Maceración y fermentación
en Inox. durante 20 días. Fermentación melolactica y crianza en
barricas de roble francés durante 12 meses.
Hoy he
vuelto a subirme a mi atalaya. En busca de un mirador donde avistar
conatos de incendio con los que arder. Ese visor imaginario al que
trepo, cuando a tientas y de noche, deambulo perdido por el bosque.
Alta y destartalada como un sindiós. Con forma de fortaleza,
erguida entremedio de zarzas. Y custodiada por avisperos y telarañas.
He trepado
por su escalinata oxidada y llena de líquenes hasta allí arriba,
para volverme a estirar en esa vieja hamaca raída de poliéster
calado: Recostando mi espalda en la escalera de gato, tomando aire a
medio camino, y sin necesidad de mirar hacia abajo por si los
vértigos de la duda.
Hay que
subir bien alto para ponerse a salvo de las fieras. Esas que con
forma de interrogante te hacen vacilar, e incluso aturdirte con la
velocidad de los días, los gritos y las amenazas; hasta acorralarte.
Allí en lo alto, no solo está uno a salvo de las corrientes
fuertes que todo lo arrasan. Sino que se ven además, las cosas con
más perspectiva, se perfilan los horizontes e incluso detener el
tiempo para testear la maquinaria que nos mueve. Mirar a contraluz
las lágrimas que se deslizan por el cáliz, que se adhieren
resistiendo la gravedad, construyendo formas caprichosas que emulan
las primeras lluvias del otoño. Y disfrutar con parsimonia, del
alivio que supone contemplar el transcurso de las cosas desde la
altura.
ATALAYA a
sido el primer trofeo de este fin de estío. Un concentrado tan hondo
y profundo como los agujeros de gusano cósmicos, que nos tragan y
fagocitan. Un tinto de Almansa venido al pelo, cuando nos llega el
agua el cuello y buscamos lo imposible al borde del fin vacacional.
Ese elixir concentrado de viñas centenarias, que convierte la
robustez de los torreznos Manchegos en savia, su oscuridad en luz, y
su grano grueso en munición para resistir encaramados en la Atalaya.
ATALAYA es
un tinto elaborado por el grupo Gil Family Estates. Un
importador formado por ocho bodegas, que desde hace unos años y con
el auge de la distribución en nuestro país de origen, ha crecido
exponencialmente. Mi primer encuentro con esta familia fue con
VOLVER. Un Tempranillo Manchego de esos que tira por tierra cualquier
idea preconcebida sobre una de las uvas reinas en nuestro país; por
lo menos la mía en los tiempos que lo probé y en mi escaso bagaje.
Después vinieron otros (Atteca, Atteca Armas, algún vino de Juan
Gil... Vinos tintos, que están unidos en su mayor parte por la edad
de sus viñas y lo que esto conlleva: Mineralidad, complejidad,
reducción, y la peculiaridad propia de cada vino según zona y uva.
Aunque en las fichas no se dan muchos detalles de la edad de las
viñas en cuestión; lo cual no estaría de más.
La
climatología de esta zona y de otras como las de Atteca en
Calatayud, Juan Gil y el Nido en Jumilla o Volver, de la zona de
Toledo, son de muy bajo rendimiento. Con lo cual, y unido a sus pocas
lluvias, contrastes térmicos típicos del clima Continental: grandes
insolaciones y tipos de tierra; en este caso calizos. Nos dan unos
vinos de elevadas graduaciones y gran concentración. En fin, no sé,
puede que para según quien esta potencia sea un inconveniente; no
son vinos para el verano eso ya lo digo.
Pero lo que
para algunos puede suponer un justificado canguelo, para mi, es un
puro disfrute amigos. Que queréis que os diga, me tira la piedra, y
sobretodo la mutación (finamente evolución) que tienen estos
bichos. Debe ser quizás, la misma devoción que les tengo a los
tintos Italianos: robustos, ariscos y a veces salvajes, pero que
cambian con el tiempo y el aire cosa fina. Como yo digo, vinos
tridimensionales #muchos en uno.
Puede que
este tinto -al que accedí una noche de picoteo en el Celler Cal Marino del Poble Sec- sea de los que mejor impresión me hayan
causado. Quizás el momento, quien sabe... Las experiencias casi
siempre van sujetas a momentos únicos e irrepetibles; como nosotros.
Que cambiamos y nos modulamos sin tan siquiera saberlo como los
camaleones; según el entorno y si las serotinas o dopaminas están
bulliciosas. No temáis, no son drogas, son totalmente naturales.
Aquella
noche debían estarlo, o si no, igual era yo que rodeado de botellas,
toneles y viandas de trinchera perdí el juicio. Fue aprox. hace casi
dos años; por eso lo de la añada, 2011. Ahora seguramente en las
tiendas encontréis las del 2013 y puede que esté un poco más
verde. Así lo recuerdo yo de aquella noche. No se si por fallo de
temperatura; algo que me jode bastante de algunos sitios: Tener los
tintos a temperatura ambiente, cuando a lo mejor estamos en
Primavera/Otoño/Verano a 22/25 grados, si no a treinta y pico. O
porque con dos años menos de botella, los taninos estaban mucho más
presentes. Misterios de las dopaminas, o no...
El caso es
que de allí me llevé dos botellas, eso lo recuerdo a la perfección:
Un Pedro Ximenez de Spínola y La Atalaya. La segunda para guardarla
durante un tiempo, la primera no duró ni una semana.
De este
trago hondo de principio de curso. De semana panza arriba esperando
la sentencia al trabajo – Tres hurras por los vagos!!
La cuestión
es que cayó como aquel café que le llovió Juan Luis: En su
momento, delicioso, cálido justo el día que apareció el Otoño,
(después solo fue un amago), pero yo lo gocé, vaaaaamos!!
Uno de esos
Domingos que yo siempre visualizo soleados y silenciosos; aunque
Morrissey se empeñe en que sean grises. Pelando a mis hijos como un rito fraternal de Domingo desértico. Acondicionarlos justo cuando todo huele a lapicero y a goma de
borrar, en cuerpo; y en alma sobre mi Atalaya. Todos a la mesa, un plato de lentejas de un día para otro, y la
grandeza de ese modesto líquido, oscuro, sedoso.
La Atalaya
condensa su profunda longitud en un carmesí intenso. Al abrirlo
explotan mezclados con esos 16 grados de volátil, las especias:
pimientas negras, clavo, cardamomo, el aceite de bergamota del Earl
Grey. Cuando el oxígeno se lleva esas primeras resinas y epoxi, van
apareciendo progresiva y lentamente los frutos negros: moras,
arándanos, algo de regaliz. Se vuelve más frutal y láctico,
quedando al final un ligero atisbo al cuero que los taninos otorgan;
puede que una sutil oxidación al final.
Es un vino
que evoluciona amablemente y se hace más dócil, acaramelado. Igual
que esos Priorats o viejos Montsants de Cariñenas y garnachas
centenarias. Comprime estóicamente todas sus esencias por largo
tiempo, y explota transformándose como una crisálida cuando se
acomoda en la copa. Su boca al principio es química como el
alquitrán caliente recién prensado. Su tanino es inciso entre ese
efluvio de monte bajo, de madera descompuesta, de hojarasca y de
setas. Cuando respira o lo gorgojeas en la punta de tu boca resaltan
los mentolados, el cacao negro con el especiado que predomina; una de
sus características más indomables.
Acaba siendo
un vino bastante más afable, los taninos y la acidez integradas
fantásticamente. Eso sí, no pierde esa personalidad mineral, su
longitud, y ese carácter de antaño donde el tiempo para el
minutero, y la paciencia se convierte en una virtud extinta.
Sobre la
ATALAYA todo se ve de forma distinta: La extensión de campos
amurallada por árboles, coníferas, y el silencio que solo se
atreven a quebrar pinzanes y caderneras. Los latidos bajan las
revoluciones al mínimo. Solo los hondos suspiros, y ese llenarte
como las pieles de las botas de aire hasta el éxtasis.
Desde arriba
se ven las cosas mejor, desde la Atalaya.
La del
pasado Jueves, la noche, de bodas de reecuentros o como si la
quisiésemos bautizar LA DEL NUEVO CURSO. Ya sabéis lo que os digo.
Esos nudos en los estómagos que ni el Cola Cao apetece, ese extraño
tacto sobre la piel de nuestros brazos, tantos y tantos meses
desnuda. Cuando de repente nos echamos la rebequita,
El cuerpo en
Verano, no solo se dilata, sino que se expande como las galaxias en
busca de libertad. Los pies se liberan de esos calcetines de bellú,
cálidos y confortables. Se estiraza fuera de las lindes de los
zapataos, o haya su paraíso en sandalias, chanclas o descalzo. Al
cuerpo le pasa igual, ya no es por el sofoco del calor, sino por el
gustirrinín de la desnudez... y cuando llegan los primeros frescos
de Agosto o Septiemmbre, cuesta horrores echarse sobre las desnudas
extremidades algo. Dan repelús, tanto, que el cuerpo necesita
aclimatarse a la nueva situación. Ya no hablo del trauma asociativo
(fuera calores, terracitas y sol, con la vuelta al trabajo y a las
rutinas) ¿se le llama depresión? Sino del ser humano en si mismo,
como un organismo que va por libre al son que tocan los estímulos.
Los mismos
que nos damos en las catacumbas como bautismos regeneradores. Después
de las Vacaciones y dos meses sin atarnos los unos a los otros. La
vuelta, es como la redacción que nos pedía la profe de sociales
explicando nuestro VERANO. Son doce meses sí, pero los de verano
como vacacionales siempre son especiales, de chicos, grandes o
adolescentes enamoradizos. Historias de Verano, sí. Historias que
como las de una canción, imagen, paisaje o amor, siempre determinan
y clavan la bandera sobre la cumbre para que como las chinchetas
sobre el corcho, no extraviemos los recuerdos.
Llenamos las
sala de esporas contagiosas tan solo a falta de alguno, del que
exigiremos sin demora un justificante de sus tutores a la vuelta. Y
fueron los Valles Californianos de Santa Barbara los que nos
trasladaron por una hora a sus viñedos. Los de una pequeña Bodega
apartada de las rutas obligadas del Russian Valley o las
localizaciones de Entre Copas. VICENT ARROYO WINERY, en el Valle de
Napa. Cayó bajo los influjos de la Tortilla de Patatas de Montse
Solanet y Xavi.
