viernes, 3 de mayo de 2019

COMO EL QUE NO QUIERE LA COSA, CASSETTES DE CAMPAÑA… Y #1

 



Suenan a muertos las campanas de la iglesia y en la plaza, los libros se mojan entre stands de librerías y entoldados de partidos en campañas de cabezas huecas.
Parece todo tan premonitorio con Jesus en los cielos y nosotros haciendo equilibrio sobre el filo de un navaja. Que solo me queda echarme al monte en campaña de campiña, pero chapoteando barro igual que notas musicales. Todo tan excesivo verdad?

Falling” canta Ron Hayes de HAPPY NOTHING, encomendándonos a los Psychidelic Furs: Una banda sonora casi por casualidad, que si mi lírica coge ritmo, igual para cuando se publique, aún estaremos bajo el influjo depresivo de los vaivenes tormentosos de la actualidad climática.
Apenas he tenido que enumerar las canciones para que el orden lógico tenga ese tono gris plomizo. Y el rescate de los Irlandeses FONDA sea ideal pese a que esta “Dreaming” tenga ya unos cuantos años; como si importara.
Dejarse salvar en brazos de “Amps II Eleven”: Una canción que ensalza el Pop poder al nivel de algo celestial, cuando la banda de Ohio HERZOG alimentan nuestro desazón. E incluso tirarse a los brazos del Rock clásico Ramoniano/Pretenders que tan a bien han tenido los EX HEX regalarnos como un ramo de espinosas rosas, ahora que todo es tan liviano y efímero.
Cosmic Cave” obliga a buscar refugio entre las coladas que el lecho del rio dejó como la techumbre de la gruta. Y calar fuego con los fósiles de árboles y cadáveres para secarnos la tormenta que sobre las espaldas nos cae, con los abrasadores BUTCHERETTES y ese “give/UP” de slides gogo’s.
- Adelante!! dentro hay una rave muchachos!! Por fin Brandon Welchez y sus CROCODILES han estado por la labor de ir al meollo con Love is Here, y su adictiva línea de bajos en “Heart Like a Gun”. Hasta Johnny Marr se a unido a la fiesta después de largos años haciendo el canelo. Y vestido de lentejuelas de ha marcado un “Amatopia” na ná na; como si sus padrinos Pet Shop Boys, New Order y Visage le hubieran comprado el alma. O se hubiera echado de novia nueva a CLARA LUCIANE en un ataque de ochentismo tremendo, y encandilado por “On Ne Meurt pas D’Amour” hubiera muerto de amor.

Pero al otro extremo de la cueva, afuera, todo sigue igual: llueve sobre mojado. La realidad sacude fuerte y THE SPECIALS han venido 40 años después, con Terry Hall (sí?, sí) escupiendo demoledoras letras. Como la de “B.L.M”; sin piedad y sobrados de flow.
La realidad es así amigos. La puedes maquillar con poesía hasta hacerla desaparecer; en tu mente por lo menos. Pero luego sigue estando ahí, con esa mueca de sonrisa falsa Profidén.
Así que no te queda mucho más que colgarte la guitarra en bandolera y montarte una patrulla con BOB MOULD, JEFF ROSENSTOCK y BALLARD, para andar seguros por este mundo de dioses malévolos.
Ellos son una garantía de que el exceso no te sature la pituitaria de aromas artificiales y edulcorante. O amargos como la hiel.
Y modular la rabia es bien, si por ello no has de sacrificar la belleza.

Te podemos asegurar que el trayecto se te hará corto por largo que sea. Si en la mochila llevas el “A Week of Wednesdays” de THE ARTISANS: Una gloriosa compilación de Pop lumínico igual que la de BUSINESS OF DREAMS, recomendada con todo lujo de detalles en nuestra última entrada. Hidratarte incluso por el camino, con el premiante y cristalino nuevo disco de THE ROVES. Donde cada canción es toda una declaración de intenciones de pureza, honestidad y Soul rockero con la misma impronta de “Hey Little Man”.
AND THE KIDS y BALLARD vuelven a hacer lo propio con la deliciosa “Champagne Ladies”, o la fina piel de “Sensitive Skin”. Como ves, no me he podido resistir en rescatar temarios de “no tanta” actualidad. Pues el tiempo es puramente eventualidad cuando las canciones trascienden al mismo.
Eso le pasa a CASS MCCOMBS. Si nos ceñimos a que su nuevo disco vuelve sobre sus pasos a unos territorios, donde las atmósferas están exentas de ese empeño por deslumbrarnos.
Su “Sleeping Volcanoes” es tenue. CITIZEN HELENE son sutiles en el título donde reza “How Can You Find Someone to Love” de terciopelo Easy Listening y DOMINIQUE A?…
dominique A es un universo paralelo donde aunque todo parezca yermo y desierto, su sola voz nos puede hacer perfectamente de guía en el camino con “J’Avais Oublié que tu M’Aimais Autant”. Tan definitiva en su título (olvidé que me amabas tanto), como el contraste de la épica “Waterford Crystals” de DARK BLUE. Que en momentos de desfallecimiento nos puede llevar en volandas igual que aquellas míticas de Suede; pero con una voz de barítono más propia de Stuart Staples o Matt Beminger.

