir es fácil, fresca y ligera. Se pueden respirar por el paladar algunos mentolados que se entremezclan con el cacao amargo, en un after eight goloso y muy largo: Madroños, Moras, Frambuesas... final floral a violetas, muy floral. Tanto que al consumir la copa y acercar de nuevo la nariz para recobrar su recuerdo, podemos usarlo como Adormidera en su residuo balsámico y perfumado.
Un vino tan bien estructurado y arrebatador, que nos predispone con sus encantos a ilustrarnos con vehemencia a lo que pueda devenir. Tan generoso en expectativas culinarias que ni tan siquiera nos exige un maridaje riguroso, no que va; uno en un arrebato de locura , puede apartar de un manotazo lo que está sobre la mesa y beberlo como copa. Eso sí, no sean egoístas y compártanlo. 

miércoles, 14 de agosto de 2013

ALABAMA SHAKES_ El Clamor de la Pasión incontenida, Yeah!! Sala Apolo 1_ 13/08/2013




Si hubiese alguna manera posible de poder ilustrar el binomio causa/efecto en aras del vigor, el entusiasmo, o la naturalidad sobre un escenario, ese sería el de Brittany Howard bramando al cielo su amor fervoroso por la música.
Y si además esta proclamación de alegría agitadora viene de la mano del primer día de unas merecidas vacaciones, tanto mejor. Ya me entienden, no es una cuestión de refregar al personal el que un servidor esté de fiesta, en absoluto; todos sabemos que estas cosas van y vienen, pero que me aspen si no hemos sentido todos la tentación de proclamar a los cuatro vientos: - Sí señor soy feliz!!, de momento y vigilando las espaldas, pero que narices!! no hay mejor manera para certificar tal realidad, que regalándonos lo que más nos hace disfrutar de la vida: Un maravilloso concierto en olor de multitudes, de buen Rock y Rythm and Blues.

La brújula de los estíos nos indica el camino en el mayor de los casos a destinos plácidos y relajantes; festivales a tutiplén, cines de verano, actuaciones en plazas, jardines y terrazas, los grillos cantándonos la serenata y... porqué no. Conciertos en sala como si de una visita al museo de la ciudad se tratase; que estos se programen en una ciudad tan fulgurantemente turística como Barcelona tiene sus pros y sus contras: Nunca sabrás a ciencia cierta si está abocado al fracaso, hasta el preciso instante en el que estés ante las puertas de la sala; lo mismo da si es Martes y 13, si desde las playas llegan cantos de sirena, o si mañana mismo sale tu avión rumbo al calvario de la rutina.
Tampoco vamos a negar que ALABAMA SHAKES tienen todos los ingredientes posibles para atraer a propios y extraños: Una gran dosis de humor sobre el escenario, y la soltura digna de cuatro jóvenes entusiastas que se mueven como pez escurridizo, entre los cuatro preceptos básicos de todo buen amante a la raíz de la música (Rock & Roll, Soul, Rythm & Blues, Funky rocoso y lo que se precie). Solo así se consigue debutar con un disco tan aparentemente clásico como “Boys & Girls/2012”, y refrescante a la vez. Y no caer en el malditismo sumarísimo de quien resucita aquello que se ha trillado miles de veces.
Lo cierto es que pese a que sus ases mejor guardados, son aquellas canciones que beben directamente y sin rubor de Ottis Reding, Howlin' Wolf, James Brown o Janis Joplin; sobretodo en su ejecución sobre el escenario. Han sabido como nadie barnizar con un Rock directo y abigarrado, canciones que podrían pasar por un mero ejercicio de revivalismo. Solo así se explica el público tan variado que puede sentirse atraído por su propuesta: Consumidores insaciables de singles bailables con reminiscencias retro, puristas del Blues y el Rock ancestral, curiosos, histéricos/as que solo aprecian la excelencia vocal, coleccionistas de conciertos que cacarean sin importarles una mierda que suena allí; o simplemente, amantes de la música sin fronteras estilísticas, (mantengo la esperanza de que sean estos últimos los que nos dimos cita, aunque la noche dio para hacer un bestiario bien documentado).
Pero como todos sabemos o deberíamos saber que la música es libre y democrática, y no hay ciencia exacta que determine el como vivirla y disfrutarla; ¿como si no, verían nuestros ojos una sala Apolo así de llena en pleno mes vacacional? Dejémonos así de estúpidas observaciones de rancio abolengo, y vallamos por harina.