De su labia
y de su pasión; doy fe igual que de los fuegos artificiales que
emanan sus miradas. Muchos otros hemos caído a lo largo del camino,
sino, probablemente ahora no estaría escribiendo esto así ni de
esta manera. De allí viajaron polizonas tres botellas acomodadas
entre ropa y sostenes. Y como un pasaje sensorial a otros territorios
desconocidos. De eso que creemos conocer como nuestros sentidos, como
algo familiar que nos guía por la oscuridad. Nos pusieron en
situación, tirando abajo barandas, luces de gálibo o escalones
iluminados. Es así cuando con el sentido que se exprime de la sesera
palatar, a uno lo dejan fueran de sus inmediaciones; las te dan
cierta seguridad.
Viajar y
salir lejos del territorio físico, espacial o sensitivo de uno tiene
esa función obligada. Descubrir que la tierra no acaba en un
acantilado, y que la razón de ser tiene otras formas distintas a las
que conocemos. En ese punto los sentidos y la facultad de adaptarnos
que tenemos los humanos alcanza su sino verdadero: la de regenerar,
exfoliar y expandirse desde dentro.
Por eso, el
vino, como un alimento social que intercede para que los humanos, nos
conozcamos, descubramos la química de los alimentos, lo asombroso e
ilimitado de nuestros sentidos, y las posibilidades que nos brinda;
valga la redundancia. Es el que dota de sentido existir para no
ponernos los límites en hábitos, costumbres. Y una cultura -la de
ahora- tan tendenciosa y domadora de imaginaciones autodidactas.
Volver a Italia a explorar zonas, variedades y subzonas me sorprende
y divierte. Descubrir que el Cava no es Champagne, ni un Moscato de
Asti el niño pavo de la familia. Y que no hay vida que se complete
con la sapiencia absoluta.
Oler hasta
saturar la pituitaria un Chardonnay Californiano intentando descifrar
el origen de su diferencia con Franceses o Catalanes. Esos efluvios a
campos recién regados, a heno, el toque marino a puerto que lo
emparenta con su tipicidad y su localización. Y ese paso fresco
exótico pero sin apenas desmesura, albaricoques y melocotones
olorosos, algo de salino al final... diferente al fin y al cabo.
Tienen una entrada ten seductora y desenfadada que los hacen únicos,
incluso por ese exceso de vainillas solo en ocasiones, que gustan
tanto de beber.
O probar por
primera vez un ZINFANDEL como una experiencia curiosísima. Su nariz
floral a fresas, extravagante para quien no lo conoce e incluso
desconcertante a la vez que adictivo. Ese enfrentarse a algo
desconocido, y serte familiar como la fisonomía de un anónimo, pese
a que el vago recuerdo te confunde. Y sin embargo, percibir algo que
te obliga a desentrañar el misterio de ese final en el paladar a
compota, a caja de puros, a mineral. Es un tinto con tres recorridos
muy marcados (el olfativo, el primer ataque y el final). En este
caso, el Vicent Arroyo es un vino fácil, vivaz y con unos toques de
fruta madura que combinan perfectamente con ese pellizco a piel de
bota, cuero y mineral justito.
El final en
vista de la afluencia, acorde con la gran familia que nos reunimos;
presentes y mujeres. El broche final con lazo y envoltorio
imaginario; el del buen ambiente que se respiraba después de los
meses de estío. Un PETITE SIRAH sí, ese mítico vino cien veces
referido por Paul Giamatti en el popularzado film de Alexander Payne;
ENTRE COPAS/2004.
Un vinazo
inversamente proporcional a la discreción de su etiquetado, que
vende las cosechas antes de embotellarlas. Y que sin embargo deja los
egos para quien arrastra problemas de autoestima, ellos son así. El
mundo del vino en su microcosmos minituarizado al margen de modas,
tendencias y listillos, es así. Saben del terruño y de la
identidad?; actitud vamos. Pues es eso. Medir la generosidad por ese
estímulo que da la gente de manera informal y natural que tienes a
tu lado. Y hacerlo además sin escala ni patrón de medida que
valga, solo por pura armonía.
Ese Petite
Sirah extraído directamente de la bota y vendido porque tercia, de
la nimia reserva para consumo particular de la familia. Era pura
bendición y nació de eso, de la conexión entre personas con el
tinto vino de intermediario. Dirán que es el alcohol el culpable de
la generosidad. Pero tal y como MisDesastresNaturales me puso en camino hace
unos días, ya lo decía Ch. Bodelaire en el 64: Hay
que estar siempre ebrio. Todo consiste en eso: es el único problema.
Para no sentir el horrible paso del Tiempo que quiebra vuestros
hombros y os curva hacia la tierra, tenéis que embriagaros sin
tregua. Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como
gustéis. Pero embriagaos.Y si alguna vez, en las escalinatas de un
palacio, en la hierba verde de una cuneta, en la soledad sombría de
vuestra habitación, os despertáis, con la embriaguez disminuida ya
o desaparecida, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al
pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo
que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle qué
hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj os
responderán: ¡Es la hora de embriagarse! Para no ser los esclavos
martirizados del Tiempo, ¡embriagaos sin cesar! De vino, de poesía
o de virtud, como gustéis.
Ese pequeño
asesino de milenarias uvas Sirias, ancestral por naturaleza propia.
Ese Petite Sirah del Rancho de Greenwood nos conquistó. El rastro
que cerrando los ojos y poniéndome en manos de mi niñez, siempre me
recuerda a la casa de mis abuelos. Algo seguramente que se escapa de
cualquier descripción fiable con la que orientar a propios y
extraños, y que es 100% personal. Estancias de viejos muebles,
suelos de roble cuarteados y dominados por el paso del tiempo, las
vidas que acogió y los elementos. El cacao desde el núcleo de la
propia semilla, sin con lo que disfrazarlo; entre lo amargo,
balsámico y tostado. Perfecto, con la maduración idónea, cuatro
años de botella que como maná dieron en contrapunto a la velada.
Con la boca
se escapó cualquier paternalismo con los Sirah de aquí o del
Ródano, muchísimo más crepuscular y mimoso. La madera presente y
amable pero integrada con maestría, armonioso, con la fruta
apareciendo y desapareciendo, las pimientas, el bálsamo... todo ahí,
en su sitio.
Después
llegó la distensión, el afloje de de cuerpos, el no estar todavía
afectados por el canibalismo laboral y cotidiano de nuestro día a
día; yo no, desde luego, todavía me queda una semana Allelujah!!.
Parmesano Reggiano de 28 meses de Vaca Rossa, y un Pecorino Toscano
curado en paja para hacer pucheros como una criatura desconsolada.
Bachi
Giovanni tiene la culpa. Cierto como la tierra que piso descalzo:
Un abuelete
de setenta y pico años, con los mismos años que familiares junta
en celebraciones y fastos conmemorativos; como él mismo nos decía.
Y que hace de la simple venta de sus excelentes quesos, fiambres y
moscardas artesanales, algo tan divino y fraternal como el arrullo a
sus nietos (que tiene unos cuantos). Recorrer ciento y tantos
kilómetros desde Granarolo della Emilia para ir a buscar sus
pequeños tesoros gastronómicos, es algo que hago desde que hace
cinco años el trabajo me llevara e a tierras del Pádamo. Volver a
casa y compartirlo pues eso, la extensión del placer propio como
algo que igual que la felicidad, se ha de liberar; las amarguras no.
Allí no hay
simple queso no, hay amor, mucho amor. Y algo que no se encuentra en
cualquier lado de Italia, la Mostarda Mantovana. Una confitura de
frutas variadas (naranja, manzanas, frutas del bosque, fresas etc.)
que va desde el dulzor de la miel de Campanine, la mostaza de Dijon,
y el subidón del wasabi en la nariz. Una combinación explosiva que
como las montañas rusas extremas, te sube al cielo y te baja al
infierno con un chasquido de dedos. No es picor no, es contraste. Y
con los quesos curados amigos, es una pura delicia. Es la excusa
perfecta para empezar y no acabar.
Y el colofón a un Jueves
injertado y acuñado ahí, en medio de la semana. Como la bitácora
de un navegante con final feliz:
Levantarte
con las legañas a punto de vaciarte la cuenca de los ojos. Preparar
las lentejas a tu octogenaria madre y llevárselas a casa junto a una
buena botella de vino. Ver que la receta tan simple como inimitable,
la vas perfeccionando día a día con la ayuda de las materias primas
de calidad (lentejas secas del frutero, albóndigas de pollo y
costillas del Solanet, laurel fresco, reducción de sofrito, mucho
perejil y cariño claro). Sin cariño nada llega a buen puerto, por
muy típico que suene. Que tu madre, aunque solo sea por simple amor
de madre, te ponga en un altar.
Visitar a mi
peluquero después del café y hablar de moda, diseño, arte y vejez
de una sola vez (en un barrio del extraradio marginal tiene su qué).
Es mi barrio, siempre será “MI BARRIO”, por años que lleve en
mi actual residencia. Un sitio selvático y agreste que nos puso en
la lanzadera y nos disparó allí donde nos llevase nuestra
curiosidad.
Cuarenta y
cinco años más tarde aquí. Tirando cohetes de felicidad, con un
día con 25 horas, subidos a una barandilla de la mano de mi pareja,
y a punto de saltar al vacío. Con cena de final de fiesta solos,
como nos conocimos. Y con esto de fondo “Who's in Control” ¿Quien
tiene el control?
Variedades: Garnacha
tinta, Syrah, Tempranillo, fermentadas por separado
Precio aprox. 9 euros
A veces,
cuando la punta del dedo gordo asoma al precipicio. Y con el vértigo
se engarrotan nudillos, falanges y tendones a la baranda, para así
asir lo físico y tangible. Son los recuerdos, los que a menudo te
conectan mejor con el presente.
Cruzo los
pies, apoyo los codos y mientras la ligereza de la brisa nocturna,
tan solo rota por: Petardos, cohetes, y el plomizo olor a pólvora me
erizan el bello. Sigo sin poder parar de inventariar recuerdos del
pasado.
Algunos me
cuesta datarlos: El día que descubrí la música, que escuché mi
primera canción de The Smiths, o cuando de verdad sentí por
primera vez el enamoramiento; por ejemplo. A otros sin embargo, les
podría poner fecha y hora: Esa primera botella de vino, la segunda
copa, volver a repetir... Recuerdo esa noche casi como si hubiera
sucedido ayer. Veintipocos años mal cumplidos, una cena en el Vía
di Parma de Badalona, los canelones de espinacas gratinados con queso
azul que devorábamos como plato único . Y un camarero centinela sin
parar de llenar las copas de un clarete Navarrico. Suficientes para
un presupuesto tan escaso, como bien invertido.