Ver que tras una larga travesía y por sorpresas que te pueda deparar la bipolaridad humana. Es posible que tras unos arbustos surja el majo de DAVID MEAD, y nos susurre dulcemente al oído “Poster Child” en un alarde de magia. O alcanzar definitivamente el cielo, con JOE JACKSON predicando a la vida en un claro del bosque la de “Dave”, como sigo misma.
Líricas finales que nos encadenan a un puñado de oradores de la melodía en clave de melancolía. Como la de la exRiloKiley JENNY LEWIS con su mayestática “Hollywood Lawn”. Y que encaja como botón en ojal con la preciosa voz de Amy Boone, que tras recuperarse de ese fatal atropello. Nos han devuelto la esperanza en el verdadero placer de la tristeza balsámica.
Eddy & Polly” es de un masoquismo absoluto. Pero es que el mal amor es nuestra tortura favorita junto a la melancolía.
De eso sabe una barbaridad el Canadiense JACKSON REED, y la prueba está en su disco del pasado año “Dark Areas of Description”: Una delicada maravilla que enaltece el menos es más. Como también los Daneses LOWLY, a la hora de recostar su pop preciosista sobre un manto pulsos electrónicos en “Children”; por ejemplo.


Llegamos casi al final. Allí donde las cumbres hacen de balcón o de muralla; según las esperanza de cada cual.
Canta Jo Bevan a la esperanza, sin duda. Cuando sus compañeros de DESPERATE JOURNALIST demandan con humildad su atril a una de las mejores bandas Británicas de la actualidad al sonar “Girl of the Houses”. Como si lo hiciera cualquiera de su maravilloso último álbum.
Al igual que aquel día en el que nos encontramos a Ben y a Jacob. Su GOLDEN DAZE es de aquellos discos de Pop preciosista bien elaborados: con sensibilidad más que fragilidad, y cromatismo arcoiris en vez del estoicismo de género que se atribuyen otras bandas jóvenes de ahora. Su disco es una gozada cuando se escucha, y “Lynard Bassman” la mejor tarjeta de visita. Algo, que ROBERT FORSTER no necesita ¿no? Es un hecho.
Pese a todo eso, no es extraño observar como es capaz de sorprenderte, teniendo en cuenta que desde aquella entrada en su reunión del 2000. Donde su personalidad estaba cada vez más presente en las últimas composiciones de GO BETWEENS; la cara más particular en su dualidad con Grant. Y su “Inferno/19”, tiene esa impronta según mi forma de verlo. Siendo “I’ll Look After you” una de mis favoritas, y el disco más Go Betweens desde que retomara su carrera en solitario tras la muerte de Grant.

Para cuando pongo fin a este Post en el que he decidido pasar por cada una de las canciones, como una travesía. Hay un non stop de noticiarios, escrutinios y análisis políticos.
Una disección tan teórica que poco tiene que ver con los verdaderos protagonistas de sociedad y la convivencia: LAS PERSONAS. Suponiendo que no halla ningún problema suficientemente importante para que no seamos nosotros mismos, los más capacitados para solucionarlo. Y que creo, que nos falta permeabilidad para disfrutar de nuestras diferencias, nutrirnos y volvernos más avanzados sin necesidad de tanta tecnología. Y de la misma manera que con la música, el arte o la cultura.
Sin embargo. Es escuchar a PANDA BEAR y la poesía sintética de su “Cranked”. Y pensar que es una ilustración perfecta para dibujar la decadencia, la velocidad y el equilibrio entre pasado, presente y futuro. El disco de STEVE MURPHY lo resume perfectamente, igual que lo hicieran Cabaret Voltaire a principios de los 80 con “Mira Electronics”. Volviendo a lo básico de las estructuras puramente electro, y con un catálogo de manual muy necesario ahora.

Y el contraste final con la suma de dos bandas militantes en su reincidencia de sonido y discurso como THE TWILIGHT SAD y THE WEDDING PRESENT. Perfectamente útiles dentro del contexto musical variado del que deberíamos alimentarnos.
Así lo veo yo. Incapaz como soy de coger una linde igual que en vías espirales. Y con la obsesión de no centrarme en nada en absoluto. Sino aprovechar los requiebros propios y ajenos para mutar y conocernos (lo justo), para que la vida sea esto:
UN VIAJE EXCITANTE SIN PLANTILLAS NI GALGAS

domingo, 14 de abril de 2019

THE NUDE PARTY, SEAZOO… Y AHORA BUSINESS OF DREAMS: TRIÁNGULOS DE LAS BERMUDAS POP, LISTOS… PARA DESAPARECER.





Solo pido que llueva a borbotones para que el sol salga aún con más fuerza. Y en el propósito por invocar a los apóstoles paganos y padres de las tradiciones menos litúrgicas, solo veo Pop en los destellos y reflejos más casuales de la luz matinal.

No es cuestión de vivir/disfrutar del día, las semanas o la vida. Son los instantes; tantos e incontables en una porción de día más o menos mesurable. Que poco o nada importa el mañana si se diese el caso de que cada nota y melodía, pudiese ser como la escasa vida de un espermatozoide fruto de un multiorgásmico éxtasis.



Un ramillete de floridas tonadillas recogidas camino de la escuela, por esos campos de Los Cañones; visores del litoral Badaloní de aguas planiformes. Que paradójicamente han cobrado todavía más sentido al entrar de pantorrillas en el primaveral 2019; aunque sean unas del pasado año y otras tantas, de este.