Sala repleta que no atestada; aunque no agotaron las entradas, apunto estuvieron. Y no es que el precio fuera popular, para solo disponer de un disco y no contar con teloneros (26 anticipada y 30 en taquilla). Sigo sin entender como se llenan todavía los conciertos de cacareadores tal y como está el patio; ay!! erre que erre con mis mis achaques de viejo...
Que no hombre, que es broma!! que dije que la música es democrática y lo dije de corazón, leñe!!
La verdad es que al final se agradeció la ausencia de teloneros; de otra manera, muy probablemente no se hubieran extendido hasta la hora y media de actuación. Con lo cual nos dio la posibilidad de contemplar desde su amplitud de registros, una imagen bastante más panorámica de lo que son los tan solo doce cortes de su disco.

Hacia años que no tenía que hacer una larga cola para acceder a una actuación, creo que desde aquel concierto de Portishead del 97, pero valió la pena.
 
Bien pasadas las nueve de la noche hizo acto de presencia la banda de Athens sobre el escenario, con la naturalidad que caracteriza a la enorme Brittany, en lo corporal como en lo artístico; bastaron cuatro acordes y una canción “Hang Loose” para que bestia parda de Brittany perdiera como es habitual en ella la compostura. A partir de ahí se sucedieron en los primeros compases algunos de sus temas más populares, los que han hecho de Alabama Shakes una banda capacitada para arrastrar a público tan diverso “Hold On”, una de las canciones que más réditos gana en directo junto a a la preciosa “I ain't the Same”. “I found You”, “Rise to the Sun”; este último otro de los cortes de su debut que mejor brillaron con luz propia y que hace de Alabama Shakes, una banda que revaloriza su corta y en ocasiones lineal discografía, con argumentos suficientes para desechar la idea de que lo suyo no es un simple revival: Un directo visceral y perfectamente ejecutado, y la autenticidad de quien destila alma por cada uno de sus poros como principales avales.

Alabama Shakes son una banda realmente joven que nacieron de la amistad universitaria que unió a Brittany Howard, su vocalista y Zac Crockell su bajista montañés. Dos tipos diametralmente opuestos en lo que se refiere a su exteriorización de sentimientos musicales: Uno todo delicadeza y dulcura ejecutora y la otra... salvajismo eufórico sincero y desmedido a la hora de dar rienda suelta a todo su enorme talento y versatilidad vocal.
Si a esto le unimos el resto de su discreta banda, la cual delega todo el protagonismo a la portentosa Brittany, y se dedica tocar como verdaderos veteranos; basta con ver las buenas trazas de púber guitarrista Head Frogg, todo timidez. O a Ben Turner y Steve Johnson , organista y batería al unísono desplegando un repertorio que juega magistralmente con un solo disco y en el que todo cabe para engrandecer el espectáculo. Como reseñaba Justin Cage hace unos años: “Un pedazo de realidad”

Continuaron con algunas de sus nuevas e inéditas composiciones: “Making me itch”, “Worryn' Blues”, o su Rockanrolera “Heavy Chevy”, fruto de una de sus caras b mejor escondidas. Hasta que por fin supieron hacer callar el por momentos excesivo protagonismo del público, que rozaba la histeria y la falta de respeto con una hermosa versión de su paisano JOE Lewis Thomas “Gospel Song”.
Amansaron al público descontrolado hasta obtener un tono de media luz adecuado, y cuando el ambiente ya parecía estar al nivel de sus composiciones más emotivas, sonaron “Heat Lightning”, “Boys & Girls”, “On your Way” para cerrar el set con una de mis favoritas, “You Aint' Alone”.
Una noche grande la de ayer Martes, de aquellas que me reafirman en la creencia de que la música no conoce límites ni diáspora escenográfica que las separe. Las modas se suceden y el público está en todo su derecho de moverse guiado por las tendencias suicidas que mejor las represente; lo cierto es que nadie sabemos si alguien se acordará de ellos cuatro años más tarde, es así la sociedad de consumo.
Yo sería tan solo feliz, pensando que algún día el éxito sea proporcional a la conciencia de que aquello que disfrutamos es arte, y merece un respeto. Apaguen los móviles, bajen la voz, abran bien los ojos y las orejas, y disfruten de la comunión colectiva en la que se convierte un concierto; eso que ocurre allí en un instante, jamás se volverá a dar de la misma forma en la vida.

