08:DELILUH_BENEATH
THE FLOORS/OATH OF INTENT marida con… CELLER MASSIS BLANC 2011
Garnacha/Xarel.lo de Benjamín Romeo (Garraf)
Entrar
en el extraño universo de la banda del Este de Toronto. Tiene el
mismo riesgo que aventurarse por la noche en las ruinas de una
factoría, sin linterna.
Kyle
Knapp – su trasnochado líder – puede hacerte pasar miedo, mucho
miedo. Inquietarte por la sensación narrativa lineal que de
sopetón!! te lanza sin piedad por pasillos llenos de socabones.
Chirriantes puertas medio oxidadas, o susurros ventosos que te erizan
la piel por aquello del desasosiego.
Nos
habremos vuelto unos caguetas o comodones en eso de esperar
mensajes concisos, sin reparar en lo abstracto como la más acertada
y precisa de las exposiciones de nuestros días?
Ese
mismo modo de sentir la presión decadente que empujó a Joy Division
y su Unknown Pleasures, o a Bauhaus con su incómodo Mask. Deliluh lo
expresa huyendo de la comodidad del estudio, para registrar su música
en espacios yermos, fríos y deshumanizados.
Por
eso su música se despoja del atributo “postpunk”, que ahora la
mayoría se limita a manosear con simples cadencias y canciones que
tienen más de galga y retranque que de transgresión. Mientras,
ellos avanzan hacia el anacronismo de lo experimental en un diálogo
que se asemeja infinitamente más, a lo que se hacía a finales de
los 70 y principios de los 80.
La
aflicción del saxo y las cuerdas gimiendo en Beneath the Floors
hace equilibrios por el filo del vacío; más inquietante que oscuro.
Y realmente es uno de esos discos que brilla sobretodo por su
impronta radial, más que por canciones concretas.
Todo
lo contrario que Oath of Intent. Que
parece querer hacerte partícipe de una cadena montaje a base de
vísceras, sudor y músculos entumecidos. Y sus impulsos: afilados y
mecánicos, dañan desde fuera hacia adentro. Invitándote a dar
tragos cortos pero seguidos, si es una de esas botellas perdidas en
la oscuridad de una estantería, cuando la belleza exterior no es tu
mejor atributo.
Aquel
blanco de Garnacha y Xarel.lo que el Riojano Benjamin Romeo (Bodegas
Contador), se empeñó en elaborar en las abandonadas tierras del
Massis del Garraf. Seguramente que ni imaginó en el más peregrino
de sus pensamientos. Que 8 años más tarde y con ese tapón de
silicona para consumir de inmediato, se acabaría transformando en
una crisálida ámbar de agradable oxidación anaranjada visual y
excitante acidez.
Son
esos pequeños milagros que obra la naturaleza y su contorsionismo
químico. Lo que da nueva vida a un vino que podría pasar por un
oloroso de Jerez, pero que solo es el fruto de la mutación adulta de
las magníficas Garnachas y Xarel.los de carácter calcáreo y marino
que da la Sierra del Garraf.
Tierras
que nadie se atrevió a regenerar, y que solo unos pocos han visto
ese magnífico potencial mediterráneo: Can Rafols, Mas Candi, Clos
Lentiscus, La Foresta o Mombra. Verdaderos reinventores del
territorio y las papilas gustativas.
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