05:ANDREW
BIRD_MY FINEST WORK YET marida con...VINYES TERESA 2011 de Solà
Clàssic (D.O Priorat, Bellmunt) 30 Euros
Si
bien es cierto que en los últimos años mi relación de amor/tirria
por el de Illinois se ha decantado por lo segundo; tras mi traumático
último concierto del menda. Y ese regodeo del que tanto gusta en su
talentosa autocomplacencia, diría que… hasta empalagosa y peñazo.
Se
ha disipado este año – bendito sea – con un discazo que no le
recordaba desde aquel BREAK IT YOURSELF/2012 con el que lo descubrí.
Afirmaría
incluso, y sin temor a fliparme. Que su mejor trabajo desde entonces.
Pues
si admito que es un virtuoso multinstrumentrista, con un innato
talento por construir melodías trapecistas. ¿Porque retorcerse
hasta comerse uno mismo la polla, cuando su genio debería ponerse a
disposición de la orgía por/para y con los músicos?
Pues
aquí ha ocurrido. Por fin joder!!
Un
disco tremendo en puntería musical. Y además dejando que su ansia
por copar cada trazo y pincelada, quede generosamente a disposición
de un acompañamiento maravilloso.
Porque
si él mola; y lo sabemos quien hemos tenido la oportunidad de verlo
con banda. Mola más que haga buenos a los músicos con un temario
que va desde el Jazz hasta el Folk saltarín, pasando por un
repertorio enorme en lo henchido de eso que se le llama: Lo melódico.
Que por momentos y a lo largo y ancho del disco, supura una
encantadora fragancia que – a mi – me recuerda un montón a
algunos pasajes muy AOR de Pink Floyd, Jethro Tull o diría que hasta
a Supertramp.
No
en similitudes exactas, sino en andares y gestos. Como cuando hueles,
sorbes, cierras los ojos y miras hacia arriba con la memoria. Y
puedes ver y hasta oler la ropa de momentos como el de estos pasados
reyes o incluso muchísimo más atrás.
Y
aquí. Todavía me puedo relamer en un guiño melancólico de esta
epifanía.
Cuando
cayó en mis manos ese Samsó (cariñena) de viñas viejas y 8 años
de maduración. Que si bien no tiene el carácter salvaje y mineral
de las cariñenas de Porrera, Su elegancia y golosa fruta madura, lo
hace irresistible como esos abrazos y besos que seguro daba L’Avia
Teresa a sus nietos antes de que marcharan a la escuela. Rindiendo
homenaje en un fraternal , amable y licoroso tinto de eterna longitud
que otorgan al Priorat esa seña de zona única e inigualable.
Sus
taninos son elásticos y flexibles como quien dedica su vida al Yoga.
Y que además se elabore en el minero Bellmunt del Priorat, le da un
plus de recuerdo: Pues fue una de las últimas visitas del poliédrico
2018 en el Tast Team sobre Priorat (18 catas) y en este caso. Visita
a Mas D’en Gil de la mano de Marta Rovira y posterior comida en
Falset.
No es que le haya yo seguido demasiado la pista a Bird, pero tengo cosas suyas sueltas y debo decir que me mola. Con mesura; cosas sueltas; algunas canciones.
ResponderEliminarSigo pensando que debo ser de los pocos que defiende las canciones por encima de los discos.
Y este disco tiene una canción espléndida, fantástica. Tan buena que me obliga a volver a escucharla una vez que ha terminado. En bucle, podríamos decir. Es, por supuesto, "Sisyphus". La canción que elegí como la 10ª mejor canción de 2019.
Gracias.
Bueno a mi me pasa algo parecido. Como pinchadiscos que fui en mi época moza, soy de canciones y de selecciones; de echo de ahí viene la cosa de las playlists en mi blog.
EliminarPero como veterano ochentero, albergo la esperanza en los discos con pies, manos y cabeza que hacen que contemple también la música con la perspectiva global de una idea. O por lo menos con la coherencia de quien hace algo más allá del detalle y con una imagen un poco como un paisaje o panorámica.
En este caso, Andrew Bird lo ha conseguido, y ya ves que como desmitificador compulsivo que soy, intento ser lo más coherente posible.
Un gran disco en definitiva.
SALUDOS
Perdón, "DE HECHO"
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