 



lunes, 12 de agosto de 2013

UN, DOS, TRES, HIP ERO HIP ERO HEY HO LET'S GO!! CANCIONES QUE NOS SALVARON LA VIDA _ RAMONES (Blitzkrieg bop) _ 1976




Perdonen ¿disponen de un minuto? Solo será un momento. Permítanme que les cuente una de primeros besos, de tambores y de cornetas. Sí, una de aquellas historias que todo carcamal acaba por contar con una copa de más, y de las que todo el mundo resopla mientras huye despavorido. Lo que es evidente es que no es esta vez una historia de amor; sí, hubo un beso, pero este no fue por amor, quizás más parecido al beso de la muerte. De echo es ésta una historia tan pleistocénica, que a muchos les ha de sonar por fuerza a chino mandarino.
Aaaay!! el servicio militar aquello de lo que decían algunos, te haría un hombre hecho y derecho.

Con todos mis respetos y sabiendo que para algunos La Mili pertenece a ese tipo de recuerdos generacionales; a los que yo personalmente achaco como un método de autodefensa del cerebro, para obviar los recuerdos traumáticos y quedarse tan solo con los felices. Para mi no es que el servicio militar obligatorio fuera exactamente un trauma juvenil pero desde luego no fue un motivo de satisfacción. Así que no se hagan ilusiones y esperen de esta anotación, un detallado cronológico de mis desventuras en Segovia; ciudad de destino en el cumplimiento de semejante pérdida de tiempo.
Que te roben en la flor de tu juventud veintañera un año de tu vida, no es precisamente motivo de celebración, más bien una enorme Putada. Y al margen de hacer amistades inquebrantables de las que años después no te acuerdas ni de su cara, dejarte llevar por los placeres de las borracheras en pos del olvido, o llorar en el hombro de tus compañeros la nostalgia de tu hogar. Solo me queda uno verdaderamente remarcable. El universo paralelo al margen de la realidad que se da en los intramuros de un cuartel: Una abducción temporal donde suceden cosas que solo entienden los que han pasado por semejante trance; la mayoría lo describen como una experiencia mística, pero no les hagan caso que la nostalgia hace un flaco favor a la realidad. Culpen al subconsciente si quieren y hagan como si les entienden, si no correrán un grave peligro.


En mi caso y atendiendo a los flashback que me vienen a la memoria, solo hay uno que ilustra de un solo trazo aquel 1990 de la era verdadera, pim pom fuera!! Britzkrieg Bop y el maravilloso monumento a la simpleza radiante que levantaron Ramones en su nacimiento del 76.
Éramos un porrón más de artilleros (así nos llamaban),pero como digo; la memoria con los años rige el destino del recuerdo. Así que me ceñiré a los que codo con codo pasé la mayor parte del tiempo y a los que me unía esa misma banda sonora. Eran de Cornellá, uno se ocupaba de nuestra logística alimenticia en Víveres, mi compañero de dependencia, y yo mismo. Pasábamos la mayor parte del tiempo en Ajuste, no quieran que les cuente cual era la misión de esa dependencia con semejante y ambiguo nombre; ajustar lo que se dice ajustar, no ajustábamos nada en absoluto. Pero si que confeccionemos apoyados por un Radio Cassette cochambroso, al que había que ajustar el musicassette con un gurruño de papel para que no temblequeara; nuestra personal y memorabílica banda sonora de aquel longevo 1990.

Por sus cabezales ferritizados pasaron numerosos artefactos, fruto de nuestros gustos variopintos y aparentemente incompatibles; ellos eran Heavys, yo raro a secas: Decibelios, The Smiths, Los Ilegales, Anthrax, y un vinilo del Bona Drag con el que me topé por sorpresa en una tiendezucha de la ciudad; allí revuelto entre discos de jotas Castellanas y singles de Julio Iglesias, y de quien supliqué una socorrida grabación en cassette mientras llegaba el próximo fin de semana que librar.
Pero, si hubo una canción que consensuó y confraternizó nuestro amor incontestable por la música, y por el Punk Rock en concreto. Ese fue BRITZKRIEG BOP y el primer disco de RAMONES en toda su extensión.