Pero es que la verdad, poco creo ya en la idoneidad de escribir sobre la hipotética actualidad, cuando todo fluye a una velocidad de vértigo. Estando como estamos en este mundo para detener el tiempo.




SEAZOO por ejemplo, no entró en mis listas del pasado año pese a lo mucho que molaba “Shoreline”. Una canción con cierta electricidad, pero que Ben Trow canta igual que lo hiciera Neil Hannon en “The Pop singer’s fear of the Pollen Count”: Con ese deje new wave victoriano tan británico, a pesar de ser Galeses.

Una nimiedad si la comparamos con la atizadora “Dig”: De esas canciones que todavía raramente se dan a día de hoy. Donde solo en las ciénagas dan rienda suelta a las guitarras elásticas y sempiternas sin miedo a parecer de otro tiempo.

Los fogonazos de Beulah, Olivia Tremor Control o inclusive los Pavement más poperos. Que aterrizan desde la distorsión popi de Yo la Tengo o la Velvet. Y decoran este disco de Altpop con algo más de lo que se intuye cuando se cita al Pop como referencia , pero que igual que el Rock. Se queda corto cuando la inspiración momentánea, hace circular pequeños guiños de otros costales que lo engrandecen.



En eso, Galeses, Escoces e Irlandeses son especialistas al igual que los de las Antípodas, cuando al igual que en la viña: las particularidades identitarias nos descubren bandas que parecen “una más”; pero no.

El debut de este joven quinteto, por suerte, es uno de esos discos sin pretensiones; ni siquiera una portada bonita. Pero con un espíritu palpitante heredado de los 90, que además está plagado de canciones sencillas, apetecibles y notables.

La dulzura de “Cyril” o los gráciles casiotones que campan a sus anchas en “Roy’s World” o en “St Hilary Sings”. Dan ese aire a los treinta y pocos minutos escasos, de inmediatez. Aunque también sería de necios subestimar el talento urgente de las composiciones de Ben, cuando “Bad Day at the Polythene Plant” cierra el disco y a uno le llega la sonrisa de oreja a oreja bailando como un memo.




Después hubo también un día regresando de casa de la mama hacia el trabajo:

Mañana fría de Enero y humedad penetrante.

Que de un solo acorde se convierten de sopentón en Cocoa Beach, viendo en el Sonny’s Porch a los zagales de THE NUDE PARTY en pelotas picadas.

No amigos, no es una ilusión. “Feels Alright” tiene esa capacidad Velvetiana ahora festiva, para que el buen humor y el positivismo sean un estado perenne de narcótica mirada. Estos mendas han parido un segundo disco tan glorioso para paliar las mierdas de la vida. Que bien podría, sino curar la enfermedades terminales, hacernos por lo menos más dulce la huida de este mundo ahora infecto.

Los himnos nihilistas “War is coming”, “Paper Trail Money”, o los ramalazos rollingstonianos de la bendita “Records”. Son la sucesión de melodías más diabólica posible. El Twist surfero de “Live Like Me”, o las arrabaleras “Wild Coyote” y “Astral Man” que solo hacen que preguntarme que… ¿de verdad, de verdad necesitamos venerar como a Lola Flores, a Alex Turner?

Por favor!! la vida sigue.




Y nosotros, los precisos que andamos desbrozando tanta miseria humana como la propia, sin más ilusión que atisbar un claro en la espesura. Es ver un riff casi extinguido con los anteojos del alma, y arrancarnos por bulerías. Sabiendo como sabemos; o deberíamos. Que la vida es más efímera que la espuma de una cerveza en pleno mes de Julio.

Yo ya veréis que tengo mis ratos.

Veces que decaigo en un romanticismo Baudelaireano, como que me pongo palote con unas guitarras bien ácidas; es la edad, supongo. Que a las puertas de los 49, noto el aliento en el cogote de la cincuentena, como la escena de la ducha de Psicosis o la musiquilla de Tiburón.

Así que me he agarrao al segundo disco de BUSINESS OF DREAMS, como Robert Crumb a un culo.

Ripe for Anarchy (Slumberland Records_2019) es, se dice así? El disco de la maduración?




La banda Corey Cunningham; originario de Tennesse. Cita a Sandra Cisneros y su poema “One Last Poem for Richard”, para dar título a RIPE FOR ANARCHY.

Una disco que me va al pelo, pues su cancionero va (tras la muerte del padre del autor), sobre vivir el momento y liberarse de la contaminación a la que nos somete la actualidad del mundo.



Cuando me vaya, no llores por mi, concéntrate en el momento, sé libre” Dice así el tema de apertura “Chasisng That Feeling”: Un indie pop de manual que vuelve a arar sobre unos páramos actuales, necesitados de Pop honesto.

Sin embargo, aunque el disco trate de manera premeditada de homenajear a Grant McLennan, Field Mice, o incluso tiña con exceso y menos acierto que Dan Bejar en Kaputt una producción llena de mullidas brumas, igual de forma inconsciente. Hay un trasfondo que es más tangible, conforme avanza el disco. Que a mi me recuerda a cosas muy chulas aunque menos evidentes, como a: The Lucy Show o a ese binomio lírico/experimental que tejieron bandas como Eyeless in Gaza y Comsat Angels: “Keep the Blues Away” o “The Hatchet Song” tienen esa impronta por ejemplo.