Son esas
pequeñeces las que nos enseñaron a amar, a dar por bueno lo
sencillo e inmediato. Baluartes de nuestra esencia inquebrantable a
monas vestidas de seda, a carmines corridos ni caretas sin goma que
valgan. Expediciones sin mapas, brújula o cursillos acelerados de
espabilado; pura intuición sin miedo al fracaso. De allí salieron
algunos pioneros, o por lo menos ignorantes inconformistas con mucha
iniciativa. Un buscar con empeño en vertederos o rastros de desecho,
para abonar y fecundar el interés. El interés ¿hace falta
más para nutrirnos? No, no creo que uno necesite mucho más que eso
para cultivarse. Podré escuchar miles de canciones, observar con
disimulo lo inadvertido y sí, infiltrarse allí donde más detestas
para sopesar y escoger aquello que te subvierte.
No es
cuestión de gustos, de hábitos o de aceptación general. Solo hay
plegar las orejas y escuchar el estertor entre el rum rum interno.
Esa especie de crujido, pálpito con sudoración y excitación
espontánea que sucede, cuando el mucho observar da sus frutos. Un
grado mínimo de locura? Pues también; no digo que no. La locura
llevada a cabo con intención también tiene su qué.
Pongamos
como ejemplo una tarde cualquiera en un centro comercial; allí donde
solo vas por pura necesidad, o por vicio.
Agarras el
carro con fuerza y te pones tus mejores galas de Hércules Poirot. -
Oh las ofertas!! - Uy los productos raros e innombrables!! la
gente!!, observas a la gente y hasta construyes tu propia historia;
que sin guión no hay película. Espartanos a la carga!!, a ver quien
mejor zizaguea entre carros, palets, estantes y niños barítonos.
Vaya por
delante, que no seré yo quien aconseje ahora hacer todas las compras
en una gran superficie. Pero supongo, que como hijo de toda madre,
pocos seremos los que estamos exentos de aprovechar los tentadores
precios de los productos de primera necesidad que allí se dan:
Leche, agua, bebidas refrescantes, productos de limpieza... etc etc
etc. Y el vino, por lo menos ese vino de diario en el que no queremos
dejarnos nuestro presupuesto. En ese caso tan peliagudo, yo soy de
los que tiene la suerte de vivir en un barrio donde hay prácticamente
de todo: Pequeños comercios donde se mima la calidad y el cliente,
mercados de barrio, y la tienda por excelencia donde compro el 99%
del vino que consumo; ya sean económicos o para una ocasión
especial. Pero... quien no se ha resistido a la tentación de
escudriñar los bastos pasillos de vino en busca del sorpresón,
ahora que tanto se ha popularizado. Y conste, que “popularizarse”,
nunca es sinónimo de apostar por pequeños productores (auténticos,
con terruño y transgresores). Por lo general, en la música, la
alimentación, gastronomía o cultura. El público mayoritario no se
complica y tira por lo conocido, estandarizado, y económico, sin
mirar demasiado si ese precio se corresponde con la verdadera
calidad. O por lo menos, si la relación calidad/precio nos
corresponde con algo de excitante descubrimiento.
Muchos son
los que dicen aquello de: - Es que ha mi lo que me gustan son los
vinos suavitos, o.. - Soy más de cerveza, el vino no me va,
incluso... - Yo solo escucho lo que ponen en la radio.
Diantres!! no es que te guste aquello o lo otro, es que te dejas
cebar sin más resistencia. ¿comodidad? pues no digo que no. Pero
aun por comodidad -que es muy respetable- experimentar aunque solo
sea una mijilla por aprovechar los sentidos que nos ha dado la madre
naturaleza, no está de más. Para sentirnos vivos sin más. Y
cuidao!! no me vale la excusa de: “no tengo tiempo o, es que no
entiendo”, que sin experimento no hay entendimiento.
Empezaré
por Alcampo que es donde voy más a menudo por variedad y precios. Ni
me llevo comisión ni le proceso demasiado amor, tan solo es que me
dan la oportunidad de elegir que ya es mucho, y es de los más
baratos. Lo de Mercadona ya es un caso perdido; su baza es el precio,
pero compras lo que ellos quieren. Carrefour tuvo mejores tiempos,
ahora manipulan productos por marcas que es un contento.
Eroski/Caprabo/Corte Inglés/Esclat/Lidl/ por este orden, tienen
algún tesoro escondido pero no suelen prodigarse más que lo justo.
En Alcampo
sin embargo, de un tiempo para acá la cosa ha mejorado
sensiblemente. Por lo menos lo que es en vino, hay una amplia oferta
y entre tanta botella clónica e industrializada se suelen encontrar
algunos tesoros imperdibles. Es el caso de este tinto reserva de
Calatayud. Resultado de una ampliación de estantería aprovechando
las arrolladoras tendencias. Algo por cierto, nos guste o no, siempre
se le puede sacar partido.
Yo soy de
los que mantienen la teoría, de que en estos sitios tan amplios y
poco controlados, existe la figura del INFILTRADO. Aquel tipo
vocacional relegado al anonimato, que filtra joyitas entre tanta
inmundidad. Ya sea en tiendas de discos, grandes almacenes o
supermercados; el top, os lo juro existe. Como si no, hemos dado con
grandes obras maestras de la música entre discos de la Pantoja, la
Década Prodigiosa o Rocío Jurado?? Pues con el vino u otras muchas
cosas pasa lo mismo, lo mantengo!!
Este vino de
9 euros aprox. es un claro ejemplo. Últimas existencias rezaba en
un cartelito de amarillo a sus pies; le estaban dando ya la
extremaunción vamos. Primero analizamos el contra etiquetaje de la
botella en cuestión, no sea que sea de una bodega industrial, un
embotellado para la superficie, o sus típicas descripciones placebo
digan mucho y signifiquen poco; como es de costumbre. Que sea un D.O
Calatayud en un sitio como Alcampo ya es buena señal, ya que las D.O
pequeñas son casi inexistentes para las grandes cadenas (Calatayud,
Conca de Barberá, Terra Alta, Ribera de Guadiana, Cigalés etc.).
Que en ella se hable de meloláctica, de la evolución del vino en
sus 8 años de botella, o que sea de una Cooperativa local ya es
suficiente para jugársela y probar. Al fin y al cabo por ese precio
no perdemos demasiado, más barato ya es peligroso.
La verdad es
que compré una primera, y la experiencia fue tan gratificante, que
compré una segunda y una tercera; aunque este última bajara el
listón y su acidez fuera indomable. Muy buena extracción pese a
estar algo cerrado, alcohólico y excesivamente ácido al principio.
Cuando se agita en la copa y coge aire la verdad es que destaca muy
buenas maneras: Caramelo y fruta negra madura, algo de barniz, un
resquicio final de brasas, mineral, tinta... una nariz muy rica y
disfrutable si señor. En boca se vuelve amable poco a poco cuando se
oxigena, con lo que no le viene de más abrirlo con bastante
antelación o decantarlo; que el vino coja aire y se abra. La
temperatura, insisto, en estos días de 30 o 35 grados. Jamás
beberlo a temperatura ambiente, usar una cubitera o jugar con una
funda de estas de gel para que no se alcoholice. Refrescarlo un pelo
en la nevera, que se yo, que el vino esté fresco al tacto sin que
sea frío exagerado.
Boca con
buen recorrido algo árida pero muy deliciosa, se bebe fácil: Cacaos
amargos, algo de tabaco fresco y todo con un tono largo y balsámico.
La verdad es que teniendo en cuenta que está en su hipotético
declive según marca la bodega. Su atractivo precio por debajo de su
media, que suele ser de 10 a 12 euros, lo hace toda una tentación
con más vida que la que se pronostica.
No son
muchos los tesoros que se encuentran por sus estanterías, teniendo
en cuenta lo basto e inabarcable de Riojas resultones, Ribera de
Duero, Somontanos y Penedés, que tanto saturan y poco arriesgan.
Pero si es verdad que en un rango de precios accesibles, puedes
encontrar un buen puñado con una verdadera garantía de calidad,
terruño y buen oficio. Yo por ejemplo (opinión 100% personal),
suelo ser fiel comprador de Condado de Haza Crianza. Un tinto
de Ribera de Duero extensión de Pesquera, que desde la primera añada
que probara hace diez años no hace más que evolucionar a mejor: Muy
buena extracción, mineral, ligeramente herbáceo, con buena fruta, y
con un frescor la mar de crujiente y versátil. Es un vino que
combina con casi todo, adictivo en el día a día y la mar de
resultón en una buena comida. Además sus 9 euros lo hacen
imbatible.
También
tenemos al delfín de Emilio Moro, Finca Resalso, por escasos
6 euros. Con una juventud nerviosa, pinzante y jugetona, menos
imponente que C. de Haza pero perfectamente complementarios. Los
vinos básicos de Borsao de Campo de Borja, hipereconómicos
pero sin rival en su rango de precios; Tres Picos es otra historia.
De Palacios
Remondo se suele encontrar La Montesa ligeramente más caro, y
es una pena que no se hayan decantado por La Vendimia;
bastante más económico. Pero este, es un Rioja diferente como el
Remelluri, más concentrado, mineral y especiado; toda la idea de
Priorat llevada a cabo con Riojas jóvenes. Un Montsant como Bruberry
con nervio, personalidad austera y mucha fruta roja crocante por 12
euretes. En fin, haberlos haylos, no es fácil lo admito. Hay que
desarrollar un instinto detectivesco para escudriñar y separar grano
de paja, pero que hay cosas ricas, auténticas y diferentes por
precios que dejarían a los Faustinos, Paternina, Raimat, o Marqués
de Cáceres por los suelos. Ahí van unos cuantos: Los Juan Gil,
Monopole Viura, Atrium de Torres, Pintia, Coto de Hayas, Laus
sobretodo en Gewutztraminer, o el Azpilicueta.
Lo dicho, yo
siempre recomendaré hacer las compras de vino en tiendas
especializadas. Básicamente porque creo firmemente en el criterio
seleccionador de un pequeño comerciante. En su apuesta de riesgo por
pequeñas bodegas y D.O poco conocidas con mejores RCP. Porque soy
romántico y sinceramente un barrio no tiene vida sin sus pequeñas
tiendas, colmados y fruterías. Porque es ahí donde se da el
verdadero status quo comerciante del pueblo Mediterráneo. Y sin él,
perdemos nuestra identidad y el trato humano, cercano y franco con
nuestros semejantes.
Las grandes
superficies las inventaron los Franceses; que entre todas las más
grandes de la historia que inventaron, esta la peor de largo. Y si
bien es cierto que en su territorio se respeta más el terroir y las
D.O de sus vinos. La mayoría son elaborados y etiquetados en
exclusiva por bodegas de confianza, para grandes cadenas; algo que a
mi no me da demasiada confianza.
Lo dicho amig@s. Que la chispa de la vida se puede
encontrar en los resquicios más insignificantes de la misma. Que los
que crecimos en un lugar donde los medios eran inexistentes, y la
imaginación era la mejor herramienta. Sabemos que la abundancia y el
acceso no equivale ni sustituye el esfuerzo de conseguirlo. Y lo que
cuesta, siempre estimula y reconforta más aun.