Un disco subestimado con el paso de los años, de la misma manera que lo ha sido el Punk y el cuarteto de Nueva York. Hablar en la actualidad de los méritos del Punk parece ser una aberración al buen gusto, al virtuosismo y en su defecto a la modernez.
Quizás no se equivoquen, si caemos en la cuenta de lo mucho que se han banalizado con el paso de los años las crestas, las chupas de cuero, y el logo diseñado por el recientemente desaparecido Arturo Vega (creador del vilipendiado escudo de Ramones) y quinto Ramone. Pero soy de los que sigue pensando, como espero que muchos otros; que el romanticismo aparentemente primitivo del Punk estaba muy por encima del nihilismo con el que se quiso estigmatizar a tal movimiento.
Hablo de actitud contestataria contra el orden establecido de las buenas formas, aquellas que en su día quisieron moldear a la sociedad al antojo de un sistema en el que la moral no hacia más que domesticar al ciudadano de bien. A lo largo de la historia nos han vendido un modo de hacer las cosas amable y educando, tanto, que hemos perdido de vista la transgresión a la hora de derribar para volver a construir.


Pero al margen de la brasa socio política que yo os pueda dar, que ya sois grandecitos. Y ciñéndome estrictamente en la cualidad sensacional de este resto arqueológico sentimental. Nos hallamos ante uno de los puntos de partida más emocionantes que la música halla dado en mi vida.
Cuatro acordes, una estrofa y un estribillo elevados por su simpleza, a la perfección funcional en la que la música como resorte instintivo atesora cuando llega directamente a nuestro alma, sin pasar necesariamente por cualquier órgano sensitivo de nuestro ser. Y donde Ramones todavía no estaban angustiados por la presión del éxito, si algún día lo estuvieron.
La naturaleza de ese sonido amateur en donde se dan cita todas las claves de la efectividad despreocupada y rabiosa de quien no tiene nada que perder: El Rock & Roll de los 50, la virtud orgánica de bandas como Beach Boys, y el descaro de un Punk impregnado de un Pop sesentero como arma arrojadiza; junto a uno de sus repertorios más lúcidos de su carrera. No es solo “Britzkrieg Bop”, de la que podríamos extraer una clara vestimenta de himno en toda regla (aunque su letra narre las aventuras de prostitución de Dee Dee); son uno a uno los perdigonazos que se van sucediendo hasta completar la catorcena de temas; concisos, breves y directos.


Beat on the brat”, “Judy is a Punk” que incluía como fija cada una de las introducciones a sus conciertos Morrissey. Hasta llegar a “I wanna be your boyfriend”; todo un alegato a la fragilidad adolescente que sabe como ninguna conectar generacionalmente década a década. Lo que hoy entendemos como el Rock de baja intensidad, casi toda la obra inspirativa del Indie Rock Americano de los 90... todo lo que fue apareciendo tras ellos.
Tuvieron a la casualidad como su principal atributo y pasados los años, es fácil observar como su música y su estilo han sido mucho más relevantes en influencia que otros iconos del Punk.


"Havanna Affair”, “Liaten to my Herat” , “53rd & 3rd”, “Now i wanna sniff a glue” trotan sobre una línea de bajo básica a cargo del más salvaje Dee Dee; baterías que se repiten en un continuo desenfreno, las de un visionario Tommy aka Tomas Erdelyi quien co-produció junto a un suicida Craig Leon es avanzadilla de rebeldes.
Movimientos de cabeza al ritmo que marcaban los downstroke de su mítico guitarra Johnny, y la ¿voz? de Joey. Esa voz casi ahogada en su propio gemido que agitó la rebelión de los suburbios Neoyorkinos en el CBGB junto a Iggy Pop, Los Stooges, Patti Smith, Johnny Thunders, Talking Heads, o Blondie. Tiempos en los que la creatividad brotaba de entre cloacas de la ciudad para marcar la dirección de otros tantos movimientos rupturistas que fueron aconteciendo a lo largo de los 60 y los 70. Algo que a día de hoy a desaparecido por completo, tanto se ha buscado la excelencia y la originalidad que hemos perdido la actitud por completo; todo suena a truco, a pose, y a fachada vacía.