Aunque lo cierto es que la impresión más inmediata, es la de Pop de luminosidad no exenta de melancolía y plomizos. Que remite a una colección de referencias ancestrales tanto indieAor, como de exquisitos y delicados detalles encantadores.

La expansiva tan “Tango in the Night” fleetwoodmaquera de “Naive Scenes”. Otras que espolvorean de talco perfumado cada nota de “La La La La”o “My Old Town” convirtiéndolas en verdaderas odas popis. Miradas al pasado más pretérito con tamizados de The Zombies/Stone Roses hacia el final, con la preciosa guinda “I Feel Dread”. O la quebradiza “Don’t Let Our Time Expire” que separa como con pétalos de flores secas, un álbum que engaña totalmente por su apariencia enclenque y pálida. Pero que puede ser perfectamente el disco Indiepop con pedigrí, de este presente 2019.

miércoles, 10 de abril de 2019

DOMINIQUE A_ LA FRAGILITÉ TOUR_ Sala Apolo_03/04/2019

 


Esta mañana he madrugado, y he bajando andando por La Cruz, hasta la playa de Merón.
Ha refrescado, pero a las seis me desvelé y desde abajo; camino abajo. Algo me ha llamado como una voz de ensueño desvelado, desde el pasado, y sugiriendo que siempre o casi siempre hay una cuenta pendiente que solventar con el ayer o incluso con el subconsciente. Cuando la llamada ininteligible e incluso inaudible, te solicita.

Acudí en busca de Dominique aun no habiendo escuchado ninguno de sus dos mensajes en forma de disco; como a quien no le apetece sucumbir en la introspección básica y despoblada, cuando es el corazón el que manda y pide bombeos y arañazos en forma de percusiones y guitarras.
Pero hazle caso siempre siempre a la llamada interna de tu corazón; no se a ciencia cierta si no falla o es la adecuada, pero es seguro la fuente de nuestra naturaleza.

Yo me vi allí en la playa: solo, plantado ante una platea de sillas y sepulcral silencio como un séquito de tortugas Carey con la pasión de antaño intacta. Quizás esperando lo que la medicina quiere pero no de verdad tus células, neuronas y grasa intelectual.
Había como un oleaje, y ese sonido de la arena cuando se humedece y se roza entre si hundiéndose bajo tus pies descalzos.
Un vacío de estrago con Dominique A solo, con la guitarra y un escenario apantallado que solo precisó de una decena de canciones para generar eso:
La sensación de sentirme sumergido en el denso líquido salado de las profundidades marinas, oscuras. Cayendo en una sima oceánica de cota incalculable y sin embargo, tranquilo y en paz.

Siempre me ha sofocado el agua y el no hacer pie ni poder calcular la inmensidad bajo mis extremidades, de medidas y escalas 50x50 de mi dormitorio de soltero; no se si culpa de ese monitor hijo de puta de 4º de EGB, o de mi cobardía.
Pero es curioso como ahora, que hace escasos cuatro años que por lo menos se avanzar sobre el agua e incluso zambullirme y disfrutar de ese universo acolchado y líquido casi autista. Me ha ocurrido, que escuchando “Le Soleil” y un repertorio inspirado en la expresión corporal y visual. Me he sentido allí, mar adentro, a oscuras y sumergido con la seguridad que te da comparar la música con un líquido elemento, y la caída libre hacia las profundidades. Pero con la confianza que te da la buena compañía y vaciarte e incluso abstraerte de todo el ruido de estos días convulsos; ya como cotidiano. Y volver a los orígenes.

Cuando eras capaz de desconectar escuchando la sinuosidad y paciencia de las notas, la voz, las luces… y con tiempo de observar a cada compás, cada uno de los detalles de la escena o del público.
Un efecto que solo se da en ciertos conciertos y con determinados artistas. Y que poco o nada tiene que ver con lo que la mayoría imagina cuando cree que va a presenciar una actuación en vivo.
Una fuerza en definitiva, que nace de la expresión poética de la voz y un solo instrumento. Y que posiblemente sea la única esencia verdadera de la música y de un artista que como su madre lo trajo al mundo, se declara ante su público.
Tout sera conme avant”, “Music-hall”, “Hôtel Congress” o la simbólica “Le Grand Silence des Campagnes” en una confesión orgullosa y dolorosa sobre la actualidad social y política de su país y su autocensura en pos de la periferia ignorada y muda por las metrópolis. Hasta llegar a “Inmortels”; una de las pocas mediáticas junto a “Vers le Bleu”.