Y sobretodo,
que el disfrutar de una saludable copa de vino no está peleada con
presupuestos, ajustados o manirrotos. Lo mejor, lo que a uno le gusta
y siempre avanzado e investigando, que retirarse es de cobardes.
Derriten sus
hojas los árboles, tiñendo de verde las losas.
Se hace el
silencio en la calle, de al medio días esta que arde. Solo se atreve
el borracho, de rockstar iluminado, por un spot de rayo cósmico, que
desde el cielo le cae.
Solo le
faltaría la música, con su métrica y su compás. Y así como si
Gato Perez recién resucitado nos cantara un Pedro Navaja a la sombra
de una morera. Cambiaríamos la luz del proscenio y las farolas, por
la del increíble astro solar. Ese que un día hizo acto de
presencia, para castigar insolentes e insolados. Y de verdad, puede
que este no sea un Verano. Pero es tan ardiente la sensación, que
nadie diría que no es un inoportuno spoiler, de lo que está por
venir.
Son a menudo
esas buenaventuras las que nos remontan a la calidez del pasado. Tan
cercano y remoto como las pasadas del escáner , que ejercitan la
retentiva, el rebobinado y el desempolvado de nuestro desván en el
córtex temporal.
Hoy por
ejemplo, domingo de tambores en paso militar (algo se celebra en la
plaza de mi pueblo y nunca se el qué). He silenciado el estruendo
con un disco de Chet Baker Sextet, concretamente subiendo bien
alto el volumen de “Pent Up Hose”. Con él se cortan mejor
las verduras para la pasta, y Daniel Humair toca infinitamente mejor
los tambores que la casa de Aragón. He dado un sorbo largo a la copa
de vino de un resto de la noche anterior. Y en un deslizar sedoso y
perfumado de vino blanco por el gaznate, se ha levantado de repente,
una leve brisa que ha volado las finas capas de la revoltosa
cebolla.
Corrientes
alternas que suben y bajan como pequeñas vagonetas contenedoras. Las
poleas giran con el púm púm!! y así, de golpe, se activan como
fogonazos los recuerdos. Al principio como evocaciones y después
entre brumosas siluetas, en imágenes casi perfectas: Los jugosos y
rechonchos berberechos al vapor estallando de jugos la boca, otro
trago vino, pero nunca lo suficientemente exacto. He agarrado la
botella vacía como una medium embarazosa, y lo he intentado de
nuevo. Se hace llamar EL DESCEGRUT, EQUILIBRI y hasta que un gitano
acompañado de su órgano, no ha saltado a la palestra cantando por
soleás al medio de la plaza, no he gritado agarrado y arañando con
las uñas negras los barrotes del balcón: “Dame Veneno!!!”
“Dame veneno que quiero morir de placer!!”. Como decía
Teresa Cauntrys – Xarel 10; y lo cierto es que la jodía no se
equivocaba: Los perfumes, elixires y venenos en esencia,
concentrados.
Sucedió y
no fue hace tanto. Meses que se pasan como hojas cuarteadas y
desprovistas de datos certeros y lúcidos. He tenido que empinar otra
botella de Equilibri para buscar esa puñalada trapera al
fondo del paladar. Agarrar las cuerdas tensas de su acidez galopante,
y montarme a pelo cogido a sus crines.
Se presentó
como el trío carabelas una noche ya pasada del mes de Marzo.
Anunciaba muertes como el decapitado Germano. Días de incertidumbre,
noches de dudas, miedos y pistoletazos de salida. Elixires para
sofocar el calor, que ya empezaba a rodearnos con sus brazos.
Apretando y exprimiendo poros. Condensando frentes y lumbares de
sudoripación. Arreando con un triángulo perfecto de Xarel.los
herederos de Cossetanos a nuestro cuerpo, lo que demandan los días
calurosos, el perfume mañanero de Cinamones y las terrazas a
rebentar.
Eduard sabe
lo que me gusta, y debo abrirme en canal y sincerarme: El Xarel.lo
bien hecho me puede.
Esa acidez
vigorosa que se amalgama con pasos por boca glicéricos, sin excesos
ni empalagos, que acaba dando con su exquisitez sabrosa. Esa que tan
bien se entiende con los arroces, los quesos y en definitiva, con la
grasa de algunos alimentos que ingerimos. Todo eso, y muchos más
detalles que se escapan de las descripciones genéricas que acompañan
al contraetiquetado de las botellas. Y que hacen que un vino sea la
compañía perfecta por simple gusto, coincidencia o momento. Son en
gran medida, los que me evocan el tránsito de las estaciones hacia
el calor y la contemplación estival.
Hace ya un
buen puñado de años me dejé arrastrar en esto del vino, por los
Chardonnay criados en barrica. Eran años de iniciación y en esas
tesituras, siempre me dejé aconsejar por mi instinto. Algo que
repito hasta la saciedad: “los placeres de la vida siempre
deberían surgir de nuestra intuición instintiva, sin importarnos el
que dirán, ni si se ciñen a patrones académicos”. Lo bueno
es lo que nos gusta, y punto. Luego está hacia donde nos lleve
nuestra curiosidad, que es seguramente lo segundo más importante.
Con los años
de probar y descubrir me acabé agotando, dicho desde el cariño; soy
culo de mal asiento, y no entiendo el disfrute sin los hábitos
cambiantes.
Penedés
abanderó hace ya una década los grandes blancos Chardonnay. Vinos
con presencia, muy dóciles a la hora de hacer crianzas perfumadas, y
en aquella época prácticamente imbatibles. Los años han cambiado,
y una nueva generación de jóvenes viticultores por fin se han
aventurado en la difícil tarea de cultivar desde la esencia,
aquellas uvas caprichosas de la zona: Garnachas blancas, Cariñenas
blancas, Pansa Blanca y sí, Xarel.los. Esa uva que antaño solo se
entendía como una parte del cupatge de espumosos. Desde hace un par
de años estoy embelesado con ella y tantas otras, pero sobretodo con
ella. Rubén Parera nos arrojó luz sobre la forma de entender la
vid, las uvas y la tierra, como retrato de un territorio.
Y ahora
mismo, hay un montón de blancos mediterráneos que sería un pecado
capital dejar de probar. Sobretodo de la zona del Penedés, de Alella
y de L'Empordà.
El qué
primordial de enfrentarse a tres vinos, vamos de catarlos. Tres
monovarietales del Penedés, tres Xarel.los tan diferentes entre si y
sin embargo tan elocuentes en su elaboración. Me dan en todo este
tiempo de encuentros vinícolas de los jueves. Unas lecciones tan
magistrales a la hora de intentar entender aquello de lo que
disfrutas. Que uno solo es capaz de postrarse ante el aprendizaje que
da el debate sobre nuestros gustos, sus más secretos intríngulis e
incluso esos pequeños detalles que se escapan al hábito vehemente
de las cosas que nos ofrece la vida.
No es que
sea una cuestión de mero examen, de análisis o de fórmulas
matemáticas por muchos profesores que tenga la escuela. Es algo
mucho más emocional y sensorial, un algo esotérico si de nuestros
sentidos hacemos caso. Y de puro remanso, cuando nos dejamos caer del
lado más fraternal del grupo. Nuestra mecánica es autodidacta, y es
lo más divertido de todo esto. Porque si algo hay grande en
compartir placeres, es hacerlo divirtiéndose y dejándose llevar por
ese niño chico golismero que todos llevamos dentro.
En ocasiones
por pecar con algunos de los vinazos que uno mismo a cara de perro,
no podría costearse. Por descubrir zonas recónditas. Por contagiar
de la pasión personal al que tenemos al lado. Jugar a los trileros
con las catas a ciegas. Diseccionar esos entresijos que hacen mágicos
los vinos, en sus parentescos y en su carácter opuesto. Ya sean de
la misma zona, uva o país. El reto de dar sentido a una cata en
cuanto se parte de un destino, y toda la idiosincrasia que lo
envuelve. O simplemente por dejarnos asombrar de esa inabarcable
cantidad de pequeñas joyas, que se alejan de las masivas estanterías
a precios realmente tentadores.
Esta vez, la
primera creo, sobre la punta de lanza del Penedés actual; sus
asombrosos Xarel.los. Tres blancos opuestos en concepto, y
casualmente con un tocayo de aquella copa que bebí en mi primera
cata.
PARDAS
XAREL.LO 2009
Una bodega
que me tiene como leal siervo, desde el primer instante en el que
probé su Cabernet Franc (uno de esos vinos que nunca falla a muy
buena R.C.P). Esta vez también ostentó el privilegio de ser el
punto de partida.
Viñas
viejas de 35 años en suelos pobres y bajo rendimiento. Elaboración
cuidadísima con extracciones tranquilas. Crianza de 8 meses en
barricas principalmente de roble francés nueva y usada, de castaño
y algo de inox. Bazuqueos cada diez días en la crianza y
clarificación natural.
De color
dorado subido, es el blanco de la casa más franco y accesible. Un
vino fresco, inmediato y como el Cabernet Franc, de esos vinos que se
adaptan a cualquier comida o momento.
Muy buena
nariz a Membrillos, a Turrón con toques ligeramente minerales que
recuerdan a su origen calcáreo (tiza, hueso de calamar, talco).
Aparecen con la oxigenación y ese frescor tan radiante, notas de
cáscar de limón, de hierba fresca e incluso de lavanda. En boca
tiene un ataca delicioso ligeramente untuoso aunque predomina el
frescor de su acidez muy bien integrada. Final con un sutil amargor
que limpia boca.
Un vino
equilibrado y generoso que eleva el listón como siempre, por su
tentador y accesible precio. Sin por ello dejar de rayar el notable
alto para codearse con vinos de precio superior.
NUN
VINYA DELS TAUS 2012 (Cal Raspallet Viticultors)
Fue el
último que probamos, pero por su elevado precio, el que más acusó
la imponente personalidad del más joven debutante: EQUILIBRI 2009.
Un Xarel.lo
de viñas de 55/65 años con crianza de 8/10 meses en barricas de
Borgoña nuevas y de segundo vino. De cultivo biodinámico y con el
respaldo de Ester Nin (Clos Erasmus) Al que le pesa como una losa sus
35 eurazos de precio. Joven seguramente, para ofrecer todo el
potencial que seguramente puede ganar en la botella con más tiempo,
y sin haberlo decantado previamente. Pero es que 35 euros son muchos
euros para un blanco que se mostró realmente discreto y con una
madera demasiado exuberante.