En ese interminable y largo año de servicio a la patria, convertimos nuestro secreto taller de ajuste en un Bunker. Allí pasábamos los fines de semana de plegarias encerrados a cal y canto, mientras consumíamos nuestras vidas a la par que el tabaco (como moneda en curso), el alcohol, el hachís, y la música; la mayor droga dura en la pudiésemos confiar nuestra juventud.
El mes de Octubre de 1990 fuimos por fin libres, aunque en el fondo ya gozásemos de un libertad que va más allá de la real y palpable. El uno de Diciembre de ese mismo año nos volvimos a citar: Manolo “Txitano”, Juan “Walace”, y un menda “Technotronic” y como no podía ser de otra forma, fue viendo a RAMONES en el Palau D'esports de Barcelona, donde regresaban tras largos años de ausencia y en honor a su exitoso BRAIN DRAIN/1989.
Sin Tommy Ramone ni Dee Dee, pero con un palacio de deportes repleto; donde solo los más valientes se atrevieron a bajar las gradas y bailar el POGO más multitudinario jamás visto.

martes, 6 de agosto de 2013

RATAFÍA MOLINÉ: PÓCIMAS ANCESTRALES



No quiero salir a la calle mamá, la gente me da susto!! Salí a la calle con el cesto de esparto y los nudos entrelazados se estremecieron al mero contacto de los rayos de Sol.
No mamá, hoy me quedo en casa al azote de ventilador tropical; salí, y los vi caminar como zombies sí: Las cabezas gachas, los cuerpos sudados, las terrazas inmóviles. No se si eran zombies o Vampiros pero buscaban la sombra y la oscuridad como cucarachas desprevenidas. Aligeré el paso y dejé la mirada perdida en un punto inexacto en el horizonte, aquel que me marcaba el destino. Hice las compras imprescindibles para no morir de inanición (tabaco, vino, líquidos varios y algo de comida), y dejé que mi mente me guiara por puro instinto. Horroroso!! la piel se derretía, los pies hervían y si alguien me hubiera ofrecido una bebida refrescante, me la hubiese dejado caer sobre la cabeza.

Odio con todo mi alma el Verano, si no fuera por las horas de luz energizante que ganamos, podría incluso hacer un mal trato por un soplo de aire fresco. No hago más que ver procesiones fervorosas camino de playas y destinos tumultuosos: Colas de coches, okupas en centros comerciales, terrazas ruidosas, noctámbulos y gente que grita demasiado; como queriendo exorcizar el diablo que llevan dentro a base de berrear. Las calles se caldean tanto que florecen todos los hedores caninos que marcan cada pie de árbol, farola o esquina. Los contenedores soterrados o al viento fresco emanan fetideces; son los vestigios de una humanidad alarmantemente sucia y acostumbrada ya de por vida a estos inquilinos.
Cuando en esos momentos el cerebro dice basta y me desconecto momentáneamente, el cuerpo permanece y la mente se me va de un bote a las montañas. Allí desaparecen las angustias del minuto provechoso, y el rumor silencioso de la vegetación marca las pautas: La mayestática infinita de los valles, el vértigo de los barrancos, la mirada indiferente de las vacas pastando, y el aire fresco que te devuelve al sitio de donde provienes.

Cada Verano desde hace unos años hemos decidido en familia volver a visitar sitios pequeños. Y no hablo de la pequeñez como un tamaño propiamente dicho; más bien me refiero a aquellos lugares donde solo acaban yendo los nostálgicos de la paz mundana, aquellos que albergan los rincones más austeros y esenciales del pasado. Si hay algo que de veras es capaz de resetearme de toda esa clase de hábitos sin sentido que nos abducen hacia comportamientos realmente robotizados, son mis viajes periódicos hacia el interior de Girona (ya sean por trabajo o por puro placer): Conocida por estupendas playas y calas secretas, y todavía desconocida en sus rutas interiores hacia gargantas profundas y montañas boscosas.
Sitios que tenemos a tiro de piedra y de los que tanto nos queda por descubrir en historia. pasado y costumbres... que se me antoja imposible de reconocernos sin hacer antes un viaje a nuestros inicios.