Dos horas largas de concierto que para mi suerte y sorpresa, limpió sin dejar rastro cualquier atisbo de ese otro Dominique Ané de repente rockero, voluptuoso y hasta cierto punto más “masivo”.
Su actual gira con los contrastados Toute Lattitude: de lienzos de crujidos electrónicos y oscuridad. Y el delicado y primario La Fragilité, donde persevera en su compromiso por las canciones desprovistas de maquillajes y exigentes en la austera sensibilidad de sus inicios de hace 25 años. Ha dado para reinventar nuevamente al autor francés, con una sobria puesta en escena radicalmente opuesta a la de su última gira de 2012, con el ambicioso Vers les Lueurs.
De un merito incalculable, pues la idea no hace más que explorar desde un ángulo más minimalista y expresivo, su faceta más característica y primaria. Y sin embargo de nuevo, vuelve a enseñarnos como la sola canción es suficiente para abrir infinitos aspectos de lírica, sonido, texturas y tratamientos escénicos con los que potenciar su carácter poético innato.
Nada nuevo sobre el horizonte, ya que sus 25 años de carrera y la fidelidad del público cuando más esquiva es su propuesta. Da para certificar, que afortunadamente todavía existe otro universo paralelo y secreto. Muy alejado de las tendencias masivas y mucho más exigente y creativamente transgresor que el que anega listas, portadas y festivales; por suerte digo.

La idea de utilizar fondos sonoros y luces con los que modular el ritmo y la tensión de un directo. Donde su sola voz (a veces reververada), y dos guitarras (acústica y eléctrica). Y conseguir el clímax mágico, basado en un repertorio tan curioso como acertado a la hora de gestionar los sentidos del espectador. Está al alcance de muy pocos artistas; y son muchos los conciertos que llevo a mis 48 años.
La sala Apolo volvió a ser esa superficie donde muy pocos artistas son capaces de silenciar el murmullo de los espectadores, con aticismo. Podría aseverar incluso, que ante mis cientos de conciertos colgados ya de mi recordatorio. Solo Tindersticks en la aquí ilustrada gira de Falling Down a Mountain/2010, John Grant a su piano de cola cantándonos “Where the Dreams Go To Die” en 2013, y esta vez Dominique A a pelo. Me han generado esa introspección digna del arte sacro; si empleamos esta metáfora para la “música moderna”.
La exquisitez del sonido y su reververación cuando arrancó con “La Poésie”, una especie de congojo melancólico y extenuante. La furia austera de “Antonia” con la rendición del público en masa.
La visuales e inspiradoras “J’avais oublié que tu m’aimais autant”, “La Splendeur”, o “Gisor” de pop impresionista. O la poesía de “Au revoir Mon Amour” descompuesta por la oscuridad inquietante de “Corps de Ferme à L’Abandon”. Convirtió el set en un constante tobogán de sensaciones y emociones tan curiosa como exfoliante; igual que un objetivo que reacciona a la exposición lumínica.
Y fue definitivamente, una de esas experiencias que estimulan algo más que esa típica devoción a un artista al que admiras. Y que sabes pasada ya una semana, que te ha abierto otras ventanas de las que no tenías noticia.
Realmente, lo mejor que te puede pasar conforme creces y maduras con el ritmo de quien pasea por el campo, sin ningún objetivo ni premisa. Solo esperando que la belleza te asalte en el encuadre más insignificante.

Suena “Éleor”, y para tu suerte/desgracia descubres ¿donde narices estaba tu alma el día que se te pasó por alto?. Y lo mismo con aquella versión de Éttiene Daho en “Surface”. E incluso en la crudez esquelética de “L’Horizon”o “A Pour le Peau” de éxtasis desgarrador que te sorprende al girar la esquina renaciendo la actitud reivindicativa.
Hasta que tras dos salidas consecutivas y ya con algún icauto marchándose. Suena a oscuras, en acapella y de plástica desnuda, “Le Courage des Oiseaux”; colofón y estallido de aplausos y vítores. Tras una treintena de canciones que te ilustra veinticinco de carrera y se expone ese “grandes éxitos” que todo artista tiene, pero que ni de lejos son los “éxitos· a uso ni losque tu te imaginabas.
¿Puede ser todo ello de alguna manera más maravilloso?
Creo que no.

domingo, 31 de marzo de 2019

VÌA FORA_MACABEU SEMIBRISAT_2016 (CÒSMIC VINYATERS) SIN D.O Y LIBRE DE ATADURAS: ACTITUD Y HOMENAJES

 



En estos más o menos siete años de Tast Team o a bien llamado “petit comité de catas”. Al que definiría con más rigor: como grupo de amigos y amigas en torno al mundo del vino, y sus parabienes coyunturales. Una FAMILIA a fin de cuentas.
He aprendido mucho sobre el vino,sus variedades y elaboración, evidentemente.
Pero sobretodo he aprendido a digerir y saborear con placer y emoción quizás lo más importante y en grado superior al elemento disfrutable:
Nuestro propio cambio como personas hacia la madurez, sus distintas perspectivas y enclave a la hora de observar; y observarnos. Y en definitiva, animales como somos aunque “más, o menos racionales”. A descubrir que si bien las plantas, sus frutos, los territorios y en definitiva todo lo que nos rodea en este maravilloso mundo. Nosotros, no estamos exentos de esa misma permeabilidad de la luna, sus distintas fases, y al universo: Verdadero modulador de todo lo que crece sobre este planeta.

Si hay algo más maravilloso que la propia persona y su camino hacia la madurez.
Es aceptar nuestras imperfecciones como algo inherente a esa misma naturaleza, y saborear las mismas que se suceden en todos los aspectos creativos del ser humano y de la naturaleza que nos rodea.
Así que solo hay una plenitud, si no bien absoluta, por lo menos infinitamente más rica que la de los patrones establecidos por un mundo. Que seguramente, solo quiere acotar el recurso de la improvisación o no dejar la más mínima escapatoria al libre albedrío.