Y que conste
que no soy de los que doy por erróneas las notas a madera. Creo que
entre lo fragante a vainilla de las maderas y el desparpajo de una
uva hay una difícil equidad; con variantes para todos los gustos y
colores claro.
Con alto
contenido de volátiles bien concentrado de maderas nobles; sus 13
grados lo atestiguan. Hace que un principio resulte algo saturado en
nariz con un amalgama de cremas pasteleras, mantequilla, brioche,
gofres... Cuando se va atemperando y acomodando a la copa resalta un
ligero fondo marino. A medida que coge aire adquiere un final
metálico tenue, algo sanguino. Me gusta desde luego más su perfume
cambiante que su entrada en boca, donde para mi gusto sigue
resaltando demasiado la madera sobre la uva. Ahí se balancea más
hacia lo mineral, reminiscencias a ciruelas claudias, secante y una
leve astringencia para acabar.
Creo que es
un vino para trabajarlo más, algo extremo y puede que la falta de
oxigenación jugase en su contra; su precio desde luego. Porque
también hay que admitir que después de enfrentarme al fabuloso
EQUILIBRI, del que juega muy a su favor su inferior precio; sin ser
barato precisamente. Amplía tanto el rango expresivo de cualquier
xarel.lo, que se me antoja invencible. Y eso claro, puede que me haga
ser nada imparcial.
EQUILIBRI
2009 (Descregut Vins Inquiets)
Sin dudarlo
ni un ápice, el triunfador de la noche; por mal que me sepa hacer
ganadores de las catas. Soy más de disfrutar tanto de lo que me
gusta, sorprende, exige o desconcierta; siempre creo que todo te
enseña a conocerte.
Un proyecto
joven jovencísimo que empieza a dar su primeros pasos y balbucea:
paaaapa, maaama!! Con toda su jovialidad, tanto de la pareja
que lo elabora (treitaipocos años de Marc Milà & Arantxa de
Cara), como de sus añadas; esta es la segunda que lanzan al mercado
después de la del 2006. Con todo y eso, la criatura tiene una
verborrea, levas y es de espabiladaaaa... tanto que te recita a Keats
y Yeats a las puertas del cementerio.
Un Xarel.lo
realmente particular que ha reposado tres años en barricas de roble
francés. Y que además se comercializa de manera limitada (1.600
botellas), con cinco años de botella. De ahí sus 20 euros de precio
aprox, que doy fe que los vale eh?
Blanco para
no abusar del frío si no se quiere matar su exquisita expresividad,
y que se bebe como el caramelo cuando se abre cual flor en Mayo. Su
primer envite visual cautiva por su dorado subido y amielado de su
larga crianza. Este vino también tiene una primera entrada en nariz
a madera (nueva esta vez). Aunque como pasa con los Tondonia, su
presencia tan solo aporta ese toque de distinción y elegancia sin
abrumar.
Tras ese
vestíbulo tallado de roble ensortijado, la estancia. Se puede
penetrar a tientas, sin guía ni lazarillo. Los efluvios a miel de
romero, tomillo recuerdan al patio recién regado, a mañana, a
prado. A flores blancas desconchadas de madurez (magnolias,
gardenias). A cama peripuesta de sábanas recién lavadas y
almidonadas y a cómoda de la abuela, te guían.
En boca es
más intenso, marca el carácter del Xarel.lo. Fondo confitado, con
castañas verdes de ratafía, y glicérico su paso por boca. Lechos
de Hierva Luisa y tisana, té blanco, es todo armonía, complejidad y
evocaciones agradables casi de infancia.
Un Xarel.lo
extremo con un abanico de sugerentes recuerdos (todos buenos), casi
indescriptibles. Sin duda uno de los mejores y más personales que he
probado en años.
Desde bien
pequeño ya, y pese a la desmesura diametral de mi rollizo cuerpo
según cuentan las historias de madre “no hay más que una”
-se cuenta que el jamelgo con mi madre rebasando ya la cuarentena,
pesaba cinco kilos y medio- madredelamorhermoso!! Pese a ese florecer
desproporcionado y parasitario, cuando dejé de depender de las
mamellas de mi madre y la leche en polvo del niño gordo de la lata,
como ella la llamaba. Crecí apocado medio alelao y propenso a coger
al vuelo cualquier virus que se preciara.
Huesudo,
espigado y rodeado de cuatro mujeres, mi infancia no fue la alegría
de la huerta que digamos: En perpetuos resfriados, gripes, jaquecas y
alergias, me atiborraron de inyecciones, vitaminas... - Tose cuando
entres nene!!, me decía mi madre cuando visitaba al doctor Padrós
día sí, día también.
Cada vez que
encamaba -que eran muchas- crecía un centímetro y se acentuaba mi
delgadez. La ropa me quedaba enorme, las articulaciones me dolían,
era sonámbulo y tenía miedos nocturnos, me meaba en la cama... una
joyita vamos. Por aquel entonces, sin tantas manías ni tonterías
como ahora. Mi madre que estaba emperrada en volver a ver el gordo y
lustroso neonato, me preparaba un brebaje inbebible: Quina San
Clemente con una yema de huevo, bien batida y pa dentro!!
Os reiréis,
pero ahora que voy camino de los 45 y con 1'85 de altura. Cada Sábado
que voy a verla, en su vejez de 86 primaveras y después de comerme
su lentejas que tanto odiaba y ahora adoro, con una botella de buen
tinto que cada semana le bajo y compartimos. Me acuesto a echar la
siesta en mi cuarto de soltero, y vuelvo a soñar con esos días.
Ensobrado en un juego de cama de felpa frente a ese dibujo de
témperas que dibuje con catorce años. Vuelvo a caer en el dulce
sueño de la infancia. Como podréis imaginar, mis necesidades
nutricionales ya no van dedicadas a mi envoltorio sino a mi alma.
Reconstituyentes
que te nutren desde dentro hacia afuera. Que abren ventanas y poros
para que pase el aire, dándonos perspectivas y conocimientos de
nuestros sentidos nuevas. Esas que te hacen volver a sentir la
emoción infantil de descubrir los secretos mejor escondidos de la
vida. Los que nos enseñan a conocernos y a medir con nuevas
experiencias, nuestra mutación y madurez deliciosa.
Hay quien
cree que conocidos ya los gustos, para que devanarse la sesera en
entender aquello que no entra a la primera, pudiendo apoltronarse
cómodamente en los hábitos: Hábitos que se tornan rutinas y
rutinas que acaban siendo monotonías. Pues bien. Supongo que a veces
la rutina nos da cierta seguridad, porque no. Ah, lo siento. Yo desde
chico y con la seguridad de ser un zopenco, según estipula mi
currículum oficial. Siempre me empeñado, primero de manera
instintiva y poco más tarde ya por pura devoción, rozando casi el
fervor. En encontrar siempre motivos suficientes para exprimir los
sentidos y la curiosidad, quizás por eso, porque soy un zopenco.
Fue así
como la segunda cita del año que nos hizo descender como si fuésemos
lugareños de Guanajuato hasta los genitales de Vadebacus. Y en el
perforar colectivo hacia nuevas galerías secretas y misteriosas,
diésemos con oro en vez de níquel o plata. Oro de glorioso sol San
Luqueño para sacudirnos la caspa de encima en un “todo lo que
usted quiso saber de los vinos de Cádiz, y no se atrevió a
preguntar”. Una noche que no fue ni mucho menos una disertación
escrupulosa de sus controvertidos elixires. No, a veces es bueno
poner el contador a cero, deshacer lo hecho y volver a empezar todo
de nuevo; y yo respecto a estos pormenores soy como un niño
asombrado con la mirada congelada y los ojos abiertos como platos.
Digamos que soy neófito absoluto y aprendiz avispado, para qué más.
Tenía que
ser así, enfrentados por primera vez y de improviso a tres tremendos
vinos del Marco de Jerez. Como esa primera vez que te arrastran
engañado a un burdel. Como enfrentarte entre el pavor, el
desconcierto y la excitación a tu primera erección.
Líquidos
glicéricos con un carácter gastronómico imposibles de entender sin
un bocado que llevarse a la boca. Que nacieron de la idiosincrasia
Andaluza del beber, negociar y comer, pasando casi inadvertida su
grandeza e inigualable personalidad dentro de la tradición vinatera
española. Tuvieron que ser así los Ingleses los que primero
apreciaron su distinción dentro del marco de los Sherrys, vinos
secos de aperitivo y olorosos. Ahora, con el paso de los años
bodegas como Equipo Navazos, son los titánicos Leónidas que se
enfrentan en las Termópilas, al devenir incierto del vino de Jerez.
Nunca lo suficientemente valorado, como una especie única e
inimitable dentro de la personalidad que ostenta cada vino en nuestro
país. Por eso, no hay vino que iguale o pueda acercarse mínimamente
a estos vinos: Complejos, exigentes y caprichosos ¿quien no se ha
tomado alguna vez una copita de la Guita, Tio Pepe o La Gitana...
etc? Con un cartucho de camarones, jamón o queso.
Lo cierto es
que pese a lo coloquial del consumo de estos vinos, da la sensación
que jamás se les ha dado la suficiente importancia aquí.
Y no seré
yo el que intente dar lecciones de nada, salvo de la emoción y
disfrute al intentar diseccionar o descifrar la sensaciones que
produce hacer una cata de estos bichos indómitos. Para eso ya están
Jesus Barquin y
Peter Liem; ideólogos y Almacenistas de filosofía combativa.
Con el orden
impuesto por Jordi Ferrer (nuestro guerrillero infatigable y
cómplice Perico). LA BOTA DE FINO nº54, AMONTILLADO EL TRESILLO, y
LA BOTA DE PALO CORTADO 2014 nº52, y de manera inédita con Jamón,
Queso Viejo y frutos secos para acompañar. Fueron unos primeros
instructivos apuntes los que nos guiaron levemente por las
particularidades de la crianza de cada uno de ellos, lo que los
hacían distintos: La importancia del Velo Flor que cubre en su
periodo de crianza estos vinos, y que controla la oxidación de los
mismos. La sabiduría de los Almacenistas y catadores en la elección
de las botas para determinar el ensamblaje y la composición única
del Fino, o del Palo Cortado (calificación en el origen de tachar
las botas elegidas con tres palos y una raya oblicua), el domar la
oxidación de los mismos en equilibrio funambulista. O el misterio de
la extracción de semejantes vinazos, de una uva tan fina como el
Palomino.
Aunque para
ser sincero, entre lo turbador y contrastado de la experiencia
olfativa y palatal del momento. A uno se le va el santo al cielo
levitando entre gemido, gruñidos y salivaciones; para que engañar.