En ese sentido, algo tan banal como LA RATAFÍA ejerce sobre mi un efecto vehículo inigualable, que me transporta al amor por todo aquello que se pierde en el tiempo. Esas costumbres tan básicas y existenciales como ancestrales; cuando el tiempo no era importante, y todo se elaboraba con dedicación parsimoniosa. En mi primera ascensión hacia el Valle de Nuria, como todo niño con experiencias tardías, no pude por más que dejarme seducir por espíritu centenario y la magestuosidad infinita de sus paisajes; esos que lo hacen sentir a uno insignificante y diminuto.
La ascensión desde Ribes de Freser surcando entre las montañas horadadas por el pequeño río que da nombre al pueblo, bien sea en el cadena o a pie; deja todo el tiempo del mundo para regalar la mirada en ese otro tipo de turismo, el de proximidad: Por los senderos que se abalanzan como balcones sobre su aguas veloces hasta brotar desde el lecho del lago, perdiéndote en cualquiera de las rutas que se adentran hacia la montaña, haciendo un picnic en la ondanada del Valle, o porqué no, disfrutando de la quietud de las calles de Ribes.
Y este tipo de actividades por típicas, pasadas de moda, o incluso para depende quién; desvirtuadoras de los espacios naturales y de la esencia de las gentes que pueblan esos alejados bastiones de la humanidad. Me siguen pareciendo instructivas e imprescindibles, aunque solo sea para recordarnos que algún día pertenecimos a un paisaje más o menos parecido.

También nos quedó tiempo para llevarnos impreso en el paladar uno de los espirituosos con más seny del Ripollés, sin el que este preámbulo carecería de sentido.
Desde Bruguera en Ribes de Freser, dos jóvenes amigos (Marc Blazquez, David Naya & Familia) decidieron una noche ponerse manos a la obra, y aventurarse a comercializar aquello que llevaban haciendo sus progenitores durante décadas: Un proyecto comercial y emprendedor con el que ganarse la vida, y de rebote reivindicar la peculiaridad del interior de Catalunya, y del Ripollés en concreto; elaborar una Ratafía distinta.

Son varias las marcas que elaboran Ratafía desde hace una eternidad de una manera más o menos comercial, las pocas que se encuentran en comercios del extrarradio Catalán: La más conocida Russet, Bosch, la dels Raiers, y otras muchas de carácter más artesanal a las que tan solo se puede acceder siguiendo la ruta de las Firas de la Ratafía por pequeñas poblaciones del interior.
La Ratafía es un licor que se elabora a partir de una base de Crema anisada, Nueces Verdes, Limón, especies y hiervas varias con un lejano parecido a algunos Amarettos Sicilianos para hacernos una idea, pero sin el amargor de la almendras característico de éstos. La base es conocida aunque el carácter de las comerciales y artesanales varía notablemente, en tanto en cuanto las comerciales son más densas y licorosas; perdiendo en ocasiones la complejidad de las artesanales, donde se pueden identificar mucho mejor su personalidad en función y proporción de los ingredientes y su maceración. ¿Que hace entonces distinta a esta joven Ratafía de sus hermanas más mayores y populares?


RATAFÍA MOLINÉ atesora la juventud y la imperfección de aquello que se intenta comercializar, sin tener que perder necesariamente por ello la identidad de todo aquello que se hace en casa. Su sabor es variable dependiendo del año, la tina, la proporción inexacta del cupatge de hiervas (hasta 28), especias o cantidad de nuez cosechada. Se elabora en familia y se comercializa con una imagen de modernidad comedida, en la que confluyen toda esa serie de aspectos por cuales nacieron los licores ancestrales de hiervas: El hombre, la montaña, y todo lo que nos regala la naturaleza para ejercer de alquimista naturista.
Su carácter diferenciado con respecto a otras marcas que se pueden encontrar a la venta sobre un aparador, es que da bastante más juego que sus coetáneas y no se parece en absoluto a las típicas Ratafías comerciales: De aspecto bastante más ligero e infusionado que la Russet, y por lo tanto sin tener por ello que recurrir al frío invernal para degustarla. La Ratafía Moliné es una copa perfecta para cualquier momento del año; refrescante por su innegable perfume cítrico y herbáceo de la Marialuisa que se mezcla con un peculiar aroma a caja de puros, e intensa en boca donde se pueden discernir los toques de canela, las nueces verdes, el sotobosque y el exotismo del clavo con la canela. El final largo pero no empalagoso de la sutileza del Regaliz o el Palodul.
ROCK & RATAFÍA!!