Puede que suene muy filosófico y espiritual, pero es que tampoco pretende no serlo.
Si te surge esa duda. Piensa que quizás estés demasiado condicionado por una sociedad que está empeñada en que todos seamos lo más iguales posibles.
Y que sepas, que no es tarde para corregir ese mal endémico de nuestros días.


Vestimentas que solo nos separan y ordenan por estereotipos. Placeres que deseamos siempre iguales e infalibles. Falta de maniobra infantil por leer la vida como un juego que cambia constantemente. Corsés de conducta y de clasismo. Sabores neutros. Estándares de malos o buenos gustos. Modas. Usa y tira. Glovalización irreal. Consumismo emocional…
Buff, la lista sería inacabable.

Un primer paso para arrojar luz sobre si estamos en el buen camino para iniciar nuestra huida. Es hacernos con una botella de VÌA FORA 2016 sin tan siquiera pensar si obramos con conciencia o inconsciencia (POR EJEMPLO, Y CON LA IRONÍA EN ON).
Un vino ya con el tiempo de botella ideal para disfrutarlo a lomos de una perturbadora corazonada. Sin medias tintas, ambages o servil corrección.

A Salvador Batllè lo presiento ya, desde que publiqué una primera entrada de sus vinos familiares. Como una de las aventuras mejor asentadas en L’Empordà, tras unos años de salvaje avance hacia la Biodinámica sin condiciones. Un tipo al que me encontré en persona con sus primeros vinos de La Serra de Montmell (Sauvignon Blanc y Cabernet Franc), en una degustación en Cristina Guillèn; y va ya para siete años.

Años en los que he crecido al compás de sus elaboraciones. Desde esos primeros vinos atados a sus orígenes, hasta aprender a entender lo que suponía tirar al monte como las cabras y arrancar desde cero en Agullana (Alt Empordà) con una biodinámica militante. Y vernos ahora sin dejar de mirar atrás, lo que somos y hacia donde nos llevan las ventanas que se han abierto a nuestro paso. Y que son en definitiva otros tantos yos, que ni en sueños imaginábamos.

VÌA FORA seguramente esté entre mis cinco blancos preferidos. Y junto al Tallarol de Alta Alella entre mis dos vinos habituales, con identidad primaria o naturales; como cada uno quiera definir. Una cuenta pendiente que tenía, en reseñas donde intentar explicar que los vinos naturales no han de ser un dogma, ni tampoco ese enfant terrible del que ningún purista de los grandes vinos de guarda quiera oír hablar.
Simplemente, es la diferencia entre aquello que tiene alma, al que se la han extirpado para ser dócil, o el que directamente carece de ella.
La que separa aquello a lo que le pondrías un adjetivo evocador. O lo que directamente te provoca la visión de paisajes, el tacto de la tierra o el perfume adscrito a un recuerdo.
Y que se escapa de cualquier encasilllamiento de calificaciones, estigmas, marcas o bandos. Solo autenticidad

Y este Macabeu con dos maceraciones y fermentaciones (40/60 con pieles y raspón, o solo con pieles). Sí que consigue de verdad rebasar la línea invisible que nos separa a los vivos de los muertos, o el presente de pasado; incluso conociéndolo solo de oídas.
Si pretende ser un homenaje de viñas con 75 años en terrenos de arcillas calcáreas. A pageses que originaron la peculiaridad de una zona y de paso,a sus orígenes. VÌA FORA lo imprime como un negativo en los sentidos, desde la primera toma de contacto.
Un blanco que destierra por siempre esa idea que tanto se ha tenido del Macabeu (o Viura en la Rioja), y los despoja del lastre de esta uva como copage cuando aquí se demuestra la complejidad poliédrica de un monovarietal: expresivo, enrevesado y desconcertante a la vez que exquisito.
Los vinos de Salvador Batlle tienen como atributo intrínseco, una conexión de acidez, fruta y veracidad vinícola puramente gastronómica; el complemento ideal para que lo básico de la subsistencia alimentaria sea también, un placer celestial.
Esa parte calcárea que nos transmite cereal, fruta blanca carnosa, manzanas con un punto de horno si se quiere y según el día. Y que alcanza también a olisquear entre las hierbas silvestres de monte, como un perro en busca de ese misterioso y evocador aroma paisajístico que diluye los adjetivos en impulsos eléctricos.
Un malnacido que además de rubricar eso que algunos llaman COMPLEJIDAD y que nos confunde, pero que aquí es como una especie de umami que sobretodo se alimenta por el retronasal. Haciendo que su longitud de corredor de fondo perdure en nuestro paladar, produciendo un peligroso bucle entre boca/nariz. Verdaderamente peligroso y adictivo.