LA BOTA DE
FINO nº54 15% (Vallespino) es directo, refrescante e inmediato,
perfecto e insaciable para tapear mientras se arregla el mundo frente
a una barra o sentado a la fresca. Con perfumes entre las lacas, el
polen, las olivas y la madera húmeda recién cortada. Es un vino
secante pero muy fresco a la vez y conforme sube gradualmente de
temperatura de los 10 grados a los 13, aumenta notablemente su
abanico expresivo. En boca es contundente recordando al perfume que
impregnan las cooperativas aceiteras del sur (olivas, extracción,
jamila), toques salinos a mar, pesca, arengues, ligeramente ahumado.
Toda una ricura.
AMONTILLADO
EL TRESILLO 20% (Palomino Fino) es otro giro de tuerca. Como suelen
ser los Amontillados, es mucho más profundo denso y rotundo aunque
preserva una acidez diluyente ideal para comidas grasas (pescados
azules, quesos, o caza). Con su color ámbar seduce y activa
recuerdos evocadores. Su olfativa es casi infinita y tan amplia que
obliga a reflexionar: Goloso, con recuerdos a tabaco de pipa, currys,
azafrán, naranjas, vainillas y frutos secos. En boca es adherente,
longitudinal y fresco por su deliciosa acidez y explosividad.
Con el queso
curado alcanza su cúspide al amalgamarse con las grasas lácticas
fundentes. De ahí esa definición de gastronómicos. Son vinos que
cuesta entenderlos si no es con la ceremonia de oler y combinarlo con
la química de un buen bocado; entre otras cosas porque pueden ser
altamente peligrosos y cabezones a palo seco.
LA BOTA DE
PALO CORTADO 2014 nº52 18% es otro grado de subliminal, otro mundo.
Y perdonen mi atrevimiento, pero cercano al súmmun y lo celestial.
Sí, así de rotundo. Y lo cierto es que sin ser estrictamente un
vino dulce, el amalgama sensitivo que produce es definitorio; EL
COLOFÓN. Armonioso con los frutos secos a puñados, sedoso en boca y
fundente con el aceite de las nueces, la avellanas, las almendras y
su acidez. Todo ello resulta tan hipnótico y cálido como la
contemplación de la lava del Kilauea.
Perfume de
miel, olivas, mueble antiguo, orejones y pasas. Al subir la
temperatura emanan los licores y más pasas. En boca es bestial,
milimétrico. Puedes separar por capas las sensaciones, perder la
cabeza, volver a reformular, y aun así no acabar de definir las
sensaciones más que con un gemido canino. Es como catalogar y
ordenar todo lo que te han ofrecido los anteriores dos vinos #Y
otros, conjugarlo, volverlo a separar, y elevarlo a la máxima
potencia. De echo una de las peculiaridades de Palo Cortado, son la
selección de los mostos más excepcionales de Miraflores. Todos
ellos del mismo pago y de la misma añada, y pese a ser de carácter
netamente joven se le intuye una vida en botella increíblemente
longeva.
La ausencia
prácticamente del velo de flor, que es la película que se forma en
la superficie del mosto y lo preserva de la oxidación. Hace que a
diferencia de otros sea este un vino oxidativo, y sin embargo tan
lujurioso para beber. Recordando a grandes productos de esta bodega:
La Bota de Florpower MMX 44 y 53, La Bota Amontillado o a La Bota de
Manzanilla Pasada. Como dice la misma bodega: Una selección de seis
botas de cañón para ensamblar este vinazo, puede que uno de los
mejores olorosos de Jerez.
Así que
para que decir más, lo que se dice una noche completa. De aquellas
que te teletransportan a las estrechas callejuelas Gaditanas, a Jerez
de la Frontera y sus tabernas llenas de vida. Al olor a mar, salitre
y a la euforia desatada que respiran sus calles. Viajes antiguos que
ahora se nos antojan breves y distantes, trazando un tiralíneas
entre Sancti Petri con sus inabarcables playas de arena compactada, a
Chiclana, Padro del Rey o por los alrededores de la catedral
Gaditana. Y que le hacen regresar a uno a casa con la huella en el
paladar mientras en el coche sonaba Adrian Cowley, sí lo recuerdo,
sonaba Adrian.
05#REIGNING SOUND / SHATTERED Vs. ARTADI VIÑAS DE GAIN 2011 (RIOJA ALAVESA) Tempranillo
Se puede uno teletransportar al pasado sin tener la certeza si la máquina viajera se ha vuelto loca y ha barajado a discreción citas, décadas con sus calles sus clubs, y aquellas sombras de pasados personajes que dejaron la huella de su copa sobre la carcomida barra#?? Reigning Sound, banda con buena mano como sus paisanos los Grizzlies de Menphis. Se nos aparecieron con el Otoño a las puertas, de la mano de uno de nuestros confidentes de lujo; Mr. Johnny WoodyJagger vía Jesus Cierzo. Allí se relataban las proezas de esta grupo de GarajeRock afectados por la melancolía. Y es que 12+1 años de carrera con sus consiguientes discos (doce en total), dan para mutar, moldearse y acomodarse a los tiempos que corren. Como estos nuevos Riojas de corte actual y esencia ancestral. Reigning Sound mantienen viva la llama del pasado, con una frescura que los ha llevado a pulir las aristas cavernosas de sus primeros trabajos. Y a despertar de un ensoñador Break Up Brak Down/2001, con un estallido de perfume silvestre a frutillos, a pedernal y a flores que se abren y cierran como una planta carnívora que te da caza. Si lo comparo con Viñas del Gain; una de mis bodegas preferidas de la Rioja en todos los rangos posibles: Desde su básico hasta sus Pagos Viejos, es por algo. Éstos mantienen el respeto por aquellos centenarios Riojas que los Franceses les enseñaron a afinar y envejecer. Y a la vez crean vinos angulares que se flexionan como los juncos de un río; mecidos por el viento, resistentes y transpirables de mineral lujurioso. Esos mismos que hacen enterrar esa equívoca fragilidad de los Riojas cargados de madera y avainillados que plagan las estanterías de las grandes superficies, de marquesados y condeduques.
El Shatered/2013 de Raigning Sound y Artadi, comparten esa misma forma de entender ese equilibrio de extraordinarias sensaciones. Notar que un soplo fresco de brisa te acaricia y el poder melancólico que te inunda; degustando, sintetizando y transpirando en miles de detalles.
Su entrada triunfal con la resurrección de Dr. Johnn en “North Cackalacky Girl” de la mestiza rivera del Missisipi. El Soul blanco de áspero y aterciopelado Van Morison en “In My Dreams” o“Never Coming Home”. El más negro funkero de “Baby it's too Late”, “My My”, “Starting New”. Puntadas de garaje rock steady en “You Did Wrong” o “Falling Rain”, y una placidez que te agasaja en recuerdos y referencias supinas tan amplias como fragantes. “If You Gotta Leave” es la expresión máxima de dulzor con sedimento jugoso y crepuscular, junto a la bajada de telón “I'm Trying (to be the manyou need)”; Otis Redding masajeándote las sienes y las cervicales.
El sortear Urkiola para caer en las llanuras Riojanas de gélidos inviernos y soleados veranos. Descubrir el tesoro que se esconde entre sus viñas de espacios abiertos. La rugosa voz de Greg Cartwright que bien podría ser la entrada en boca de este vino: Complejo, con mineralidad y taninos vigorosos, regaliz hacia el final, especias, o cómoda de la abuela (maderas antiguas, nobles). Y el sedoso hammond de Dave Amels que dan los estupendos aromas que desprende tras un tiempo de reposo (este vino y los de Artadi en concreto expresan más con oxígeno y paciencia). Tiene un perfume de Rioja Alavesa frontal, sin disimulos. Con mucha fruta negra, hojas de tabaco, azúcar quemado, torrefactos y un áurea de hiervas aromáticas y mentoladas que contrasta con ese pellizco de amargor final. Los dos gravitan por todo el disco como satélites circunspectos, o los tres; órgano, voz y vino. Se podrían fundir con claridad en un amalgama de dulzura, perfume y gravedad, pero gravedad amable y lúcida.
Uno sin duda, de los discos más reconfortantes de este año y un vino/bodega a la que le tengo verdadera devoción.
04#THE TWILIGHT SAD / NOBODY WANTS TO BE HERE AND NOBODY WANTS TO LEAVE Vs. PASANAU EL VELL COSTER 2004 (PRIORAT) Cariñena (Samsó) 100%
Llegaron demasiado tarde, la mesa recogida, el café humeando sobre la mesa, los cercos de las tazas... tazas de contenidos pasados. A estos Escoceses los descubrí con el impacto súbito de “I Became a Prostitute” del 2010. Un disco áspero con demasiadas cartas para archivarlos como otra de tantas bandas de Post punk arrastrado, abrasivo y oscuro: La voz de James Alexander Graham al que le va la vida cuando recita sus textos. Masticando sílabas y vocales con su acento escocés de North Lanarkshire; un pueblo perdido de la mano de dios más cerca de los lagos del norte que de la civilización). Y aunque aquellos primeros dos discos adolecían de cierta linealidad, apuntaban en su hecho diferencial algo que prometía bueno.
Han necesitado otros dos discos con este; el anterior ya ostentó en una decisión no exenta de riesgo, el puesto más alto. Y con este último, me da la sensación de que si no hubiese sido porque se publicó el pasado mes, habría acabado rozando el podium.
Una banda que como los vinos del Priorat hay que situarse en su contexto geográfico para entenderlos. Parajes duros de contrastes climatológicos extremos pese a la cercanía de la costa, que han moldeado a sus gentes, y con ellos a sus viñas, a sus habitantes; y este caso a su música. Los vinos del Priorat pertenecen a unas viñas supervivientes de elixires concentrados, vivo reflejo de composición geológica pizarrosa, escasa de sustratos, con insolaciones brutales y noches en las que desciende el termómetro hasta 8 grados. Pese a todos estos inconvenientes lo que han hecho, son vinos austeros, concentrados y musculosos, que guardan su tesoro más preciado en la paciencia y la fuerza de su naturaleza titánica. Y que cuando se abren, nos descubren bellezas inverosímiles, muy cercanas a la esencia de la naturaleza; dominante, doblegadora. Nos ponen en su sitio y nos hacen una mera circunstancia en el tiempo, diminutos e indefensos.
He de admitir que con una primera escucha no me acabó de convencer. Y creí por error, que su vuelta a las atmósferas densas de sus primeros discos nos daría ese mismo error de monotonía; aun siendo dos discos que no están nada mal. Pero como este Pasanau del Vell Coster; vivo reflejo de los Priorat clásicos y muy lejos de las inmediatez explosiva de los Priorat modernos. La nueva obra de Twilight Sad es por así decirlo, un conjunto que solo al escucharlo en toda su amplitud, se puede descubrir su inigualable magia.