Dos años años después del nacimiento de este proyecto, y uno de su definitiva comercialización. Tras superar las trabas legales a las que se enfrenta quien pretende producir artesanalmente cualquier producto alimenticio, ya tienen en el mercado tres licores: La Ratafía como buque insignia, el licor de Marialuisa, y el de Poniol; a los que se unirán con el tiempo Mermeladas, Cabellos de Ángel, Licor de Ginebró, y Peirals (origen de los vermouths que ahora se conocen).
Esperamos con emoción las buenas nuevas de estos dos trapecistas de proyectos con terruño, de quienes parece imposible no contagiarse de su ilusión: Mensajeros que cazan al vuelo ecos de las Montañas del Ripollés para macerarlos a Sol y serena. Y que nos transmiten los secretos mejor guardados del recetario atávico de madres y abuelas.


jueves, 25 de julio de 2013

CANCIONES QUE NOS SALVARON LA VIDA #2. Cause of Love _ ERNAN ROCH CON LAS VOCES FRESCAS (1971)





Se cuentan por decenas y centenas las victorias y los campeones; las estrellas, condecoraciones y corazones grabados en puertas de letrinas. Muchísimo más interesantes los corazones que hemos roto que los que nos rompieron a nosotros, donde va a parar!! Hasta mi hijo de once años recién cumplidos tiene ya una amiga especial: Derrotas convertidas en lecciones aprendidas, amores que eran solo amigas, y amigos voluntariosos de amigas distraídas.
Esta para no cambiar de temática, la de una persecución errática de uno que no fue tal. Una amor tan fuertemente imaginado que de lo real que pareció, hasta dejé de sentirme un tímido congénito para convertirme por unos días en un paladín momentáneo de versos despechados. Creo incluso que puedo datar ahí, el año cero en el que me aficioné a escribir idioteces.

Tanto lo perseguí, el amor, que al cabo de unos años me acabó hechizando; no se si por amor sincero y verdadero, por pasión, o por simple curiosidad. Jamás llegaré a entender como llegué a obsesionarme por esa compañera de clase, de echo si mal no recuerdo nunca en toda mi vida he sido tan explícito en mi muestra de sentimientos. Ni su pavoneo, ni esa seguridad en ella misma por sentirse atractiva hacia el resto de mortales se ajustaban o se ajustan a mis gustos actuales. Era una feminidad extraña, bien formada para su edad, alta, desafiante y peligrosamente atraída por los más fanfarrones y gamberrotes de ese 5º de EGB.

Pero no me importaba, a mi me fascinaba y no me dejé intimidar por mi inopia acusada. La perseguí sí lo admito, la perseguí furtivamente a una distancia prudencial hasta su casa y no contento por tal atrevimiento; entré en su portería para fisgar en los buzones y averiguar en que piso vivía.
Sabido ésto, me dediqué a escribirle cartas de amor; creo que una por semana. Suena irrisorio, lo admito, pero fue todo tan natural e inocente, que ahora con el paso de los años no me avergüenzo en absoluto de ese arrebato de romanticismo pasado de moda; al contrario, lo echo en falta: Ese sentimiento sincero desprovisto de inconvenientes o de complejos que se disipan de un plumazo cuando el amor te aguijonea; todos aquellos miedos que a uno lo muestran ante el espejo como un crío inseguro y falto de prestancia. Un éxtasis eufórico que te eleva hasta lo más alto y te legitima para llevar a cabo la locura más descabellada e inimaginable.
Lo cruel de estas acciones suicidas, es que a menudo acaban de la misma manera que se germinaron; de forma súbita y repentina.


Una mañana cualquiera dispuesto a formar las filas de entrada a clase, me salió al paso su hermana mayor: Una alumna de octavo, fornida y carente de las gráciles curvas que contorneaban la figura de mi amada distraída (su hermana!!).
Con aquella edad en la que desaparece la niñez, y eclosiona la adolescencia cruel y realista que todo lo calcula... Me amenazó:
- Deja de mandarle más cartas a mi hermana!! Porque mi padre se está empezando ya ha mosquear!!
La advertencia fue tan tajante y violenta que no se yo si fue miedo, prudencia, o directamente un corte de digestión sentimental. Tan inquisitoria su mirada e indigesta la recepción del mensaje, que en ese mismo instante mi pasión se contrajo para siempre como un músculo que se atrofia sin cura a corto plazo. Desde entonces no volví a mostrar mis sentimientos a mujer alguna, hasta pasada la veintena; mientras tanto me abracé a mis experimentos en la mezcla de sustancias, alcohol, y a la vehemencia por divertimentos poco instructivos.