Esta es una de las principales peculiaridades que me encantan de los vinos de Salvador:
Son imágenes difusas pero muy intuitivas de su territorio... sus vinos son tan sinceros: Sin intervención, sulfitos o levaduras que no sean las propias de la uva. Ni disfraces que maquillen la fruta de la viña y el terreno donde se aposentan. Pero que además, en los procesos y la elaboración reflejan un resultado final maravilloso y fiel a esa idea. Donde no es tanto el discurso, como lo que encontramos en la copa y nos despoja del eterno dilema del ying y el yang tradicional o natural. Cuando la realidad está en aquello que te dice con un lenguaje secreto y silencioso:
Chaval, esto no tiene nada que ver con cualquier cosa que hayas conocido. Es más, si te recuerda o te es familiar… Simplemente es porque el cerebro y los sentidos piden auxilio buscando referentes familiares a los que echar mano, pero la realidad es que la aventura es a veces el vértigo y el miedo, el que te emociona.



 Ma perché, come mai, ma perché,
in cucina non ci entro mai,
eh?
Cosa c'è nella padella
mmm che profumino,
fai assaggiare un pezzettino?
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
Vitello delle Ande?
No?
Bovino della Gallura?
No?
Ma che cosa sarà mai questa robina qua.
Mmm.
Ma perché, come mai, ma perché,
in cantina non ci vengo mai,
eh?
Bello questo vino,
vino di una volta,
fai assaggiare un goccettino?
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
Barolo delle Langhe?
No?
Aleatico dell'Elba?
No?
Ma che cosa sarà mai questa robina qua.
Ma perché, come mai, ma perché,
in gelateria non ci entro mai,
eh?
Mmm che cioccolato,
dammi il cucchiaino,
fai assaggiare un pochettino,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che cos'è questa robina qua,
ma che bontà, ma che bontà,
ma che gustino questa roba qua,
Cioccolato svizzero?
No?
Cacao della Bolivia?
No?
Ma che cosa sarà mai questa robina qua.
Cacca!?!?

domingo, 17 de marzo de 2019

JOE JACKSON_FOOL_2019: VECINDARIOS, HABITANTES EQUIDISTANTES Y MELODÍAS EXCITANTES.


Conoce de algo al señor Joe?
- Ha tenido alguna relación, conversación o conocimiento de sus actos en estos últimos años? Inquirió el inspector de mi conciencia.

No, señor. Apenas nos hemos cruzado, infinidad de veces, eso sí. Pero en cuarenta años que llevo viviendo en esta colmena de seis portales dobles y quince plantas con casi mil viviendas, no hemos mediado palabra. Y tan solo me ha trascendido su existencia por su cabellera de albino platino y su excentricidad vistiendo.
Todo el mundo lo conoce eso sí, de oídas. La mayoría dice haber estudiado en su mismo colegio y de amigable sonrisa, saluda cada mañana así lo veas cinco veces en una hora o cada cinco años. Pero en verdad nadie es capaz de darte demasiados detalles cuando indagas con enjundia.Yo recuerdo hace muchos años; cuando mi madre se iba a comprar a escondidas y me dejaba solo. Y lloraba desconsoladamente por la ventana mi canguelo congénito, como a quien le sale el demonio de adentro:
- Bendíceme señor!! Bendíceme señor!!
En grito histérico igualito al de una grupie de Los Pecos en el trágico Abril de 1980.
Solo me consolaba ver a una rubia germánica bailar con el hula hoop en el mastodóntico edificio de en frente; seguramente allegada suya, deduzco yo. Ya que en mi barrio, pocos rubios había.
Sin embargo ya por entonces, deambulaba aquel extraño caucásico de deslumbrante melena. Al que apenas entendíamos. Cuando nos contaba historias inverosímiles para los mortales que poblábamos aquellos barrios inundables, vaguadas sin asfaltar y exploradores de descampados llenos de ratas.
Pero yo, que por aquel entonces unía gripes, resfriados, bronquitis, fiebres tifoideas y miedo a la gente. Solo lo podía observar desde el ventanal de la habitación o experimentarlo en mis salidas al practicante o a la consulta del Dr. Padrós.


Pasaron los años. Y un buen día de hace poco: Cuando ya casi te has olvidado, perdido el interés. Y es como un fantasma cotidiano invisible.
Entablas conversación en una soleada y candente terraza de febrero. Mientras das muerte a un café, a ti mismo con un cigarrillo. Y con un chupito de whisky bendecirte esta vez sí. Para caer en la cuenta, de que toda tu vida allí; en esa barriada multitudinaria donde todos se cruzan, chocan y se quejan. No te ha dado apenas para ver las minucias traslúcidas bajo la radiante y deslumbrante luz del estrellato.

Los anónimos (por muy respetables que sean), como Joe Jackson. Solo socavan galerías bajo nuestros pies en silencio, con las uñas y son como las crisálidas transparentes: Se convierten en el vecino de toda la vida que todo el mundo sabe de él por oídas, pero que en realidad nadie conoce con la suficiente profundidad para etiquetarlo, criticarlo, o incluso odiarlo. Pero en realidad, son bellas Saturniidaes.

El miedo a lo desconocido o a lo que no sabemos asociar como reconocible o familiar, en tanto no encaja en unos gustos que son como cómodos cojines de un sofá donde recostar las lumbares y descansar las piernas. Y los códigos unipersonales que cada uno tenemos implantados para empatizar, o temer por no saber explicar la tentación prohibida. En definitiva.