Por un momento parece cerrado, tremendamente volátil y alcohólico. Rezuma resinas, epoxys pegamentosos. Asusta por ese recuerdo a las bandas de culto más ortodoxas de los 80. Los Escoceses hacen variaciones milimétricas en su estilo, casi inapreciables. A vista de pájaro diríamos que todos sus discos suenan igual. Pero cuando uno consigue darle el tiempo para saborearlos de principio a fin, apreciar el grado de solidez y armónicos que a conseguido últimamente J.A Grahan. NOBODY WANTS TO BE HERE AND NOBODY WANTS TO LEAVE se descubre como una obra de belleza majestuosa. Ahí hay parte de la esencia de su último disco; en la sensibilidad de las voces, esa manera útil de utilizar los sintetizadores para expandir sus armonías y la misma e intacta personalidad de la banda. Posiblemente haya que darle dos o tres oportunidades como al Pasanau para que se oxigene. Pero una vez esto sucede, explotan los caramelos de cocacola, las rosas rojas, los eucaliptos, los licores, el tomillo, muchas moras y notas silvestres... Ahí ya empiezan a sonar las sinfonías, apuntan alto, ascendentes y con buena altura como han de vivir las viejas viñas de Samsó: “There's a Girl in a Corner” como prolegómeno a lo que ha de venir arranca lenta y sucinta. Cuando empieza a levantar el vuelo engarza casi sin apreciar cambios con “Last January”; un tema sin estridencias que no llama la atención, el más bello con diferencia. Se abraza y lo coge de las manos rodeando su espalda “Drown So I Can Watch”, tremenda. Aquí nos recuerdan al Desintegration de The Cure por su melancólicos claroscuros. Evocan tierras lejanas, sonidos que vienen de los glaciares Islandeses, volcánicos y fogosos cuando arremeten con fuerza “In Nowhweres” o “I Could Give you all That you Don't want”.
Y se desdoblan ahí casi al final con un tono espiritual y ceremonioso con otra canción 10; la que da título a su disco: Brumosa, atonal en sus bases rítmicas y creciente en boca como el Pasanau. Él yace ya sobre el lecho, desnudo casi prostituido haciendo una especie de desnudo en el que por cada prenda de la que se deshace, es un nuevo y exquisito detalle indescriptible: Boca potente y acaramelada, glicérica, de cogñac de armagnac, se siente la licorella. Brotan como flujos orgásmicos de longitud tántrica los taninos maduros, el retronasal de aquellos que curan resfriados, las bayas, las trufas. Y con una acidez que se disuelve en su exquisitez. Se agita y vuelven de nuevo poniendo el colofón una botella vacía con los restos del sedimento tiñendo sus paredes, la esencia.
Vino y disco montan tanto, puedo pecar al dejarme llevar por la pasión. Pero bandas de este tipo con cierta épica, al igual que el Pasanau en su austeridad e inflexión. Nos dan ese pedazo necesario de estoicidad al creer en aquellas cosas que generalmente no gustan a todo el mundo, y avergüenzan a quienes creen que forman parte del pasado. Es cierto, no están de moda, dios no lo quiera.
03#VIETCONG / CASSETTE EP. Vs. LA BATALLA DE LA COLIFLOR 2010 (BIERZO) 100% Mencía
Debería hacer una reseña discreta y breve para no justificar un cambio de diseño del blog; aunque solo sea por esconder bajo el felpudo tanta letra y pesadez. Igual que colar en estas alturas un trabajo de siete temas ¿un Ep se dice? Resulta tan injusto y poco equitativo!! Todo eso pasaría si no pensase con las manos en el fuego, que estos cuatro tipos de Calgary con excedentes de otra banda llamada Women. Han obrado mi milagro personal este año, que no es otro que gozar con un enano con esta especie de concentrado de New Wave trampolinero y desgarbado. Ese punto de locura esquizoide que te devuelve a la más indisciplinada adolescencia. Si hijos míos la cosa es así, sin remedio aparente, y es que si las listas que uno hace sirven para algo, es para darle una alegría al cuerpo sin rendir cuentas a naide.
“Continental Shelf” fue la canción que me puso sobre la pista de esta banda hace un par de meses. Se quedaron ahí, arrinconados. Y no ha sido hasta la reedición de este puñado de canciones grabadas el pasado año en un cassette, que he sucumbido a sus malas artes y encantorios. Aquel tema adelanto del siguiente Ep: Otros siete temas que deberían haberse publicado el 2015 si no fuera porque se han filtrado; y ya puestos propongo colgar por los huevos en la plaza mayor, a aquellos que se dedican a joder uno de los pocos encantos que aun perduraban (esperar con emoción la publicación de un nuevo disco). Un tema y un disco, que poco tienen que ver con este cassette donde la banda parece haber sido extraída de un pozo cenagoso de muy a principios de los 80.
Ya no es la década o el año al que nos remiten, si no a lo que suenan y como suenan. Decir que incluyen una versión del “Dark Entries” de Bauhaus, ya es decir mucho de por donde van los tiros de sus referentes. Escuchar “Oxygen Feed” o “Throw it Away” sin tener que pellizcase para despertar del bendito sueño de creerse en Witworth St West haciendo cola para entrar en el mítico Hacienda, ya es mucho decir. Viet Cong ya no es que suenen a un tiempo remoto menos lustroso y goloso, de todo aquello que en la actualidad más se ha rentabilizado. Es que son la viva imagen de ese sonido destartalado, directo, intestinal, de base rítmica (bajo/batería) marcial y dictatorial, y de guitarras circunstanciales (Magazine, Southern Death Cult, The Damned, Television...). Como aquellos actores secundarios que ganaban cuanto más naturales eran sus defectos de interpretación; pura naturalidad, inspiración sin pulir y deslucir.
Esa misma Demencia indisciplinar de (Nacho León, Jorge y Javier). Eso tres jóvenes que se establecieron en el Bierzo para elaborar Mencía ancestral basada en las viñas centenarias y en los métodos de sus abuelos. Y que con el trabajo de sus manos han colocado con una producción casi testimonial, la mejor de las Mecías. Por lo menos la más libre y contorsionista en añadas, que se pueda probar si se tiene la suerte de cazar al vuelo. Su producción es tan limitada como extenuante el cariño y el mimo que le dan a cada grano, a cada baya. De allí salen tres vinos: El Demencia de autor (Mencías centenarias seleccionadas), El Cachicán (Vino de la Vila o vino de pueblo, aquel que nos enseña sus orígenes humildes), y por fin LA BATALLA DE LA COLIFLOR: Un vino clandestino que no se comercializa propiamente, pero que se puede adquirir vía contacto, y que se elabora con aquellas uvas que no se pueden aprovechar para el Demencia de Autor por incompatibilidad o distinto carácter.
Un vino de fruta roja fresca radiante en explosión, mutante en evolución pero con pegada más directa que la de su hermano mayor. La etiqueta relata una batalla descrita por el hijo de uno de los socios; esa hipotética batalla contra la odiada verdura. La nariz es directa con mucha fruta roja (cerezas, frambuesas, fresas todo muy representativo de los Mencías, pero aquí con un grado más vivaz y centelleante). Al principio un poco cerrado, le cuesta abrirse pero al cabo de cinco minutos en copa explota. Salen las hierbas aromáticas el verdor, orégano, maríaluisa, algunos mentolados. En boca es rugoso casi granular, deja un rastro de tanino crujiente pero muy fresco y goloso, mucho monte en su recorrido de las horas. Es un vino potente y vivaz, donde el frescor y la frutalidad no interceden en su carácter, ni éste en su identidad rústica y a la vez moderna.
Su nombre lo dice todo Demencia de Autor el de sus idealistas, y las sensaciones al beberlo las mismas. Mucha locura juvenil, mucha emoción y mucho Rock & Roll. Casi idénticas a las que demandan Viet Cong, con esas descargas veloces y directas que obedecen al puro instinto e inquietud. Siete canciones trepanadoras, de aquellas que perforan en el subconsciente reanimando con descargas, tiempos verdaderos.
Nos acercamos ya sigilosos y de puntillas, seguro de que en los altares son solo dos los que pueden subir, que se podían alternar cual bolitas del trilero; pues también!!. Seguro que tal elección será probablemente centro de comidillas y controversia, ay!! Mucho me ha costado eh? Odio enumerar y ordenar mis gustos, pero por distintos, poco equitativos y tan personales que necesitaría una tesis para razonar y convencer de mis curiosos motivos ¿pa qué? Me los voy a ahorrar, quien sabe, a lo mejor os preguntáis... ¿serán tan cojonudos e incomparables con los 38 restantes?
Hete aquí que allá por el 2009 junto a We Were Promised Jetpacks, descubrí a Wild Beasts. Dos bandas con el denominador común de su cercanía geográfica: Kendal al Norte de Inglaterra y Edimburgo (Escocia), y una trayectoria semejante. Un punto de vista distinto, hechizante y paralelo a lo que por entonces se hacía en el Reino Unido. Sus dos actuaciones en Baeblemusic me obligaron a seguir a hurtadillas su camino. Tras siete años de carrera y cinco discos ya publicados. Creo que estoy ya en disposición de afirmar, que la suya, es una de las trayectorias más heterogéneas, retóricas e interesantes de entre toda la cantidad de bandas que surgen en las Islas. A menudo devorados por los tabloides y el éxito, Wild Beasts vienen trabajando un estilo entre el barroquismo de sus notas, el lirismo vocal y extraño de Hayden Thorpe, y una forma de manejar sus inquietudes musicales de lo más curioso. Al principio se puede caer en una especie de catarsis desquiciante e insoportable, por la dominante voz de castrati de su cantante. No lo niego.
Sus discos suponen una predisposición a sonidos abstractos, esperpénticos y disonantes, nada fácil. A mi me recuerdan curiosamente a Echo & The Bunnymen; teniendo en cuenta como sonaban éstos a principio de los 80. Su último de cinco discos, el “Past Tense”, debería ser su trabajo ideal para poco iniciados. Y no es porque sea el más comercial o accesible, sino porque Hayden Thorpe parece haber encontrado el secreto de la proporcionalidad de su voz: Más modulada, armoniosa, variable, protagonista, y sin embargo menos caprichosa para con el designio de su música. Al escuchar este último disco y recorrer su discografía hacia atrás se acaba por encontrar el sentido de su carrera: Crítico, comprometido, activista y esquivo con los mecanismos de la industria. En él se nota que han pasado por las manos de un súbdito de Brian Eno; posiblemente el productor que mejor sabe buscar la armonía a las bandas, sin distorsionar ni alterar su sonido.