El amor evidentemente volvió a llegar en pequeñas dosis, incluso pasada la treintena de años volví a reencontrarme con viejos alumnos de ese periodo escolar; ella no estaba por supuesto. Pero aunque no hubiera sido así, sería incapaz de verla con esa misma luminosidad incandescente; ni a ella ni a ninguna otra de mis compañeras.
Con los años, no son la vejez, las arrugas, o los cambios cíclicos del estado conyugal de cada uno; ni tan siquiera esa mutación del físico que te hace dudar si son ellas realmente, o un mero espejismo de aquel recuerdo de tu niñez. Es algo más etéreo e indescriptible, es el fulgor radiante de la inconsciencia infantil; aquella que ilumina las caras ruborizadas y desenmascara cualquier plan precocinado, para que las cosas se hagan solo por que sí, y ya está.

CAUSE OF LOVE
La misma causa del amor, como relata ERNAN ROCH en ese pedazo de aquel disco perdido en el tiempo, que se llamaba LA ONDA PESADA. Si se le pudieran incorporar, que no solo se puede si no que se debe adherir una banda sonora a éste y a cualquier otro recuerdo atormentado que se precie; “Cause of Love” sería para el mio, como un lamento despechado a las ocasiones perdidas. Muy lejos en tiempo a cualquiera de mis aflicciones amorosas. Si cabe y me apuran, como un cántico quizás en la pila bautismal que me vio nacer, y ya metido en una maleta de cartón que mi padre debió enviar junto a mi madre y mis hermanas hacia las tierras prometidas de la emigración, aquel mismo año.


Sin embargo y aunque el tiempo separe este precioso disco, de toda conexión aparente. Las diez canciones que escribió este Mejicano venido también a tierras extrañas, tienen ese ingrediente secreto que hace de las obras desechadas antaño; hallazgos salvadores que ayudan a cicatrizar nuestras heridas del modo más natural: Asumiendo con la edad, que todo aquello que nos hizo daño de forma tan inofensiva, son al fin y al cabo los rasguños que nos han acabado por forjar. 


Ernàn Rocha fue uno de tantos, no fue una excepción, no señor. El paso de sus melodías perezosas, el colchón de guitarras acústicas desvencijadas, el bajo grueso, y ese trote rockanrolero y psicodélico. Que definen la línea argumental, que da a todo el disco “La Onda Pesada/1971” un carácter atemporal, y que no hace para nada justicia a la total desinformación que existe sobre este Mejicano, en aquello que yo llamo: Los páramos abandonados por la precipitada huida hacia adelante.

Publicó este único trabajo y desapareció por siempre jamás. Esa historia mil veces contada, y que en la actualidad ejerce un morbo inusual sobre la juvenada hambrienta de descubrimientos clarividentes. Su historia quizás sin tanto contenido melodramático como la de Sixto Rodrigez o Bill Fay, pero igualmente reveladora. De la Onda Pesada se podrían extraer otras tantas; de echo puede que la historia sea una mera excusa para zambullirnos en otra igualmente escondida bajo el colchón melancólico.
Diez canciones como diez metales preciosos sin acabar de pulir, que resplandecen por su estructura a medio hacer:


El paso socarrón de “The Train” a lomos de guitarras bluseras. La placidez de dulce de psicodelia campechana que destellan en casi todas sus canciones; ese parece que... pero no, que impregna su autor de rasgos sureños y soleados a cada uno de sus quiebros vocales en “I can't”, “Cause of Love”, “Round round”, “A life of Love”... o incluso ese amago final de Soul negro en “Give a me Peace”. Hacen que este disco en toda su sencilla y oculta grandeza, vertebre el corazón de quien lo escucha, hacia territorios donde el amor eclosiona con todo su carácter juvenil.
La forma definitiva para morir de amor tanto si lo que desea tiene forma humana, como si los cánticos nos llevan hasta el lecho/nicho de un perdedor cantador de melodías eternas.