Sin embargo este ya sexagenario avanzado, nacido en la rivereña Burton de los Midlands del Oeste y socio generacional de Elvis Costello y David Byrne. Jamás ha sido un tipo demasiado consecuente con ninguna tendencia, estilo o corriente musical. Y sí un escapista maqui de abrir trochas o explayarse en exposiciones, como se dice ahora: conceptuales (y desconcertantes) para el público más general, como un Jim O’Rourke, pero en una versión omnipresente.
Sus códigos de lenguaje a menudo han sido tan particulares. Que el vecindario no ha sabido de él, mas por su mimetismo con el padre de Michael Jackson, que por lo que tocaba y cantaba (y me incluyo en el desconocimiento más absoluto).
Ese tipo que bajaba la bolsa de la basura en punto como un reloj. Quien cedía la tanda a las abuelas que se colaban nonainoná. Y al que solo se le oía, al salir en defensa del vecino más detestable con un: “cada uno es como es, y tiene lo suyo”.


FOOL por eso, es todo lo contrario a sus aventuras y diatribas por el Jazz modal o la experimentación de autoconocimiento.
Es como un alegato muy consciente recién cumplidos los cuarenta años de carrera, de su vida y el mundo que le rodea. Y una especie de ironía que sea con 64 años, cuando como él dice: Se sienta preparado para escribir una obra, donde reflexionar sobre la vida a modo de filtro como si fuera la suya propia.
Una virginidad y humildad madura, que lo ha llevado a componer ahora (40 años más tarde): Un homenaje juvenil en clave de tragicomedia Dickensiana con D.O.Q puramente británica. Que restaura la mejor identidad de las islas a la hora de cantar amargas ironías y miserias maquilladas con una elegancia extinta; o por lo menos olvidada en la música “moderna”.
Esa mañana intimamos lo que años de vida, ojitos y carraspeos que jamás pasaron de eso: De fracasados intentos por conocernos, hablar y constatar mi admiración por algo que ni siquiera conocía, ni podía explicar el porqué me atraía tanto.

Me contó que “Big Black Cloud” sube el telón con esa épica dramática que se presume de una obra teatral guiada por una orquesta. Y que de algún modo, hace de prólogo con tintes de profecía oscura. De la necesidad de vociferar con la misma vehemencia de su debut “Look Sharp/1979”, en un “Faboulosly Absolute” donde escupe sobre el radicalismo, la ultraderecha con brillantina y la sedación de pensamiento, sin morderse la lengua.
Tanto gritó, que soliviantó en plena noche a todo el vecindario y desde entonces supimos de su existencia.

Sin embargo es “Dave” la que enamora desde la primera escucha:
Su poesía recitada con una rítmica que marca un omnipresente piano y que seguramente, es la virtud más reluciente de este estupendo disco. Y que se cose a una historia de viajeros inmigrantes, desidia y amargura imposible de imaginar en toda su sencilla belleza.
Joe canta y recita por impulso musical jazzístico a la vez que POPular. Y la verdad es que las canciones ya sin más atributos, brillan con luz propia.
Strange Land” podría ser rescatada perfectamente de un repertorio de Nina Simone, o de Paul Buchanan. Y es toda una confesión de perplejidad ante las vistas desde lo alto. Una reflexión de quien en silencio y durante 40 años, ha operado desde la estratosfera sin el menor interés por entrar en los engranajes de la industria; ni de la vida en común.
Se da un respingo y desconecta con “Better Friend”, pudiendo hasta ser el socio de viaje de esa resucitada New Wave de pajarita junto a Elvis Costello y su rejuvenecedora “Suspect my Tears”.

No pierde la oportunidad de retozar en la fusión que tanta savia le ha dado, para ser el hombre que es ahora.
Cumbia, reggea, calipso, son cubano, y hasta ritmos orientales sintetizados en “Fool”, por más increíble que parezca:
Uno de los textos más explícitos y directos del disco. Y además una de las canciones más exfoliantes de este álbum en forma de abanico de pavo real.

32 Kisses” recoge uno de los mejores textos sobre una instrumentación que bien podría ser un homenaje a un joven Elton John. En una historia de amor asfixiada por la nostalgia donde no existen los estribillos, y la lírica toma un protagonismo tan hermosamente poético y suicida. Como el colofón de esta agradecida vuelta.
Alchemy” es una de las más grandes canciones de esta última década. Una de esas que prescinden de fecha, acuñado o género. Rozando a Shirley Bassey o Marc Almond, en una ejecución glicérica como las lágrimas de un generoso en la copa, ideales.
Esos largos postgustos que se adhieren al fondo de tu alma de por vida. Y que te acompañan sin alcanzar a discernir si es el recuerdo o la nostalgia.

FOOL es uno de esos discos por los que preguntarse ¿a que narices dedicaste tu vida? La excusa para enmendar lagunas y bucear sin bombona en la discografía tu vecino “el rarito”.
Y descubrir con asombro que, seguramente, hay un montón de razones para pensar que en esto de los gustos/hábitos. Hay lo mismo de cobardía como de prejuicios. Porque no hay nada más emocionante y revelador, que no conocerse a uno mismo lo más mínimo .
Y se acompaña por: Teddy Kumpel (guitarras y voces), Graham Maby (bajo y voces), Doug Yowell (Bateria, programación y voces), y Patrick Dillett (David Byrne, They Might be Giants, St Vincent, Sufjan Stevens) junto a Joe en la producción. Con una edición exiquisita en vinilo de 18 gramos.