Aquí se prescinde de todo lo exageradamente innecesario y se sintetiza el laberíntico universo de la banda. La antítesis de War On Drugs. Si los Americanos guarnen cada rincón de sus canciones con multitud de arreglos, instrumentos y detallistas velados. Wild Beasts los eluden, y dejan en manos del instrumento vocal y de una esencia casi tribal todo su sonido; las guitarras desaparecen por completo.
Me parece sin duda una apuesta sumamente arriesgada porque salvo en “Wanderlust”; que es la única canción con estética de single. Muchas de las canciones del disco adoptan una cadencia que recuerdan al “Remain Lights” de los Talking H. (Nature Boy, Daughters, New Life). En otras ocasiones es una especie de Pop híbrido y androginoso de belleza frágil y concisa. Donde son las piezas como “Meca”, “Sweet Spot”, “Past Perfect” o “Palace” quienes acaban dando ese punto de belleza marchita, relajada, y una construcción tan simple como sugerente.
Esa misma mezcla de elegancia y sencillez que me otorga el Cava Milesimé de Juvé & Camps; porque por estas fechas no nos podía faltar un espumoso de consenso. El primer cava más o menos inalcanzable que me compré hace ya un montón de años. Y el que me hizo descubrir la verdad de los grandes cavas; a mi que no soy fan en absoluto de los espumosos. Dirán claro, con ese precio ya puede estar bueno. Y me gustaría remarcar que espumosos recurrentes para celebraciones y temperaturas gélidas con las que matar su incontrolada acidez hay un porrón. Cavas para disfrutarlos de verdad y a cualquier hora, no tantos. Parecen caros, pero realmente solo los separan seis asquerosos euros.
Vaya que no bebo muchos lo reconozco, pero los que bebo aunque sea de higos a brevas prefiero que me hagan salivar y disfrutar. Solo hay dos cavas de Juve Camps que me quiten el sentido, los demás no puedo con ellos, y uno es el Blanc de Noirs y otro este. Con este tengo un idilio casi iniciático; fue con el que aprendí a apreciarlos. Con un color pajizo casi dorado y una burbuja fina y aterciopelada, el Milesimé nunca falla. Nariz a cereales tostados, a almendra garrapiñada, y flores blancas que lo hace un cava sutil y tremendamente goloso. Paso por boca sedoso como este Present Tense/2014 que le va como anillo al dedo. Muy franco y representativo de la uva monovarietal que lo forma, con volumen, largo y cremoso, tiene toques de tostados, mantequilla y flores pero todos ellos muy delicados. Más rico cuanto más se templa con la temperatura y con una estructura tan perfecta y en su sitio, que lo hacen un cava imbatible por su precio y personalidad. Hay muchos superiores, mejores y distintos, pero Juve Camps Milesimé siempre está ahí, imperturbable con el paso del tiempo y dándolo todo sin exageraciones.
Este disco me recuerda a él y sus inequívocas sensaciones, da esa sensación de típico y manido. Pero no hay amante con suficiente criterio que niegue su personalidad zalamera para pequeños, sabios, grandes y bisoños. Son muchos los que este año han intentado suavizar su sonido, ponerlo a un nivel sintético, amable y agradable para jóvenes oídos: New Pornographers, Tv on The Radio, James, Kasabian... pocos los que consiguen el propósito de resultan tan innovadores como osados, y salir airosos.
Hacemos cima y plantamos estandarte, largo el camino hasta llegar a mis disco preferido de este 2014. Sin concesiones, posibles postulados de entre lo raro lo más raro, y una querencia que se sustenta en progresivo apego que se ha ido labrando a lo largo de este año.
Este disco se publicaba el mes de Marzo de este concluso año. Desde unas primeras escuchas primaverales a las que admito, pude entrar con prudencia. La segunda, días después, fue ya con los ojos cerrados y dejándonos llevar por unos senderos, en los que lo bello, pastoral, inquietante y terrorífico se alternan; siempre con placer dulcificado, por cierto. Defender lo indefendible es seguramente a lo que me enfrento, cuando digo que los 365 días de este año han sido los que le han otorgado el título de niña de mis ojos. Y con ello quiero decir que seguramente ni la mente más perturbada se atrevería a justificar a pecho descubierto las bondades de este disco; el anticristo de la comercialidad, la lisonja o la zalamería. Quizás porque este Canadiense que siempre ha trabajado en el patio trasero de la abundancia musical o del lucimiento. Ha sacado después de diez años en el cuarto oscuro, uno de sus trabajos más delicadamente bellos; y eso que su temática surrealista se las trae.
Un disco confeccionado con retales, cachivaches y lo que otros desechan por puro formalismo. Las canciones son como pequeños Frankesteins hechos de pedazos. Al principio parecen disonancias sin un objetivo demasiado claro. Desconcertantes por sus formas o porque sencillamente para entrar en esa espiral melódica y aparentemente abstracta, hay que hacerlo relajadamente y sin crearse expectativas. Al cabo de los minutos, cuando vas por el corte cinco y suenan los acordes quebradizos y resecos de “Weighted Sin”, descubres que ha brotado así de repente la primavera y lo que has dejado atrás es pura ambrosía. Que asistes estupefacto a un delicado ceremonial que se teje destartalado, torpemente pero decidido, que nace la grandeza de sus fantasiosas canciones como los tempos de la naturaleza: Lentos, inapreciables ante la velocidad de los seres humanos, milimésicos. Solo los percibes con claridad cuando te detienes, respiras hondo y captas es volumen de la obra. “Monster” es uno de los pocos momentos inmediatos, pero es que el rotar de “Where are You” es tan determinante e hipnótico, que cuando lo percibes es demasiado tarde. Un Folk de tintes psicotrópicos que con “Evil”, “Weird Love”, “Hangman's Son” o “Cosmic Destroyer” alcanza su máximo esplendor, sin alzar la voz con discreción y una rara emotividad.
SHRINK DUST tiene ese tono titánico de hacer con poco, mucho más de lo que otros hacen de excesos. Es la austeridad hecha belleza excelsa. Un disco que se asemeja por ese inesperado encuentro, al día que probé el SALVAXE. Un blanco gallego tan lastrado por esa fama de mariscada barata+ribeiro, que lo convierte en el proyecto más hercúleo posible. Xosé Lois Sebio es el otro huraño alquimista, como Chad, artífice de estas extraordinarias anomalías, que no lo son tanto. Son quizás y por desgracia, de las pocas cosas que captan la esencia de la tipicidad más extinta: Vinos que se construyen igual que las canciones de Chad pedazos hechos de instrumentos inventados, igual que la peculariedad de los microparcelajes de Coto de Gormariz. Una forma de ensamblar vinos o diferenciarlos por la composición de la tierra, la orientación, el drenaje o su particular microcosmos.
Esa impronta convertible que caracteriza a este vino, me produce la misma sensación agradable que el Shrink Dust. Imprevisible a cada instante, evolutivo pero muy directo. El verdor que ataca en la nariz de anís estrellado o hinojos se funde con una calidez parecida a la de la vainilla, un tanto desmesurada. Continúas y conforme vas agitando la copa nacen por sorpresa unos fondos tostados, pastelería y mantequillas. Atacas en boca y resulta delicioso, glicérico pero con una acidez contundente que lo equilibra y lo hace muy muy fresco. Notas el mineral y curioso toque de trigo fermentado que te deja un recuerdo a esos Whiskys ahumados como el Caol Ila. De echo el ahumado surge en el retronasal al cabo del rato, cuando el vino esta mucho más abierto.
Artista, vino y disco se complementan a la perfección. Tienen ese mismo carácter extremo, delicado y expansivo en su fórmula inimitable de generar sensaciones encontradas e increíblementedidácticas.
CHAD VANGAALEN - SHRINK DUST by bboyz1970 on Grooveshark 01-CHAD VANGAALEN - SHRINK DUST Vs. Salvaxe 2010 (Ribeiro) 02-WILD BEASTS - PRESENT TENSE Vs Cosmic Cabernet Franc 2006 (Empordà sin D.O) 03-VIET CONG - CASSETTE Ep Vs. La Batalla de la Coliflor 2010 (Bierzo) 04-THE TWILIGHT SAD - NOBODY WANTS TO BE HERE AND NOBODY WANTS TO LEAVE Vs. Pasanau El Vell Coster 2004 (Priorat) 05-REIGNING SOUND - SHATTERED Vs. Artadi Viñas de Gain 2011 (Rioja) 06-ROKU MUSIC - COLLIDER Borsao Tres Picos 2012 (Campo de Borja) 07-THE WOODENTOPS - GRANULAR TALES Vs. Hiriart Rosado 2012 (Cigalés) 08-ANDY STOTT - FAITH IN STRANGERS Vs. Dosterras 2011 (Monsant) 09-HATCHAM SOCIAL - CUTTING UP THE PRESENT LEAKS OUT THE FUTURE Vs. Sassó Parera 2012 (Penedés) 10-BENJAMIN BOOKER - BENJAMIN BOOKER Vs. A Coroa Ladeira Vella 2009 (Valdeorras)11-CURTIS HARDING - SOUL POWER 12-GOLD BEARS - DALLIANCE 13-THE WAR ON DRUGS - LOST IN THE DREAM 14-BRYAN FERRY - AVONMORE 15-HAUSCHKA - ABANDONED CITY 16-THURSTON MOORE - THE BEST DAY 17-VIC GODARD & SUBWAY SECT. - 1979NOW! 18-DANNY & THE DARLEANS - DANNY & THE DARLEANS 19-FUTURE ISLANDS - SINGLES 20-HALLELUJAH THE HILLS - HAVE YOU EVER DONE SOMETHING EVIL21-WITHERED HAND - NEW GODS 22-THE ORWELLS - DISGRACELAND 23-HAPPYNESS - WEIRD LITTLE BIRTHDAY 24-SONDRE LERCHE - PLEASE 25-GALLON DRUNK - THE SOUL OF THE HOUR 26-TY SEGALL - MANIPULATOR 27-MERCHANDISE - AFTER THE END 28-STEPHEN MALKMUS & THE JICKS - WIG OUT AT JAGBAGS 29-CIRCASSIAN - HANTSE GUASCHE 30-CHRIS FORSYTH & THE SOLAR MOTEL BAND - INTENSITY GHOST31-JERRY DAVID DECICCA - UNDERSTANDING LAND 32-THE NEW PORNOGRAPHERS - BRILL BRUISERS 33-CHERRY GHOST - HERD RUNNERS 34-OUTRAGEOUS CHERRY - DIGITAL AGE 35-ROBYN HITCHCOCK - THE MAN UPSTAIRS 36-SPAIN - SARGENT PLACE 37-COMET GAIN - PAPERBACK GHOSTS 38-TIMBRE TIMBRE - HOT DREAMS 39-WVWHITE - WEST VIRGINIA WHITE 40-THE MEN - TOMORROW'S HITS